— Hija mía, ven y acompáñame.
— No puedo padre.
— ¿Y porque no puedes?
— Porque tengo miedo.
— ¿Miedo de que?
— De que me castigues.
— Y como podría hacerlo si castigarte a ti sería como castigarme a mi mismo.
— No te entiendo.
— Recuerda que Tú eres parte de mí y que Tú y Yo siempre seremos uno.
— ¿Qué? ¿Y también todos los demás son parte de ti?
— Por supuesto.
— ¿Y como tantos y tantas podemos ser parte de un sólo Tú?
— Permíteme explicarte.
— ¿Ves este trozo de pan?
— Si lo veo.
— Lo voy a dividir en diferentes partes. ¿Cuántos trozos ves ahora?
— Ahora veo siete.
— ¡Excelente! Ahora dime: ¿Tienen ellos el mismo tamaño?
— No.
— ¿Tienen ellos la misma forma o quizás el mismo peso?
— No lo creo.
— ¿Pero al final todos son el mismo pan?
— ¡Pues claro!
— ¡Así soy! Me divido en distintas partes para convertirme en cada uno de ustedes pero al final soy el mismo Yo, sin importar el tamaño, la forma o el peso que tome. Ustedes y Yo siempre seremos uno aunque no lo recuerdes.
— Por favor querida alma nunca lo olvides.
— Y el alma empezó a llorar.
Por: César Pérez
Thank you for reading!
We can keep Inkspired for free by displaying Ads to our visitors. Please, support us by whitelisting or deactivating the AdBlocker.
After doing it, please reload the website to continue using Inkspired normally.