Esa noche pude preparar todo para el día siguiente. Decidí usar un creyón verde para escribir el itinerario. Escuchaba las noticias y comía los restos de un pastel que encontré en la nevera. Pensaba en la posibilidad de ir caminando descalzo hasta la oficina. En mi trabajo nos obligan a quitarnos los zapatos antes de entrar al edificio. El jefe dejó de comer camotes hace nueve años porque presentía que era lo mejor. Yo lo entiendo.
Aquel día quería llegar a casa unos minutos antes para ver el atardeceder desde la ventana del baño. Unos amigos del trabajo fueron esa noche a pescar en el río. Era el quinto mes del año y estaban todos cansados de escuchar al alcalde diciendo que el mejor amigo del hombre es el mero. Yo quería descansar. Mi ropa estaba sucia. Yo soy carpintero.
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