Para ser honesto, nunca había esperado que la misión fuera tan exitosa.
A pesar de todo el tiempo y dinero invertido en prepararla, y a pesar de toda la gente brillante que había tomado parte en la ejecución del proyecto, él siempre había pensado que acabarían fallando.
Que el cohete caería o explotaría o en el mejor de los casos simplemente no podría aterrizar en la luna y tendría que devolverse a casa.
Pero estaba equivocado.
El cohete, que había comenzado a ser preparado y cargado tres semanas antes del lanzamiento, partió el 16 de julio con tres hombres a bordo.
El 21 de julio de 1969, a cuatro minutos para las once de la noche, un hombre pisó la superficie del satélite terrestre por primera vez.
El hecho, por supuesto, recibió tanta cobertura mediática como fue posible, transmitiendo el vídeo de la llegada en prácticamente todos los televisores del mundo, y aunque sin duda muchas personas del público general estaban emocionadas con aquel gran logro, quienes estaban más emocionadas eran las miles de personas que habían ayudado a lograrlo.
La excitación y la alegría prácticamente podían sentirse en su lugar de trabajo, que tenía un ambiente muy diferente al de todos los días.
Todos especulaban sobre que descubrimientos podrían realizar de las muestras recolectadas durante el viaje, de las historias que contarían los astronautas cuando volvieran, de como ese momento pasaría a los libros de historia, de como a partir de ese momento tendrían más presupuesto para trabajar… En muchas formas, había sido como un sueño.
Un respiro imposible de la vida real, que no estaba destinado a durar demasiado. Las horas que los astronautas pasaron en la luna, instalando aparatos y recolectando muestras, pasaron en un suspiro, y en un tiempo que parecía demasiado corto para todo lo que les había costado llegar ahí, estaban volviendo a casa.
Tal vez simplemente era un pesimista, pero también creyó que algo malo pasaría entonces, a pesar de que sabía que todo estaba saliendo de acuerdo al plan. Simplemente no podía creer que hubieran llevado semejante empresa con éxito.
Contrario a sus pensamientos, amenizaron a salvo tres días después, en el océano pacifico. La emoción aún duró un poco más, por supuesto.
Se comenzaron y terminaron diversas expediciones exitosas hasta la luna y una docena de hombres llegaron a dejar sus huellas en el satélite de la tierra, pero mientras más tiempo pasaba, más crecía en él una simple pregunta:
¿Para qué?
Algunos dirían que era una pregunta ridícula.
Que el simple hecho de pisar la luna tenía valor por sí mismo. Otros dirían que tenía valor científico, que podrían descubrir mucho sobre el espacio y el origen del universo, por no mencionar todo lo que habían aprendido para llevarlos ahí. Otros podrían incluso mencionar como había sido una ayuda para ganar la guerra fría contra Rusia… Y sabía que todos ellos tenían algo de razón, pero décadas después de que el último hombre pisara la luna, décadas después de que hubiera dejado aquel trabajo, la pregunta aún lo molestaba.
¿Para qué?
¿Realmente, qué logramos?
Thank you for reading!
Es interesante, creo que es un reflejo de lo que la mayoría de la gente siente al cumplir sus metas ¿y luego que hacer? o como plantea aquí ¿para qué? cada uno tendrá una visión distinta del propósito y seguramente también es porque en el fondo tenemos la misma pregunta sobre el sentido de la vida.
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