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Daniel Carrizo


Zamalu estuvo perdido en un misterioso lugar lleno de rarezas, escribió todo lo visto y oído en su viaje, y ahora vuelve a su hogar lleno de historias esperando ser contadas.


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#cuento #343 #ficción
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La bella luna oscura

Nunca la vi brillar, no sabía cómo me trajo sin tener luz, pero todo se debió a su cercanía a mi mundo. La vi llegar del espacio acercándose poco a poco a mi visión; era oscura, grande, redonda, se poso cerca de mí y no se aparto desde entonces. Caminaba y allí estaba, corría y me atrapaba, ocultándome me encontró, y dormir se volvió mi única seguridad de no verla. Fueron días de profundo terror a lo desconocido, pero nada me salvo del futuro esperando por mí.

Un día de mucho sol, días sin poder verla por tanto brillo, ella se me acerco más de lo posible por su gravedad, y me dijo: “Ven conmigo y enséñame la luz de tu mundo”, era mi primera vez oyendo su voz, una voz grave, dulce y cálida, en contraste con su forma fría y oscura; le dije sí.

Caminamos por todo el horizonte hablando sobre su petición, me contó que su brillo era opaco, y no podía soportar el intenso brillo de las demás estrellas; se acerco a mi por el brillo de mi mundo, un lugar sin ninguna llama para hacerla brillar o una estrella compartiendo su luz, quería una explicación del origen de esa luz. Le explique la sencillez de todo, pero insistió en tener una lección de mi parte de todas formas. Mal para ella que olvidara su fuego, sin ella no se podía encender ni una llama de luz. La lección se pospuso.

Esa tarde la vi en el cielo jugando con las nubes, su gran tamaño le permitía hacer todo a su antojo, y la vi juntándolas, separándolas y destruyéndolas, un fenómeno de la naturaleza artificial. Cuando dejo de jugar, las nubes eran letras, y el conjunto palabras y oraciones, en el cielo se podía leer:”Me gustas desde que te vi en tu mundo”. No tenia palabras, fue la primera estrella en declarárseme, era un nuevo territorio para mi, era novato en el amor y con una estrella el nivel paso a ser imposible.

Hablamos el resto de la noche, el momento de mayor brillo de la luna y mi mejor momento para hablar, le di mis razones para no apurarnos en el amor y ella me comprendió, siendo ella un cuerpo del espacio con miles de años de experiencia y yo un ser de simples 100 años de vida, era una brecha muy grande por cubrir, me prometió enseñarme sobre el amor y ser amable conmigo en mis fallas, y yo le prometí, desde mi mundo, ser comprensivo sobre la vida de un cuerpo de muchos años vividos.

Los siguientes días fueron de ella buscándome y yo esperando desocuparme de mi labor para hablar con ella en las noches, aunque estaba todo el día en el cielo, no la veía, y ella seguía esperando como los días cuando me veía de lejos. Las charlas eran graciosas, fantásticas y picantes, las bromas y el coqueteo eran comunes; son noches maravillosas grabadas en mis recuerdos.

Pasaba el tiempo y la ansiedad se apoderaba de mi cuerpo, mis horas se iban pensando en cómo será el futuro de una relación basada en conversaciones ocasionales en el cielo y momentos juntos en mi mundo ¿Qué pasara cuando se aburra y quiera salir del espacio alrededor del planeta? ¿Me abandonara, me esperara, se decepcionara…? Eran esas preguntas llenando mi mente de locuras y sueños donde la veía irse a los anillos de otro planeta buscando lo que no pudo encontrar en mí. El tiempo era corto y debía buscar las formas de salir de mi mundo.

Una lluvia de cometas se acercaba al planeta y ella me invito a verla en los cráteres de la luna unida a mi mundo. Ese era un satélite muerto sin conciencia; no como ella. Juntos vimos el espacio ser llenado de luces cayendo una detrás de otras, era un espectáculo digno de ver, la vista, el sonido y la paz; pero eso no fue lo más impresionante.

En el comienzo de la función del universo, ella brillo y su tamaño se volvía más pequeño con cada cometa chocando con ella, me asuste por lo mostrado por mis ojos, la destrucción de un cuerpo gigante y la creación de un cuerpo igual mí. Ella cayó a mi lado, justo entre mis brazos, y nuestros rostros se encontraron. Todo lo que quedaba de su gigante forma era el brillo en sus ojos, el mismo que alguna vez cubrió su superficie y ahora resplandecía más que nunca, pero ya nada me asustaba, solo sentía un suave toque en mis labios repitiéndose al ritmo de las estrellas.

Dec. 14, 2019, 5:51 a.m. 0 Report Embed Follow story
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