Las calles estaban abarrotadas de gente que fluía como las aguas de los ríos torrenciales. Una corriente humana de idas y venidas cuyo ritmo se volvía uniforme si pasabas el suficiente tiempo quieto observando. Yo trataba de llevar mi propio ritmo, tomarme mi tiempo; sin embargo sentía que de aquella manera entorpecía el paso de más de una carrera frenética, asi que acababa aligerando las piernas para ir más rápido. Nunca me había gustado la gran ciudad. Había algo en los sonidos de los coches, las voces de la gente al pasar y hasta el propio aire que me generaba cierta ansiedad. Pero no era como si tuviera una ruta alternativa disponible. La universidad se encontraba en el corazón de una de las poblaciones mas grandes del país y por supuesto no quería llegar tarde a mi primer día de clase.
Llegué a la puerta a duras penas. La entrada estuvo colapsada durante un buen rato, con gente perdida como yo buscando su lugar. Por suerte la clase aun no estaba llena del todo y me alegré cuando vi disponible un sitio en lo alto de la sala, lo que venía a ser el fondo del todo. De pronto todo el mundo se sentó cuando la puerta se cerró tras un hombre entrado en años con pelo canoso y gafas pequeñas. Genial, hasta ahora se cumplían todos los estereotipos. El silencio invadió la clase, el hombre escribió un nombre en la pizarra y comenzó a leer uno de los libros que traía consigo. Yo suspiré a la vez que abría el mío y tomaba uno de mis lápices afilados. Así comencé el que sería uno de los muchos días en aquel lugar al que sabía que acabaría yendo desde que tenía uso de memoria. En algún momento miré por la ventana buscando una distracción. La hora y media se me estaba haciendo eterna y el árbol que se encontraba fuera estaba en todo su esplendor, verde, frondoso. Me pregunté cuánto tiempo llevaría allí plantado, si alguien lo había puesto por alguna razón. Sería una buena forma de poder escalar hacia abajo por la ventana agarrándome de sus ramas. Estaba a la distancia perfecta y se veía lo suficientemente robusto como para no romperse.
Volví a suspirar; qué pensamiento tan ridículo. Por qué querría escapar del sitio en el que tanto me había costado entrar después de años de estudio y exámenes, de memorización, sudor y lágrimas. Sonaba absurdo. Mis padres se llevarían un disgusto tremendo, sobretodo considerando el dinero que habían gastado en mi educación. No, estaba justo donde debía estar. En el camino correcto hacia mi futuro. En unos años terminaría la carrera y podría dedicarme a investigar, lo que realmente quería. Encontraría un buen trabajo, ahorraría y podría ser independiente de mis padres. Mi propio piso, mi propio trabajo, mi propia vida. Este era el paso final, solo faltaba un último empujón.
La clase terminó para mi asombro justo cuando había logrado distraerme en mis pensamientos. Sin embargo en seguida apareció otro profesor de aspecto similar al anterior borrando la pizarra y escribiendo sobre ella. Me volví a sentar resignada abriendo otro cuaderno en blanco que traía en mi mochila. Cuatro años más, solo cuatro más. Y podría ser quien yo quisiera. Nadie controlaría lo que hago ni cómo lo hago. Volví a mirar por la ventana, directa al árbol. Por alguna razón me vi a mí misma como aquel árbol, tratando de crecer hacia el cielo en un amago de escapar volando cual pájaro. Pero las raíces lo ataban al suelo y cuanto más tiempo pasaba más profundas se enterraban. Mis raíces eran invisibles por supuesto, aunque las tenía. Algo en mi interior me decía que yo tampoco podría volar por mucho que quisiera, pues el tiempo también jugaba en mi contra.
Aun así lo intentaría, lograría mi ansiada libertad. No había nada ni nadie que me lo pudiera impedir cuando terminara la carrera. En mi inocencia de juventud no sabía lo que me esperaba, lo mucho que cambiaría mi vida después de aquel momento. Y el poco control que tendría sobre ella a partir de entonces.
Jildihar es un mundo que pertenece a un universo alternativo. Su sociedad se asimila a la Edad Media/Renacimiento. Algunos estados son más avanzados tecnológicamente que otros, siendo decisión propia el aplicar los conocimientos que poseen y que les pueden hacer mejorar. La fauna, climatología, especies y desarrollo cultural son prácticamente iguales, con la diferencia de que tiene tres lunas que giran a su alrededor y un sol que les ilumina durante el día. También poseen sus propias lenguas, estratos sociales y criaturas características. La historia conocida por la raza principal, los balianos, se remonta a unos 16.000 años de antigüedad. Read more about Jildihar.
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