—Abuelo, ¿Qué es la vida?
Preguntó Andrea, una jovencita de apenas unos 17 años de edad a su abuelo Don Gaspar, mientras almorzaban.
¡Hermosa pregunta! Le contestó.
Entonces tomó su bastón y pidió a su bella nieta que le acompañara. Juntos, caminaron hasta la estación del Metro más cercana y abordaron uno de los Autobuses con rumbo desconocido.
Abuelo, ¿Hacia dónde vamos? Le preguntó.
Tú me cuestionaste sobre el significado de la vida y aquí estoy para podértelo explicar, respondió.
— ¿Vez los pasajeros que están sentados allá en el frente del Autobús?
— Sí los veo.
— Son todas aquellas personas que en el viaje de tu vida conoces y pasan la mayoría de las veces desapercibida por ella. Algunos los olvidas por momento y luego te regresan a la mente de forma inesperada. Tienen mucho que enseñarte ya que cruzan solo para hacerte ver la cosas que estás haciendo mal y ayudarte a entender tus errores, con sus vivencias.
— ¿Ves aquellos que están sentados allá detrás?
La joven acentuó con la cabeza.
— Son aquellas personas que conoces más a fondo en este largo o corto viaje. Para llegar hasta sus asientos tuvieron que haberte cruzado por el frente, dándote así la oportunidad de conocerlas e interiorizarlas. Allí se ubican algunos familiares, amigos de la infancia, del colegio, entre otros, que en algún momento estuvieron cerca de ti y los recuerdas, pero ya pertenecen a otra etapa en tu vida.
— ¿Ves todas las personas que están sentadas a nuestro alrededor?
— Son todas aquellas que nos rodean actualmente. Amigos de la universidad, de tu trabajo, los compañeros de la clase de guitarra que tomaste ayer. Ellos le dan color ú oscuridad a tu día y forman parte de tu presente.
Sin motivo aparente Don Gaspar se puso en pie, acción que la joven imitó.
Justo en ese preciso instante el Autobús hizo una parada brusca que casi tira ambos al suelo teniendo que sostenerse de uno de los postes de seguridad del Autobús.
— Wao, ¿Viste eso?
— La joven le miró preocupada. Claro que sí abuelo, ¡Casi nos caemos!
— Esos son los problemas, llegan a nuestra vida en momentos inesperados para sacudirnos y recordarnos que no todo será perfecto en este viaje ya que somos seres sujetos al cambio.
¿Que te sostuvo? Pregunto Don Gaspar.
— El poste de seguridad.
— Correcto, esa es la familia, los valores, la religión, un buen consejo y todos aquellos elementos que te mantienen y te ayudan a no caerte en los momentos más difíciles.
— La joven, con cara de asombro dio las gracias a su abuelo. Este, le regaló una sonrisa y le dijo: Aún no he terminado.
El Autobús arrancó nuevamente.
— ¿Quién está definiendo el camino? ¿Cuándo arrancamos? ¿Cuándo paramos?
Andrea miró hacia el frente y señaló hacia al conductor.
— ¡Bingo! Acabas de señalar a la persona clave de todo el trayecto, Dios. El define el camino y el rumbo que debes llevar en tu vida. Sabe cuándo debes parar, continuar o permitir que otra persona pase adelante, debido a que simplemente no estas lista en ese momento para encarar una determinada situación. Conoce perfectamente el lenguaje de los símbolos y los colores de este sendero. De ti solamente depende seguir los lineamientos que él te define o hacer caso omiso de ellos.
La joven se quedó unos minutos pensativa, para luego preguntar a su abuelo:
Hasta este momento solo me has dicho de todas las personas que me acompañan en la vida, así como de quien la dirige, pero aún no me has dicho ¿Qué es en verdad la vida?
— Inteligente pregunta, mi querida Andrea.
Don Gaspar le respondía señalando hacia uno de los ventanales del Autobús para saber lo que ella veía a través de ellos. La joven se quedó pensativa nuevamente y luego de unos segundos respondió: Solo veo el paisaje cuando pasa.
¡Eureka!
La vida no es más que el paisaje que nos muestra Dios durante todo el camino del viaje. En ella podrás ver siempre señales que te indicarán el rumbo correcto, pero no todos estaremos listos para reconocerlas ya que nos encontramos muchas veces sumergidos en cosas sin importancia mientras pasa la vida.
Por: César Pérez
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