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¿Quien dijo que que un ángel y un demonio no podían consumirse en el deseo de una gran pasión?


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OSCURA REALIDAD

Aquel demonio que todos en el pueblo temían, se encontraba sentado en sus aposentos, observando a ese ser inferior siendo torturado, causando grandes daños a su cuerpo, lo cual para ese demonio era excitante el ver su sufrimiento.

—Veo que no pierdes el tiempo con tus juguetes. —Dijo aquella voz que comenzaba a acercarse sin inmutarse por lo que sus ojos veían.

—¿Qué es lo que quieres Remiel? —pregunto Dante, sin dejar de provocarle más sufrimiento a ese ser de luz. A ese ser que para Danteera un ser inferior.

—Yo solo quería saber cómo se encontraba su majestad. —Dijo Remiel con un tono sarcástico.

—Por qué mejor no vas a joder a otra parte. —A Dante comenzaba fastidiarle con tan solo su presencia.

Remiel era un Balrog, una criatura demoníaca. su poder es el dominar y controlar el fuego a su antojo, la oscuridad, el dolor y las sombras. Remiel podía inducir terror tanto a enemigos como aliados y era prácticamente imposible de controlar. sus herramientas favoritas para torturas a sus víctimas eran los látigos, y espadas de fuego. La especie de Remiel eran fieles aliados, bastante listos y muy difíciles de engañar, si quiera de negociar con ellos. Solo los dragones podían imitar o igualar el poder de los Balrog.

—Yo pensé que te gustaría saber lo que acabo de descubrir, pero veo que estas muy ocupado torturando a esa pequeña escoria. Será mejor que me retire, su majestad. —Remiel hacia una reverencia mientras decía esas palabras para después retomar su camino y dirigirse asía la puerta.

Dante no iba a permitir que Remiel se retirara después de haberle fastidiado el día.

Antes de que deja ir a Remiel, con un movimiento de mano cerró la puerta, impidiendo que Remiel se largara con esa sonrisa tan socarrona que tanto le fastidiaba y mucho menos con la supuesta noticia que se había enterado para tener el descaro de interrumpirlo en su mejor momento del día.

Con gran elegancia, Remiel había retomado su camino, acercándose con suma prepotencia hacia Dante, sin dejar esa sonrisa descarada, la cual comenzaba a odiar cada día más Dante.

—Quita esa maldita sonrisa de tu cara. —Dijo Dante con suma molestia, lo cual para Remiel le era indiferente.

—Oh vamos, Dante. A nadie le cae mal el sonreír, aunque sea un rato. —Había dicho Remiel con sumo descaro.

—Deja tus estupideces y comienza a hablar de una vez.

—¿Delante de él? —dijo Remiel con sumo desagrado, señalando al hada de luz que comenzaba a agonizar a causa de la grave tortura provocada por Dante.

Sin sumo cuidado, Dante comenzaba a arrancarle lo más querido y preciado para las hadas que eran sus preciadas alas, ya que, sin ellas, las hadas dejaban de existir.

—Empieza de una vez si no quieres que haga lo mismo que le hice a esa escoria contigo. —Dijo Dante después de haber calcinado los restos de ese ser que había sufrido bastante al lado de Dante.

—¿Crees que un ángel pueda concebir el hijo de un demonio dragón?

—¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? Está claro que un ángel no puede concebir el hijo de un demonio y mucho menos el de un dragón.

Dante, con sumo enfado, comenzó a asfixiar la pequeña garganta de Remiel sin la necesidad de tocarle, hasta que lo tuvo en frente, donde sus respiraciones comenzaban a mezclarse.

—Deja de perder mi tiempo con preguntas sin sentido. —Dante comenzó a alejarse de Remiel sin darle mucha importancia a lo que el demonio decía, hasta que Remiel se interpuso en su camino con una sonrisa socarrona.

—Yo no diría lo mismo. Y estoy seguro que tu padre tampoco.

Dante comenzaba a entender lo que Remiel quería decir, aunque para él era algo absurdo.

—¿Qué clase de tonterías dices? Creo que el acostarte con cualquier criatura te está afectando bastante.

A Remiel le había desagradado bastante su comentario, pero no iba a demostrarlo.

—Creí que tu padre te había comentado que no solo tú tienes el derecho a reclamar la futura corona de Linpitch.

Dante, con sumo enfado, comenzó a asfixiar la pequeña garganta de Remiel sin la necesidad de tocarle, hasta que lo tuvo en frente, donde sus respiraciones comenzaban a mezclarse.

—Ve al maldito grano, si no quieres que te rompa esa maldita garganta.

—Tu padre... no solo te tuvo a ti — comenzaba a decir Remiel, con suma dificultad para respirar — tu padre se acostó con un insignificante ángel, y tu mas que nada sabe las consecuencias de esos actos.

Dante seguía sin poder creer lo que le decía aquel demonio que comenzaba acortarle cada vez mas la respiración. Se decía que un ángel no podía concebir al primogénito de un demonio, ya que al momento en que se lograra la concepción, el ángel sufría de múltiples daños en su cuerpo, logrando un inminente aborto prematuro, ya que los cuerpos de los ángeles, no estaban preparados ni mucho menos listos para poder concebir al hijo de suma criatura maligna.

—¿Porque me es difícil de creerte?

—Porque te niegas a creer que puede existir esa posibilidad.

Remiel comenzaba a perder el sentido, hasta que Dante comenzaba a aflojar su férreo agarre, permitiéndole respirar con mas facilidad.

—Si es vedad lo que dices, sera mejor que encuentres a esa escoria y me la traigas ante mi.

Dante, al enterarse de que no solo el podía reclamar la corono de ese reino que muy pronto le pertenecería, y de la supuesta existencia de una criatura que ni siquiera debería de existir, comenzaba a causarle una gran molestia. Dante no iba a permitir que esa supuesta criatura que había engendrado su padre al lado de ese dichoso ángel reclamara la corono que solo a él le pertenecía. Él aria hasta lo imposible por que eso pasara.

—Lo que usted desee, su majestad.

Sept. 28, 2019, 7:28 p.m. 0 Report Embed Follow story
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