deionmen Deion M.

Miguel es un chico de 12 años que acaba de llegar al instituto. Aquí conocerá a la persona que le cambiará y le abrirá los ojos. Soy participante del Mini Concurso LGBT+ de Tsuyu Emi. Gracias por leer.


LGBT+ All public.

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Como Un Gato

Hola. Yo soy Miguel y voy a primero de la ESO. Soy bajito, aunque no mucho, solo estoy un poco por debajo de la media, pero a mí no me importa ser un poco más bajito que los demás. Mi pelo es rubio y me gusta llevarlo corto. Mis ojos son verdes, a la gente le suelen gustar, pero yo prefiero los marrones. No sé por qué. Tengo un lunar en mi mejilla derecha, cerca del ojo. No tengo muchos lunares, pero la gente dice que me hace único. Me gusta el color azul, los dulces y los gatos. Amo a los gatos. Tengo tres, uno para cada hermano. Somos tres hermanos, todos chicos. Que decepción se llevó mi madre. Mi madre trabaja de doctora en un hospital de aquí cerca. Mi padre no sé de qué trabaja la verdad. Creo que en fábricas de no sé qué puesto. A lo que iba, me encantan los gatos. Mi gata es de pelaje negro y ojos verdes, como los míos. Es muy cariñosa y siempre quiere que la acaricie en la cabeza. Yo sé que a los gatos, la zona de la cabeza es la más sensible y sentimental. Aveces mi gatita Deya viene a mí cama cuando me voy a dormir y planta su cabeza en mi costado, y ahí, con su cabecita en mi costado se duerme. Para terminar con esta presentación, solo me queda un pequeño en insignificante detalle, nunca he sentido el amor. Bueno, tengo que dejar de escribir. Me encanta este diario que me ha comprado mi madre. Escribiré aquí todo lo que me pase hasta que las hojas del diario rebosen de letras. ¡¡¡Adiós!!!

Hola de nuevo. Hoy ha sido mi primer día de instituto. Ya me puedo considerar casi un adulto. Cuando llegué al instituto, vi a muchos chicos y chicas de mi edad entrando a la vez por el patio. A los mayores les tocaba venir una hora más tarde. Allí estábamos, unos cien novatos, esperando a que el director nos dijese a qué clase íbamos. En frente de la puerta a la zona interior del instituto. Ya salió el director. Llevaba unos folios con nuestros nombres y nuestra clase. Primero decía la clase y después sus alumnos en orden alfabético. Yo quería ir al "B", pero no pude porque mis notas fueron demasiado bajas. Llegó mi turno en el "D". Gritó el director:
- Alberto García. - pasaron unos segundos en los que el chico subió los cuatro escalones y se puso en la fila de la clase. Después gritó mi nombre - Miguel Ramírez. Subí y me puse en la fila. Estaba muy nervioso. Todos los de la fila parecían haber repetido alguna vez. Me intimidó un poco al principio.
Después subimos a nuestras clases y nos presentaron a los tutores. En media hora nos dejaron ir. Él tutor ni si quiera nos dejó hablar. Solo hablaba él sobre no sé qué. Volví solo a casa ya que ahora no tengo ningún verdadero amigo. En el resto del día no pasó nada Interesante. Adioos.

Ya he terminado mi primera semana de instituto. Han sido dos días ya que el día de la presentación en la que solo habló el tutor era miércoles. Los profesores no han dado casi temario, solo el de lengua, mi asignatura favorita. La gente se quejó mazo cuando terminó la clase, pero como me gusta tanto la asignatura a mi me encantó. La gente dice que es un amargado. Se llama Juan Martínez y debe tener unos treinta y pocos años. La primera lección que ha dado ha sido sobre la escritura en general, ha estado bien y me dan ganas de escribir.
Lo que más duro se me hace es volverme solo a casa. Siento como todo el mundo me mira y yo sin escucharles me critican o de ríen porque estoy solo. Puede que solo lo piensen, pero me sigue doliendo e inquietando. Yo en el colegio solía ser muy popular. Yo nací en octubre. Siempre fui de los pequeños de la clase. Llegó quinto y sexto. Sobre todo sexto. Aquí me alejé un poco del grupo de mi colegio. Ellos querían salir con chicas, beber alcohol, hablar de porno y fumar. A mí todo eso no me gustaba y me alejé un poco. El problema es que ellos también se alejaron de ese niño tímido y todavía muy infantil para su edad, yo. Terminé sin amigos. Pensé que en el instituto todo cambiaría, pero todavía no he hecho ningún amigo. El viernes, en medio de lengua, el chico que se sienta en la fila de mí derecha me preguntó la hora. Yo siempre llevo reloj, supongo que se percató de ello. Fue la primera vez que me hablaba y me hizo muy feliz. Podía ser mi nuevo amigo. Por lo menos me dio esperanzas.

