simone-mascardi Simone Mascardi

Una historìa de desesperciòn juvenil, que se mueve entre presente y pasado, con hechos que se mueven en el tiempo para informar que las emociones humanas como amor, miedo, desilusion no cambian nunca en las almas de los hombres


Drama All public.

#Simone Mascardi; fantastico; drama; joventud
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El primer dìa de primavera

Pues, ésta es la historia1: estamos allí yo, Enrico, el Frá y el Giá, sentados en una escalera justo enfrente de la entrada de la disco “Duplé”, Frá enciende un cigarrillo, tira 2 bocanadas y lo tira al suelo, justo delante del Giá, que empieza a toser y a decir:”Me cago en tu puta madre y en todos los jodidos fumadores...” pero el Frá le dice:”Cállate ya, coño2” y Enrico ríe y dice que parecen una pareja de maricones que pelean para que uno de los 2 no fume en la cama, y yo también rio pero veo una tía que está buenísima y me fijo en ella y Enrico sigue mi mirada y ve también la tía buena y dice.”Joder, que maciza”, pero el Giá y el Frá no le escuchan y siguen discutiendo por culpa del cigarrillo, y el Frá dice:”Y a ti que más te da, acabamos de salir de un sitio que está lleno de humo” y el Giá contesta:”Pero coño, por lo menos déjame respirar al aire libre “y Enrico comenta:”¿Qué os dije? Maricas3, pelean para una chorrada en lugar de fijarse en las tías”, y yo sigo mirando a la tía buena, una rubia de metro y ochenta con una minifalda de infarto, pero entra en un coche, un porsche que te cagas y el Frá dice:”Mirad vuestra tía buena, esa te la follas sólo si tienes pasta”, y Enrico le contesta:”No digas chorradas, ¡si acaba de salir de un sitio cutre como éste! Esa es una que presume ser la reina de la fiesta, y después viene en este cuchitril a ver si da el braguetazo”, pero yo no lo escucho y intento imaginarme como sería follarse una tía así, en una habitación de lujo con mantas de seda y una botella de champan, pero el Frá se levanta y dice:”Estoy hasta los huevos de mirar las tías y de no ligar! Anda, para dentro y a ver si esta noche no tengo que cascarme otra paja”, y los 3 se levantan y Enrico me mira, y me dice:”Venga, Simone, muévete, a ver si conseguimos algo bueno” y yo le digo que sí, ahora voy, pero mi mente sigue pensando cómo sería ligar con una chica guapa, y llevarla un sitio bonito, no a esta cutre disco perdida entre los montes, en un entorno frío y inhóspito, donde sólo ves yonquis y alcohólicos y nunca consigues ligar con una tía normal, no pido mucho, una chavala de mi edad y ya está, te llevo a cenar , te llevo a bailar y después vamos con el coche hasta la playa y allí hacemos el amor y al final cuando la llevo de vuelta a su casa bajo la ventanilla y ella me dice dulcemente:”Te quiero” y me besa en la boca, pero aquí estoy, tengo 23 años, no tengo novia, aún vivo con mis padres y estoy tan lleno de alcohol que si me encienden un fósforo enfrente de la boca voy a estallar, pero Enrico me llama y me dice:”Todo bien?” y le contesto que sí, todo bien, y él dice:”Pues vamos , El Giá dio con el tío de las pastillas y hay que pagarlo” y me pone su mano en la espalda y dice:”Y verás que después todo irá mejor, apuestas a que esta noche ligamos?”, y yo le digo que sí, a lo largo de la noche sólo he dicho que sí y que sí, parezco un mono descerebrado, monosílabos y ya está, me pregunto porque me costará tanto hablar con la gente pero el Giá me da en la mano una pastillita roja, me la trago y digo:”Sí, ahora todo irá mejor”. Antes de entrar en la disco, noto como afuera hace bastante calor; después me acuerdo de que hoy es el 31 de marzo, el primer día de primavera.

Las personas esperaban en la entrada de la cueva a que el Gran Hechicero saliera, con los vaticinios para el próximo año. Tamir estaba entre la muchedumbre, pero empezaba a ser escéptico acerca de las capacidades del Gran Hechicero. El año anterior éste había previsto que iba a ser una época dorada para la ciudad, pero hubo esa maldita epidemia que mató casi la población, incluido el hermano de Tamir. El difunto hermano de Tamir, Alek, siempre había hecho los sacrificios, siempre había rezado a los dioses, y nunca había cometido actos blasfemos .Pues ¿por qué había muerto? El Gran Hechicero le había explicado que a veces los dioses se llevaban a los mejores hombres, para tenerles a su proprio lado en el Reino de los Cielo. Pero Alek tenía 25 años, era un chaval tímido y educado, nunca había tocado un arma, luchado con otro hombre, peleado. ¿No era mejor que siguiera en la Tierra, para trabajar duro, tener una familia, engendrar hijos? Tamir no había dicho nada de todo esto al Gran Hechicero, porque éste hubiera podido marcarle como herético, y la punición para la herejía era la muerte por lapidación.
La muchedumbre empezó a gritar en cuanto el Gran Hechicero salió de la cueva con su túnica negra, el bastón sagrado y el gorro ceremonial, donde hacía buena muestra de sí el cráneo del anterior Gran Hechicero. Empezó a contar algo de una guerra que se acercaba, y de que los Dioses le habían dicho que el pueblo tendría que sufrir un poco más, pero al final ganaría y la ciudad prosperaría durante 100 años seguidos, pero Tamir no le hizo caso, porque en su mente sólo había la imagen de Alek, su joven hermano muerto por los caprichos de unos dioses lejanos y misteriosos
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*******

Dentro de la disco la música es alucinante, las luces demasiado fuertes, la gente mucha y todo el mundo baila locamente. Yo bailo un rato, después paro, después vuelvo a bailar, y mi corazón late muy fuerte y la cabeza es muy ligera, y me siento feliz. Me acerco a una chica y le hablo, mi aspecto es el de un pringado bajo, con gafas y feo, pero en este momento mi cuerpo no me pertenece, ahora sólo mi mente importa, y mi mente en este momento es un río, un océano de emociones y deseos que desbordan, y hablo y hablo, realmente no sé ni si me gusta esta chica, pero está allí y huele bien y el contacto con su cuerpo me excita y le tomo la mano y le digo:”Anda, vamos a bailar”. Bailamos muy juntos, su cuerpo roza el mío, y me pongo más excitado cada momento que pasa.
Me acerco a ella y la beso, ella me besa a mí y yo huelo un olor muy fuerte a cerveza, pero en ese momento no es desagradable. La llevo conmigo fuera de la disco, vamos a mi coche, pongo la música a todo volumen y conduzco hasta un descampado, allí follamos y después de vuelta a la disco, ella se va con sus amigas y yo busco a Enrico y los demás. No le pregunté el nombre, y ella no me preguntó el mío. No hemos hecho el amor, pienso; ha sido más bien un acto puramente físico, sin sentimientos ni emociones. En ese momento, me viene a la mente un libro que había leído unos meses antes. El libro se llama “Crash4, y cuenta de como en un futuro ni demasiado lejano el mundo es una inmensa carretera llena de coche perenemente parados en un atasco interminable: ya no hay parques, ni arboles, ni campos, sólo una inmensa autopista que parece no terminar nunca. El protagonista, insatisfecho con su vida y con el sexo, descubre una nueva forma de placer arriesgando su vida en los choques de auto. Encontré asombrosa la comparación entre el acto sexual sin amor y un accidente entre 2 coches: en ambos casos, dos cuerpos sólidos se encuentran, penetran el uno en el otro, causando algo intenso y único. El protagonista, guiado por un tal Vaughan, el “profeta” de esta nueva visión de la sexualidad como acto simbólico de la penetración de cuerpos y metal, empieza a recorrer las carreteras buscando accidente intencionados, y llegando al orgasmo sólo en el momento en que su coche se empotra contra otro: es un orgasmo frío, mecánico, un himno a una nueva sexualidad que se conforma a ese mundo donde lo natural ha desaparecido, y queda sólo el frío del hormigón y de los edificios. Vaughan va demasiado lejos, y se mata intentando empotrarse contra la limusina de una famosa actriz que le gustaba, en un intento extremo de demostrar que el amor, el sexo y los choques de auto son simplemente una variación del mismo concepto abstracto: el encuentro de dos cuerpos sólidos que buscan la penetración, la fusión, la intensidad de un momento único seguido por el silencio.
Esa noche, en esa disco pienso en esto, y pienso que con esa chica hice algo muy parecido a lo que tanto gustaba a Vaughan y al protagonista del libro de Ballard: sexo sin amor, orgasmo sin pasión, penetración en el cuerpo de una mujer sin llegar ni a lo lejos a rozar su alma, sus sentimientos, su verdadero ser. En esa autopista que es el mundo moderno, me pregunto, tal vez ya no exista espacio para el amor. Pensamientos raros, que me dan una risa tonta...

