La noche era lúgubre como lo sería la boca de un lobo. No había luna, y aunque estaban en el centro de la ciudad, las farolas de aquella callejuela estaban todas apagadas.
Una presencia pisó los adoquines maltrechos y esperó en la diminuta calle, estrecha y maloliente. Se escuchaba a lo lejos el sonido de algún gato maullar, pero poco más.
Por fin, de la nada, ascendiendo en las sombras, la persona que esperaba hizo acto de presencia. No le gustaba esperar, pero deseaba que valiese la pena.
—Cada vez hace menos frio. La tentación de enviar vientos del norte se me hace muy apetecible —dijo ella, con su voz grave y ronca, pero a él se le antojó agradable al oído.
Puso sus ojos en ella, pues la oscuridad no era un problema. Siempre había considerado a aquella mujer como peligrosa, pero sumamente atractiva, y es que donde hubo, siempre queda, y a pesar de sus casi sesenta años, su piel lucía con el aspecto de una jovencita. La nariz alargada y algo torcida, sin embargo, en vez de afear su rostro le daba personalidad y contrastaba con sus ojos almendrados y muy oscuros, tanto que eran lo único que brillaba.
—¿He organizado este encuentro para hablar del tiempo? Lo llego a saber y reservo una mesa en el salón de té de la señora Ofelia —exclamó él, sarcásticamente.
La mujer torció una mueca parecida a una sonrisa, y entonces alzó una ceja. Junto con ese movimiento, él sintió que algo apresaba su cuello y que poco a poco le costaba respirar. Quería coger aire, pero nada entraba en sus pulmones.
—Querido, esas respuestas te las guardas para los matones de tres al cuarto con lo que sueles tratar. Yo soy una dama, ¿entiendes? Y si quiero iniciar una conversación hablando sobre el tiempo, lo hago —pronunció aquellas palabras muy deprisa, cortantemente y sin paciencia.
Cuando terminó, el hombre ya en el suelo y retorciéndose, pudo volver a respirar. Al notar de nuevo el aire en sus pulmones, y recuperándose, se levantó del suelo, anotándose mentalmente el no volver a cabrear a una de las brujas más poderosas de la ciudad.
—Bien, delincuente juvenil, ¿qué vienes a ofrecerme? —preguntó entonces con una sonrisa.
Lo de juvenil le quedaba un poco lejos, pero se mordió la lengua. Deseaba terminar aquel encuentro cuanto antes.
—Una maldición de la que habrás oído hablar, pero que no había sido hallada, hasta ahora.
Le pareció que la vieja bruja ronroneaba, y sin duda, lo que acababa de escuchar era de su agrado.
—Jovencito —murmuró entonces—, tienes toda mi atención.
El joven sonrió entonces, a sabiendas que aquella noche lograría un buen trueque, nada fácil con los tiempos que corrían.
Hola gente,
vengo con un nuevo proyecto... ¡de fantasía! Sí, increíble, hacía que no escribía eso desde mi adolescencia, pero tuve una revelación, y aquí estoy. Esto es sólo el prólogo, donde no sale ninguno de los personajes principales, pero será relevante para la trama ^^
Thank you for reading!
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