La vida sigue después de una pesadilla, aunque a veces las pesadillas se vuelven realidad. Una noche todo cambió, las estrellas fueron testigos de lo que pasó, las personas esconden monstruos adentro. Dormía a pierna suelta, pero esa noche un ruido inhumano me despertó. Era el alarido más escalofriante que pude escuchar. Abrí los ojos en la penumbra y permanecí atenta, no estaba segura si era producto de una pesadilla. Volví a escuchar ese alarido, pero no era posible, el único habitante aparte de mi, era mi novio Alex.
Me levanté, me puse la bata y salí, llamé a Alex, pero nadie respondió, me dirigí hacia el salón, ya que una débil luz indicaba que allí había alguien, con voz trémula lo llame, pero solo me contesto el silencio.
Me asomé y lo que vi me dejó perpleja, Alex, se encontraba en el centro del salón, rugía como un animal mientras su cuerpo se contorsionaba de forma monstruosa, y su rostro, ya no era Alex, ya no era la persona de la que me enamoré, su rostro se iba deformando por momentos, las venas del cuello muy pronunciadas y rojas como la sangre, y eso aullidos escalofriantes no mejoraba la escena que veía ante mis ojos.
Fui retrocediendo el paso ante semejante escena, procuraba no hacer ningún ruido, no quería que me viera, no sabía que era capaz de hacer, sentía miedo de mi propio novio, no me lo podía creer, ¿Quién iba a creer eso?, eran tan, tan irreal, que estaba pasando ¿ El mundo se ha vuelto loco?
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