Ya es domingo. Ya tengo todo preparado para mañana. Mañana quiero intentar socializar un poco. Entre clase y clase sonreírle como siempre e intentaré hablar con alguien. Aunque me dé vergüenza.
Esté sábado pasó algo muy guay. Tuve un partido de baloncesto entre los dos equipos del pueblo. Yo soy el base y dicen que soy bueno. También sé que no soy el mejor, ese es Edu. No me cae muy bien, pero bueno. A lo que iba, en el otro equipo vi a uno de mi clase. Nunca he hablado con él, pero ambos nos reconocimos. No nos saludamos, solo intercambiamos miradas. Justo me tocó defenderle y él también me defendía. Me gustó encontrármelo. Creo que ahora podréis intentar ser su amigo. Por cierto, perdimos el partido como de costumbre. Adioos.

Es miércoles y han pasado muchas cosas en estos tres días. El lunes fui a clase como de costumbre. En el intercambio de clase intenté hablar con el que me pidió la hora. Él estaba con sus amigos. Todos habían repetido y decían muchas palabrotas por lo que decidí no acercarme en ese momento. Al final no me pude acercar en todo el día. Me puse un poco triste, pero se me pasó en seguida. Después, a cuarta, llegó la hora de lengua. El profe vino a su hora y parecía contento. Sacó un libro de su bandolera y lo alzó. Después comenzó la clase.
- Mirad, este libro me lo regalaron ayer. Es de poesía y quiero dar la clase de hoy sobre este libro. Os explicaré el principio de la poesía, cómo se escribe y algún detalle más.
- Leyó algún poema, muy bonito por cierto, y nos explicó todo lo que dijo que explicaría. Fue un clase muy divertida y cuando llegué a casa estuve pensando sobre poesía durante todo la tarde.
El martes también fue un gran día. A tercera, antes del recreo tocaba optativa. Tengo dos optativas, una es música y la otra es plástica. A tercera tocaba música y era el primer día que la iba a darla y no sabía con quién iba a esa clase ya que en las optativas nos juntan a todos los primeros. Llegué y vi al de mi clase. Con el que jugué aquel partido. Estaba sentado solo. En una esquina, la contraria a la puerta. Era poco más alto que yo y no tenía ninguna expresión en el rostro. Me senté a su lado. Las mesas estaban puestas de dos en dos y él había separado la que tenía a su lado. Cuando llegué a la mesa, la acerqué a la suya y me miró extrañado. Le dije:
- Hola, soy Miguel. - le sonreí mientras le miraba a la cara.
- Hola, yo soy Rubén. - su cara seguía triste y parecía vacío por dentro.
- ¿Me puedo sentar aquí?
- No me importa. Haz lo que quieras. - seguía con la misma cara y solo quise consolarle o como mínimo hacerle sonreír. Me senté a su lado. La profe todavía no llegaba.
- ¿Te encuentras bien?
- No lo sé. - agachó la cabeza sobre la mesa como si se fuera a dormir. No quise ser pesado, pero tampoco quería dejarle así.
- ¿Te acuerdas del sábado? Jugué contra a tí. Eres muy bueno. No pude defenderte, eras muy rápido.
- Se rió y mientras seguía tumbado en la mesa me miró. Era la primera vez que le veía sonreír. Estaba muy guapo. No sé por qué fue eso lo primero que pensé.
- ¿Cómo te llamabas? - me preguntó todavía sonriendo. Me reí un poco y le respondí.
- Soy Miguel Ramírez.
- Pues Miguel, gracias por alegrarme el día.
- Cuando me dijo eso me puse muy feliz. Después estuvimos hablando un poco en la clase. Él seguía pareciendo triste por dentro, pero me seguía sonriendo.
El miércoles en clase estuve hablando con Rubén todo el día. Parecía más feliz y para no molestarlo decidí no preguntarle. Después, en naturales pidió la profe un trabajo. Este sería por parejas. Cómo estuve todo el día con Rubén, terminé haciéndolo con él. He quedado este viernes para hacerlo. Estoy muy feliz. Adiooos.

