Esperaba el metro como todos, detrás de la raya amarilla, solo esperaba pero en menos de un segundo, quedó mirando fijamente los rieles y sus pensamientos empezaron a llegar.
Laura vivía una vida de mierda porque así lo había decidido. Ese día estaba realmente agotada, sentía que nada iba a cambiar, pero en el fondo ella no estaba haciendo nada para cambiarlo. Sus intentos eran en vano, tenía terror a salir de su situación, no sabía cómo afrontarla, no sabía cómo salir de donde estaba metida, ni sabia ella que se le denominaba “zona de confort”, sentía que todo en esta vida se le venía encima y la aplastaba lentamente.
Pensó que ya era hora de liberarse de una vez, dio un paso al frente, justo después de la raya amarilla, se acercaba el metro, cerró los ojos, sintió la brisa, los recuerdos de su vida llenaron su cabeza, no pudo hacerlo, quedo quieta, espero a que el metro abriera sus puertas y entró con lágrimas en los ojos.
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