Enmascarados y Violencia III: Época de perdón. Follow story

Nos encontramos en las instalaciones de La central. Avanzando a través del último piso de este edificio hallamos a los dos agentes de mayor prestigio: Masked Moon y Masked Sun. Ambos agentes fueron convocados a una sala a la que casi ningún otro agente tiene permitido el acceso, se trata de la sala de audiencias del Triunvirato, los máximos directivos de toda esta organización.

Moon y Sun eran conscientes de que no habían sido convocados para recibir halagos, de hecho, era todo lo contrario.

—¿Estás lista para recibir otro escarmiento de Blanco? —preguntó Masked Moon para romper el hielo.

—Ni lo menciones… —replicó Sun desanimada—. La actitud de Blanco es como el Yin y el Yang, suele ser muy tranquilo casi todo el tiempo, pero cuando algo le molesta es explosivo como un volcán.

—Sí… No creo que me acostumbre a eso alguna vez —finalizó Moon encogiéndose de hombros.

No era la primera vez que los agentes eran convocados por este tipo de razones, durante la época en la que el ex-agente Masked Eclipse renació como el villano Éligos hubo muchas ocasiones en las que Moon y Sun recibieron severos reproches por su incapacidad de eliminar a Éligos. Todas estas llamadas de atención fueron dadas siempre por el mismo directivo, Blanco.

Después de alcanzar la puerta de entrada a la sala de audiencias, la cual estaba siempre vigilada por un par de guardias fuertemente armados, los agentes ingresaron a ese salón tan particular. Uno que era totalmente oscuro, por medio solo había una pasarela resaltada por luces de neón colocadas en los bordes de esta misma, al final había tres grandes paneles de vidrio antirreflejo de distintos colores que representaba a cada miembro del Triunvirato. Tan pronto Moon y Sun se acercaron al centro de la pasarela, el panel de color blanco se iluminó y el directivo detrás de este comenzó a hablar con un tono de voz grave.

—Saludos, agentes de primer orden —inició Blanco.

—«Ah… Ahí está su tono de voz enojado…» —pensó Moon suspirando con desaliento.

Sin embargo, ambos agentes se colocaron en posición firme y respondieron de manera respetuosa.

—Saludos, señor Blanco —dijeron los dos al unísono.

—Quise convocarlos en esta ocasión porque nosotros, el Triunvirato, estamos ciertamente intrigados por su rendimiento durante estos últimos meses, si saben a lo que me refiero.

—Me gustaría que fuera más específico, señor —increpó Masked Moon.

—Por supuesto. Tal vez deberíamos comenzar con la aparición de los dos villanos conocidos como Alfa y Omega, que en cierta ocasión lograron atrapar a la agente Masked Sun, asesinaron a 4 civiles y lograron escapar fácilmente sin NINGUNA repercusión. Por no mencionar que no sabemos absolutamente NADA sobre estos dos sujetos que se pasean por esta ciudad como si fuera un parque de atracciones —señaló Blanco haciendo énfasis en determinadas palabras, seguidamente continuó—. También podemos hablar sobre el más reciente golpe a la prisión Lady Florence en el que los villanos Akuma y Tricky lograron liberar a Lucky Bets literalmente en nuestras narices. Es verdad que eliminamos a bastantes de los subordinados, pero de nada sirve si los líderes siguen sueltos. ¿Tienen algo que decir a su favor?

—Señor, debería saber que atrapar criminales no es algo fácil. Los criminales tienen la ventaja de actuar de manera planificada desde las sombras, nosotros debemos responder a esos planes en una brecha de tiempo muy corta. De verdad damos nuestro mejor esfuerzo pese a estar en desventaja, pero también necesitamos algo de tiempo para atraparlos —argumentó Sun seriamente.

—Hmm, ¿Recuerdan qué sucedió la última que fuimos permisivos y les dimos tiempo? —preguntó Blanco con enojo.

Tanto Sun como Moon se quedaron en silencio ya que sabían cuál tema iba a sacar el directivo.

