Hola, camarada.
Si bien tras leer el título es probable que se haya sentido un tanto confuso, preguntándo ¿a qué viene esto? Apelo entonces a tu paciencia, pues es un símil que representa la vida misma.
Todo ser humano, o, por lo menos los que he tenido el placer de conocer, tienen una serie de pilares sobre los cuales se sostiene su bienestar físico y emocional. Por ejemplo, una madre cuyo pilar son sus hijos; una persona cualquiera cuyo pilar son sus progenitores, su pareja, hijos, amigos e incluso su animal de compañía. Si alguno de esos elementos desapareciera, esto resultaría en una pérdida de bienestar emocional y/o físico. Por ejemplo, un padre que pierde a su hijo, una persona cualquiera que pierde a su mejor amigo u otra que pierde a alguno de sus progenitores o ambos, desgraciadamente.
Bien, esos elementos que nos sostienen en nuestro día a día son nuestros pilares, y estos pilares son representados por las cuatro patas de una silla de madera normal y corriente. ¿Qué sucede cuando perdemos uno de nuestros pilares? Nos desmoronamos, por ende, una de las patas de la silla se rompe, la silla pierde su estabilidad y cae, como nosotros. Las cuatro patas de la silla representan los pilares de nuestro bienestar emocional.
De dónde proviene entonces la quinta pata, se preguntarán. Yo sitúo esta pata justo en el centro de la silla. Esta pata no compromete la estabilidad de la silla, aún incluso, si esta se rompiera la silla no caería.
Esta quinta pata representa un pilar falso en nuestra vida. Nosotros tendemos a dar importancia a cosas o personas que no nos aportan bienestar, no obstante, convertimos a estas cosas o personas en parte indispensable de nuestras vidas, creándonos una realidad alternativa. Estos elementos pasan a ser interpretados como aquellos que tienen la misma importancia que nuestros pilares fundamentales: nuestra madre, padre, hermano, hijo o amigo. Evidentemente, es una visión distorsionada de la realidad.
Pregúntense ustedes, ¿de qué depende mi bienestar? ¿Si yo perdiera esto o aquello, sería más grave o doloroso que perder esto otro? Si mi pareja me abandona, sería más grave que perder a mi mejor amigo, mi hermano, o mis progenitores, en mi caso, la respuesta es no. ¿Si perdiera todas mis riquezas, sería más grave que perder eso otro? No, porque estas no sustituyen la importancia de mis pilares.
Si estuviera sentado en mi silla de cinco patas, bajo la amenaza de que, una caída supondría mi final, si me veo obligado a desprenderme de una de las patas y no caerme en el proceso, ¿cuál sería?
Así es como aprendí a valorar aquello que es realmente importante.
Mi querida esposa Rose Williams una vez me dijo: Si sales a la mar en busca de riquezas para volver pasados unos años, no estaré esperando por tí cuando regreses. En ese momento la mar dejó de tener importancia, pues mi querida Rose y mi hija Olivia eran mi vida misma.
Firmado, El Capitán Pensante.
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