Para celebrar las predicciones para el año nuevo, se organizó una gran fiesta en el pueblo. La guerra que se acercaba ensombrecía un poco los ánimos de la gente, pero el Gran Hechicero había dicho que esa noche todo el mundo tenía que disfrutar de la vida, para reforzarse antes de los tiempos difíciles que acechaban a la pequeña ciudad.
Tamir se quedó a un lado, sin comer ni beber nada. Se sentía cansado, cansado de ver como los habitantes del pueblo se dejaban guiar por las predicciones de un viejo hechicero loco. Era verdad que habían tenido problemas con los habitantes del otro pueblo que surgía cerca del mar, pero de momento nada dejaba prever una guerra...siempre que no fueran ellos, los paisanos de Tamir a empezarla. Y él estaba seguro de que la empezarían, y todo esto sólo para satisfacer a los deseos de los dioses.
Aguira, una chica de figura esbelta y cabello rubio se le acercó: olía a cerveza, y estaba claramente borracha. Se agarró a Tamir, y él no pudo resistir a la tentación, y se la llevó a un pajar cercano, y allí le hizo el amor. Pero cuando acabó, no se sintió mejor: se sentía más vacio, triste y solo que antes. Dijo esto a Aguira, pero la chica le reprochó de no segundar la voluntad de los dioses celebrando la fiesta como era debido, y volvió corriendo a bailar locamente cerca de la gran hoguera que habían encendido en la plaza principal del pueblo. Tamir, la vio alejarse, y pensó que por lo menos gracias a los dioses esa noche había hecho el amor. Pensamientos raros, que le dieron una risa tonta....

*******


Enrico ha desaparecido, imagino que se fue con alguna tía al descampado, el Frá y el Giá están sentados y miran a las tías bailar y siguen dándole a la vodka, yo me siento y dejo que el placer de la droga y del alcohol invada mi cuerpo, son las 4 de la madrugada y ya tengo los deberes hechos, y no tiene sentido pensar en los problemas del día a día: la universidad que va mal, el dinero que no está, las mujeres que no fijan en mí aparte de cuando están borrachas y sobretodo la relación con mis padres. Tengo que vivir con ellos porque sin pasta no sabría adonde ir, pero al mismo tiempo los detesto de todo corazón. Pero, qué coño, a la mierda todo, a la mierda el amor, el futuro, la esperanza, aquí no hay espacio para esto, aquí lo que hay que hacer es cerrar los ojos y disfrutar, y el lunes otra vez a huir de los fantasmas de mi mente y del fracaso de una vida que no acaba de despegar: pero hasta el lunes sólo habrá paz y olvido.
Enrico vuelve, le preguntamos qué tal y nos contesta que la chavala no estaba mal. Frá le pide:”Como se llamaba” y Enrico dice:”Ni puta idea” y empezamos a reír, excepto el Giá que se levanta con la mirada seria y dice:”A la mierda, otra noche sin mojar” y va al servicio. Nosotros 3 le miramos, y Enrico dice:” ¡Joder, que pesado el tío! ¡Que bebiera menos y entintara ligar más! ¿Tú estuviste con él: se acercó acaso a alguna chica?”. El Frá contesta:”qué va, ya sabes: beber y quejarse”, y Enrico nos mira y nos dice:”A ver, hay que hacer que el pobre Giá folle. ¿Le llevamos de putas?”. Estoy tan salido que digo que para mí está bien, así deja de quejarse. Cada uno de nosotros pone 20 euros, ¡y ya tenemos el regalo para nuestro amigo!

Tamir volvió a la plaza central, y allí vio a sus amigos, Makir el herrero, Faray el carpintero y Sulik, el hijo del jefe del pueblo, que no trabajaba ya que su familia era la más rica de la aldea. Tamir vio que los tres hablaban animadamente, y se unió a la conversación. Resultó que Makir se había enamorado de una chica del pueblo del mar, Alathea, y le había dejado embarazada. Cuando los padres de ella descubrirían lo que había hecho la hija, empezarían los problemas. La única solución, le comentó Makir, era casarse con ella en secreto; esto lo arreglaría todo. Sulik dijo que si esto era lo que había que hacer, pues podían aprovechar de esa noche para ir hasta el mar y convencer a la chica a seguirles. Sulik sabía que esa noche también en el otro pueblo se estaba celebrando una gran fiesta, y ¿qué mejor ocasión que ésta, cuando todo el mundo estaría borracho?