Han pasado tres días. A partir de ahora escribiré solo los domingos porque tengo que estudiar. El jueves en el instituto estuve con Rubén otra vez. Por fin conseguí un amigo. Hablamos sobre donde vivíamos, gustos personales y muchas otras cosas. Al parecer vivimos a unas pocas calles. Ahora volvemos juntos del instituto y cada vez me cae mejor. Nos conocemos cada vez más y lo más importante, cada vez sonríe más. Sigue siendo complicado sacarle la sonrisa, pero una vez simplemente me sonrió en medio de clase, en todo el silencio.
El viernes por la tarde fui a su casa a las seis. Tal y como quedamos. Cuando estaba llegando a su calle él estaba esperándome en la entrada de su portal. Nos saludamos y demás. Luego subimos a su casa. No estaban sus padres. La madre llegaba sobre las nueve y el padre a las ocho. Fuimos al salón. Allí tenía una mesa rectangular grande, ideal para hacer el trabajo. Su casa no era nada especial. Se veía que no tenían mucho dinero, pero tampoco les faltaba lo justo. Empezamos el trabajo y cada poco hacíamos una broma y reíamos sin cesar hasta que nos dolía. A las ocho llegó el padre y nos metimos al cuarto de Rubén. Su habitación era normal. Una cama en la esquina, un escritorio algo desordenado y alguna estantería en las paredes. Nos fuimos al escritorio y continuamos el trabajo. Parecía que íbamos a tardar. Como en su escritorio no teníamos suficiente espacio nos pusimos en el suelo. En el centro de la habitación tenía una alfombra muy guay y suave. Estábamos tumbados uno enfrente del otro. En un momento le miré mientras recortaba unas cosas. Estaba contento y yo lo estaba mucho más. Miré su sonrisa, sus mejillas, su negro y corto pelo, le miré por completo y me replanteé una pregunta. ¿Me gusta Rubén? Yo le veía tan guapo. Nunca había salido con nadie y no sabía mucho sobre el amor. Me sonrojé muchísimo solo de pensarlo. Después llegó la madre y como no habíamos terminado me ofrecieron a quedarme a dormir. Me gustó la idea y mis padres me dejaron. Cenamos y nos metimos en la habitación de Rubén. Puso el cerrojo porque nos teníamos que cambiar. Me dejó un pijama suyo. Me metí en su baño para cambiarme sin que me viera. Me quedaba, grande pero me gustaba. Salí del baño de su habitación y estaba en su cama, con su pijama. Mi cama estaba al lado de la suya. Cuando todos nos fuimos a la cama, él y yo nos quedamos hablando por un rato. Me hizo una pregunta que me dolió mucho y no sé por qué lo hizo.
- Tío, creo que me gusta Sara, la de clase. ¿Crees que le gusto? - volví a ver en sus ojos esa expresión triste, pero yo lo estaba aún más.
- No lo sé. Y una cosa, ¿qué ves en ella? - Se rió un poco y volvió a sonreírme.
- Pues lo que vemos todos. Tiene un cuerpazo y es guapa. ¿Alguna vez has tenido novia?
- No. ¿Y tú?
- Varias. Cuando veo a los protagonistas de las películas de amor que le gustan a mis padres veo como se sonríen, se besan y se quieren incondicionalmente. Yo he tenido unas cinco novias y nunca he sentido eso. ¿Te gusta alguien Miguel?
- No. A mí nunca me han interesado esas cosas de tener novia porque si. Y no sé, todavía no me he enamorado.
- Yo tampoco. Por eso estoy triste. Necesito saber cómo se siente cuando alguien te quiere igual que tú a esa persona.
- Le miré y me di cuenta de que estaba enamorado de él. Yo, un chico; de él, otro chico. Me di cuenta porque me empezó a gustar su olor, me gustaba todo él y me sonrojaba de verlo sonreír. Al día siguiente desayunamos y tras terminar el trabajo me fui a casa. No pasó nada más en el día.
El fin de semana no hice nada especial. No tenía partido el sábado y tampoco amigos con los que salir. Bueno, tenía a Rubén, pero no quería agobiarle por miedo a que se cansará de mi. Yo realmente deseaba verle. Sentía muchas cosas hacia él, pero todavía no he aceptado lo que realmente siento por él. No creo que me pueda gustar. Es muy raro. No sé. Me despido.

