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Lucia vio cambiar su vida por un error ¿Si tan solo hubiera escuchado a su madre? ¿Si tan solo hubiera hecho algo distinto? Quizás jamás hubiera sido parte del proyecto Eliza y tendría una vida. Dolor. Sangre. Muerte. El proyecto solo traía desgracias y se lo demostraría.


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#muerte #tortura #odio #venganza
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Prefacio

Prefacio.


El Doctor Farrean camino por los fríos y oscuros pasillos, los gritos de dolor rompían el sepulcral sonido del viejo edificio, en el techo las luces titilaban o al menos las que aún encendía, la humedad cubría parte de las paredes y los roedores se paseaban por la oscuridad.


Sus pasos se detuvieron al llegar a la morgue de aquel viejo lugar, era en aquellos momentos donde agradecía que la economía no estuviera buena en el país y que los proyectos de construcción ya no se llevarán a cabo con la velocidad acostumbrada. Al abrir la puerta vio cómo se encontraba el Doctor Fuentes y su grupo de estudiantes, quienes quedaron en completo silencio cuando le vieron llegar.


—Bienvenido —Saludó el Doctor mientras se alejaba de sus estudiantes en dirección al recién llegado— No lo esperábamos tan pronto


—Cuando ocurren estas cosas no hay que perder tiempo —Explicó el hombre mayor mientras acomodaba sus lentes— No queremos terminar como los que iniciaron el Proyecto Eliza —Entonces el hombre alzó la mirada hacía la mesa donde estaban reunidos los estudiantes— ¿Qué tanto es el avance?


—Las células muestran un envejecimiento más lento y una regeneración más rápido al momento de ser destruidas —Fuentes comenzó a caminar mientras le indicaba los cuerpos sobre la mesa— Aún los sujetos femeninos parecen ser quienes muestran un mejor avance en los ensayo realizados, mientras los masculinos a pesar de soportar mejor los cambios sus cuerpos no aceptan muy bien los cambios provocando que su sistema autoinmune los termine matando


—Aunque los sujetos que superan los tiempos de pruebas terminan mostrando indicios enfermedades mentales lo que nos obliga a mantenerlos amarrados —Explicó unos de los alumnos mientras le entregaba un cuaderno con datos— Finalmente el estrés termina generando una falla cardiaca


—Entiendo —El hombre comenzó a leer las notas escritas, todo parecía avanzar correctamente o al menos como esperaban— ¿De cuantos sujetos de prueba estamos hablando en total? Intentamos tener datos lo más representativos posible


En este momento estamos con quince sujetos de pruebas cumpliendo con el requisito de su mayoría de edad —Explicó otra alumna del lugar— Pero los resultados indican que mientras más jóvenes mejor soportan los cambios físicos por lo cual queremos solicitar disminuir la edad de los sujetos de prueba


Un silencio se generó en aquel lugar mientras todos esperaban una respuesta del mayor, rebajar la edad de los sujetos de prueba era cometer un delito más y uno de mayor peso, pero todo era por un bien mayor ¿Acaso no valía el precio por una evolución? Todos los avances ocurridos en las ciencias habían traído algún tipo de tragedia o sobrepasado algún límite de cada época.


—Si creen que eso ayudará en la investigación creo que podríamos intentarlo —Explicó el Doctor mientras sus labios se curvaban en una sonrisa orgullosa— Bajen el límite de edad a quince años cumpliendo con las normas ya establecidas para los sujetos de prueba


Todos asintieron, si las pruebas salían bien serían el equipo que destacaría por el Proyecto Eliza y pasarían a la historia por los avances, aquellos treinta años desde el inicio del proyecto habrían valido la pena.


**


El viento golpeó con fuerza su rostro cuando salió de aquel lugar era una noche sin luna, sin estrellas, solo con unas pocas nubes cubriendo el cielo. Miró a todos lados asegurándose que nadie lo hubiera visto salir y fue hasta su auto que estaba a tres cuadras del viejo Hospital, a lo lejos escuchaba una sirena de carabineros rompiendo el silencio al igual que unos disparos al aire, pero su mente estaba perdida en sus pensamientos del proyecto, faltaba tan poco para tener buenos resultados y aún se preguntaba dónde había quedado aquel joven estudiante de doctorado que casi rehusaba ser parte del proyecto, prácticamente no se reconocía de aquel estudiante.