*******

Cuando el Giá vuelve, le llevamos al coche y le obligamos a salir, a pesar de sus quejas. El coche es un Panda Young, un cacharro que mis padres me compraron para que estuviera a tono con mi aspecto de pringado. Es de color rojo, pequeño, el típico coche donde una tía como la que vi antes afuera ni se atreve a salir. Pero si uno nace desgraciado seguirá siendo un desgraciado toda la vida, ésta es la única cosa cierta en la vida, y al fin y al cabo tengo el coche que merezco, pero otra vez me doy cuenta de que estoy poniéndome deprimido y no es el momento, sería una lástima desperdiciar tanta droga y tanto alcohol, pues doy otro trago a la botella y enciendo el coche. A mí lado se sienta Enrico, y detrás el Frá y el Giá, éste último que sigue preguntándonos donde vamos, pero Enrico le dice:”Cállate ya, ahora vas a ver” y el Giá se calla y se enciende un cigarro, pero el Frá dice que no puede fumar allí y empiezan otra vez a pelear. Yo no los escucho, enciendo el motor y empiezo a conducir despacio. Soy muy bueno a conducir cuando estoy mamao, por esto mis amigos confían en mí. Me pongo tranquilamente en el carril derecho, más a la derecha que puedo, y nunca supero los 50 Km por hora. Mi coche, pequeño y inofensivo, pasa desapercibido a los controles de la policía: hasta el momento, nunca nos han parado de vuelta después una noche de borrachera. Pienso que será porque cuando la guardia civil ve quien conduce pensará que un tío con gafas y cara de pringado no puede ser un peligro. Si tuviera un coche más grande, sí que sería un blanco para los controles de policía. ¿Pero quién se fija en mí? Ni la policía, y me pregunto si la chica con la que acabo de hacer el amor (¿Cómo se llamaba? ¿Corina?¿Giovanna? Intento recordarme pero no puedo) se habrá fijado en mí, o si para ella mi presencia no ha sido algo importante, sólo una imagen borrosa en un sueno de alcohol y drogas. Pero....¡ya está bien! Nada de pensamientos negativos, no ahora, no aquí, no con una botella de vodka en mi regazo, droga en mis venas y alcohol en mi sangre! Ahora hay que ser felices y divertirse, desconectar de toda la mierda que es mi vida, y pensar en la calle, centrarme en conducir bien y ya está. Mañana (o el lunes, cuando me pasará la resaca) ya habrá tiempo para la depresión, pero ahora no. A mí lado, Enrico cuenta como se ha ligado la tía que acaba de tirarse, atrás el Giá y el Frá le miran con admiración, yo como siempre no hablo y de vez en cuando digo sí, claro que sí, así se hace. En el espejo retrovisor, veo por un instante la silueta de una persona: está lejas, al borde de la carretera, tal vez sea un autostopista que espera que alguien le recoja. No lo veo bien, pero por un instante siento como un sentimiento de solidaridad con ese autostopista solitario: los dos somos dos almas perdidas en la noche, dos náufragos en un mundo oscuro de soledad. Pero ahora no puedo parar, y me alejo rápido de él, de los pensamientos que me trae: en este momento, estoy a salvo en mi mundo de droga alcohol. “¡Qué te den!”Digo en voz baja. Enrico me escucha y dice:” ¡Así Simone, que le den por culo a todos esos hijos de puta!” y no sé muy bien a quien se refiere, pero no se lo pregunto: al fin y al cabo, me da igual; en ese momento, todo me da igual.

Mientras caminaban hacía el otro pueblo, cabalgando rápidos, Tamir pensó en Amira. ¿Por qué había querido acostarse justo con él? En el pueblo había muchos chicos solteros, con más dinero y trabajos mejores que el de Tamir. Bueno, ser el jefe de los cazadores era un cargo importante, pero pocas chicas querían casarse con los cazadores. Las probabilidades de quedarse viudas eran muy altas, porque en caso de guerra los cazadores tenían que enfrentarse a los enemigos juntos con los pocos soldados de profesión que había en el pueblo. Tal vez, en el éxtasis de la fiesta, Amira quiso olvidarse por un instante del mundo real, y soñar que Tamir era su prometido, y que pronto se casarían, y tendrían hijos y una casa para ellos. Tonterías, sueños de borracho. Todo el mundo sabía que Amira se casaría con Guimar, el hijo del usurero, y así dos de las familias más ricas del pueblo se unirían y podrían derrotar al padre de Sulik y hacerse con el alcaldía del pueblo.
Mientras cabalgaban, Sulik, erguido en su esplendido semental vestido con una larga gualdrapa de seda roja, contaba a los demás como esa noche se había acostado con dos chicas distintas, y estaba dando todos los detalles. Faray le escuchaba mirándole con admiración, mientras Makir estaba callado, pensado seguramente a la chica que le esperaba. De repente, Tamir se paró y bajó del caballo. Se quedó parado al borde de la carretera, porque vio algo raro e inesperado: dos luces fuertes y cegadoras que se dirigían veloces hacia él. Tamir se quedó boquiabierto, porque nunca había visto algo parecido; y lo más increíble de todo, era que sus compañeros no parecían haber visto esas luces mágicas y misteriosas, y seguían cabalgando tranquilamente. Tan rápido como habían aparecido las luces se fueron, y Tamir se dijo que seguro había tenido una alucinación; no había otra explicación, ya que no había tocado ni una gota de alcohol y no estaba borracho.
Tamir volvió a montar su caballo y siguió el rastro de sus compañeros, pero su mente y sus ojos volvían una y otra vez a ver esas luces misteriosas; y lo más raros de todo, era que cada vez que pensaba en ellas le entraba una súbita tristeza.


*******

Mientras conduzco, tengo un recuerdo súbito, como se alguien se hubiera metido en mí cabeza. Recuerdo el día de mi primera borrachera, cuando conocí a Enrico, Frá y el Giá, en la playa de Marina de Massa. Ese día caminaba sólo por la playa, mirando el horizonte lejano y con la mente perdida detrás de mil pensamientos confusos y contradictorios: pensaba en el futuro, en la muerte, en lo que había hecho hasta entonces(poco), en lo que iba a hacer de mi vida, en las mujeres que había amado (pocas), en las que me habría gustado amar (muchas, y muchas imaginarias), cuando de repente di con estos 3 chicos que estaban allí sentados en la arena, pasándose una botella de vodka. “¿Hey, tienes un cigarro?” me preguntó uno de ellos, y yo le contesté que no, que lo sentía. Otro me dijo que no tenía porque sentirlo, mejor para mí que no fumara, y otro que no le hiciera caso, que el Giá siempre está tocando los huevos con esto del humo, si le gustaba tanto cuidarse que no bebiera tanto y que no se hiciera tantas pajas. Los 3 rieron, y yo reí también, pero al mismo tiempo empecé a ponerme nervioso. Me daba pánico la gente. Era muy tímido, y hablar con alguien me ponía en dificultad. Pero ellos parecían no notarlo, y entre una broma y otra se dirigían a mí, me hacían preguntas, y finalmente me indicaron la botella y me preguntaron si quería un trago. Yo nunca había tocado el alcohol hasta entonces. Nunca en mi vida, ni un trago de cava por Navidad. Pero en ese instante me pareció falta de educación decirle que no, y cogí la botella y di un trago largo y de pronto me pareció como si los pulmones se quemaran, el corazón se parara y el estomago estallara como una bomba. Empecé a toser y sentí nausea, pero uno de eso chicos de levantó y me preguntó:” ¿Todo bien? Es una mierda de licor, lo reconozco, pero es barato. Anda, siéntate y verás que te pasa”. Me senté, dolido, con nausea, y miré al mar lejano intentando tranquilizarme. El dolor pasó enseguida, y en su lugar apareció una sensación de bienestar como nunca había probado antes. Mi mente se vació, mi cerebro pareció ligero como el aire, y empecé a charlar y charlar, nunca lo había hecho ante, y los chico se rieron de mis chistes y me pasaron otra vez la botella y alá, otro trago! La tarde pasó rápida, y cuando empezó a anochecer y uno de los chicos dijo “Tengo que irme, mañana aquí a las 3, y te toca pagar a ti, Enrico”. Yo contesté:”¡No, mañana invito yo!”. Fui el primero en quedar sorprendido de esta respuesta, pero me contestaron:”Vale, pues a las 3 y recuerda, vodka Smirnoff, por favor, no esta mierda del Carrefour que acaba de comprar el Frá!”. Vi alejarse a mis nuevos amigos, feliz por haber conocido por fin nueva gente, después de varios meses hablando y viviendo prácticamente sólo. Ya estaba anocheciendo, y con dificultad conseguí incorporarme, pero, por primera vez en mi vida, el atardecer no me parecía tan oscuro.


