burbujaaj Arlen Lopez

Acompaña a Gwen a salir de un lío en el que no tiene idea de como se metió, salir de la monotonia de la vida nunca ha sido tan confuso.


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#tiempo #aventura #relatos #viajes
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Las mil y una vidas del caballo negro

Despertó sobresaltada, miró a su alrededor y estaba en un campo de noche con las luces de las estrellas iluminándola, la luna de frente era como si le dijera: ¡¡¡Despierta!!! tienes que levantarte. Hizo una revisión rápida: - Si, todo está en orden- Pensó- y al mismo tiempo la pregunta de rigor: - Que demonios hago acá y donde estoy. Pensar que hace solamente 12 horas había despertado en su cama en su cuarto, un domingo que prometía ser de pereza, Netflix y Pizza.

Se levantó, sacudió sus jeans, se ajustó los tenis y mientras se levantaba pensó – Ya estoy vieja para esto- , Gwen, una hermosa chica de cabello largo rizado, tez morena, ojos verdes almendrados, cuerpo curvilíneo, hermosas piernas, su papá desde los 10 años la levantaba cada mañana a las 4 para correr, le decía que le ayudaba al cuerpo a estar sano y a la mente despejada de los demonios que suelen atormentarte y no sirven para nada. – Ah papá si estuvieras acá, no sabes cuanta falta me haces- Repetía mientras caminaba sin rumbo sin saber dónde estaba o hacia donde iba. Desde que ella tenía 2 años solamente eran ellos dos Gwen y su Papa Arthur, mamá un día en medio del desayuno vio a su esposo Arthur y le dijo entre lágrimas que con 20 años no estaba lista para ser una Madre amorosa y una esposa dedicada, tomó sus cosas le dio un último beso a la bebé que aún dormía en su cuna y se fue a “Vivir su vida, perseguir su sueño” como ella lo había llamado, sueño que hasta hoy Gwen con sus 28 años no tenía muy claro de que se trataba pero en fin, no era momento para pensar en esas cosas – Cuando tus pensamientos no te lleven a ningún lado, o no te aporten nada bueno, expúlsalos de tu mente, esos demonios no deben hacer de tu mente su hogar- le aconsejaba su papá cuando era niña.

Gwen mientras pensaba y aclaraba su mente caminaba sin rumbo, no sabía hacia donde se dirigía, pero si tenía la certeza que tenía que salir de ahí, moverse, encontrar algo – Después de todo, en todas las películas que ha visto del fin del mundo el primero en morir es el que no quiere moverse- pensaba para darse animo mientras caminaba por ese oscuro campo, iluminado solo por el cielo estrellado y su amiga la luna.

Al final luego de caminar alrededor de 1 hora vio a lo lejos una pequeña luz, -una pequeña casa – pensó, el alivio la embargó y poco a poco su respiración se fue normalizando, - Talvez tienen algún teléfono donde llamar a alguien para que vengan por mi- Pensaba mientras miraba su inútil teléfono celular, pantalla negra totalmente muerto sin batería y entonces antes que el terror nocturno se apoderara de ella apuraba el paso hacia la luz.

Finalmente luego caminar un trecho que le pareció eterno llegó a la casa y llamó a la puerta, una mujer de unos 45 años, morena, cabello negro le abrió y al verla se sorprendió mucho, calzaba sandalias artesanales, una falda larga y amplia de algodón y una blusa del mismo material, el cabello oscuro recogido en una larga trenza, la mujer asombrada le dio un pequeño vistazo a la joven y antes de que Gwen pronunciará palabra la mujer exclamó: -Dígame, que hace una muchacha sola en estos caminos de Dios, pase adelante- . Gwen entró a la humilde casa y aunque le daba un poco de temor ingresar así a la casa de un extraño no es que tuviera muchas opciones que digamos.

Inmediatamente ingresó, notó el piso de tierra aún, sin TV, sin electricidad, sin cocina, niños durmiendo en tijeras artesanales, un hombre sentado en una mesa comiendo en platos que parecían hechos de barro … -¡¡¡un momento!!!- pensó, esto no puede ser, y como si le hubieran dado un golpe en la cabeza recordó lo que había pasado solo unas horas antes.

-Esto es imposible, no puede ser- exclamaba en voz baja mientras temblorosa y con la voz entrecortada preguntaba a la mujer que la veía estupefacta - ¿Qué día es hoy? – La mujer respondió aún más asombrada y asustada – 9 de Junio de 1908- Gwen sintió como si le daban un segundo golpe en la nuca, sus ojos se llenaron de lagrimas y de repente todo se puso oscuro.

Mañana de Domingo, Gwen amaba los domingos, no había que ir al trabajo, podía pasar todo el día comiendo pizza y viendo sus series favoritas en Netflix, bañarse era opcional, de todos modos, nadie llegaba a verla y desde que papá se fue a Japón el año anterior la casa estaba mas silenciosa que nunca.

Su papá Arthur, cuanto lo extrañaba, él había sido para la pequeña Gwen una combinación entre padre amoroso y protector a un hombre serio de principios inquebrantables con una disciplina que parecía sacada de una película japonesa. -Estudia, esfuérzate - le repetía constantemente - Una mujer no debe tener como meta conseguir marido para que la mantenga, tiene que valerse por sí misma, crecer, valorarse y cuando lo logres y consigas lo que quieres verás a tu alrededor un montón de pretendientes queriendo demostrar que son dignos de estar a tu lado y seguir su camino junto a tí-

Principio que él mismo había puesto en práctica desde que la mamá de Gwen decidió irse, con tan solo 20 años, tuvo que arreglárselas para trabajar en el día y en la noche ir a la universidad, a veces con la pequeña en brazos que gracias que a que ella era mas callada que la mayoría de los niños podía soportar hasta dormirse esas cátedras de la facultad de arquitectura a la que el asistía cada noche.

Pero no era momento de ponerse nostálgica, era momento de calentar la pizza que había comprado la noche anterior al salir del trabajo y sentarse en el sofá a ver el maratón de su serie favorita. Acurrucándose estaba en el sofá cuando sonó el teléfono celular – maldito aparato debí de haberlo apagado- pensó Gwen de mala gana, pero tenía demasiada pereza para levantarse hasta la mesa del comedor donde lo había dejado para apagarlo así que decidió ignorarlo, pero el aparato parecía no rendirse y sonaba incesantemente hasta que el sonido fue tan molesto que hizo que Gwen se levantara iba directo a apagarlo cuando vio el nombre de la persona que la llamaba : Eli, -Aló, Elí ¿Qué pasa?- Del otro lado de la línea el hombre responde con tono agitado -¿Gwen que te pasa? te he llamado como mil veces y no respondes, báñate que supongo que no lo has hecho, ponte ropa cómoda voy camino a tu casa, llego en 20 min – y sin más explicaciones colgó.

Ella aún un poco confundida por esa llamada tan extraña sostenía el teléfono en su mano pensando – ¿Y a este que le pasa? - pero muy en contra de su voluntad decidió hacer lo que el le solicitaba, Eli era una persona que conocía desde hace unos 10 años, su mejor amigo por lo que ella estaba segura de que si estaba tan agitado y necesitaba de ella era con una razón importante. Así que con mucha resignación guardó la pizza y se dirigió al baño, sin saber que ese día la iban a llevar a acontecimientos que jamás en su vida adulta había imaginado.

July 19, 2019, 8:19 p.m. 0 Report Embed Follow story
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To be continued...

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