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EL AMANTE CIBERNETICO


Llegué a casa me puse ropa cómoda y fui a cotillear mi portátil, vi la pila de cacharros que tenia por fregar.

—Ya lo haré —pensé. Ahora no tengo ganas.

Hacía tiempo que no ordenaba la casa y era por mi dichoso trabajo me ocupaba todas las horas del día y no tenía tiempo de limpiar, y lo dicho a cotillear mis redes sociales.

Enchufé mi portátil, y entre en facebook.

—Dios qué de notificaciones y mensajes que tengo, empecemos por el primero.

«Hola»

«Estás»

«Porque nunca me hablas quiero saber de ti»

«Estás dime»

—¿Quién es este tío? —me pregunte. Siempre lo mismo y yo no hablo con desconocidos, sólo hablo con mis amigos. El resto de notificaciones y mensajes eran cotilleos y demás historias de mis colegas. Miré twitter e igual. El mismo tío y los mismos mensajes. Miré la hora y me dije.

—Joder no puede ser tan tarde.

Apagué el portátil y me acosté.

Al día siguiente miré de reojo el despertador y…

—Mierda me he dormido. Hoy tengo una entrevista y no llego a tiempo, el jefe me mata.

Me vestí tan rápido como pude y salí de mi casa.

—Taxi —grité

Por suerte paro uno delante de mi portal y subí en el.

–¿Dónde la llevo? —me preguntó el taxista.

—Al Madrigal Center y rápido.

Miré mi móvil y el mensaje de siempre.

«Buenos días cariño»

—¿Pero quién es este tío? —me tiene harta. Lo juró. Esta noche lo bloqueo y se acabo la historia.

El taxi paro y me dijo.

—Ya hemos llegado señorita.

—Cuanto le debo.

—5 euros señorita —me contesto el taxista.

Le pague y le dije.

—Quédese con la vuelta.

—Muchas gracias señorita, que tenga un buen día —me dijo el taxista.

Eso espero pensé. Salí del taxi. Y entre dentro de la oficina, iba corriendo por ese pasillo y tropezando con algún compañero que otro del trabajo. Cuando llegué delante de la puerta me paré. Respire hondo, me arreglé el pelo, un poco de carmín en los labios, una chispa de colonia y ya estaba preparada para recibir al jefe. Miré a mis compañeros de reojo y les pregunté.

—¿Cómo esta de humor el jefe?

Y uno de ellos me soltó.

—Llegas tarde Marta.

—Como siempre —dijo otro de ellos.

—Lo sé —conteste. —Sólo he preguntado cómo esta de humor él jefe y vosotros...

Abrí la puerta... y entré.

Y allí estaba mi jefe. Un tío gordo con cara de pocos amigos que al levantar la vista atreves de sus gafas exclamó.

—¡Llegas! 20 minutos tarde, dónde diablos te habías metido Marta.

—El tráfico —me excuse. Dónde es la entrevista.

Él me miro con cara de pocos amigos que tenia y me vocifero.

—Siempre tenemos excusas para todo señorita Eaton. La próxima vez que llegué tardé la pongo de patitas en la calle. Me entendió.

—Cómo —grite. Sabe que soy la mejor Roberto. No puede despedirme.

—Muy cierto señorita Eaton. Y ahora vaya a esta dirección y pregunté por el señor Andrés González y no me falle entendido.

—Sí, señor.

Salí del despacho dando un portazo, me dirigí a mi mesa de trabajo para saber quién era ese tal Andrés González. Tenía curiosidad por saberlo y busque en google y la información fue: Que era actor, argentino, guapo, joven y apuesto. Observé sus fotos durante un instante y me dije.

—Guapo, pero no es mi tipo.

Me levante de mi mesa de trabajo, para dirigirme a esa entrevista. Pero porque miraban muchas de mis compañeras con esa cara. Hasta que una de ellas soltó.

—Las hay que nacen con suerte y otras no.

—Claro es la niña mimada del jefe —soltó otra de ellas.

Las miré y no pude evitar decir.

—A que vine todo esto chicas. Me lo explicáis.

Ellas me miraron también y suspiraron.

—Es tan guapo, tan dulce, tan simpático. Porque demonios no somos una de nosotras Marta. Porque tienes que ser tú.

Las miré nuevo y pensé.

"Es que sois tan tontas, tan estúpidas" —que es normal que el jefe haya confiado en mí chicas y no en vosotras.

Y me despedí de ellas.

—Hasta luego chicas Os traigo una foto de él. Os parece bien.

—Vale —suspiraron.

Salí del edificio y camine hacia la cafetería que había enfrente del Madrigal Center. Entre en ella y ahí estaba mi camarero favorito. Tan guapo y servicial como siempre.

—Un café con leche, cruasán y mi paquete winston, Agustín.

—Marchando cielo.

Me senté junto a la mesa de la ventana y mire la nota del jefe.

"HOTEL ALONDRA

C/ /BENAVENTE 112 TNFO 9123400078

"MADRID"

—No está muy lejos de aquí, creo que es el bus nª 20 pensé, ahora me aseguro cuando venga Agustín y se lo preguntó y salgo de dudas.

