felipe-silva1578555601 Felipe Silva

Siempre existirá inspiración para relatar, sea por la voz de otro o por la imaginación


Crime All public.

#cuentos #crimen #misterio #policial
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La Tumba.

El viejo caminaba a paso lento, el peso de los 80 y tantos años lo hacían notar, de la mano iba su nieto menor tan solo 7 años, era la época del año donde se iban a saludar a aquellos que partieron antes de tiempo, aún el cementerio estaba casi vacío, la familia se dirigía a ver la tumba de la Abuela, muerta ya hace 4 años, un agresivo cáncer se la llevo en un parpadeo consumiendo la vitalidad que la caracterizó, la pequeña tumba se encontraba cerca del sector de los opulentos mausoleos y tumbas familiares que ya el tiempo y las duras condiciones hacían notar el peso de los años; siempre destacaba una estructura en específico, una estructura de piedra, que se encontraba sola en mitad de la calle, rodeada de una valla de metal oxidada con terminaciones de fierro que terminaban en punta, la pequeña entrada destruida ya por el paso del tiempo mostraba una puerta de metal pesada inusual, una inscripción leía, “aquí yace un error de la humanidad”.

“Eh… viejo, quien está enterrado ahí, un monstruo acaso”, pregunto el mayor de los 3 hermanos, que había llegado desde el extremo sur del país a visitar a la familia por las fiestas. Vio que las facciones del hombre habían cambiado un poco, pasando de la felicidad a una facción un poco más seria, solo respondió “más tarde”. José quien había hecho la pregunta solo respondió con un movimiento de cabeza, acostumbrados a la severidad del padre.

Los 4 hombres y el niño caminaron 100 metros hasta la tumba de la matriarca, dejando rozas y flores, limpiando la placa conmemorativa y hablando un rato de los momentos que habían pasado con ella, poco más de una hora después, volvieron al auto, pasando por compras para la hora de almuerzo, que consistió en un asado típico de reuniones familiares, con Francisco como el asador designado, el menor de los hermanos, quien era el único que vivía en el pueblo nortino, era además quien se encargaba de cuidar al viejo, que lo hacía con un cariño ejemplar, se asaron primero las longanizas, luego un costillar y un trozo de carne, se sentaron en la mesa todos, siendo el Viejo quien se sentó a la cabecera. Todos se sirvieron una copa de vino. Cayendo la tarde y cuando el niño se fue a la siesta y los otros dos chicos de la familia se fueron a jugar videojuegos; fue Roberto, el hijo del medio quien sacó el tema nuevamente, “Oye, Viejito, tengo aún la duda, qué onda esa tumba que vimos allá?”.

El hombre miró a su hijo con una cara seria nuevamente, se dirigió a los hijos y su nuera, quienes lo miraban atentos, “Es una larga historia, ocurrió en mi niñez y hay mucho que relatar, ¿cuanto vino queda?”, Francisco miró la reserva y viendo que quedaban 6 botellas. El hombre se sentó para contar la historia, advirtiendo “nunca lo he contado, así que, el weón que me interrumpa lava la loza solo”. Todos asintieron con risas, se aclaró la voz y empezó a relatar la historia como cuando les leía cuentos antes de dormir, con ritmo pausado pero firme:

“Bueno, todos recuerdan que les he contado historias de mi padre, Don Armando, quien fue alguien importante en este pueblo, profesor, alcalde y otras funciones que realizó hasta su muerte, pues bien, hubo una época en la que se me prohibió salir de casa o si lo hacía siempre me tenía que estar cuidando alguien, podría haber sido mi tío Segundo, quien trabajaba en el pequeño consultorio haciendo aseo, o alguna de las señoras con las que mi papá trabajaba en el colegio, bueno la razón fue porque durante un par de años, no recuerdo bien, creo que fueron más, pero eso no importa” Un sorbo de vino lento “empezaron a desaparecer niños y algún que otro ser humano del pueblo, aparecían en lugares del desierto, mutilados, muertos o con signos de tortura, lo supe mucho tiempo después; mi padre como profesor y como personaje importante como les contaba, se estaba preocupando de esta situación, puesto que por voz de los padres que sus hijos fueron vistos por última vez en el mismo lugar de trabajo, ya sea a la hora de salida o entrada, como empezó a haber miedo, los niños no iban y a su vez no existía trabajo”.