Ya es domingo. Ahora siempre vuelvo a casa con Rubén. En clase me siento con él, pero en el recreo no voy con él. Tiene otros amigos, más populares que yo. También va con amigas, entre ellas Sara. Me da un poco de envidia. Yo en el recreo me voy a la biblioteca. Allí leo y hago deberes. Por cierto, ahora quiero aprender a escribir poesía. Desde aquella clase de lengua sobre la poesía, me he aficionado a ella. Es muy bonita y puedes expresarte a través de ella de una forma que hablando no se puede. La práctico mucho, pero no me gusta como me queda. Supongo que tengo que practicar mucho más.
El miércoles, al terminar la clase recogí junto a Rubén y salimos del instituto. Cuando cruzamos la primera calle se paró. Se puso a mirar el móvil y yo le esperé. Cuando pasaron dos minutos le pregunté.
- ¿A quién esperamos?
- A las chicas - esa fue su respuesta. No lo pensó. Me dolió por dentro. Yo no me llevaba con nadie más y además, entre esas chicas estaba Sara.
Cuando llegaron vi como Sara y Rubén se llevaban bien. Al día siguiente me enteré de que estaban saliendo. Me frustré mucho. Me puse tan triste que lo único que hice en todo el día fue escuchar música, dormitar por mi habitación y escribir poesía. Ahora la poesía no era como siempre, era melancólica.
El resto de la semana intenté no mostrarme así a Rubén. No quería que se enterara de que me gustaba. Sobretodo ahora que salía con Sara. Dejé de volver con él del instituto para darle tiempo con su nueva novia. No entiendo cómo puedes salir con alguien solo por su físico. Estoy harto de todo, de verdad. Ya no me apetece ser el chico sonriente y feliz de siempre. Se me quitan las ganas.

Han pasado dos semanas. El anterior domingo no tenía fuerzas para escribir. Simplemente estuve sin dormir, pero con los ojos cerrados en el sofá todo el día. Así fue toda la semana. A veces ni hacía los deberes. Ya no era el mismo. Por fin pasó lo que tenía que pasar. El martes de esta semana Sara y Rubén cortaron. Fue Sara la que dió el paso. Al parecer no le gustaba cómo Rubén no estaba todo el tiempo con ella. No le gustaba que Rubén no la sonriera siempre. No le gustaba Rubén, en el fondo, o eso pensé yo cuando Rubén me lo contó. Él estaba destrozado. No se merecía eso. Aunque yo creo que realmente no estaban enamorados, a Rubén le dolió mucho. Como él dijo, nunca se había enamorado. El mismo martes fui a su casa. Él me llamó medio llorando para que fuera. Sus padres no estaban en casa. No tenía a nadie, solo a mí. Llegué a su casa y le abracé muy fuerte. El intentaba contener la lágrimas. Cuando le vi y después le abracé ya no me quedó ninguna duda de que estaba completamente enamorado de él. Nos sentamos en su cama. Empezó a desahogarse conmigo.
- No lo entiendo, ¿sabes? Yo la he tratado genial. No hice nada mal. No entiendo que dos semanas después de estar saliendo ya no le guste. ¿Cómo le he dejado de gustar en solo dos semanas? ¿Realmente me quería? ¿Por qué no puedo conocer el amor como los demás? No lo entiendo. De verdad. Estoy harto de tanta gente falsa. Todos esos que dicen que son mis amigos, pero en estos momentos solo puedo contar contigo, mi único verdadero amigo. Gracias por estar siempre conmigo y lo siento muchísimo por haberme distanciado de ti estas semanas. Lo siento muchísimo, de verdad.
- Esas palabras me dejaron sin habla. Me llegaron al corazón y lo único que quería era abrazarle hasta que dejara de llorar. No quería que fuera raro, así que solo me quedé a su lado, rodilla con rodilla, escuchando lo que decía.
Cuando terminó de desahogarse me miró durante unos segundos y después sonrió. Sonrió de la manera de siempre. Eso me reconfortó mucho. Eran las cinco de la tarde y al final nos quedamos dormidos en su cama. Él por el cansancio de llorar y yo por lo agotado que estaba por la tristeza abrumadora de estas dos semanas. Dormimos hasta que llegó su padre a las ocho. Nos despertamos cuando oímos la puerta y rápido no levantamos. Hicimos como si hubiésemos estado haciendo deberes y me fui a casa. Rubén se despidió en la puerta, sonriéndome como siempre, pero ahora era distinto, veía un reflejo de cariño en sus ojos. Volví a casa y después del martes nuestra relación volvió más fuerte que antes. El seguía con sus amigos de los recreos y yo escribiendo poesía, pero comenzamos a quedar los sábados para jugar a lo que fuese y volvimos a ir a casa juntos después del instituto.