—La última vez tardaron 2 años enteros en deshacerse del sucio traidor de Eclipse. Se supone que esa era una época difícil porque hablamos de un ex-agente de primer orden… Pero una vez fue eliminado las cosas tendrían que haber mejorado, la paz debería de haber regresado a la ciudad… No obstante, las cosas parecen estar incluso peor, y todo es porque ustedes dos no están cumpliendo con sus cometidos. ¿Qué sucede? ¿Acaso no valen nada por ustedes mismos o es que necesitan de Eclipse? Será mejor que la balanza del poder se invierta o ustedes serán destituidos —anunció Blanco con tono severo, y luego finalizó—. Eso es todo lo que tengo que decir. Pueden tomarse el día libre para reflexionar un poco. Los necesito en sus mejores condiciones.

Sin nada más que decir, los agentes abandonaron la sala de audiencias. Afortunadamente, la máscara que cubría el rostro de ambos servía para ocultar la mirada asesina que poseían. No les hacía ninguna gracia que etiquetaran a Masked Eclipse como un “sucio traidor”, no toleraban que ni siquiera el Triunvirato hablara así de su maestro. Además, los agentes ponían su vida en peligro día tras día, y aun así recibían este trato ante el más mínimo error o si no alcanzaban unas expectativas mayormente utópicas.

—De repente me dieron ganas de entrenar un poco —dijo Moon mientras le temblaba el pulso del enfado.

—Déjalo, Moon… —dijo Sun intentando calmarlo, luego agregó—. Mejor vayamos a tomar a un bar, yo invito.

Sin embargo, el agente Moon hizo caso omiso y se introdujo en una sala de entrenamiento, en la cual había varios androides de combate que servían para simular enfrentamientos. Masked Moon activó la simulación y los androides se abalanzaron sobre el agente de manera agresiva, sin embargo, Moon aprovechó todo el impulso de su ira para cargar un puñetazo fulminante que impactó en el tórax de uno de los androides y lo hizo pedazos. A pesar de que los androides estaban hechos de un material muy resistente para aguantar los entrenamientos, bajo el contexto actual fue insuficiente para evitar que la máquina fuera destruida por un único golpe. El agente Moon se vio flanqueado por otros dos androides, pero, inesperadamente, la agente Sun saltó hacia ellos y les propinó una patada que los partió por la mitad de manera transversal. Si bien la agente Sun fue la que en un principio intentó manejar todo con calma, es bien conocido entre ellos dos que la chica es quien peor maneja el enojo. Por lo que la patada de Sun estaba cargada con más ira que el propio puñetazo del agente.

Después de desahogarse, ambos se miraron el uno al otro mientras jadeaban.

—¿Mejor? —preguntó Moon sonriendo ligeramente.

—Sí… pero no deberíamos actuar de manera tan infantil —expresó Sun.

—Hehe, entonces hagamos algo más digno de adultos. Vayamos a tomar a un bar, ¿Recuerdas? Dijiste que hoy invitabas —mencionó Moon con un tono cínico.

—Ah, te aprovechas de mi nobleza… —finalizó la chica con resignación.

Tal y como acordaron, los agentes se dirigieron hacia un bar propuesto por el propio Masked Moon. Aunque claro, los agentes dejaron todo su equipo en las instalaciones de La central, por lo que ahora eran como cualquier otro civil, solamente eran Manfred y Verónica pasando un buen rato. La dupla de agentes ingresó al bar y pagaron por una sala VIP para poder beber en privacidad. Un camarero les preparó la sala, dejando varias botellas de vino y whiskey sobre una mesa, así como una caja con habanos de gran calidad. De esta forma, los vicios de cada quien fueron satisfechos. A Manfred le encantaba beber y a Verónica fumar. En un lateral de la sala, había un tocadiscos reproduciendo música ambiental en tono bajo, también había una televisión, pero esta estaba actualmente apagada.

Manfred sirvió una copa de whiskey para Verónica y una para sí mismo. Ambos chocaron copas antes de dar el primer sorbo.