El viaje a su hogar fue rápido y cómo en todas las madrugadas Víctor, el jardinero, le saludo al llegar antes de seguir con su trabajo. A pesar de ya tener casi ochenta años el hombre seguía trabajando para poder sobrellevar todas sus enfermedades y mantener a una de sus hijas la cual se encontraba postrada en su cama por un accidente en su juventud. Cómo esperaba todos en un su casa estaban acostados así que tan silencioso como pudo se dirigió a su estudio para seguir trabajando, el proyecto estaba dando mejores resultados que en su época de estudiantes donde todo fue un desastre muy pronto podrían llegar a la meta y antes que todo saliera a la luz ya no importaría la forma en que se llegó a dichos resultados.


**


—¡Lu! —Saludó Karen alzando su mano en forma de saludo— ¡Por fin llegaste!


—Lo siento, mi madre no me quería soltar —Se quejó la chica saludando a su mejor amiga y a su novio con un suave beso en cada mejilla— ¿Vamos?


—Claro que si —La chica abrazó más a su novio mientras comenzaban a caminar en dirección a la disco— Los demás nos verán en la disco


—Perfecto —Lucia prendió un cigarrillo— Ya no soportaba estar en mi casa, no tienes ni idea de lo horrible que es estar en casa


—Si quieres puedes quedarte algunas noches en la mía, sabes que mamá te adora —Karen sonrió a su amiga— Además tenemos cama de sobra desde que Víctor se fue al servicio militar


—Suena bien —La chica le entregó su cigarro a Karen para que esta fumara— Yo haría lo mismo que Víctor pero no necesito a otro que me este gritando las cosas que puedo o no hacer


Sangrore era un pequeño pueblo abandonado de la mano de Dios donde la peor desgracia que había sucedió era que algún perro había sido atropellado por el tren o que un borracho habría caído por alguna zanja. El pueblo más cercano estaba a media hora de ella, existía una disco en una de sus entradas, un motel pequeño, un viejo centro de asistencia médica, cuatro tiendas de ropa dos de comida y una escuela donde había educación básica y media.

Cuanto más avanzaban más fuerte se escuchaba la música de la pequeña disco, mucha gente de los pueblos cercanos iban a esa pequeña disco porque en ella era posible hacer muchas cosas que en otros lados era prohibido. Aquella noche era viernes lo que significaba que las mujeres bebían gratis las dos primeras cervezas, los chicos una y después de las dos de la mañana comenzaban a circular los tragos mágicos los cuales nunca se sabían lo que contenían pero que generaban grandes sensaciones en quienes las bebían.


—¿Has visto a Héctor? —Preguntó David mientras pasaba su mano por la cintura de Karen— No has hablado de él hace días


—Y no quiero hacerlo —Respondió la chica mirándolo con molestia— ¡Es un idiota! La última vez que nos vimos quería que hiciéramos un trío con Verónica


—¿En serio? —David Sonrió de manera estúpida antes de cambiar de expresión cuando vio la severa mirada de Karen— ¡Que idiota!


—Es un cerdo —Opinó Karen tomando la mano de Lucia— Ya no pienses más en él, llegaremos a la disco y te buscaras a un buen chico con el que puedas ligar

—Eso es lo que espero —Coincidió Lucia mostrando una sonrisa ladina

**


El teléfono sonó insistentemente por unos segundos hasta que John lo descolgó para atender, estaba agotado o quizás solo tenía los efectos de la droga aún en su sistema pero ¡Cielos! Los farmacéuticos si que sabían hacer mezclas potentes. Con la bocina contra su oído dejó que el otro lado hablara, sabía muy bien quién era y significaba una buena paga, lo que a su vez era una buena fiesta a final de aquella semana.


—¿Tan jóvenes? —Preguntó de pronto al escuchar la información— Si, claro que puedo, solo que no podre hacerlo solo, si me ven con menores puedo meterme en problemas


Luego de eso dejó el teléfono y se sentó sobre el sofá. Prefería trabajar solo, era mucho menos complicado y la paga era solo para él, pero si volvía a la cárcel no saldría de ahí hasta dentro de unas semanas lo que se traducía en peligro y su futura muerte. Sacando su móvil del bolsillo revisó su lista de contactos hasta encontrar a aquel chico que sabía que le ayudaría, era como él y haría todo por el dinero.