Ya es domingo y este sábado fue el mejor día de mi vida. El resto de la semana fueron días comunes, pero el jueves y el sábado fueron distintos. El jueves quedé con Rubén para jugar al baloncesto. Fuimos a una canchas cerca de nuestras casas y allí estaban dos chicos de nuestra edad jugando. No les conocíamos, pero jugamos contra ellos un dos contra dos. Rubén iba con sus shorts y sus tirantes. De le notaban todos los músculos de los brazos y se le notaba todo el paquete. Después de un rato, conseguí concentrarme, pero perdimos. Fue muy divertido y nos hicimos medio amigos de los dos chicos contra los que jugamos. Uno era Nico y el otro era Diego. Nos intercambiamos los números y después ellos se fueron. Rubén y yo nos quedamos en el césped descansando. Hablamos durante un rato y después de unos veinte minutos decidimos volver a casa. Cuando volvíamos vimos tras un árbol a Diego. Se estaba besando con Nico. Estaba oscuro, pero pudimos diferenciarlos. Nos impresionó mucho, a mí no tanto. Nos fuimos sin decir nada. Cuando cruzamos alguna que otra calle Rubén empezó a hablar.
- ¿Eran los de las canchas, verdad? ¿Son pareja? ¿Cómo es posible?
- No sé Rubén, ellos son dos personas normales y corrientes que se quieren tanto como si fuese una pareja entre chico y chica. Sigue siendo natural, al fin y al cabo, es amor y no hay nada más natural que el amor. Sea quien sea el que lo sienta y hacia quien lo sienta. Yo les veía feliz, me alegro por ellos.
- Bueno, no sé. Creo que tienes razón. Pero me sigue pareciendo raro.
- No lo pienses mucho, realmente es muy simple. Son dos personas que se quieren.
- Nos fuimos a casa y cuando le dejé en su portal de despidió con una sonrisa. Yo no me pude contener y le di un pequeño abrazo que después me lo devolvió. Volví a casa muy feliz y me dormí tras la cena. Fue un gran día.
El sábado fue mejor. Increíblemente mejor. Rubén tenía la casa sola y fui a pasar la tarde. Pasábamos muchas horas juntos estás últimas semanas. Cuando llegué estuvimos jugando a videojuegos y después hablamos.
- Oye, muchas gracias por apoyarme tanto con lo de Sara. Has sido de gran ayuda para mí y sobretodo un apoyo. Te lo agradezco mucho.
- No te preocupes, para mí es genial pasar tiempo a tu lado. Eres mi mejor amigo.
- Después de un rato hablando sobre Nico y Diego lo comprendió. Fue genial que comprendiera que eso era natural, porque sentía que tenía posibilidades con él en el futuro. Pero no fue así, o por lo menos no en un futuro. Se convirtió en el presente. Yo me tumbé en su cama. Me encantaba estar rodeado por su olor. Cerré los ojos y escuché que él se estaba subiendo a la cama también. Cuando abrí los ojos estaba encima mía. Y me sonrió. Yo le sonreí y con el corazón a punto de explotar volví a cerrar los ojos. No me atrevía a seguir mirando esa preciosa mirada. Mientras tenía los ojos cerrados noté como se acercaba y de repente me besó. No era un sueño. Era la realidad. Me había besado. Abrí los ojos y le devolví el besó. Empezamos a besarnos en la cama por un largo rato. Cuando lo dejamos, a las ocho menos diez, a punto de que llegase su padre, hablamos sobre el tema.
- ¿Te arrepientes de esto Rubén?
- De momento no, y lo creo que lo haga.
- Yo esperé esto desde hace muchas semanas. Por eso, cuando mirabas raro a Nico y Diego me sentía mal. Estoy muy contento de que esto haya pasado.
- Yo también. En un principio no tenía claro lo que sentía por ti. Entonces te besé y justo cuando lo hice supe que estaba enamorado. No me gusta decir estas cosas y me da mucha vergüenza, pero te quiero mucho Miguel. De verdad, te quiero muchísimo más que a todas esas novias. Ahora me doy cuenta que no me gustaba ninguna, solo me sentía influenciado por los gustos de los demás chicos. A ellos les encantaba Sara y decían que era perfecta, entonces yo sin pensar en lo que sentía, me decía a mi mismo que se me gustaba. Ahora contigo es diferente, yo te amo.
- Lo mejor es que yo también te amo Rubén. Te quiero más que a nadie y te querré siempre.
- Nos confesamos y me fui a casa antes de que llegase su padre para que no nos pillasen. A Rubén y le daba vergüenza y sobretodo miedo lo que la gente pudiera pensar. Yo lo acepté y lo mantenemos en secreto. Cuando nadie mira o nadie está nos damos la mano, no a abrazamos e incluso nos besamos. Rubén es lo mejor que me ha pasado hasta este momento. Le quiero de verdad, realmente le amo. Quiero escribirle un poema explicándole todo lo que siento.

