Todo empezó en un misterioso y vacío lugar,
del que luego saldrían unas luces que no dejarían de brillar.
En este universo desde el polvo y los restos que se empezaron formar,
nacieron estrellas y mundos que empezaron a ocupar ese vacío lugar.
De partícula a partícula, de átomo a átomo,
la materia en el basto universo se fue formando.
De la nada nació un fuego incandescente,
que dominaría el universo con una luz resplandeciente.
En lo que parecía ser un avance sin rumbo,
a base polvo se formo lo que hoy conocemos como nuestro mundo.
Antaño la Tierra no era triste pero tampoco feliz,
solo era una fría y solitaria roca con un paisaje gris.
El fuego, los gases tóxicos y la ardiente roca convivían como amigas,
mientras que el impacto de meteoritos era cosa de todos los días.
A la vida allí le hubiera sido imposible de proliferar,
como si un pez intentase nadar adentro de un glaciar.
Así el mundo se mantuvo por mucho mucho tiempo,
teniendo de única compañía a sus tierras y al intranquilo viento.
Sea por obra divina o por obra del azar,
en algún momento el planeta se empezó a transformar,
Y así la soledad del mundo estaría por acabar,
dando lugar a la bella y misteriosa vida que estaría por comenzar.
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