“Como se podrán imaginar mis pequeños, mi padre decidió hablar con el alcalde de aquellos años, un hombre con un apellido raro probablemente extranjero, lo que más recuerdo de ese hombrecito era su frondoso bigote, y una barriga que parecía que iba a explotar; tras una larga conversación mi padre, se decidió que iban a formar un grupo de investigación porque el pueblo solo tenía 2 policías, uno que solo le quedaban un año de retiro, y el otro era un jovencito que falleció hace 4 años aquí mismo; así que reclutaron a los hombres más jóvenes y con más energía para esto, ya saben, profesores, hijos mayores de algunas familias y voluntarios de bomberos” otro sorbo de vino y siguiendo el relato con una voz dinámica.

“Sucedía además que por esos años el pequeño pueblo había empezado a tener cierto renacimiento por las actividades mineras de la zona, y como la gente necesitaba un lugar donde vivir se empezaron a ver más casas, mas calles, pero nada excesivo, este grupo de hombres que tomaron sus armas y paseaban por la ciudad, haciendo preguntas, cuidando niños y todo lo que se necesitaran en tiempos difíciles; pero seguían apareciendo niños cada cierto tiempo”, un largo silencio se apoderó del hombre, como buscando las palabras o reuniendo las fuerzas, ya a sus 80 años la sequedad del norte y el trabajo de años habían hecho sus facciones difíciles de traducir. “Mi papá aparentaba que todo iba bien, creo que perdió el control en el momento que mi hermana mayor de 17 años, desapareció, salió sin permiso y no regresó nunca más, había salido durante la noche a ver a su novio, mi papá cuando supo, la buscó durante casi 2 días seguidos recorriendo el desierto, piques mineros, campos, y cada noche se sentaba en su oficina, solo y con una botella de whisky o lo que tuviera a mano”.

“Un día tras pasear en la plaza e ir a la iglesia, encontramos un paquete en la entrada, mi papá solo la tomó y se la llevó al despacho, no se inmutó, solo nos miró en silencio; años después intruseando entre sus cosas descubrí la verdad, ya que esa caja contenía un zapato negro de mi hermana, años después ese mismo zapato que mi papá se llevó a la tumba. Así supe que el asesino la había capturado en esa salida. Pasaban las semanas, el colegio estaba cada día más vacío. Fue ahí cuando lamentablemente descubrí quien era el asesino; me atrapó más fácil de lo que se hubiera esperado, mi papá es día había dejado a cargo a cargo de un tio; su hermano Mariano, un hombre soltero, 4 años menor a mi padre, vivía cerca de nuestra casa, en un domicilio de tres habitaciones; me quede jugando, y al caer la noche solo recuerdo que me llevó a su auto para darme un regalo, me puso algo en la cabeza y me pegó hasta que perdí el conocimiento, de pronto solo desperté en una cabaña pequeña que quedaba cerca de un pique minero que se dejó de utilizar quizás porque” otro sorbo a la copa de vino, se limpió los bigotes con la servilleta y siguió “Al despertar, pensé que había sufrido una pesadilla, pero no, ahí estaba acostado, con las manos y pies amarrados, mi tío para poder escudarse, había dicho a mi papá que había salido corriendo de la casa en un arrebato y que no me pudo dar alcance, supe por su propia boca tiempo después que le creyó cada una de sus palabras, mi papá perdió un poco más la cordura, había empezado a arrestar aleatoriamente a los más pobres, mendigos y gente de la calle, en su diario contaba cómo había interrogado por 6 días a un hombre recién llegado del sur, que vivía en la plaza del pueblo, lo dejaron con raciones mínimas de alimento, de agua, sin ir al baño, todo bajo la protección del alcalde del pueblo, que ya para ese tiempo también había perdido a uno de sus hijos, cuando liberaron al hombre, este invadido por la vergüenza se marchó al desierto donde murió sin ser encontrado hasta muchos años después. Cuando ya habían pasado 2 meses más o menos, entendí que mi tio no me quería muerto, me llevaba comida tres veces al día, me dejaba ir al baño, a veces venía una mujer de unos 20 años a cuidarme y vigilarme. Fue en uno de esos momentos donde estaba al cuidado de ella que pensé en escapar, ustedes se imaginarán el miedo que tenía, estaba solo, en las noches gritaba llamando a alguien esperando que me oyeran pero jamás llegó, esa mujer que jamás supe su nombre ni origen me contaba las cosas que pasaban en la ciudad, así fue como supe que mi papá encontró cadáveres de 15 niños, que un día en el cementerio apareció la cabeza de una mujer, también que mi papá había empezado una verdadera cacería de brujas, a todo aquel desconocido que anduviera por las calles pasada las 20 horas aunque fuera gente inocente era golpeada y acusada de los crímenes, recuerdo que para dos días antes de navidad, pedí a la mujer poder salir a caminar al patio del lugar, ella acepto, me llevó amarrado de una mano para que no pudiera escapar, pero aún así pude ver donde me encontraba, era un lugar solitario, que solo se llegaban en los vehículos de aquellos años que no eran como los de ahora, desde ahí pude ver el río que se encontraba a algunos metros de la casa. Como había empezado a tener talleres con el grupo scout, que presidía uno de los profesores del colegio, sabía que tenia que seguir la dirección del río hasta encontrar algún lugar con gente, me propuse poder escapar temprano, con la chica había hecho un trato, me dejó dormir sin tener que amarrarme pero con la condición de cerrar cada una de las ventanas y la puerta, durante esa noche hice una pequeña mochila con galletas que habían quedado del día, una manta que usaba para el frío de la noche, estaba oscuro, sabía que era tarde, me costó enormemente dormir, creo que dormí cerca de la madrugada; solo pude despertar con el sonido de la puerta abriéndose, era ella, pero venía distinta, la habían golpeado fuertemente, tenía un ojo morado y sangre en los labios, me dió comida y se durmió acurrucada en la silla de mimbre; la puerta había quedado abierta, así aproveché la oportunidad, corrí por el desierto en dirección al rio, no pare de correr hasta que mis piernas no dieron más, pare cuando mi cuerpo decidió vomitar, me tiré en la tierra a descansar un segundo, cuando veo a lo lejos un arriero, seguí corriendo hasta que me vió. Ese hombre me llevo al pueblo”

