alexdisel Alex Disel

Un desafortunado accidente hizo que un gen tóxico recorriera todo mi cuerpo, desde mis pulmones hasta mi torrente sanguíneo, transformándome en un ser que con solo respirar contamina el aire, aunque no hay mucho que contaminar ya que vivo en un mundo en el que un desastre conocido como La Expansión hizo que toda la atmósfera de nuestro planeta se volviera muy tóxica, destruyendo así nuestro mundo. La corporación química Tifón fabricó un suero para hacer a los seres humanos inmunes, pero este no fue absorbido por cualquiera y miles de personas murieron en su intento por sobrevivir. Solo un pequeño grupo, los Tóxicos lo asimilaron, se rebelaron contra Tifón, destruyeron el resto del suero y huyeron hacia la superficie. Mi nombre es Raisa Mikhailov y hoy, subiré a la superficie.



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Capítulo 1 Una vida normal

La Expansión, un evento catastrófico que tuvo lugar en el año 2624, cuando un tóxico fue abierto accidentalmente, por fuera de un ambiente controlado y este se esparció con rapidez hacia la atmósfera del planeta, intoxicando la misma y desencadenando eventos catastróficos.

Debido a la acción del tóxico que poseía propiedades cambiantes, el cielo fue cubierto por una enorme nube de dióxido de carbono, que no dejaba entrar ningún rayo de sol, oscureciendo el planeta por completo, la lluvia se tornó ácida derritiendo todo a su paso, los animales se envenenaron por las toxinas que viajaban por el aire y murieron, todas las plantas se tornaron extremadamente venenosas, los mares y ríos se contaminaron a tal punto, que cualquier otro agente químico o tóxico que los tocara, los evaporaba a gran velocidad y eran tan calientes, que ningún animal acuático sobrevivió, pues estos eran cocidos desde adentro.

El aire se volvió tan venenoso, que con solo ser respirado por medio segundo morirías e incluso si no lo respirabas y tu piel entraba en contacto con este, corroía la misma. La humanidad se refugió bajo tierra, inhalando oxígeno a través de miles y miles de máscaras antipolución.

Cuando La Expansión inició, murió el setenta por ciento de la población del planeta. En el instante, en que comenzó el fenómeno, la corporación responsable de tal tragedia fabricó un suero como respuesta, este fue llamado "Khaz" y su función era hacer a los seres humanos inmunes a cualquier tipo de toxinas o agentes venenosos, era como un inhalador, que filtraba los elementos contaminantes para que pudieras respirar, solo que este conformaba el organismo completo.

Solo un selecto grupo de personas podía volver a la superficie, en busca de otros supervivientes y de materiales necesarios para construir las máscaras. Incluso estando a mil quinientos metros bajo la superficie, si llegabas a quitarte dicho protector morías en dos o tres días por las toxinas que viajaban por el ambiente.

El suero no aceptaba cualquier organismo en el que era incubado, por ende muchas personas murieron en el proceso. Este era una muestra en menor cantidad del tóxico Expansión, que en su estado líquido no era la gran cosa, pero al más mínimo contacto con el aire este se evaporaba y así es como era suministrado a las personas.

Amarraban al sujeto con correas a una silla, sin dejarle ninguna libertad de movimiento y luego en un frasco traían el suero, el cual destapaban miembros de la corporación Tifón con trajes especiales, y este era inhalado por la persona. Los que murieron, fue porque el suero rechazó el organismo en el que fue introducido, transformándose en una bomba tóxica que estallaba dentro del cuerpo, matando al huésped casi inmediatamente.

Solo un grupo pequeño de individuos, pudo soportar la toxina y sobrevivieron a está adaptando su cuerpo para poder resistirla. Estos fueron denominados "Tóxicos", sus cuerpos comenzaban a emitir vapores cuando la temperatura del ambiente sobrepasaba los treinta y siete grados Celsius, y al disminuir a los treinta grados Celsius, no podían tocar absolutamente nada sin corroerlo.

Estos al ver que se habían vuelto los únicos que podían sobrevivir, en un ecosistema tan contaminado como lo era la superficie, se rebelaron en contra de Tifón, destrozando su laboratorio, destruyendo las únicas muestras del suero que quedaban y matándolos a casi todos los científicos, para luego escapar a la superficie. Un total de veinte sujetos de prueba se esfumaron de la ciudad ese día.