El cielo estaba lleno de estrellas, y Tamir recordó la primera vez que había ido al templo con su padre, hacía más de 10 años. Su padre durante el camino que separaba su casa del templo sagrado le había dado consejos sobre como portarse delante del Gran Hechicero, y le recomendó hablar lo menos posible y contestar rápido a las preguntas.

Al entrar al templo, que no era nada más que una cueva donde el Gran Hechicero había montado un altar y adornado las paredes con dibujos raros y pieles de animales muertos, Tamir había visto que no estaría solo durante esta primera charla con el Gran Hechicero: allí estaban también Marek, Sulik y Faray, los chicos que estaban destinados a convertirse en sus mejores amigos, que en aquel entonces sólo eran tres chavales como él asustados por esta primera visita a un lugar tan importante.
La aparición del Gran Hechicero les dio un susto. Era muy anciano, y tenía la cara llena de arrugas, y cada arruga era un sendero esculpido por el tiempo en ese rostro impasible. Estaba tan delgado que se parecía a un esqueleto, y la calavera que llevaba en su gorro ritual sólo sirvió para aumentar el miedo que los 4 chavales tenían hacia esa persona, mística y espantosa al mismo tiempo. Pero en cuanto el Gran Hechicero empezó a hablar de los dioses, de sus poderes extraordinarios, de como vigilaban el pueblo y protegían la vida de sus habitantes, los 4 niños que se estaban convirtiendo en hombres quedaron atrapado por la fascinación de esas historias mitológicas. Escucharon como Mulamai, el Dios Supremo, llegó un día a la Tierra, y forjó todo objeto inanimado: los verdes bosques y los negros abismos, el mar azul y el Sol resplandecientes, los prados llenos de flores y los áridos desiertos. El Gran Mulamai contempló su creación, y complacido consigo mismo volvió al Reino Celestial. Pero su hijo, Bartabamak, vino a escondidas al mundo que su padre acababa de crear, y para desafiar al progenitor creó los seres vivientes, y estos se esparcieron por todo el globo y destruyeron los prados, quemaron los bosques y se dedicaron a actos tan blasfemos como luchar entre ellos y ensuciar con la sangre ese mundo tan perfecto que Mulamai había creado .Lleno de ira, el Dios Supremo relegó a su hijo en el Reino del Inframundo, donde estaban los Demonios que hace muchísimos años Mulamai había echado del Reino Celestial, y decidió borrar para siempre las criaturas engendrada por el hijo. Pero cuando se paró y contempló lo que estaban haciendo los seres humanos, vio que estos no conocían sólo el Mal: había también amor y paz, poesía y arte, orden y ciencia. Mulamai entendió entonces que había sido injusto a la hora de punir el hijo, y lo libró del Inframundo y le permitió volver a su lado en el Reino Celestial; después reunió a todos los Dioses y encomendó a cada uno la protección de alguna parte de la Tierra. Y fue así que los Dioses bajaron a la Tierra, y desde entonces velaban sobre el mar y los montes, las ciudades y las calles, los animales y los seres humanos. Y siguió hablando así durante horas enteras.

Cuando los 4 chicos salieron, ya estaba anocheciendo. Tarim miró al Sol que se escondía despacio detrás del horizonte, y nunca un atardecer le pareció más radioso.


*******

Estamos en el descampado de las putas, un vertedero que huele a mierda y orina, pero tengo tanta drogas en cuerpo que ya no percibo los olores. Yo, Enrico y el Frá estamos sentados en el suelo, apoyados al coche, mientras el Giá se lo ha llevado una puta de unos 30 anos, alta y delgada, no me fijé demasiado en ella pero el Giá dijo que quería ésa y le hemos dado el dinero y ahora esperamos a que vuelva, no sabemos cuánto tardará porque con todo lo que tiene en cuerpo dudo mucho que se le ponga dura. Sentados en ese estercolero veo coches que se paran, y otras putas se acercan y hablan con los conductores, unos se van pero muchos abren las puertas y dejan salir a las chicas, y después al descampado a follar. Me pregunto porque esas chicas estarán allí, si el sueño de esas mujeres era terminar siendo usadas como objetos por un grupo de tíos borrachos y presumidos, pero enseguida otro pensamiento me entra en la cabeza y me pregunto si yo quisiera estar allí, bebiendo vodka a las 5 de la madrugada con Enrico a mi lado que habla de sus aventuras y el Frá que le escucha en silencio, tengo el estomago lleno de alcohol y las venas llenas de droga y me doy asco por estar tan petao, pero cuando el Frá me da otra pastilla digo “por qué no?” y me la trago, y me pregunto que espero que hagan estas putas pastillas, ¿tal vez borrar mis recuerdos? Si pudiera elegir un recuerdo de mi pasado que borrar, no tendría duda en cancelar todos recuerdos sobre mis padres. ¡Cuánto odio esa pareja de viejos chiflado que me trajeron a este mundo!¿ Por qué tuvieron que engendrarme? Por qué me hicieron el don de la vida? Recuerdo una obra de teatro de un autor italiano5 que me gusta mucho, la obra se llama “Ambleto”, es una versión moderna del clásico de Shakespeare. Hay un monologo del protagonista que me encanta. Es el lamento fúnebre del protagonista, Ambleto, un Hamlet moderno campechano y algo vulgar, durante el funeral del padre recién fallecido. Dice:“Padre, a lo largo de tu vida nunca estuviste orgulloso de mí, siempre me odiaste por lo débil que soy...Padre, tú me diste la vida, pero, a ti, ¿quién te lo había pedido? ¿Quién? Yo no, ¿para qué? Para ser así, más raro que uno de esos monstruos que se exhiben en las ferias, que tienen 2 cabezas y si le dices que bailen bailan para que la gente se ría de ellos y les tiren monedas...Tú me engendraste, pero incompleto. Yo soy el Am sin el Bleto, el todo sin una parte...”. Estas frases siempre me vienen a la mente en momentos como estos. ¿Por qué tuve que nacer? ¿Y por qué mis padres me odian tanto? Yo no pedí nacer, fue decisión de ellos; me hacen el don de la vida, y después no me enseñan como se utiliza... pensamientos raros otra vez, chorradas de borracho que vuelven a darme una risa tonta.
La pastilla hace efecto, y el cerebro se tranquiliza, y la depresión pasa de golpe y me quedo mirando al vacío. El Frá empieza a hablar:”Ostras, mañana es mi cumple, ¿los sabíais? Cumplo 22 anos. No lo quiero celebrar, no celebro mi cumpleaños desde que tenía 14 anos. Ese día mis padres me regalaron un perrito, un cachorro tan mono que me enamoré de él nada más verle. Tenía novia en aquel entonces. Crecimos el cachorro junto, mi novia y yo, pero un día ella me deja y desde entonces tengo que cuidar yo del cachorro, pero un día me despisto y el cachorro cruza la calle y un camión lo atropella. Y yo estoy allí llorando, y mi padre me ve llorar en la calle y me pilla y me dice que me vaya a casa y no llores como un mariquitas. ¡Desde ese día mi padre ya no me respeta! Y no he vuelto a tener novia... ¡ni un cachorro! ¡No tengo ni un jodido perro que me haga compañía!” y empieza a llorar. Enrico dice:” ¿Pero qué historia de mierda es esta? Guárdate tus mariconadas para otro día” pero el Frá sigue llorando, y solloza:”Pero desde entonces estoy solo. No tengo ni un perro que me haga compañía” y llora y llora y yo entiendo que le acaba de entrar la borrachera triste, a veces le pasa y se pone de un pesado....Yo y Enrico nos miramos, intento decir algo pero oímos alguien que canta “Fratelli d’Italia” y es el Giá che viene hacia nosotros con una sonrisa inmensa y nos abraza y nos dice:”Gracias chicos, soy los mejores “y sigue cantando y riendo y coge la botella y le da un trago que parece durar una eternidad y Enrico le dice:”Anda, tranquilízate y vámonos de aquí” pero el Frá no quiere levantarse y sigue llorando y yo casi no les escucho, ni al Giá que grita “Soy el campeón” ni al Frá que solloza “siempre sólo, toda la puta vida solo”, ni a Enrico que se enfada y dice “Ya está, vámonos, ¡qué quiero dormir, hostia!” y pienso que diablo hago yo aquí, son la 5 de la madrugada y estoy desperdiciando mi vida en un puto descampado que huele a mierda, otra vez siento asco hacia mí mismo y otra vez tengo que beber la vodka para echar los malos pensamientos de mi cabeza pero esta noche es así, un poco deprimido y un poco alegre, yo no soy como el Frá y el Giá, yo mis sentimientos los guardo dentro, nunca expreso a palabras lo que pruebo. Me gustaría coger mis amigos y decirle:”Miraos, estamos en un lugar lleno de mierda, nuestras vidas son una mierda, ¿por qué no hacemos nada para cambiarlas? ¿Queremos seguir así para siempre? ¿Para llegar a los treinta alcohólicos o peor, unos yonquis que viven por la calle y mendigan para comprar las drogas? ¡Somos jóvenes, aprovechamos esta ocasión! Desde mañana planeamos el futuro, hacemos algo para que dentro de 10 años podamos decir que hemos dado un sentido a nuestras vidas”. Pero me callo, y no digo nada, hasta que Enrico coge el Frá y lo tira en el coche, después agarra el Giá que sigue cantando y riendo y lo empuja en el asiento de atrás.”¡Vamos a casa, y rápido! Yo esto no lo aguanto más “me dice, y yo subo al coche y arranco. No pongo radio, tanto el Giá canta en voz alta:”O sole mío”.Es increíble lo que puede hacer el amor....incluso cuando es de pago.

