Quiero que sepas que te quiero.
Con una cualidad poco usual.
Te quiero limpiamente.
Sin cartas escondidas bajo la mesa o un puñal que te amenace a tus espaldas.
Te quiero y no debo decir otra cosa más para que quede claro que mi sentimiento es agua deslizándose en una silueta de cristal.
Es un sentimiento con una superficie diáfana donde la iridiscencia del Sol se aprecia con desbordada nitidez.
Construyes cuerpos espesos de una pirámide que representa mi amor por ti y no hay zozobra que destruya la quietud de mi corazón queriéndote.
Me alivias el alma cuando me aprietas los cachetes o me sacudes para decirme que me quieres también.
Te quiero como se ha olvidado querer en tiempos de vileza y mezquindad; con las manos desatadas y el alma en una tierna cuna.
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