—Y bien, ¿Qué deberíamos hacer a partir de ahora? El Triunvirato está amenazando con destituirnos si no cumplimos sus expectativas… No es como si dejáramos escapar a los criminales por gusto —comentó Verónica un poco irritada.

—Es una amenaza vacía —aseveró Manfred—. La Central no puede despedirnos, ¿Qué sería de ella sin nosotros? No es por menospreciar a nuestros compañeros, pero está claro que, si la mayor responsabilidad recae sobre nosotros dos, entonces despedirnos sería una tontería.

De un solo sorbo, Manfred bebió la totalidad de la copa, por lo que procedió a servirse otra a la velocidad de la luz.

—Entiendo a lo que te refieres… Pero el Triunvirato nunca habla en vano. Tú y yo lo sabemos bien. Si se sienten con la confianza de amenazarnos es porque deben de tener en mente algún tipo de reemplazo para nosotros —dijo Sun mientras encendía uno de los habanos.

—¿Un reemplazo? Entonces por qué tomarse la molestia de darnos una advertencia. Podrían despedirnos directamente —refutó Manfred.

—Seguramente se trate de un recurso que no quieran utilizar tan a la ligera porque podría volverse en su contra. Muchas cosas en La Central funcionan según el riesgo-beneficio. En cuanto nuestra despedida se vuelva más un beneficio que un riesgo estaremos acabados. Ya ves lo que pasó con Eclipse, ser el mejor agente no sirvió para protegerse —comentó la chica con cierta angustia.

—Sí, lo sé…

Se produjo un breve silencio conforme ambos recordaban a su maestro. Poco después la conversación se reanudó.

—A todo esto, Blanco dijo que la información sobre Alfa y Omega es desconocida, pero, si bien Alfa es un misterio, conocemos a Omega ¿No es así? Su nombre es Katarina y parece que tiene represalias contra ti —mencionó Verónica consternada.

—Ah, sí… Eso es porque he mantenido esa información en secreto, y agradecería que tú también lo hicieras —dijo el hombre con seriedad.

—¿Qué? ¿Por qué?

—El tema de Katarina es algo que quiero manejar a mi manera. La Central la quiere ver muerta, pero si Katarina muere entonces habré roto la promesa que le hice a su padre. Estoy seguro de que puedo encontrar una mejor alternativa.

—Manfred… Omega mató a mis conocidos en nuestra cara sin el menor remordimiento… No seas irresponsable, es una criminal en toda regla —dijo la chica con preocupación.

—Sabes que siempre estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. Eliminaré a Katarina si no queda otra opción, pero… sé que puedo encontrar una alternativa —dijo Manfred de manera firme.

—De acuerdo. Confío en ti —dijo Verónica mientras le mostraba una bella sonrisa a su compañero.

En ese momento, Manfred encendió la televisión para disfrutar de algún programa mientras los dos continuaban con sus bebidas. Repentinamente, Manfred sintonizó un noticiero que estaba en medio de una conferencia de prensa.

—Oh, es cierto —dijo Verónica—. Ya que se acercan elecciones para el nuevo puesto de alcalde de la ciudad, los candidatos están empezando a dar ruedas de prensa. Creo que hoy se iba a presentar un candidato totalmente nuevo.

En la televisión, se vio a un hombre vestido de manera elegante subir al escenario mientras todos los reporteros tenían sus cámaras fijas en él.

—Es un honor para mí estar aquí el día de hoy frente a los habitantes de Ciudad Prisma, ya sea que estén aquí presencialmente o me estén viendo desde sus hogares. Mi nombre es Owen y pertenezco al partido V.S.E o también conocido como Voces Sin Escucha.

Owen era un hombre alto y de piel blanca, quizás cercano a los 1.90 metros de altura. Tenía el cabello peinado hacia un lateral, sus ojos eran marrones y desprendían mucha determinación y fiabilidad. Su traje era de color azul acompañado de una corbata roja y finalizaba con unas zapatillas negras.

Ante la presentación del hombre, los presentes le aplaudieron con educación.

