—El almuerzo a que le lanza la engrapadora al rostro por olvidar las llaves del estante de las proformas.
—Cinco mil a que le grita en la cara que es un idiota por ser tan torpe y arruinarle la presentación.
—La mitad de mi quincena a que le lanza el café encima antes de que lleguen a la oficina.
—Yo apuesto la quincena completa a que le vuelve a tirar los papeles al suelo en cuanto se dé la vuelta para sentarse.
—Mi salario de tres meses a que follan dentro del almacén la próxima semana que les toca hacer el inventario.
Todos se voltearon a ver al menor de los cinco cuando dijo aquello. Una apuesta tan grande era arriesgada y sobre todo fuera de lugar.
Una cosa era apostar a lo obvio con aquellos dos.
Uno era egocentrista hasta la médula y tenía un carácter que solo era comparable con el de las abuelas de antes, que te regañaban por absolutamente todo y también por absolutamente nada. El otro era un nerd en todo el sentido de la palabra, amante de los animales, el arte y las plantitas, pero condenadamente torpe y destructivo, aunque fuera de manera inconsciente.
Pero algo totalmente incomprensible era que apostaran por que llegaran a follar, si a leguas se notaba que no se toleraban ni en pintura.
Era viernes por la mañana y casi la mitad de los empleados de la empresa más famosa de delivery xpress esperaban en el ridículamente amplio lobby a que los ascensores abrieran sus puertas y poder ingresar para subir a sus respectivos pisos y comenzar a trabajar.
Casi al frente de toda la multitud estaba un par bastante singular. Mas específicamente aquellos de los que cinco chicos hasta atrás del mar de gente estaban hablando y apostando sobre ellos y lo que pasaría.
Kim NamJoon y Kim SeokJin eran los supervisores de entregas de paquetería de los extremos sur y norte de la ciudad y para buena o mala fortuna, compartían un estrecho y tonto espacio de dos por dos en el sexto piso. Un cubículo tan pequeño como casi todos en ese edificio y que nada que ver tenía con el gran y extenso recibidor en la entrada de la inmensa edificación. Probablemente fuera para mala fortuna que esos dos compartieran el mismo espacio de trabajo.
Siendo Jin tan perfeccionista y meticuloso, sobre todo cuando de su propio aspecto se trataba y un poco mas en su trabajo, era una tortura trabajar junto al tipo estúpido, de hoyuelos lindos y aspecto inocente, porque era solo eso, nada mas aspecto.
Jin estaba seguro de que NamJoon hacía todo a propósito. Cada vez que tropezaba, derramaba, o rompía algo, lo hacía absolutamente adrede. Era imposible que una persona fuera tan torpe, sobre todo a esos extremos. El hombre debía odiarlo por una razón y por eso le hacía la vida imposible cometiendo tantas equivocaciones o "accidentes" como él le llamaba.
Pero el destino era así de odioso y los puso a los dos juntos por alguna razón.
Entonces, ahí estaban. A primera hora de un viernes esperando el ascensor para poder llegar a su estúpido cubículo diminuto y comenzar a trabajar. Siendo observados por el quinteto, desde un poco más atrás. Todos ellos, incluyendo a los dos primeros trabajaban en la misma área, en el mismo piso. Con la diferencia de que los cinco ponentes de las tontas apuestas eran algo así como asistentes administrativos, auxiliares contables y especialistas en estadísticas respectivamente.
El ascensor que los llevaría a los siete al sexto piso se abrió de puertas y todos se acomodaron en un rincón de la minúscula caja metálica.
¿Cómo? Sabrá Dios, pero sólo los siete entraron al elevador.
En el momento en que el último de ellos se acomodaba en el recuadro de aluminio y la puerta se cerraba con un traqueteo, el vaso desechable en las manos de NamJoon resbaló místicamente inclinándose hacia adelante y como si de una broma se tratara el contenido del vaso que era nada mas y nada menos que café, por suerte helado, se derramó sobre la camisa blanca, totalmente impoluta de Kim ego SeokJin, como lo apodaban algunos; dejando una enorme mancha marrón por todo el frente de la tela y por supuesto a un furioso SeokJin que no espero un segundo para comenzar a maldecir en voz alta, rojo de la cólera y casi no entendiéndose lo que decía, a pesar de estar gritando.
NamJoon intentó disculparse. Estaba distraído y no sujetó bien el vaso, y el inesperado movimiento de la maquina transportadora de humanos hizo que se inclinara entre sus dedos. No era su intención derramar el líquido y arruinar la camisa de su compañero de trabajo.
Entre tanto la riña de los dos Kim estaba en pleno ardor, los otros pasajeros del ascensor se veían entre sí, tratando de no reírse.
Park Jimin veía triunfante a sus compañeros porque fue quien apostó la mitad de su quincena a que eso sucedería. Había ganado la apuesta.
El ascensor volvió a abrirse en el piso seis y los Kim seguían discutiendo. El resto de hombres, salió disimuladamente para entrar en la oficina a ocupar sus respectivos puestos. Eran los mismos ridículos cubículos angostos para dos personas.
Park y Min en el de la derecha hacían el trabajo administrativo de los pagos de los clientes a través de transferencias, tarjetas y depósitos en efectivo.
Jeon y Kim—el menor de los Kim en ese piso— eran los auxiliares contables y no deberían estar en ese piso, pues contabilidad era en el piso ocho, pero por falta de espacio habían sido acomodados en el sexto, en un cubículo a la izquierda.
El único que tenía un cubículo para el solo era Jung, el encargado de las estadísticas de la afluencia de clientes y los rankings de satisfacción de los mismos cada mes, pero este estaba al fondo, donde no había siquiera una ventana por donde entrara el sol y a Hoseok le gustaba mucho el sol.
En el centro, como a disposición de la vista para todos los demás, estaba el cubículo de los supervisores de entrega de las áreas norte y sur. Los dos Kim mayores.
La rutina de aquella oficina era tediosa para algunos y divertida para otros.
Una vez que todos buscaron sus respectivos sitios, los del centro trataron de acomodarse, ahora más calmados en su cubículo.
Después de que un SeokJin fuera al baño para cambiar su camisa arruinada por una nueva y limpia que siempre mantenía de repuesto en el armario del baño compartido en el piso y lavarse la cara para reducir un poco la irritación que sentía por culpa del torpe NamJoon, todos se encontraban sumergidos en su trabajo, mensajeándose aquellos cinco a escondidas sobre la apuesta.
Chat de grupo "Kingtan"
Park: Me deben su dinero todos ustedes. Soy un maldito hombre rico. 😎🤑
Jung: El día no termina todavía Jimin. No cantes victoria. 🤐
Kim T: Ya quiero ver que pasa en la reunión de la tarde con esos dos. 😏
Jeon: Esos dos van a terminar follando y ustedes mas pobres que vagabundo en tiempos de calamidad. 😊
Min: A trabajar todos. Que para eso nos pagan. Luego vemos quien gana la apuesta 😑🙄
Park: Aguafiestas 🙄
Min: Dímelo a la cara Park. Estoy al lado tuyo. 🤨
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