Yo tenía diez años cuando todo eso pasó, actualmente tengo diecinueve, mi nombre es Raisa Alexandra Mikhailov Iboncur y como pueden notar por mi nombre soy rusa. En esa época, era una chica de complexión delgada, de piel algo pálida, con ojos grisáceos, cabello largo y lacio de color negro y media cerca de unos 1,70 cm de altura. Los días en Death Paradise —Así llamábamos a ese lugar— eran muy pacíficos, mi vida era muy sencilla y tranquila, cuando todo este desastre comenzó, fuimos situados mi familia y yo en la ciudad subterránea B, a la cual luego le pondríamos Death Paradise. Debido a que era como el cielo, un paraíso en el que estábamos "seguros", pero uno muy pequeño encerrado dentro de una jaula, era similar a la vida de un animal en peligro de extinción, este es resguardado en un recinto de protección ambiental, pero se encuentra encerrado, recluido del exterior, viviendo en una estancia limitante.

Esta ciudad tenía un diámetro de unos diecinueve mil quinientos metros a la redonda, era un lugar bastante deplorable a simple vista, todo oscuro y repleto de polvo por todas partes, era casi lo mismo que vivir como topos, de hecho esos eran los únicos animales que veíamos después de refugiarnos bajo tierra, claro sin mencionar a las indeseables cucarachas, que sobreviven a casi cualquier ecosistema.

No había edificios en este lugar, más bien un conjunto de casas una al lado de la otra sin pintar, con sus calles y avenidas, tratando de hacerla parecer el hogar que dejamos atrás. El suelo era completamente rustico, pura tierra en realidad, a veces la humedad de la superficie se colaba hasta el nivel de profundidad en el que estábamos y esto presentaba un gran problema, pues había riesgo de contaminación, pero era solucionado rápidamente por los STAT (The Special Tactical Anti-Toxins unit), la fuerza policial que patrullaba las calles las veinticuatro horas.

Vestían trajes repletos de indumentarias, fornidos y grandes como gorilas, ropa algo holgada de un color negro mate, con las siglas de la unidad en su espalda, siempre con máscaras especiales las cuales cubrían completamente su cabeza y estaban armados hasta los dientes. Normalmente eran buenas personas, pero siempre estaban los típicos soldados estúpidos, que se creían muy hombres al meterse con los más débiles, y con los cuales yo siempre tenía problemas, hasta casi llegar al punto de lanzarles uno que otro golpe, pero aparte de las cosas malas que tenía ese lugar, era mi hogar y éramos relativamente felices, hasta que por una apuesta con mi mejor amiga crucé una línea de atrevimiento, que no debía haber cruzado.

Un día jugando cartas, perdí una apuesta y debía subirme en el próximo convoy que saliera a la superficie, para luego regresar sin ser descubierta. Una prueba bastante difícil, pero ya llevaba años queriendo saber que había allá afuera después de la expansión, así que no me negué.

—El próximo convoy llegará mañana así que hay que estar preparadas, ellos regularmente tardan dos días en regresar, por lo tanto estaré cerca de dos o tres días en la superficie. Necesitaré un filtro nuevo para mí máscara, por si ocurre algún problema y no puedo pedírselos a nuestros padres, porque me preguntaran ¿para qué? y si no tengo una respuesta convincente, me meteré en problemas —expliqué mientras agitaba un poco mis manos—. Pero tú tienes contacto con el vendedor de filtros, así que puedes arreglar eso para que te regale uno, ya que ustedes son amigos.

—Yo puedo conseguírtelo Raisa, pero de todas maneras ya estarás metida en problemas más grandes si te descubren, recuerda que la pena por desobedecer las órdenes, se pagan con la muerte o el exilio al exterior y sinceramente, no sé qué es peor. —Fue lo que ella dijo antes de hacer una expresión algo singular, llena de preocupación y un rastro de agonía.

Ella era Yuna, mi mejor amiga y hermana adoptiva, ella y yo nos conocíamos desde la infancia, jugábamos juntas casi todos los días, mucho antes de que ocurriera La Expansión, sus padres murieron cuando ella tenía cinco años, así que mis padres como acto de buena fe decidieron adoptarla. Era una chica de piel clara, ojos color esmeralda y cabello castaño, bastante tímida en cuanto a su cuerpo y su personalidad.