Marcando el número espero un par de segundos antes de escuchar la voz al otro lado, con prácticamente su misma monotonía o quizás era el móvil el que estaba fallando.


—Necesito que vengas —Le dijo al chico al otro lado de la línea— Tengo un trabajo que puede que te interese


La noche aún era joven pero estaba seguro que le sacaría el mayor provecho, además que recordaría viejos tiempos cuando iba de cacería a la disco ¡Aquello si que eran buenos tiempos! Dejando el móvil de lado al terminar la llamada comenzó a botar la basura que tenía sobre la mesa ratona y a recoger su ropa que estaba tirada en todas partes, era momento de dejar que procrastinar para hacer un trabajo decente.


**


—El pedido está listo —Informó el Doctor Farrean mientras miraba al hombre en el monitor— Muy pronto llegará el cargamento nuevo y podrá iniciar el trabajo con ellos


—Perfecto —Coincidió el hombre, antes de sacar sus lentes y comenzar a limpiarlos— Este proyecto ha cobrado muchas vidas, pero cada una de ellas ha valido la pena si con esto haremos los avances necesarios para la conservación celular


—Este es el proyecto más importante de la última época —Coincidió Farrean antes de juntar sus manos sobre la mesa— Pero no veo aquellas muertes como pérdidas, sino como pequeñas enseñanzas para llegar a la perfección, sí vieran el futuro al que nos va a llevar estos avances ellos lo pensarían igual


—¿Usted cree? —Preguntó al otro lado el hombre mientras volvía a colocarse los lentes— Sus mentes se han quebrado como pequeña varillas, dudo que puedan reaccionar así


—Claro que no, pero en sus cinco sentidos todos ellos hubieran llegado igual al Proyecto Eliza —Una sutil sonrisa se dibujó en los labios del Farrean— Vida eterna, juventud y con fuertes sistemas inmunes ¿No es lo que todos desean?


—Yo añadiría el dinero —Respondió con burla el Doctor


—Claro —Farrea coincidió antes que sus labios se curvaran en una extraña sonrisa— Solo que el dinero es para nosotros


Farrean cerró el computador al terminar la llamada, miro su estudio, era un enorme lugar de paredes pintadas de blanco y dos de sus muros estaban llenos de bibliotecas la cuales contenían libros, archivos y una gran cantidad de documentos. Al medio de las sala había una pequeña mesa con un pocillo lleno de dulces y cerca de esta dos pequeños sofás.


Tras del asiento del escritorio se encontraba un gran ventanal el cual mantenía tapado con una grandes y gruesas cortinas a pesar de la insistencia de su mujer de mantener la vista al hermoso jardín que ella misma hacía.


Unos suaves golpecitos en la gran puerta lo sacaron de sus pensamientos y luego de dar la orden la pequeña cabecita de su hija menor se asomó.


—Buenas noches, papá —Murmuró la pequeña niña de tan solo seis años


—Buenas noches pequeña —Respondió el hombre alejándose del escritorio y caminando hasta la puerta viendo a su pequeña hija, con su pijama de conejito y un koala entre sus manos— ¿Te has lavado los dientes?


—Si, papi —Respondió la chica antes de mostrarle todos sus pequeños dientecitos de manera orgullosa


—Estan hermosos, te felicito —Con suavidad beso su cabeza— Que descanses hermosa, ten dulces sueños


—Tu igual papá —Respondió la menor tomando con más firmeza su koala caminando a su habitación


El hombre miró por el pasillo y vio a su hijo de catorce años quién con los audífonos en sus orejas le hizo un saludo antes de entrar a la su habitación con las mismas intenciones que su pequeña hermanita. Desde que había tomado el control de reiniciar el Proyecto Eliza hace casi diez años su vida familiar había cambiado mucho, con su esposa con suerte se hablaban, su hijo se había acostumbrado a no verlo cerca y su pequeña hija –quien sospechaba que no era suya- era feliz con desearle los buenos días y las buenas noches. Aunque eso solo fuera una vez a la semana.


Volviendo a cerrar la puerta ahogó un suspiro, así no había imaginado su vida, pero el Proyecto Eliza era mucho más grande que él y estaban a las puertas de un gran avance en la ciencia donde los sacrificios valían la pena.


Sentándose tras el escritorio volvió a revisar los estudios.

March 25, 2020, 1:57 p.m. 0 Report Embed Follow story
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