Han pasado tres semanas. Como siempre hoy es domingo. Ahora, mi relación con Rubén es de novios. No lo somos públicamente, pero en secreto hasta somos más que eso. Siempre que estamos solos nos besamos hasta quedarnos sin una pizca de aliento. Lo hacemos todo juntos. Ya tengo terminado el poema. Creo que me ha quedado muy bien, pero nunca podrá explicar todo lo que siento por Rubén. Es imposible explicar ese sentimiento. El lo es todo para mí y yo lo soy para él. Él es perfecto en todos los sentidos. Le quiero tanto. Este miércoles le voy a dar el poema aprovechando que su casa está sola y hemos quedado. Estoy ansioso, ¡¡¡adioos!!!

Hola, ha pasado una semana. El miércoles fui a casa de Rubén y comenzamos a besarnos como es costumbre. De repente entró su padre en la habitación. No le oímos llegar. Su padre se puso muy furioso y hasta pegó a Rubén. El padre me echó de casa. Cuando bajaba las escaleras era capaz de escuchar como el padre insultaba a Rubén.
- ¡Eres un maricón de mierda! ¡¿Cómo me has podido hacer esto?! ¡Eres un desgraciado, no te mereces nada maricón de mierda!
- Siguió así por un rato. El padre me echó de la casa. Yo me resistí para no dejar solo a Rubén, pero Rubén me pidió que me fuese. Me arrepiento continuamente de haberme ido. Al día siguiente, la familia de Rubén se mudó. No podía llamarle porque había cambiado de número y toda mi vida se nubló. Ahora no sé qué hacer. Es todo tan triste. No tengo fuerzas para escribir más. Adiós.

Seis años después.

