Extraño a las chicharras
a las que me enseñaron
a no temerle a las arañas.
Trepaban en las ramas
no eran aves y volaban.
Extraño a las chicharras
me llenan de añoranza,
sin tambores con timbales
chirriando coros, serenatas
para conquistar a la cigarra.
Extraño a las chicharras
de tiesas patas sujetadas
caminando en mi piel, aferradas.
Eran noches de verano,
amigas mías, de mi infancia.
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