Sulik, Faray y Tamir estaban escondidos en la maleza, al borde de la carretera, a unos 500 metros de la ciudad del mar, mientras Marek había ido solo a buscar a la chica que había dejado embarazada. Habían dejado los caballos atados a un árbol unos Km antes, para que el ruido de las bestias no llamara la atención a la gente del pueblo .No que fuera necesario: la pequeña ciudad estaba desierta, y todo el mundo estaba en la playa, bailando y bebiendo alrededor de unas inmensas hogueras que habían encendido a las orillas del mar. Otra fiesta, pensó Tamir, otra muchedumbre que quiere divertirse sin pensar en el mañana. ¿Qué habrá predicho su Gran Hechicero? Guerra y sufrimiento, como el Gran Hechicero del pueblo de Tamir, o tal vez un futuro lleno de esperanza y prosperidad? Era imposible saberlo, porque ambos pueblos celebraban las predicciones para el futuro de la misma forma, divirtiéndose locamente como si esa noche fuera la última que verían. Tamir miró al mar oscuro, y después a las estrellas lejanas, los ojos de los dioses que observaban a los humanos, según lo que le habían dicho desde pequeño. Se acordó de una historia rara, que alguien le había contado. Hablaba de una criaturas monstruosas que vivían en ciudades de mármol y piedra en el fondo del mar, criaturas deformes que eran lo que quedaba de los experimentos de Bartabamak cuando éste decidió intentar crear la vida. Primero creó las plantas, y fue un éxito, después los animales, y fue otro éxito. Pero a la hora de crear vida inteligente, falló, y los primeros seres que plasmó eran aberraciones de la naturaleza, mezclas blasfemas de plantas y animales que se movían con dificultad y cuando hablaban proferían chillidos inhumanos. Fue después de muchos intentos que Bartabamak creó finalmente al hombre, la criatura perfecta, dotada de intelecto, fuerza y belleza. La Tierra era para el hombre, decidió el hijo del Dios Supremo, pero no pudo destruir las criaturas nacidas de sus experimentos. Sintió pena por ellas, y construyó una inmensa ciudad bajo el mar, una ciudad prohibida para el hombre, y allí relegó a esos monstruos para la eternidad. La historia cuenta de como Bartabamak prohibió a las criaturas salir del mar, pero se dice que en las noches de luna llena, cuando el cielo estaba lleno de estrellas que se reflejaban en el mar, las criaturas salían de su cárcel de agua y, a la orilla del mar, entonaban cantos misteriosos y indescifrables, que eran oraciones a los Dioses Lejanos para que les sacaran de esa ciudad submarina.
Tarim no se acordaba de la moral de esa historia. Imaginó que era algo sobre la perfección del ser humano, o sobre como los hombres tenían que estar agradecidos a los dioses para el don que habían recibido. Pensando ahora a esa historia, Tarim sintió piedad para esas criaturas, esos seres que no eran culpables de su deformidad ni había pedido nacer. Presos para siempre en una fría y obscura ciudad a miles de metros bajo el mar, ¿qué pedirían cuando salían a la playa? ¿Perdón por haber nacido, a pesar que no fue culpa de ellas? ¿O que alguien le diera la paz de la muerte, que llevaba consigo el final de la conciencia y del sufrimiento? Y los hombres, ¿de verdad tenían que estar tan agradecidos a los dioses? En la tierra había muerte, sufrimiento, dolor, enfermedades y guerras. Los jóvenes morían y los ancianos lloraban la muerte de sus propios hijos. Una enfermedad podía destruir un pueblo entero, y una lluvia de lágrimas surcaba las caras de las viudas, de los huérfanos, de todas las personas que había perdido un ser querido por un capricho de los dioses.
Tamir decidió que bastaba ya con pensamientos tan blasfemos. Centró su atención sobre lo que estaba contando Faray, pero éste estaba tumbado debajo de un árbol, y de repente empezó a llorar y a contar de como 5 años antes, en una noche como ésa, había soñado con llegar a ser un guerrero valiente y respectado en todo el pueblo. Pero su familia elijó para él el trabajo de su padre, y de sus abuelos y de sus tatarabuelos, el carpintero, y el sueño se fue al carajo y durante toda su vida Faray iba a ser sólo un simple carpintero. Y siguió llorando, pero ni Sulik ni Tamir le hicieron demasiado caso: Faray había bebido demasiado, y cuando se emborrachaba a menudo le pillaba la borrachera triste. La única solución era no hacerle caso, y dejar que le pasara. De repente, Marek apareció enfrente de ellos. Sonreía todo contento, y abrazó a sus amigos y le dijo que había sido una falsa alarma: la chica no estaba embarazada, y sus problemas se habían terminado. Los cuatro jóvenes empezaron a caminar hacia el lugar donde habían dejado los caballos, y Marek cantaba feliz una canción típica de su pueblo, para celebrar el pasado peligro.