—Muy bien, nuestro partido pretende representar a grupos marginados de la sociedad y darles voz. Y sé que hay unas minorías que siempre se nos vienen a la mente cuando hablamos de este tema, como pueden ser las personas pobres, pero quiero comenzar con uno de los grupos más olvidados. Estoy hablando de los prisioneros de las cárceles —declaró el candidato llamando la atención de todos.

Incluso Manfred y Verónica dejaron de beber para prestarle atención a las declaraciones de Owen.

—Los reos reciben un trato denigrante en las prisiones. Es por eso que debo recordarles que, aunque sean criminales, siguen siendo seres humanos y, por tanto, son sujetos de derechos. Cuando una persona termina delinquiendo, significa que hemos fallado como sociedad. Y como saben, Ciudad Prisma es uno de los principales núcleos criminales del país. Por eso debemos preguntarnos: ¿Qué tiene Ciudad Prisma de diferente con respecto a otras ciudades? A primera vista salta una gran diferencia: la existencia de La central —declaró Owen dejando a todos boquiabiertos.

Los periodistas asaltaron al candidato con decenas de preguntas.

—Señor Owen, ¿No considera que más bien La central también colabora para detener la criminalidad? —preguntó uno de los periodistas.

—La central solamente es un conglomerado de verdugos. ¿Cuándo escuchan que los agentes enmascarados detienen a cierto grupo criminal? Casi nunca, en su mayoría suelen ser asesinados brutalmente. A los ciudadanos les alivia saber que los criminales son purgados, pero estos criminales ni siquiera tienen la posibilidad de ser reformados en una prisión, sino que directamente son desechados por La central. Es por eso que, si logro convertirme en el alcalde de esta ciudad, mi primer movimiento será desmantelar La central y reformar el sistema carcelario para velar por los derechos humanos de los criminales que suelen ser pisoteados con completa impunidad —declaró Owen sin un atisbo de duda.

Antes tales comentarios, se generó un alboroto terrible en la rueda de prensa. Muchos de los presentes se tomaron muy mal las palabras del candidato.

—¡Impertinente! ¡¿Acaso piensas convertir las cárceles en hoteles de lujo o qué?!

—¡Los criminales merecen un castigo por sus fechorías!

—Si hace eso solo provocará que más criminales pierdan el miedo a delinquir y todo será aún peor.

La multitud reaccionó de tal manera que las autoridades tuvieron que intervenir para controlar la escena. La transmisión se cortó abruptamente. Tanto Manfred como Verónica se voltearon el uno hacia el otro con confusión.

—Bueno, ese fue un discurso interesante…. Supongo —inició Manfred consternado.

—Sí, lo fue. Lo normal es que los políticos apelen a la simpatía de las personas para ganarse sus votos, pero Owen tocó un tema realmente controversial. Al menos eso lo hace parecer alguien sincero, ¿No crees?

—Eso significa que nos llamó verdugos desde el fondo de su corazón, después de todo trabajamos para La central —bromeó el hombre mientras retomaba su bebida.

—Ah, creo que somos los menos indicados para responder a Owen. Somos agentes enmascarados y luchamos a diario contra criminales. Estamos tan sumergidos en este ambiente y conocemos tan bien la maldad que los criminales pueden llegar a desarrollar que es difícil sentir algo de pena por ellos… —admitió Verónica.

—No. De hecho, creo que Owen dio justo en el clavo. No olvides que estoy encaprichado con Omega… Incluso sabiendo de sus maldades quiero ayudarla porque simpatizo con ella, aun si eso me convierte en un hipócrita. Al final no importa lo que pensemos. El destino de La central depende del alcalde ya que la alcaldía es quien regula el servicio de La central. Si Owen consigue la candidatura tendrá todos los recursos legales para desmantelar nuestra organización —finalizó Manfred.

—Hmm, no creo que el Triunvirato haya disfrutado de esas declaraciones —bromeó finalmente Verónica.

Mientras tanto, en todas partes de Ciudad Prisma varios grupos criminales vieron una oportunidad en la candidatura de Owen y comenzaron a sonreír con deleite.

¿Adónde llevará todo esto?