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Hice las cuentas por tercera vez, de todas formas podía ser culpa de las 3 tazas de café, única entidad ingerida por mi cuerpo desde las 12 de la noche del día anterior. El resultado sin embargo continuaba siendo el mismo. La indeterminación.

En física es por todos conocido el principio que limita todos los experimentos a escala cuántica, una sombra en nuestros ojos que nos impide ver la imágen completa, este principio dice que dadas dos cantidades medibles no podemos conocer ambas con exactitud, pues al acercarnos a una nos alejamos de la otra en la misma medida. Se conoce como el principio de incertidumbre, todo físico decente lo sabe, es imposible violar esa regla del universo. Lo curioso, lo extraño, lo inimaginable es que al parecer nunca ningún científico pensó realmente en los alcances de esta regla. La teoría dice que esto sólo aplica a partículas pequeñas, pequeñísimas, incapaces de ser observadas sin alterar su estado, sin embargo, y esa fue la pregunta que inicio todo, ¿Pequeñas en comparación con qué?, en comparación con nostros sin duda, objetos macroscópicos de tamaño aproximado para los cuales un electrón es algo estúpidamente pequeño. Pero ¿Y en comparación con el universo?, sería infinitamente pequeño sin duda, y entonces ¿Nosotros donde quedamos en comparación con el universo?, que nos dice que no somos como electrones para las galaxias o planetas. La idea no es mía, por supuesto, a todo científico le enseñan a pensar fuera de la caja pero dentro de la habitación. La paradoja del observador, como la conocen los sociólogos ha estado presente desde hace más de 50 años, ellos aplicaron, sin fórmulas matemáticas aquello que ahora me arrojaba la pantalla, nosotros, seres macroscopicos no eramos mas grandes que un átomo para un observador del tamaño de una galaxia, nosotros estábamos gobernados por el mismo principio que los electrones lo estaban con nosotros, y a su vez, no había ningún impedimento matemático para creer que no había un observador inmensamente más grande para el cual los planetas eran del tamaño de un partícula subatómica. La frase de que sólo somos polvo de estrellas analizando a sí mismo jamás había cobrado tanto sentido.