Normalmente antes de cometer una de mis intrépidas, pero estúpidas locuras, lo consultaba con primero con Yuna, ya que ella era como la voz de la razón en mi cabeza, cosa que yo no tenía y claro obviamente, ella veía todas mis aventuras como algo malo y tomaba extremas precauciones, pero gracias a sus precauciones me salvé muchas veces de caer en problemas serios. Destacando el hecho, de que ella tenía solo quince años y aun así, solucionaba mis problemas.

Estábamos teniendo una conversación, escondidas en uno de los callejones más alejados de toda la ciudad, uno casi en completa oscuridad, repleto de lodo bajo nuestros pies y con un olor más que nauseabundo.

—Tú solo consígueme eso, yo me encargo del resto, además hay que vivir la vida al máximo si no, no tendremos nada interesante que contarle a nuestros nietos cuando seamos viejas. —exclamé con una sonría amable y un tanto alegre.

—¡Pero si te mueres no tendrás nietos, ni llegaras a vieja, ni nada, solo serás una niña tonta que murió por no hacerle caso a su hermana, la cual es la única que tiene sentido común de las dos, ya que por lo visto tú careces completamente de este! —gritó esta con algo de furia y rabia.

Estaba roja, como un tomate a punto de estallar, mientras apretaba sus puños con fuerza, de su cuello aparecieron venas como si se tratara de algún fisiculturista. Parecía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento, nunca antes había visto a Yuna tan molesta, esta era la primera vez que se exaltaba tanto con algo que yo le decía, pero a pesar de lo grave de su expresión, no podía tomarla en serio, así que después de unos largos siete segundos solté una enorme carcajada, la cual retumbó por todo el callejón, a lo cual ella me respondió suavizando su expresión un poco.

—No es justo Raisa, nunca me tomas en serio, estaba hablando con severidad ¿oíste?, ya deja de reírte, no es gracioso. —Mi risa no paraba mientras veía como Yuna, intentaba desesperada decir algo para callarme, pero era interrumpida por mis carcajadas las cuales aumentaban y se hacían cada vez más intensas, al punto de casi ahogarme con mi propia saliva.

Al final se rindió soltando un suave suspiro y comenzó a reírse conmigo, al darse cuenta que nada de lo que dijera me haría cambiar de parecer.

—Vamos hermana, sabes que siempre te hago caso, bueno al menos el noventa por ciento de las veces, pero esto es algo que debo hacer, primero porqué perdí la apuesta cuando jugábamos cartas y segundo porque mi sueño siempre ha sido subir a la superficie de nuevo —Le expliqué mientras le daba una ligera sonrisa—. Sé que me entiendes, pues tú también deseas ver la superficie ¿no es así?

La expresión de Yuna cambió, transformándose en una algo avergonzada a su vez que sus grandes mejillas se sonrojaban con rapidez.

—Sí, no puedo negarlo Raisa, yo deseo con muchas fuerzas volver a la superficie, a la vida que teníamos antes de que todo esto ocurriera. —aclaró con cierta melancolía en su voz.

—Que bien que seas sincera, pero te jodes, yo perdí la apuesta y debo subir, además da gracias de que no perdiste tú, ya que pensaba hacerte comer mierda de gato como castigo. —revelé mostrando una amplia sonrisa a su vez que sacaba mi lengua.

—¡¿Qué?! ¿Cómo que mierda de gato? Raisa estás mal de la cabeza en serio.

—Y eso lo dice la persona que mandó a su hermana mayor a la superficie, menuda doble moral tienes enana. —contesté mientras la miraba con incredulidad, pues me gustaba molestarla bastante, su expresión era siempre adorable sin importar su estado de ánimo.

Ciertamente yo siempre me creí una chica extrema y audaz, sin miedo a nada y capaz de todo, pero aún no sabía la cuerda que me estaba atando al cuello, no sabía que esa decisión acabaría con mi vida "normal", digo, esa vida de mierda era mejor que la que tengo ahora.

Jan. 30, 2018, 2:47 a.m. 0 Report Embed Follow story
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Meet the author

Alex Disel Solo soy una persona que le gusta escribir historias, quiero llegar a ser uno de los grandes, formar parte de la élite literaria, mi inspiración fue la grandiosa Ann Aguirre escritora de la famosa trilogia Razorland. Me considero mejor que muchos escritores o escritoras en esta comunidad y no es arrogancia es saber la capacidad que tienes para avanzar, mientras la mayoría tiene limites a los que puede llegar, yo no los tengo.

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