No sería fácil realizar el rescate.
Las rocas eran afiladas a ambos lados del acantilado, la humedad podría hacerle resbalar en un descuido, convirtiéndola en una segunda víctima.
A demás, en ese lugar no funcionaban sus poderes.
-¿De qué sirve ser una bruja sino puedes hacer magia?-
Bueno, ya estaba acostumbrada a eso, después de su temporada en el mundo humano.
Pero ahora estaba en su tierra, no era raro cruzar lugares como ese, montado en algún Pegaso de turno o encantando cualquier cachivache para flotar sobre la cavidad.
Sin embargo, a su querido hermanito se le había ocurrido jugar a los aventureros justo sobre un punto de interferencia de las líneas ley…y no cualquier punto, este era EL PUNTO, “La Garganta de Hades”.
Un precipicio que se había cobrado la vida de cientos de aventureros reales, hechos y… bueno, muertos.
De no ser porque la capa de viaje que le había regalado la abuela se quedó enredada en una de las afiladas rocas del borde, sería otro “aventurero” más para la cuenta de este jodido hoyo.
-bueno, tengo una ventaja de la que mis congéneres, dedicados a despreciar todo lo humano, carecen-
-conocimiento de ese mundo- pues al serles imposible utilizar algo como la magia han aprendido métodos mas… físicos para sobrellevar sus dificultades.
El ver por un instante al pequeño que llora decenas de metros más abajo pidiéndo ayuda es un aliciente mas que suficiente para intentar bajar.
Asiento decidida y haciendo acopio de la dosis de confianza que me da el haber practicado rapel aquellos meses en “el otro lado” armo un juego de sogas improvisadas y me dispongo a ir por él.
-Bueno hermanito, solo no te caigas… más-
-Ya voy por ti-
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