rosaguez n r

El amor, tanto en exceso como en carencia te hace cometer hasta la mayor de las locuras. Los Firewalking son un grupo de jóvenes que tienen una cosa en común, todos ellos habían acabado quitándose la vida y por alguna extraña razón que ni siquiera ellos entendían como seguían con vida. Cada uno posee un poder único pero todos ligados a la vida, a la muerte y al dolor. Viven ocultos de alguien que les acecha, alguien que desconocen, alguien que está más cerca de lo que todos ellos piensan.


Teen Fiction All public.

#amor #aventura #poderes #misiones #muerte
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Bienvenida a la muerte.


El viento chocaba contra mi cuerpo y mi cabello se movía impregnando todo el lugar con el delicioso olor a frutos del bosque que desprendía.

El día era sombrío ya que las nubes dominaban todo el cielo y la brisa era helada, nada nuevo al estar en enero. El reloj en mi muñeca anunciaba las seis de la mañana. Ni una sola alma caminaba cerca y eso era buena señal, al ver que el momento se acercaba las lágrimas habían comenzado a caer nuevamente por mis mejillas, con mucha desesperación me deshago de ellas de un manotazo mientras inclino mi cabeza hacia atrás lentamente.


Y respiro. Libremente una vez más, una última vez.


Apoyo las desgastadas converse blancas en el pie de la baranda que separaba la carretera del río que recorría parte del país y con un pequeño impulso me subo en ella. Observo con detenimiento la ciudad que tantos años me había acogido y que tantos recuerdos custodiaba. Mi primer beso en aquella playa al crepúsculo del verano con aquel chico que me ponía tan nerviosa, las quedadas con mis mejores amigas y todas aquellas veces que llamé a mi madre por si me permitía quedarme media hora más de lo bien que lo estaba pasando y ahora me pregunto ¿qué había sido de esa adolescente?. De aquella cuyas únicas preocupaciones eran que el rabillo le quedase igual en ambos ojos o cuál era la parada de autobús que más cerca le dejaba de su casa para tener que andar lo menos posible a esas horas de la noche.


Guardo esos recuerdos en lo más profundo de mi corazón esperando que quizás en otra vida pueda recordarlos. Del bolsillo de mi chaqueta vaqueraover sizeextraigo el colgante plateado que me había acompañado en estos últimos meses tan duros. Me aferro a él y en cuanto las campanas de la iglesia que se situaba a cuatro calles de mi ubicación suenan anunciando que un nuevo día despertaba.

Dejo que mi cuerpo se despida sintiendo ese nudo en la garganta y esas ganas de romper a llorar hasta que los ojos se secaran.

Cierro los ojos y salto dejando todo atrás. Todo aquello que me había atormentado por tantos años.


La luz de una lámpara me cegó por unos segundos, miro a mi alrededor pero no reconocía aquella habitación. Supuse que era la de un hospital por los múltiples aparatos que se encontraban junto a la cama, ahí descansaba una chica de más o menos mi edad, su cabeza estaba cubierta por un pañuelo de alegres colores y supuse lo que le sucedía pero el brillo de sus ojos me hacía dudarlo, ella era extremadamente hermosa y parecía estar llena de vida a pesar de la mascara que llevaba en su boca y nariz para respirar. Una señora de unos cincuenta años aproximadamente lloraba desconsoladamente en una silla junto a la chica.

-Hablaré con los doctores, pediré un préstamo en el banco o hipotecaré la casa, haré todo lo que esté en mi mano para que mejores cariño, te lo juro.

La chica con una apaciguante sonrisa niega mientras alcanzauna pequeña libreta que se encontraba en la mesita a su lado y escribe algo en ella. Cuando finaliza se la entrega a la que supuse que era su madre.


-¡Ni en broma! ¡No renunciaré a ti!, no dejaré que ese maldito cáncer acabe contigo, ¡me niego!


La mujer sale rápidamente de la habitación y la chica vuelve a escribir nuevamente en la libreta para después dejarla donde en un principio estaba. Se deshace del pañuelo que cubría su cabeza y lo deja a un lado, una lágrima se desliza por su mejilla y como puede se retira la máscara de oxigeno mientras cierra los ojos. Una máquina comienza a pitar ruidosamente y al minuto aparecen múltiples médicos mientras los gritos de su madre inundan toda la sala.


Unas grandes punzadas se instalan en mi cabeza sacándome un gran gemido de dolor, si este era estar muerta era aún más mierda que la propia vida. Siento como una mano acaricia mi mejilla con suavidad y dulzura, poco a poco voy abriendo los ojos pero aún así me cuesta ver.

-Tranquila, estás en buenas manos.

Jan. 5, 2019, 1:27 p.m. 0 Report Embed Follow story
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