—Su desayuno y su vicio, haber cuando lo dejamos.

A eso no le conteste y le pregunté para ir al hotel Alondra y me dijo.

—Enfrente de ti tienes la parada cariño.

—Gracias no sabes cuánto te quiero —le solté abrazándolo.

Acabe de desayunar, le pague y salí fuera y me encendí el ansiado cigarrillo y ha esperar el bus.

Mientras apuraba el cigarrillo a toda prisa llegaba el bus, subí al autobús y me senté junto a la ventanilla, me gustaba ver el paisaje. El bus no iba excesivamente lleno y de repente alguien se acerco a mí lado y me preguntó.

—¿Perdone que la molesté señorita, sabe usted cuánto falta para el Hotel Alondra?

Me quede mirando aquel joven. Y le conteste amablemente.

—Ya te avisare yo, no te preocupes yo me bajo en la misma parada.

—Sos muy amable señorita ya me dirá usted, cuando tengo que bajar.

Y sentó bastante cerca de mí. Me observo durante unos segundos y yo hice lo mismo, y casi a la vez dejamos de hacerlo. Y para romper el hielo le dije.

—Por favor no me hable de usted, tranquilo ya te avisare faltan unos 10 minutos para llegar a esa parada.

—Gracias —me contestó.

Ya no, nos dijimos nada más hasta llegar a nuestra parada dónde nos apeamos los dos.

Intente fijarme qué dirección tomaba pero lo perdí la pista, y me encamine hacia el hotel al llegar a él. Entre y me dirigí a recepción y pregunté.

—El señor Andrés González.

Y él recepcionista.

—Aun no ha regresado de su paseó, la espera el señor González.

—Si —conteste yo algo nerviosa, tardara mucho en llegar de su paseó —quise saber.

—No sabría decirle señorita, el señor Andrés no tiene horario para estas cosas. Espérele en la cafetería y nada mas llegue le diré que está usted aquí. ¿Cómo se llama usted? —me preguntó.

—Marta —le conteste. Dígale que le esperó en la cafetería.

—Así se hará —me dijo ese recepcionista.

Y me dirigí a la cafetería y me senté en una de las mesas y miré la carta y exclamé.

—¡Joder! qué precios.

—Desea tomar algo mientras espera —me dijo el camarero.

—Si —le contesté mirando la carta. —Una cerveza, por favor —acabe contestando.

—Enseguida se la traigo —me dijo amablemente el camarero.

Estaba nerviosa, por que tardaba tanto ese Andrés González ¿Donde se había metido? Decidí mirar el móvil para matar el tiempo y el mensaje de siempre.

«Espero que el día te vaya bien y no te canses demasiado cariño»

—Me tiene harta. Cuando llegue a casa le bloqueo.

El camarero se acerco a la mesa diciéndome.

—Su cerveza. Que tenga una feliz estancia.

—Gracias.

Mientras esperaba a que llegara. Apure la cerveza y la tapita ya aburrida de tanto esperar, decidí salir a preguntar de nuevo por el señor Andrés González Se habrá olvidado de la entrevista que teníamos concertada, espero que no sea así. Tan despistada iba con mis pensamientos que tropecé con un joven.

—Perdone.

—Discúlpeme vos a mí. No la vi.

Al levantar la vista vi al joven. Que me recordó al chico del autobús y le pregunté.

—No, nos hemos visto antes.

—Perdone cómo dice señorita, la conozco —dígame.

Me quede mirándolo con cara de idiota y yo juraría que era el chico del autobús pero... y me acerque a recepción a preguntar por el señor Andrés González.

—Perdone por favor el señor Andrés González se encuentra en su habitación, si es así dígale que la señorita Marta Eaton le espera en Hol. Muchas gracias.

Vi que el recepcionista se sonreía pero porque lo hacía el muy imbécil y me dijo.

—Señorita, lo tiene detrás de usted.

—¡Que! ¿Cómo? exclamé y me pregunté a la vez. Miré de reojo y él se sonreía y casi le entro un ataque de risa al verme y yo pensé vaya una forma más tonta de conocernos.

Y él.

—Encantado de conocerla Marta, cuando desee dele a esa entrevista. Estoy ansioso por hacerla.

Tierra trágame, Dios que ridículo más espantoso acabo de hacer, porque demonios no es como los demás artistas, es tan natural...

Y su voz resonó en mi oído.

—Dele Marta, no tenemos todo el día o si lo tenemos—dijo con una risita.

Y yo.

—Eh, cómo dice. Así la entrevista.

«Risas»

—Nerviosa Marta, no muerdo se lo aseguro. Estoy esperando esa entrevista. Dele.

—Sí, si la entrevista ¿Dónde la hacemos? —pregunté.

Me señalo la cafetería.

Y allí nos dirigimos. Yo saque mi grabadora y cámara de fotos y comencé hacerle la entrevista, estuvimos más de una hora charlando y bebiendo cerveza y me resulto agradable estar con él. Nos levantamos de las sillas y amablemente me acompaño hasta la salida. Y una vez fuera.

