AUTOR: Alberto Suárez Villamizar
Lentamente consumía la taza de café, consultaba su reloj y sonreía, con la mirada recorría el rostro de los pasajeros, que rápidamente bajaban del tranvía, que con intervalos de diez minutos llegaban a la vieja estación. Aunque la hora acordada era las 7:00 p.m, llegó con suficiente anticipación temiendo fallar a la cita. Los recuerdos venían a su mente, y ahora mismo pensaba si estaba obrando bien. La duda lo embargaba, y estando tan cerca de cumplir el reencuentro no dejaba de sentirse nervioso. En más de una ocasión sintió que su voluntad flaqueaba, pero se quedó a enfrentar el retorno al pasado.
Pero, ¿por qué estaba allí? ¿Qué le mantenía tan ansioso?
Todo había empezado aquella vez en que al recordar la fecha de su cumpleaños examinó la guía telefónica y encontró su nombre y número telefónico, decidió llamarla y espero hacerlo en horas de la noche para felicitarla.
- Buenas noches –saludó nervioso a su interlocutora – por favor la señora Karol.
- Mi madre, no se encuentra en el momento. Puede dejarle su mensaje – fue la respuesta recibida de una joven mujer-.
- Gracias – dudó un instante - … sé que hoy está cumpliendo años y quise saludarla, dijo finalmente.
- No creo que demore en llegar, podría llamarla más tarde. Quizás en treinta minutos ya se encuentre acá.
- Bueno, volveré a llamar, respondió.
Fueron los minutos más largos de su vida, las dudas y los temores trataron de apoderarse de su ser.
«¿ Si no me recuerda?, se preguntó una y otra vez. Valdrá la pena repetir la llamada o ¿será mejor dejar todo así?»
Habían pasado muchos años,y ella tendría resuelta su situación sentimental, la prueba es que quien contestó la llamada se identificó como su hija. ¿Por qué ahora revivir las llamas de un viejo amor, si precisamente fue él quien causó de la ruptura de esa relación? Sus pensamientos viajaron a a sus últimos años en el colegio…
- Mi amor, estuve hablando con mi padre sobre nuestro futuro y él está de acuerdo con que tu y yo formemos un hogar, incluso está dispuesto a prestarnos su ayuda -fueron las palabras con que lo recibió esa noche al visitarla-.
Para él, ella había ido demasiado lejos, pues a pesar del inmenso amor que sentía, consideraba que aún no estaba preparado para dar ese paso tan decisivo , los dos estaban muy jóvenes y necesitaban vivir sus vidas, y por lo menos terminar sus estudios de secundaria.
- De acuerdo, respondió - aunque sin mucha convicción-.
Una vez llegó a su casa, en la soledad de su habitación solo, pensó en las palabras de su novia. Le pareció imposible comprometerse a tan temprana edad, cuando aún no había definido su vida profesional. La situación económica no sería el problema, pues contaban con el apoyo del padre de Karol, quien era un prestante hacendado de la región, y quería a su hija como su máximo tesoro, por ser la menor de sus hijas y la única que se encontraba viviendo con él. Sería la manera de asegurar el futuro de su hija - según creía él - se casaría y continuaría sus estudios
Pero, ¿Qué será de mi vida? Se preguntaba una y otra vez. No voy a disfrutar mi juventud. Definitivamente esto no puede ser, no estoy preparado para afrontar esta situación, lo mejor es eludir ese compromiso, fue su decisión. Desde ese momento empezó a alejarse disculpándose en la intensidad de sus estudios, los cuales no le daban tiempo libre, cosa que la joven empezó notar, ya que las visitas dejaron de ser tan frecuentes.
Fue entonces cuando vino la llamada que lo llevó a decidir poner punto final a la relación:
- Ricardo, el próximo sábado estaremos celebrando en casa mi cumpleaños, espero contar con tu compañía. Te espero en horas de la tarde – dijo Karol -.
- Allí estaré -respondió sin mucha emoción.
«No puede ser» - se dijo así mismo luego de responder la llamada -. En la reunión ella anunciará nuestro compromiso ante sus amigos y familiares, y ya no tendré cómo eludir la situación. Lo mejor es no asistir y evitarme mayores molestias, fue su decisión.
Llegó el día sábado, y Ricardo, no acompañó a su novia en a celebración del cumpleaños.
Días después recibió una llamada:
- Hola, ¿Cómo has estado? Veo que muy ocupado. Quiero decirte que si tu decisión es que terminemos, espero que me lo digas frente a frente, y así como empezamos nuestra relación, así mismo seas capaz de terminarla -dijo ella-.
- Así será- fue su respuesta- en estos días te visito y hablamos.
«Esto facilita las cosas, por lo visto ella está preparada para terminar la relación. A pesar de quererla tanto, es mejor continuar disfrutando de la libertad y no atarme a nadie a esta edad, considero que aún no he vivido lo suficiente. La visitaría y daré por finalizado el noviazgo».
Y así fue. decidió esa tarde enfrentar la situación. Pero, antes de hacerlo pasó por un almacén musical y compró un disco, cuya letra se refería al momento que estaban viviendo. Luego se dirigió a su casa con aire resuelto. Llegó a la puerta y llamó con decisión.
- Hola sigue, dijo ella.