*******

Y allí están. A unos 500 metros de distancia, parados al borde de la carretera. Mis peores enemigos los sábados por la noche: las patrullas de policía, con sus jodidos controles de alcoholemia. Y si me van a parar ahora y me hacen el test, puedo ir despidiéndome ya de mi coche, mi carnet y mucha pasta. Así que paro el coche y pongo las luces de emergencia. ¿Qué hacer? Por lo general, nunca tuve problemas con la pasma, excepto para el miedo que me daba ver uno de sus coches parados al borde de la carretera y empezar a pensar en lo que podía pasar si me paraban. Pero ahora tengo en la parte trasera del coche un tío que llora como una niña, sollozando “por qué tuviste que morir, Peggy!”(imagino que Peggy sea el nombre del jodido cachorro que la palmó), y, cosa más preocupante, otro tío que canta sin parar “Fratelli d’Italia”, y se asoma por la ventanilla y grita:”¡Maderos, os quiero a vosotros también!”.Estamos demasiado lejos para que le oigan, pero pasar enfrente de la patrulla con el Giá en estas condiciones es como llevar una pancarta con escrito:”Paradme, estamos pedos y queremos pasar lo que queda de la noche en chirona.”
“No podemos estar aquí toda la noche” dice Enrico en voz baja, y añade:”¡Queréis callaros, joder!”. Como respuesta, el Giá empieza otra vez a cantar “Volare. “Me bajo del coche y aprovecho para mear” me dice Enrico, y yo sigo su ejemplo y vacío mi vejiga contra un árbol. Los dos quedamos en silencio un instante, hasta que el Giá baja del coche y corre y nos abraza y nos dice:”Mis mejores amigos” y canta y canta y está tan salido que empiezo a reír. Enrico me mira y me dice:”¡No hay nada de que reírse, joder! ¿Qué hacemos con éste? ¡Quieres callarte de una puta vez!”. Yo miro a Enrico, después al Giá, después al coche, después vuelvo a mirar a Enrico y digo:”Tal vez tenga una idea...”.

Mientras caminaban, oyeron el ruido de varios caballos que cabalgaban rápidos en la carretera: por lo menos seis hombres, todos armados de largas espadas y con antorchas en las manos. El grupo de guerreros se paró justo en el medio de la carretera, como si quisiera cortarla. Escondidos detrás de un árbol, a pocos metros de donde habían dejado los caballos, Sulik, Marek, Faray y Tamir miraron sorprendidos a los caballeros, hasta que Marek, ahora pálido como un muerto, reconoció a los 2 hermanos de Alathea. Parecían bastante enfadados, y entre las blasfemias que proferían los 4 llegaron a entender que la familia de la chica de la ciudad del mar se habían enterado, los Dioses sabían cómo, del romance secreto de la hija, y querían vengarse del seductor que había robado la virginidad a la joven. Los 4 chicos se fueron hasta los caballos, pero la situación era difícil: si querían volver a su pueblo, tenían que pasar por la carretera. No había otra forma: a los 2 lados de la carretera el camino era demasiado accidentado y los árboles demasiado numerosos para que los caballos pudieran pasar. La única alternativa era coger el camino del monte, pero esto significaba por lo menos 2 días de marcha en condiciones difíciles, y los chicos no estaban preparados para esto. Marek seguía cantando feliz, diciendo que no le importaba morir ya que estaba enamorado de Alathea y morir por amor no se puede llamar muerte, sino sacrificio (Marek estaba bastante borracho); Faray estaba apoyado a un árbol, llorando como un niño y repitiendo continuamente que era un fracasado. Tamir evaluó la situación, y le pareció tan absurda que empezó a reír. Sulay le reprochó que no había nada de lo que reírse, porque si los hermanos de Alathea pillaban a los 4 juntos les iban a matar. Y ¿tal vez el Gran Hechicero no había profetizado justo esa misma mañana el comienzo de una guerra? Y la matanza de 4 jóvenes era excusa suficiente para empezar 1000 guerras. Había que encontrar una solución y rápidamente, porque si no volvían a casa antes del amanecer seguro que desde el pueblo mandarían alguna patrulla a buscarlos, la patrulla se toparía con el grupo de amigos de los hermanos de Alathea, los 2 grupos se picarían y así era como comenzaban las guerras. Tarim miró a Marek, después a al caballo de Sulik con su esplendida gualdrapa roja, después otra vez a Marek y dijo que tal vez tenía una idea...


*******

Mi coche, ese cutre Panda Young de color rojo, pasa enfrente de la patrulla sin que ellos nos hagan ni caso. Normal: un tío con gafa y cara de pringado conduciendo, otro tío que tranquilamente está sentado a su lado mirando atento a la carretera, otro tío que está tumbado en el asiento de atrás llorando, pero estando tumbado no le pueden ver, y la voz del Giá, entonando “Va pensiero” que sale del maletero, donde lo hemos encerrado para que la policía no le vea en ese estado. Enrico y yo tuvimos que pensarlo un rato, sobretodo porque temíamos que se iba a asfixiar, pero en cuanto el Giá empezó a cantar ”Laura non c’é” de Nek, Enrico lo cogió, lo levantó del suelo y lo tiró dentro del maletero, encerrándolo allí para que no diera un espectáculo delante de la policía. Y que la próxima vez elija mejor su repertorio, ¡hostia!
Pasado el peligro, casi estamos cerca de mi objetivo: volver a casa con el carné de conducir aún en mis manos. Faltan unos 3 Km para llegar a Marina di Massa. El Giá ya no canta, y con voz débil dice:” ¡Y esta noche he dado en el blanco! Sí, esta noche soy un campeón… ¿chicos, me podéis sacar de aquí?”. Como tengo que mear otra vez, paro el coche al borde de la carretera, y Enrico dice:”Anda, vamos sacándolo de allí”. Bajamos los 3 del coche, el Frá en pleno delirio, contando historia sin sentido de su infancia, tanto que temo que le dé algo de un momento para otro. Él, Enrico y yo meamos, pero el Frá no consigue ni mear, por lo salido que está, así que Enrico me pide la llave del coche y se la da al Frá y le dice:”Haz algo útil, saca al Giá del maletero”. Enrico y yo nos quedamos un rato sin hablar, mirando al pequeño pinar que se encuentra antes de nosotros. ¿Habrá parejas de amantes por allí a esta hora, follando en los coches y besándose con ternura? Como me gustaría tener una mujer a mi lado ahora, a esta hora de la noche, cuando estoy con tres colegas llenos de pastillas pero me siento tan solo, y el calor de un cuerpo femenino es todo lo que desearía, un beso, un beso y ¡nada más! Si Enrico VIII daba su reino por un caballo, yo daría mi alma para un beso dado con amor. Pero el pinar es oscuro, si hay parejas allí se esconden de ojos indiscretos, y en mi corazón siento el mismo silencio y la misma obscuridad que hay en ese momento en el pinar; y si en algún lugar hay amor, yo no lo llego a ver. Mis pensamientos son interrumpido por la voz del Frá, que con voz temblante nos dice:”Chicos, creo que tenemos un problema...” y me devuelve las llaves del coche. Enrico blasfemia, yo no entiendo el porqué, y cojo las llaves en mis manos: a través de la cortina de drogas y alcohol, las miro fijamente, y noto algo raro en ellas, como si faltara algo... ¡para ser exactos, como si faltara un trozo de la llave!”Estaba intentando abrir el maletero, pero no lo conseguía, y hice fuerza y...verás...es que....” y se calla. Enrico dice otra blasfemia, y los tres nos acercamos al coche, y miramos al maletero con la cerradura bloqueada.”Ya está bien chicos, dejadme salir de aquí” dice el Giá, y Enrico me pregunta: “¿Tienes herramientas?”, y yo le contesto que sí, y él me dice:”Bueno, pues a trabajar, no podemos dejar al Giá allí dentro”. Se calla un rato, y después añade:”Piensa: mañana tu padre pilla el coche para ir a recoger tu abuela, y se encuentra con el Giá encerrado en el maletero. Y como es domingo y hasta el lunes los talleres no abren, el Giá tendrá que pasarse el finde allí encerrado. Esto le va a quitar la gana de follar por lo que le queda de la vida”.”O se va a hacer maricón” añado yo. Enrico y yo empezamos a reír, el Frásolloza:”Soy un inútil, no hago nada bien” y el Giá desde dentro el maletero nos pregunta:” ¿Por qué estáis riendo? ¿Pasa algo? ¡Y sacadme de aquí de una puñetera vez!”.
Finalmente, Enrico consigue abrir el maletero. Es mecánico, y no le resulta demasiado difícil sacar el trozo de llave que se había quedado en la cerradura. Después con las herramienta que le di consigue encender el motor (de paso, yo aprendo el noble oficio de ladrón de coches), y podemos seguir el viaje hasta nuestros hogares. Mañana tendré que explicar a mis padres porque estropeé la llave, pero el domingo es día de resaca y realmente nada me importa, porque entre mí y la realidad hay un dulce estrado de niebla, los restos de la borrachera y de las pastillas que acabo de tomar en ese largo, loco y al fin y al cabo inútil sábado noche.