—Ah me olvidaba la foto, ¿Puedo? —le pregunté.

—Por supuesto Marta —me contestó.

Nos hicimos esa foto y le dije

—Mi jefe ya se pondrá en contacto con tú mánager. Te dejo y encantada de haberte conocido Andrés.

—Lo mismo le digo Marta. Mira por ahí viene mi mánager. Que aparte de ser mi mánager, es mi hermano también. Espera que voy a presentártelo. Miguel ven acá.

Su hermano nos saludo y se acerco a nosotros.

—Te buscaba.

—Hermanito esta es Marta la periodista que me ha hecho la entrevista.

—Encantado de conocerla Marta. No se preocupe me pondré en contacto con su jefe para ultimar los detalles de la entrevista. Me llamo Miguel.

—Encantada de conocerte Miguel, os dejo el trabajo me llama.

Ellos se metieron dentro del hotel y yo pedí un taxi, aun no había entrado en ese taxi.

Cuando escuche unos gritos: <b>ANDRÉS ANDRES </b> una foto.

Él se paro y se hizo las fotos con todas ellas chicas, era algo digno de admirar. Cómo podía aguantar todo aquello, yo en su lugar hubiera salido corriendo, os lo aseguro.

—¿Dónde vamos señorita? No tengo todo el día.

—Al Madrigal Center.

De camino a mi trabajo pensé en Andrés. El por qué era tan natural. Una persona tan corriente y diferente a las demás personas que había entrevistado, porque a la mitad de esos artistas se le suben pronto los humos y cambian. Ojala no cambie nunca y cuando tenga una nueva oportunidad de verlo o entrevistarlo, siga igual de cariñoso y atento como hasta hora.

—Ya hemos llegado señorita.

—¿Cuánto le debo?

—6 euros.

Le pagué al taxista, baje del taxi entre de nuevo en la oficina, y me dirigí hacia el despacho de Roberto y le escuche hablar por teléfono y me quedé tras la puerta.

—Sí, si en cuanto llegué se lo comunico no se preocupe por nada y muy amable y mucho gusto en haberle conocido.

Cuando acabaron.

—Se puede.

—Adelante —dijo Roberto. Por fin has llegado Marta. Ahora mismo acabo de hablar con el mánager del señor Andrés González.

—¿Y? —pregunté extrañada. Habrá pasado algo, creo que fui correcta con las preguntas, Roberto sucede algo.

Roberto me miro a través de sus gafas.

—No —me contesto. Pero el señor Andrés González la espera para cenar esta noche. Así que póngase guapa y averigüe mas sobre su vida privada, cuento con usted Marta.

—¡Que! ¿Cómo? que dice usted, yo cenar con él, yo cenar con Andrés González. Se ha vuelto loco Roberto, en que piensa, eso se avisa ¡¡¡JODER!!! Le comente que tenia cena con unos amigos y su respuesta fue.

—Cancélela y asunto zanjado señorita Eaton. Le quedo claro.

Me dirigía a la puerta cuando Roberto me vocifero

—Lograras sacarme de mis casillas Marta Eaton. Harás lo que yo te diga o de patitas a la puta calle. Lo ha entendido.

—Sí señor.

Salí dando un portazo, iba refunfuñando entre dientes, quién se cree que es. Pues me ha jodido bien el tío este. Que leches me pongo. Deje las fotos en la mesa de mi compañera y me dije...

—Necesito un trago urgente.

Pero antes de salir alguien me llamo.

—Marta, Marta tiene un minuto para hablar.

—Sí, pero se breve Luis no estoy para sermones y no estoy de humor. Suelta.

—Tranquila seré breve, solo quería darte la enhorabuena por la entrevista.

—Gracias Luis. Nos vemos en otro momento, en otra ocasión de acuerdo.

—Por supuesto cariño, cuando tú quieras.

No dijo nada más y se dirigió a su despacho. Y yo a la salida.

Y ya en la calle, entre en la cafetería. Me senté en la barra cuando me llegaron varios mensajes.

—Qué coño querrá Roberto ahora —me dije entre dientes.

«Buenas tardes que tal el día, cansada, mi niña»

Veamos el siguiente.

«Jamás pensé que podría enamorarme de alguien como tú»

«Te quiero»

Yo alucino. Este tío está loco, esta como una cabra ¡Enamorado de mí! —exclamé ¿Quién es? —me pregunté. Porque me tienen que pasar estas cosas a mí. Necesito ese trago ya.

—¡¡¡Agustín!!! —grité. Un cubata por favor.

Y Agustín.

—Cariño, no sería mejor una cervecita y unos calamarcitos. Invita la casa.

—No estoy para coñas Agustín pon ese cubata ¿¡Quieres!?

—Ok, ok Como está el patio. Habrá epidemia de mala uva —se dijo así mismo.

Agustín me preparo ese cubata, y me pregunto.

—¿Marta que te pasa?

Feb. 28, 2019, midnight 0 Report Embed Follow story
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