valcndia Valery Candia

Todo parece cambiar cuando una noche Blass despierta y parece ya no ser el mismo, se empieza a sentir distinto y luego se da cuenta que en verdad ha muerto. ¿Quién lo ha matado? ¿Cómo es posible que siga en "el mundo de los vivos" si él ya ha muerto?


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#suspenso #muerte #cuento #cuentodesuspenso #cuentodeterror
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Muerte silenciosa.

Días antes de la muerte todo parecía ir bien, nada es perfecto, pero algo es algo. Blass vivía su vida tranquilamente, nada parecía importarle además de su novia, y por suerte su madre. El barrio solía comentar esto con Janelle quien defendía que todo esto era producto de la adolescencia; en verdad, adoraba ver a su hijo feliz con Allison, creía que era una buena chica creyendo que podría cambiar a Blass, ¿qué otra cosa más grande que el amor podría cambiarlo si no era eso?

Para los ojos de Allison, Blass era muy inteligente, aunque también el joven más lindo de todos. Solía ir a buscarla cada mañana para ir caminando a la escuela, lo hacía sabiendo que ella nunca tenía ganas de ir a esta, producto del bullying que le hacían en ella. Los jueves no iban a clases, e iban a comer sándwiches en el centro de la ciudad.

La mañana de primavera del 26 de septiembre, estaba preparado para iniciar un nuevo día, sería un jueves perfecto, a pesar de que hace días se venía sintiendo un tanto extraño, no sabía definir lo que le pasaba, sentía que nunca le había pasado esto antes, pero tratando de hacer caso omiso a eso se bañó rápidamente, lo único que no hizo ese día fue tomar desayuno. En el día con su novia tampoco tuvo ganas de comer ningún sándwich y solo observó mientras Allison devoraba el suyo y le contaba lo que le había pasado esa mañana antes de juntarse con él. Sin embargo, él no le había prestado nada de atención. Al acabar la salida, Blass llegó a las cinco a su casa y apenas se acomodó en su cama se quedó profundamente dormido hasta el otro día.

Despertó de nuevo a las cuatro de la mañana, sintiendo que no era él, sintiendo que todo dentro de él no era lo mismo, sentía muerto todo dentro. E incluso si hacia silencio no lograba escuchar el sonido de su corazón. No estaba vivo. Paralizado en su cama durante cinco minutos, empezó a ver humo salir de su boca. Estaba en plena muerte y lo sabía. En ese momento, sintió el alma salirse de su boca. La desesperación había llegado y no pudo hacer nada más que inmutarse.

Dadas tres horas, no había dormido en toda la noche que le quedaba, en pocos minutos tendría que ir a ver a su novia e ir juntos a la escuela. Le aterraba la idea de no pasar desapercibido el que estuviera muerto, pero no quería que lo enterrarán, no quería decir que estaba muerto, quería seguir su vida normal. Se levantó, sentía más pesado su cuerpo, podía incluso llegar a sentir la putrefacción de su cuerpo con solo tres horas de muerto. El olor de su habitación no era nada más que el de sus órganos pudriéndose. Otro día sin desayunar, ¿de qué le iba a servir si estaba muerto?

Fue caminando hacia la casa de Allison algo preocupado, ella lo conocía de pies a cabeza; si algo le sucedía, ella lo sabría de inmediato. Al llegar a la puerta de su casa y de ya haber tocado el timbre, se arrepintió. Por impulso se escondió dentro de algunos arbustos de su patio, y observó como abría la puerta y con cara confundida la cerraba. El corazón le latía a mil por hora, ¿Qué sentido tendría ir y hacer su vida normal? No era el mismo, ya no sentía como Blass. Se llegó a cuestionar cómo es que seguía sintiendo un grande amor por Allison si este ya estaba muerto, ¿cómo era posible que logrará tener algún sentimiento además de tener el terror de sentir los gusanos recorriendo su piel, comiéndolo vivo?

Ya había pasado una semana, se había instalado bajo un pequeño puente que no mucha gente conocía. Hace cuatro días que no bebía nada y siete días de los cual ninguno había comido, hace dos que no podía dormir y solo por una pregunta la cual le atormentaba: Si estoy muerto, ¿Quién lo hizo? Recordaba el día anterior a su muerte, recordaba cuando estaba muriendo. Pero, ¿cómo era posible que muriera porque sí? Alguien tendría que haberlo hecho.

Había encontrado un cuaderno tirado por la calle, lo había recogido y luego encontró un lápiz, empezó a escribir sus vivencias, si es que, algún día alguien lograba encontrarlo.