Sulik, Faray y Tarim trotaban tranquilos por la carretera, Faray encogido en su caballo blanco, Tarim erguido en su montadura y llevando las brisas del caballo de Marek. Sulik cerraba las filas, con Marek atado a una cuerda bajo su caballo, y protegido a la vista por la gualdrapa roja. Marek, a pesar de la posición bastante incómoda, seguía cantando, pero cuando se encontraron a menos de 500 metros de los hermanos de Alathea que bloqueaban la carretera, Sulik le dijo en voz baja que se callara. Los tres chicos fueron hacia los hombres armados, y estos, nada más verles, fueron hacia ellos con las espadas en las manos. Le dijeron que se parasen, y le preguntaban que hacían por allí. Tarim explicó que vinieron hasta el pueblo del Mar a buscar a su amigo Marek, que completamente borracho había ido hasta allí para huir con una chica de ese pueblo; quien fuera esta chica lo desconocían, pero se fueron tras él para encontrarle antes de que hiciera una locura. La búsqueda había sido inútil, porque todo lo que habían encontrado era el caballo de Marek, atado a un árbol y abandonado: seguro que su amigo había huido con su novia utilizando el camino de la montaña. Los hermanos de Alathea se miraron durante un rato, después dijeron a los chicos que podían pasar, y le dieron un recado para Marek: si le vieran, que le dijeran que iban a por él, y que tuviese mucho, mucho cuidado. Tarim dijo que lo haría, después él, Sulik y Faray, que seguía lloriqueando, prosiguieron la marcha.
Galoparon rápidos un buen par de Km, para alejarse lo más posible de los enfadados hermanos de Alathea, pero tuvieron que pararse para soltar a Marek de la barriga del caballo, ya que el chico, entre una canción y otra, gritaba que empezaba a marearse. Tarim y Sulik bajaron, mientras Faray seguía encogido sobre su caballo, sin decir palabra y mirando con cara triste la carretera llena de polvo. Sulik sacó un cuchillo, levanto la gualdrapa y vio a Marek todo sonriente, y le dijo que le iba a soltar, pero justo en ese momento, con el estruendo de mil truenos el cielo estalló en un resplandor de fuegos colorados: eran los fuegos artificiales, que celebraban el final de la fiesta en el pueblo de los chicos .El espectáculo era asombroso- una lluvia de estrella doradas seguidas por decenas de arcos iris y nubes de oro- pero los caballos no la pensaban así y se asustaron muchísimo. Faray consiguió controlar el suyo y no cayó de la montura, Tarim consiguió, no sin dificultades, calmar a su caballo y al de Marek, pero a Sulik se le fueron las riendas de su semental y éste huyó calle abajo, llevándose consigo al pobre Marek, ¡que entre las nieblas de las borrachera preguntaba qué era lo que estaba pasando y pedía ayuda a gritos! Tarim, Faray y Sulik se quedaron boquiabiertos, viendo como el caballo se iba calle abajo y desaparecía de la vista. Sulik fue el más rápido en reaccionar: saltó sobre el caballo de Marek, y se fue tras su cabalgadura y sobre todo tras su amigo, cuyos gritos se oían claramente desde lejos.
Los tres chicos cabalgaban rápidos, pero el caballo de Sulik era el más veloz de todos y llevaba buena ventaja: no sería tarea fácil alcanzarlo. Mientras galopaban, Tarim dijo que no podían volver al pueblo así, porque el día después Sulik habría tenido 2 problemas: no sólo explicar a su padre que había perdido su caballo, ¡sino explicar a la familia de Marek que había perdido a su hijo también! Tarim y Sulik empezaron a reír, Faray siguió sollozando que era un inútil, y desde lejos Marek gritaban que le soltaran de allí.
La persecución duró una buena media hora, pero finalmente el caballo de Sulik se paró para comer en un prado y los otros 3 chicos pudieron alcanzarlo. Rápidamente levantaron la gualdrapa, y vieron a un mareado Marek que decía, o más bien farfullaba que era el hombre más feliz del mundo porque tenía una mujer que le amaba, pero que habría cambiado su felicidad con ser sacado de debajo del caballo, porque la bestia olía mal y él tenía gana de vomitar. Sulilk cortó la cuerda, y Marek cayó pesadamente al suelo; no se hizo daño, o por lo menos no sintió dolor debido a la borrachera que llevaba. Abrazó a Tarim y Sulik, le dijo que eran los mejores amigos del mundo y después corrió detrás de un árbol y vomitó todo lo que tenía en el estomago. Tarim le miró, y pensó que, sin duda alguna, esa había sido la noche más rara que había vivido en su vida.


*******


Tarim y Sulik estaban sentados en un prado al borde del río que cruzaba su pueblo. Miraban en silencio el amanecer, relajados ahora que Marek y Faray habían vuelto a sus casas, el herrero pálido como un fantasma y totalmente mareado pero feliz y alegre (Tarim se preguntó si el día después se recordaría de las promesas de amor eterno hechas a Alathea), el carpintero mortificado por como se había portado.
Tarim miraba ahora las tranquilas aguas del río, ahora el cielo despejado de nubes, y se preguntó si de verdad allá arriba había dioses que espiaban y juzgaban todo los que los hombres hacían. El joven pensó en las guerras, en las enfermedades, en el dolor que cada ser humano sentía a lo largo de la vida, y se dijo que si de verdad había Dioses, éstos tenían que ser criaturas crueles e indiferentes al dolor humano. Su mente volvió a pensar en su hermano, el joven Alek, muerto sin culpa alguna en el pleno esplendor de su juventud, y una sensación de odio entró en su cuerpo, odio hacia los Dioses, hacia el Gran Hechicero con sus inútiles profecías, hacia la muchedumbres de sus paisanos que creían ciegamente a lo que le contaba un viejo loco que iba por allí llevando en su gorro una calavera. Los pensamientos blasfemos eran algo prohibido, pero Tarim se sentía tan desilusionado acerca de las injusticias de la vida que no podía frenar estos pensamientos tan peligrosos.