- Mira, te traje esto, dijo – entregando el acetato.
Entraron a la sala, y ella se dirigió al equipo de sonido y colocó el disco en el reproductor. El tema aludía a los recuerdos que quedaban en una pareja que daba por terminada una relación, el cual conmovió de tal manera a Karol, que rompió en profundo llanto a medida que transcurría el tema.
Fueron instantes difíciles.
Ella sentía dolor por la decisión que estaban tomando, él hizo esfuerzos para mantener la compostura; había ido para terminar el noviazgo y no podía –según él – retroceder en su decisión, aunque en su interior lleno de tristeza, deseaba consolarla y pedirle perdón, pero debía mantenerse firme y no ceder. Una vez terminó la canción retiró el acetato y haciéndolo añicos con sus manos temblorosas, le acercó los restos diciendo: ¡Márchese con su música a otra parte!
Esa fue la despedida.
Años más tarde cuando esperaba la salida del tranvía que lo llevaba a su lugar de trabajo,se encontró con un condiscípulo de los últimos años de colegio.
- Hola Ricardo ¿Cómo te va?
- Bien Jairo -Respondió con alegría ante el encuentro con el ex-compañero de colegio.
- Ricardo, ¿fuiste novio de Karol ? - preguntó Jairo
- Sí, ¿Por qué?
- De lo que se salvó. Yo contraje matrimonio con ella y me fue mal, me abandonó y se llevó la hija que tuvimos. Se marchó y no volví a saber de ella.
No pudo hablar del asunto con su amigo, pues el tranvía que esperaba hizo su arribo a la estación y debía partir. Hizo su viaje lleno de interrogantes: ¿Karol se casó con Jairo y lo abandonó? ¿Habría ocurrido lo mismo con él? ¿Por qué? Eran tantas cosas que era difícil encontrar una explicación. Quizás la suerte lo acompañó al tomar la decisión de alejarse y eludir el compromiso, sin embargo no era a él quien correspondía juzgar lo sucedido.
Pasó cierto tiempo y un día en un centro comercial de la ciudad, se encontró con una amiga que había sido compañera de grupo de Karol su novia de antaño en el colegio.
- Hola Ricardo que suerte encontrarlo, ¿Qué ha sido de su vida?– le saludó-
- Bien. Gracias a Dios todo anda bien. – Respondió-
- Que bueno, pero usted fue una desgracia en la vida de Karol, nunca debió atravesarse en su camino.- dijo ella con tono irónico.
- ¿Por qué una desgracia? No lo entiendo.- Preguntó algo azorado.
- Si una desgracia, así como lo oye: usted terminó con ella causándole una gran desilusión, y ella llena de despecho entabló relaciones con un ex- compañero suyo, con quien meses más tarde contrajo matrimonio a escondidas de su padre, razón por la cual él le retiró su apoyo, por no tenerlo en cuenta para tomar esa decisión.
«Entonces ¿soy yo el responsable de esa desgracia?»
Durante mucho tiempo vivió con ese sentimiento de culpa. Todo indicaba que la ruptura de su relación con Karol había tenido consecuencias trágicas. Deseó volverla a ver y pedirle perdón por el daño causado.
Cierta ocasión se encontró con una antigua amiga de Karol, con quien compartió un buen rato, y se pudo enterar de otros aspectos de su vida: Si, era cierto, ella había abandonado a Jairo, y se marchó con una hija de pocos meses de edad, pero consiguió un empleo con el cual logró sostenerse e iniciar los estudios universitarios que no pudo hacer años atrás, y con gran esfuerzo se convirtió en una profesional de la medicina. También le contó que luego formalizó un nuevo hogar con un profesional de la ciudad y vivía feliz.
Finalmente repitió la llamada y esta vez logró escuchar al otro lado de la línea a quien fuera su novia de estudiante
- Hola como has estado, - saludó nervioso.
- Muy bien Ricardo, me alegra oírte, - fue su respuesta- me gustaría saber de ti, verte de nuevo.
-Si tú lo quieres así será – se apresuró a decir- ¿Qué te parece si nos vemos el viernes en la estación #11 del tranvía, a las 7:00 pm ¿Puedes? – propuso Ricardo.
- ¡Está bien!. ¡Nos veremos en ese lugar, allí estaré! -respondió ella en tono emocionado.
Ahora, antes de salir a cumplir la cita pactada se miró en el espejo, y contempló las huellas de los años en su rostro, y la escasez de sus cabellos plateados por el tiempo. Pensó con nostalgia: ¿Será posible que me reconozca?
Iba a cumplir una cita con el pasado. Había transcurrido tanto tiempo desde ese adiós….
Llegó a la estación y tomó asiento en un sitio junto a la puerta de salida, y tratando de entretenerse leyendo el periódico tomó una taza de café. Observó la llegada y salida de varios tranvías…..pasaron las 7:00 p.m. - la hora acordaba para la cita - y pacientemente esperó.
Más tarde miró el viejo reloj que colgaba en la pared de la estación: 9:00 p.m, el servicio de tranvía había terminado, y debía abandonar el lugar pues se disponían a cerrar. Abandonó su asiento y luego de cancelar el consumo salió del lugar, no sin antes volver la vista atrás y recordar....
Años atrás también él había faltado a la cita.
FIN
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