En Octubre de 1983, el calor que traía la primavera se empezaba a asomar, junto con sus flores y los distintos insectos. A pesar de que esto era un lindo paisaje para ver en Buenos Aires, Argentina, lo que se estaba viviendo en el país con la dictadura militar que se encontraba hace siete años, le daba un gusto agrío a esa hermosa estación.
En la ciudad de Quilmes, una pareja que caminaba por las calles del centro para llegar hacia su casa, se encontraba mirando las flores que encontraban y conversando en voz baja sobre lo que iban a enseñar próximamente en las clases que daban en una villa cercana.
Unos instantes más tarde, ambos llegaron hacia su casa, pero cuando estaban a punto de entrar, un grupo de hombres que parecían ser policías los agarraron a la fuerza, desatando una ola de vecinos observando lo que ocurría. Luego, tapados, los subieron a un auto y se los llevaron a lo que parecía ser un viaje sin regreso.
Cuando la pareja fue destapada, se encontraban juntos en un lugar oscuro y sucio. No sabían que iba a ser de ellos, ni cuanto tiempo iban a estar allí.
De repente, un hombre que ellos creían policía se llevó a el chico de la pareja, un individuo veinteañero de tes blanca, pelo castaño y de gran altura a una sala chica y totalmente oscura, donde fue desnudado a la fuerza, atado y acostado en un objeto que tenía similitud con una mesa.
_Carlos Figueroga-dijo él_. Vamos a ver que me podés contar.
Lo mismo una hora después con su pareja, Miranda Correa, una veinteañera de tes blanca, pelo rubio y ojos verdes.
La razón por la que ellos fueron secuestrados fue por dar clases en la villa, lo que se consideraba nada apropiado por el gobierno de ese entonces. Por lo tanto, en esa sala se le hicieron preguntas a ambos sobre el otro. Sin embargo, no lograron sacar palabra, incluso con las descargas eléctricas que estos recibieron.
A causa de lo anterior, la pareja fue conducida a otro sitio del lugar donde se encontraban. Eran habitaciones sucias, con una cama muy pobre y olor a peligro constante.
_ ¿Dónde estamos?-preguntó ella.
_No sé-respondió él_. Parece una celda de castigo. No voy a dejar que nada nos pase Miranda. Vamos a salir de acá. Somos como príncipes encerrados en castillos para siempre, hasta que se revelan...
Thank you for reading!
We can keep Inkspired for free by displaying Ads to our visitors. Please, support us by whitelisting or deactivating the AdBlocker.
After doing it, please reload the website to continue using Inkspired normally.