“Día cuatro: El lugar donde estoy durmiendo huele a muerto, huele a mí.

Extraño a Allison, de vez en cuando la voy a ver sin que ella me vea. Ha llorado estos cuatros días, y mamá la va a visitar.

Día cinco: Empiezo a sospechar que mamá lo hizo”.

Creía que se estaba volviendo loco. El barrio donde vivía estaba lleno de fotos de él buscándolo y la gente en las esquinas murmurando su nombre. Tenía que tener cuidado que donde iba no lo vieran. Se acostó en el suelo boca arriba, viendo el pequeño puente que tenía arriba de él. Cerró los ojos, apostaba que todo dentro de él estaba 100% de él estaba podrido, cada parte de él. Cada día había sentido como la sangre abandonaba de a poco su cuerpo, y solo sentía la ausencia de esta. Los gusanos recorriendo su piel cada vez eran más. Y su propio olor era insoportable.

Cada respiración sentía que no valía pena, cada día, cada noche. Se había quedado estancado entre la vida y muerte y no sabía qué hacer para solucionarlo. No era nada más que un cuerpo que fácilmente podrían enterrarlo. Y lo más importante, no lograba entender quién había sido capaz de matarlo; pero sí tenía una sospechosa, su propia mamá.

Era una noche cálida del 3 de octubre, con una carta en mano su camino iba dirigido hacia el puente más grande de la ciudad. Queriendo acabar ya con esta tortura, con esta falla de no haber pasado al cien a la muerte, de haber quedado atrapado en el mundo de los vivos y aún así no sintiéndose parte de ellos. Se puso al borde, y se apretó contra su pecho la carta que solo tenía escritas en toda la hoja: “MAMÁ MIENTE”. Y sus últimos sentimientos antes de posiblemente caer y reventar su cuerpo contra el piso no fueron nada más que acabar el trabajo de quien lo había hecho mal; había quedado atrapado. Pero ya no más. Dejó su cuerpo caer y dejar que pasará lo obvio, pero algo más pasó en ese instante: Recuerdos vinieron a él, toda su vida estaba frente a sus ojos, su mamá llorando junto a él en el hospital, la sangre la cual el cual él mismo había derramado en su habitación, esto ya lo había intentado antes. Mamá no mintió.


***


El síndrome de Cotard, también llamado delirio nihilista o delirio de la negación se basa en que el sujeto siente estar muerto, sin estarlo. El afectado por el síndrome de Cotard cree estar muerto (tanto figurada como literalmente), estar sufriendo la putrefacción de los órganos o simplemente no existir. Este síndrome puede aparecer dentro de trastornos mentales o depresivos. Uno de los mayores indicadores son los trastornos depresivos.

El sonido insistente de la policía tocando la puerta había despertado a la señora Janelle, esta al ver que insistían mucho decidió levantarse rápido y abrir la puerta. Cuando lo hizo, vio solo un carro de policía, buscó con la mirada a su hijo y al no encontrarlo vio al policía que tenía al frente. Cuando este empezó a hablar, Janelle se derrumbó por completo y empezó a reclamarles diciendo que ya les había dicho a ellos que él tenía una enfermedad, que ya les había mencionado que ya había intentado suicidarse y que era de total importancia encontrarlo rápido.

Al no ser tan de noche, la gente del barrio empezó a acercarse para ver que estaba pasando, mientras observaban a la mamá llorar en el suelo por la muerte de su hijo.

Por otro lado, no era la única que lloraba. Allison estaba viendo por la ventana cuando vio un carro de policía ir hacia la casa de su novio. Salió nerviosa, era una mezcla de emociones, pero tenía la esperanza de ver a Blass. Todas estas fueron derrumbadas cuando al acercarse vio a Janelle llorar, por lo tanto, ella se le acercó y le abrazó. La mamá estaba enojada, con ella misma por haber creído en la ilusión falsa de que una novia le fuera a alegrar la vida a su hijo.

Cuando Janelle subió al carro para ir al lugar en que su hijo se había suicidado encontraron la nota, todo ahora iría en su contra.

Hasta que unos días después encontraron el diario, en ese momento recién se dieron cuenta de que el motivo de por qué Blass se habría suicidado esa noche no era nada más que el síndrome de Cotard.

Dec. 7, 2022, 10:10 p.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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Valery Candia Santiago, Chile. Me gusta escribir de todo, aunque más sobre suspenso.

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