EXORDIO:
Nació el verso en la antigua Grecia, como instrumento mnemotécnico aplicado a la necesidad de recordar las grandes epopeyas del pasado transmitidas oralmente -la Ilíada y la Odisea son inconmensurables poemas orales, recitados y cantados en calles y plazas por los aedos- y perpetuar el saber y el conocimiento. Nadie sabe como la poesía ha podido degenerar, hasta convertirse en una despiadada manifestación de la volubilidad pueril y vanidosa, vacía y exhibicionista (hedonismo), porque esa poesía que se alimenta del sentimiento, cuando éste se transforma en un sentimentalismo enfermizo y ramplón, o del resentimiento, ni necesita ni proviene de la inspiración , sino tan solo de una afectación impostada y de una cursileria infinita. Se ha perdido por completo y se ignora cuál es la naturaleza de la dicción poética, de manera que debamos dar por sentado que, por el hecho de apilar un verso sobre otro, ya convierte a alguien, sin más, en poeta.
"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos ... " (Cesare Pavese)
... Así fue como mi vida cayó en el abismo del desorden y la anarquía,
subyugada por los deseos ingobernables e impuros.
Pasado el tiempo de los apetitos, cuando llegó la encrucijada,
cayó en mis manos "Consolación a Helvia" ...
Descubrí en Séneca cómo los romanos antiguos
practicaban la vida sencilla,
adaptando a su original forma de ser religiosa,
el pensamiento estoico.
Aprendizaje y práctica de unos pocos principios, realmente sólidos;
el fundamental: todo hombre, se debe a su patria
(familia y gens) y a los demás.
Vivir, conforme a naturaleza, el hombre retornará a la tierra,
puesto que es polvo; en ella encontrará el equilibrio y la paz.
No debemos sufrir por los muertos.
Nunca más allá del período necesario de duelo
y las honras fúnebres; prolongarlo es ensimismamiento
y, por ello, cobardía o soberbia.
Uno no vive para sí, sino para el otro,
y debe dedicar a ello todas sus potencias;
el sacrificio de la propia vida es la finalidad de la existencia
y el honor más alto.
Aceptar el destino (fatum) es principio de realidad:
nacemos y morimos; es la ley de la naturaleza;
no hay excepciones en esto.
Evitar las pasiones, el "phatos" fatal,
es la regla de oro del hombre libre no sometido;
somos criaturas dotadas de inteligencia
y poder de autocontrol. No así las bestias.
Impasibilidad e imperturbabilidad , son los medios para lograrlo;
instrumentos para forjar el carácter: dolor, placer y miedo,
no deben sojuzgarnos.
Ser piadosos y orar: puede que los dioses existan
y nos estén poniendo a prueba; encomendémonos
a las almas de los antepasados, que ya descansan en paz.
Ayudar al necesitado; mañana puedes serlo tú.
Respeta su dignidad herida.
No te encumbres ni hagas ostentación. La suerte muda .
...
... Más, esto sirvió para un tiempo, para una mentalidad, para una época,
para un hombre viril educado en principios y amante de la tradición ...
¿Hay alguno así, hoy?
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