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VACÍO

                                                            ENIGMA – K

                                                                 VACÍO

Vacío. Así fue como quedó el corazón de papel de Keffren, más conocido como K por todos sus conocidos. Su romance de invierno apenas había durado un mes y las Navidades estaban al caer. Tan solo quedaba un día para Nochebuena y K se hallaba sin resguardo, sin un refugio concreto en una época del año muy señalada.


Su amigo Widel había ido a buscarle a la estación de tren de Embajadores, Madrid. Cuando se encontraron, ambos jóvenes se fundieron en un caluroso abrazo merced al hecho de que llevaban más de dos meses sin verse. Para K, Widel era su mejor amigo y una de las pocas personas que confiaba en él. Se habían conocido durante su etapa en el instituto, intensificándose la relación durante el Bachillerato de Humanidades que ambos hicieron el IES Cervantes.


Tras haberse fumado un cigarro juntos, K recibió la llamada de África, la que se suponía que era el amor de su vida, la persona por la que habría dado cualquier cosa, pero que, por diversas circunstancias, nunca le había correspondido a ese amor. África era una joven estudiante de Medicina, adicta a las series y películas que permitan al individuo realizar una reflexión pausada y meditada.


África llevaba desde el mes de septiembre en Manchester. K fue a visitarla durante dos semanas en las que prendió la llama del amor entre ambos, tuvieron juntos momentos de verdadera pasión. Pero, la Navidad se acercaba y África no llegaba de nuevo a Madrid y eso hacía que el corazón de K estuviese triste.


En la llamada telefónica apenas intercambiaron un par de palabras, puesto que África estaba a punto de entrar en clase de Anatomía Avanzada. K contaba las horas para el reencuentro con una persona que le había hecho arriesgarlo todo, hasta tal punto que se marchó de la casa en la que vivía. La que más sufrió fue Helena, madre de K, por su partida del hogar y por la manera en la que había destrozado su vida. Helena había entregado su alma por ver a su hijo bien, pero este solo estaba cegado por el amor de África.


Se conocieron en la Universidad el pasado año, un año en el que ambos compartieron momentos de pareja, momentos de amigos, momentos de enemigos, en definitiva momentos de amor y odio constantes. El principal núcleo de la relación era K, puesto que tenía un sentimiento de protección y cariño hacia África que no era recíproco. África, por su parte, era una chica despreocupada que vivía los días a su antojo sin tener una responsabilidad de peso más allá de ir aprobando los correspondientes exámenes de la Universidad.


K estaba atento a su teléfono. Se encontraba en la Terminal 1 (T1) del Aeropuerto Adolfo Suárez Barajas esperando a la llegada de África. Los minutos, los segundos se hacían eternos para K que pasaba el rato tratando de pensar qué hacer o qué diría cuando viese a África. Tenía miedo de agobiar en exceso a su amante por lo que decidió que la mejor opción sería ir con pies de plomo y con calma, sin buscar emociones en exceso.


Solo faltaban dos minutos para que aterrizara el avión proveniente de Manchester y K no podía aguantar más. Pasaron cinco minutos y K vio como a lo lejos aparecía la sombra del amor de su vida, al fondo estaba África.

-No sabes cuánto te he echado de menos, África. Sabes que si no tardas mucho te espero toda la vida.

-Yo también, Keffren. Te quiero más que a nada y lo sabes.

Dec. 1, 2018, 1:33 p.m. 0 Report Embed Follow story
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