Pensaba en Aguira, esa chica tan guapa cuyo destino estaba marcado por la voluntad de los padres, en Alathea, seducida por las promesas de un joven que tal vez el día después ni volviera a pensar en ella, en Faray, tan desesperadamente encadenado al sueño imposible de llegar un día a ser guerrero, y otra vez en su hermano Alek, la flor arrancada prematuramente de las praderas de la vida. Malditos dioses, se dijo, malditos seres crueles que con sus mentiras tenían el pueblo esclavo de los caprichos del Gran Hechicero. Y fue entonces cuando lo vio. Estaba allí delante de él, a unos 100 metros de donde se encontraba, en la otra orilla del río. Esa visión espectral hizo sentir un escalofrío a Tarim: ¿tal vez los Dioses, ofendidos por pensamientos tan blasfemos, habían enviado un monstruo del Inframundo para vengarse? Pero la aparición, que Sulik parecía no ver, estaba allí parada, sin moverse: era algo parecido a una gran caja roja, con dos ojos luminosos y patas redondas y negras. Si ese era un monstruo del Inframundo, pensó Tarim, no era nada de espantoso, más bien una patética criatura que ni podía moverse. El Gran Hechicero les había hablados de perros con 10 cabezas, de dragones que escupían fuego, de gigantes con 3 pares de ojos y 4 brazos que podían hacer pedazos a un hombre sin problema alguno. Pero la aparición no tenía nada de espantoso ni sobrenatural: era un ser inmóvil y ridículo, que seguro ni podía cruzar el río y llegar hasta Tarim y Sulik. El chico se dijo que si eso era todo lo que los Dioses sabían hacer, pues sus ideas no eran tan blasfemas. Preguntó a Sulik, el cual no veía la criatura, si él pensaba que el destino de cada hombre era decidido desde el principio por los dioses. Sulik contestó que sí, claro que tenía que ser así: esto es lo que les habían enseñado desde que eran pequeños, y además el Gran Hechicero no podía mentir. La mirado de Tarim volvió a la aparición, que seguía quieta como antes, y en su mente tomó forma la firme decisión que desde ese momento, desde ese amanecer ya no iba a creer en dioses que contralan la vida del hombre. No sabía que iba a ser de su vida: podía morir el día después en una guerra o vivir hasta los cien años una vida pacífica, casarse con la mujer que quería o quedarse solo para siempre, pasar toda su vida en el pueblo o irse a conocer el mundo, ser un triunfador o un perdedor, ser feliz o triste, sufrir o gozar, amar o agonizar. Pero de una cosa estaba seguro: su destino estaba en sus manos, y sólo él podía elegir el camino que le habría llevado a través de la inmensa pradera de la vida.
Sulik dijo que estaba cansado y que quería ir a casa. Los dos joven se levantaron, y nada más incorporarse la criatura misteriosa en la otra orilla del río desapareció tan rápidamente como había aparecido; ya en el prado no se veía ningún patético monstruo rojo, sino sólo la hierba movida por una ligera brisa y los ruiseñores que cantaban armoniosamente. Antes de entrar en el pueblo, Tarim notó que afuera hacía bastante calor. Después se dio cuenta de que era algo normal: al fin y al cabo, ése era el primer día de primavera.

Conduzco tranquilo hasta Marina di Massa, dejo al Frá en su casa, ya no llora y dice en voz baja:”lo siento, no sé que me pasó”, después llevo también el Giá al chalet que su familia tiene cerca de la playa, baja del coche y nos dice:” ¡Os quiero, chico, os quiero! ¡No sólo me hacéis follar, sino que incluso me rescatáis! ¡Os quiero!” y se va: ¿se acordará de todo esto mañana?
Enrico y yo quedamos allí, mirando al tío alejarse, y en el coche nadie habla. Está amaneciendo, y un frío sol primaveral se refleja en el mar. En la playa, a lo lejos, veo una figura solitaria sentada inmóvil en la arena, y me acuerdo del autostopista en la carretera. Otra persona solitaria, otra alma perdida en este mundo. En mi cabeza, me suena una canción de los Pink Floyd, dice:”We were two lost soul swimming in a fish bowl\\years after years\\running over the same old ground, and what we found?\\the same old fear\\how I wish you were here6. No sabría decir quién es este “you” que tanto deseo que estuviera aquí: ¿un amigo, la mujer de mi vida, yo mismo? Pero un yo mismo mejor, un yo mismo feliz, sin miedos, con esperanza para el futuro, un yo que estuviera en paz consigo mismo.
Estoy cansado, me duele, la cabeza, Enrico mira el mar y dice:”Otra noche de mierda”. Contesto que sí, y le digo que le llevo a casa. Encendiendo el motor tocando los cables que Enrico me había indicado, pero antes de arrancar le pregunto:”Oye, ¿tú crees que un día encontraremos nuestro camino en esta vida?”.Él me mira, esboza una sonrisa y dice, mirando fuera de la ventanilla:”Las personas como nosotros nunca encuentran su camino, nunca. Nos hemos perdidos hace mucho tiempo...y nadie verá a buscarnos”. Le digo que sí, pero esta vez no estoy convencido: si nadie nos verá a buscar, tendremos que encontrar nosotros nuestro camino, porque la vida no puede ser sólo un oscuro pozo de alcohol y pastillas. Enciendo el coche y me meto en la carretera. En la playa, la figura solitaria ha desaparecido, y sólo unas gaviotas vuelan sobre la fría arena batida por una ligera brisa.

1 Este primer párrafo no lleva puntuación no porque se me estropeó la tecla del punto en el ordenador (como por ejemplo me pasa con la tecla “B”, que tengo que pulsar con más fuerza para que funcione); simplemente, quiero dar la impresión de confusión mental que el prota tiene en la cabeza.


2 Este capítulo está llena de palabrotas, para darle un toque más realista, así que estáis avisados...

3 Si los comentarios de los protas parecen algo machistas, es siempre por el tema del realismo. Resumiendo: el autor no comparte ni quiere fomentar los comentarios y aptitudes se los protagonistas de esta historia. .

4 De J. C. Ballard, 1973

5 “Ambleto” por Giovanni Testori, 1977

6 “Wish you were here”, Pink Floyd, 1975, canción escrita por Roger Water y David Gilmour


Oct. 2, 2017, 8 p.m. 3 Report Embed Follow story
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The End

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Valentino - Valentino -
Simone, tu novela corta es densa. Debo releerla. Saludos
October 03, 2017, 15:47
Valentino - Valentino -
Me tiene intrigado la superposición de los personajes de la aldea antigua con los personajes de la actualidad. El relato es dinámico y bien llevado. Espero ansioso el final del mismo. Saludos.
October 03, 2017, 01:27

  • Simone Mascardi Simone Mascardi
    Gracias pero el relato termina asi, era parte de una novala mas larga que tal vez publique October 03, 2017, 09:03
~

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