“Cuando llegue a casa, mi papá estaba tomando café, tenía un aspecto horrible, ojeras, una barba desprolija, el me tomó en brazos, fue la única vez que lo vi llorar; pero el arriero sufrió las consecuencias de la necesidad de buscar justicia, le dieron un tiro, fue uno de los ayudantes de mi padre, cayendo muerto instantáneamente, después me preguntaron qué pasó, cuando le conté que había sido su hermano, mi tío quien me rapto y escondió por meses, la cara le cambió, dijo un par de barbaridades que me quedaron grabadas, así que esa misma tarde con un contingente de 20 hombres lo esperaron y apresaron en cuanto llego a su casa”

“Le hicieron un juicio que duró 2 días se le preguntó porque lo había hecho, y él con lujos de detalle explicar, como verán más adelante se trastorno después de su primer crimen y en un intento de justificar sus actos se sumió en una locura religiosa, necesitaba sentirse poderoso, como si viniese a limpiar el mundo, tras esa semana entre el alcalde, mi papá y unos hombres hicieron esa estructura de concreto en el cementerio, decidiendo que lo iban a enterrar vivo, se escucharon los golpes de las puertas, gritos, insultos que con los días iban perdiendo fuerza, no sé cuánto tiempo habrá sobrevivido mi tío, pero el pueblo tiene una especie de pacto, esa tumba va a quedar ahí sola, casi como símbolo de las consecuencias de lo que puede ocurrir si alguien comete un delito, cuando mi papá 4 años después fue electo alcalde, se decidió que se iba a mantener en ese sitio hasta que se cumplieran 100 años, y que cualesquiera sean los restos humanos dentro, serán enterrados en el desierto sin mayor símbolo ni ceremonia; ahora que pasó con la chica se preguntarán, pues ese mismo día se suicidó, la encontraron con las venas cortadas. Mi papá además encontró en la casa notas y escritos de su hermano que relataba cada suceso, hasta hoy en día nadie más que yo las he visto, eso hijos, pasó hace ya casi 80 años.

El hombre finalizó su copa de vino y vio en silencio a sus hijos, con un ademán señalando que iba a buscar algo y les indicó que esperasen, al cabo de un rato volvió con una serie de cuadernos y cartas que estaban escritos a mano, con hojas amarillentas por el tiempo. “Necesitan alguna prueba”.

Jan. 3, 2022, 5:42 a.m. 0 Report Embed Follow story
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