Hola, soy Miguel y acabo de encontrar este diario mío de cuando iba a primero de la ESO. Ahora estoy recogiendo mis cosas para mudarme a un cuarto de la universidad. Es genial volver a ver este diario. Volveré a escribir en él. Por cierto, un breve resumen de estos seis años.
Estoy en una buena universidad del centro del país. Voy a estudiar filología hispánica. Quiero ser escritor de mayor. Mañana me mudo a la universidad. Ahora soy gay abiertamente. Me costó al principio. Había muchas burlas, pero yo me sentía tan bien en mi interior que no me importaba lo más mínimo. He salido con algún tipo. Soy muy amigo de Nico y Diego. En tercero llegaron a mí instituto y por suerte a mi misma clase. Ellos seguían juntos. Nos hicimos grandes amigos. Ellos se fueron a otra universidad, pero seguimos en contacto. Sigo acordándome de Rubén de vez en cuando, pero ya no con tristeza, sino con una gran alegría de haberle conocido. Solo me arrepiento de no haberle dado el poema. Ojalá verle algún día. Bueno, tengo que seguir haciendo la mudanza. Adioooos.

Ha pasado un día desde que encontré el diario. Es de noche y estoy escribiendo la última nota de este diario. Ya estoy en la universidad, en una habitación con otros tres chicos de mi edad. Son muy majos, pero hoy es el último día que escribo por una razón, he vuelto a ver a Rubén. Este diario me recordaba a Rubén y lo olvidé para no hacerme daño, ayer lo recogí para poder recordarlo con cariño, pero tras verlo hoy todo eso ha perdido el sentido. Me lo encontré en la universidad. El se ha mudado también y ahora vive a dos o tres pasillos de mi cuarto. Nos hemos puesto al día y creo que ahora seremos grandes amigos. Es tarde para intentar volver a nuestra relación, pero podemos volver a ser mejores amigos. Le he presentado a Nico y Diego. Ha sido genial. Estuve por entregarle el poema de hace seis años, pero ya es tarde. Ahora mismo estoy en el campo, lejos del campus, frente a un fuego que he encendido yo mismo, escribiendo en este diario. Con la carta que contiene el poema en mi mano. Cuando termine de escribir en el diario, tiraré la carta al fuego. Así mismo sentimientos volarán por el planeta eternamente. Las cenizas de la carta será el amor que sentimos. El poema de titula "Como Un Gato" y le puse ese nombre por todas las horas que me tiré abrazándole dormido sobre su pecho, tal y como un gato. Por todas esas veces que me acariciaba el pelo y yo me relajaba y me sentía el más feliz del mundo tal y como un gato. Por como me miraba y yo le miraba, con ojos de gato, sus preciosos ojos tales y como los de un gato. Cómo dije al principio de este diario, amo a los gatos, pero sobretodo amo a Rubén o mejor dicho, le amé. Bueno, voy a recitarle a las estrellas el poema y después lo tiraré al fuego, adiós. Adiós para siempre.

Estás sentado en tu silla,
Te miro sin que te des cuenta.
Me sonrojo cuando me hablas
Y te sonrío cuando me miras.

Estás sentado en tu sofá,
Te miro con tus preciosos shorts.
Me alboroto cuando lo pienso
Y me enamoro aún más de ti.

Estás en tu cama junto a mí,
Te miro y solo pienso en abrazarte.
Me pongo sobre tu pecho abrazándote
Y me quedo así durante toda mi vida.

Estás en mi corazón y solo quiero una cosa,
Verte cada día para abrazarte y besarte,
Posar mi cabeza sobre tu pecho y sonrojarme.
Mirarte para enamorarme aún más, como siempre.

No me lo esperé,
Pero me enamoré.
Te medio encontré,
Fui y te besé.
Yo solo te amé.

No lo supiste,
Pero lo notaste.
Te medio mostraste
Y solo te dejaste.
Tú solo me amaste.

Solo quiero ser cariñoso contigo, tu y yo.
Ahora estamos dormidos, juntos.
Me poso sobre tu pecho y tú me abrazas.
Mi vida se detiene y quiero vivir esto por siempre.

Quiero que me abraces como a un gato,
Qué me mires con tus ojos de gato,
Qué me acaricies el pelo como a un gato.
Quiero serlo todo para ti igual que tú lo eres para mí.
Te quiero, te amo y me muero por tí.




Fin. Soy participante del Mini Concurso LGBT+, de Tsuyu F Emi

April 17, 2019, 2:02 p.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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Deion M. Me gusta la ciencia ficcion y el amor como temas para escribir y leer. En mi tiempo libre me parece que leer y escribir es de lo mejor que se puede hacer.

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