Prólogo
Era una noche de luna llena como cualquier otra en la Tierra. El hombre no dormía, el hombre no sufría y el hombre no temía. Sólo paz y amor había en la Tierra, un mundo dominado por una paz inquebrantable. Las aves nocturnas volaban y las estrellas acompañaban a la luna, cuya luz era cristalina. Era el mundo un bello jardín lleno de verde habitado por personas que no destruían la naturaleza ni quitaban vidas.
En medio de ese jardín, dos seres se hallaban juntos en la cima del mismísimo monte Olimpo. La cavidad cavernosa de la joven dejó de estar llena debido a la presencia de la carne en aquel instante y la sustancia blanca de textura casi gelatinosa se salió por ser tanta que no cabía dentro, pues el amante de la joven había usado su poder creador para incrementar la cantidad de semen que podía expulsar con cada eyaculación. Un charco inmenso de fluidos vaginales que era posible debido al poder creador de la joven se formaba debajo de los dos rubios, quienes se miraban con dulzura y ternura a los ojos mostrando una calidez infinita e incondicional. En sus ardientes ojos ardía la llama del amor romántico más puro que la humanidad corrupta hubiera podido ver jamás.
—Adam, mi amado, mi salvación, tú eres mi vida y mi luz—Dijo Eve Daisy White lo más roja posible.
—Eve, mi amada, my fair lady, my perfect angel, mi increíble hermanita, tú eres la mujer más bella del universo y la única que es realmente bella. Yo moriría sin tu amor, a pesar de ser inmortal—Respondió Adam Joshua White tan sonrojado y tan estremecido como Eve sin dejar de contemplar sus ojos como si fueran lo más bello de toda la existencia y hasta de la inexistencia.
No había respiración agitada, pues el oxígeno que necesitaban lo obtenían de dentro de su cuerpo, y no de fuera de este.
—Hermano, ¿qué quieres hacer justo ahora?—Dijo Eve sonriendo con calidez y ternura infinitas y cerró su vagina con una muy pequeña parte del semen dentro.
Si se quedaba ahí dentro, ella lo sentiría por unas horas.
—Esta noche es bella, pero tú infinitamente mucho más. Podríamos mirar abrazados la luna y las estrellas.
—¡Has dicho que soy infinitamente mucho más bella que esta noche y que quieres mirar las estrellas y la luna conmigo. Has dicho que soy infinitamente mucho más bella que esta noche y que quieres mirar las estrellas y la luna conmigo!—Exclamó Eve haciendo fuerza para echarse sobre Adam y quedar sentada sobre sus caderas mientras la dominaba su estremecimiento.
Él contemplaba más enamorado y más enternecido que antes la verdosa mirada llena de locura de su esposa, quien estaba sentada sobre sus caderas con una gran sonrisa en sus labios femeninos.
—Cuando pienso en todo lo que tuvimos que pasar para llegar hasta aquí, sonrío agradeciendo poder tener todo lo que tengo. Al mismo tiempo, agradezco haberte conocido como lo hice. Nuestra relación sería muy diferente si no fuéramos hermanos gemelos, hermana mía—Dijo Adam rodeando la cintura de Eve muy gentilmente y con toda la fuerza que podría usar sin lastimar a su persona si su cuerpo femenino fuera vulnerable.
—Yo agradezco inmensamente tenerte cada día a mi lado y tener la vida que tenemos tú y yo ahora mismo. Agradezco tenerte en mis días, en mis semanas y en mis meses. Agradezco inmensamente tenerte en mis horas. Es un honor inmenso ser tu hermana menor, un honor que no merezco. Es demasiado maravilloso como para que yo lo merezca. Siempre has estado a mi lado y me comprendes mejor que todos los demás—Respondió Eve increíblemente feliz mientras contenía su estremecimiento y acercaba su rostro al de su amado hermano mayor.
—Eve, eres... tan hermosa—Le dijo Adam justo antes de besar dulce y tiernamente sus labios con una locura creciente que comenzó a consumir su ser a una velocidad vertiginosa.
Eve correspondió a aquel beso con una pasión que no quería controlar y que la llevaba a perderse a sí misma en un irrefrenable estado de locura incontrolable. Las manos de la rubia menor se posaron sobre los pectorales duros y carentes de tanta masa muscular como habían tenido antaño con gentileza y ternura. Adam comenzó a acariciar las caderas, la cintura y la espalda de su amada a un ritmo cada vez mayor. Los ojos de Adam se cerraron en medio de aquellas caricias, lo cual no solía suceder. Eve había cerrado sus ojos al mismo tiempo que el rubio mayor y comenzó a acariciar sus caderas y su cintura como una adicta desesperada por sentir esa piel que tanto adoraba con la suya. La lengua de Adam y la lengua de Eve comenzaron su sanguinaria batalla a muerte sin descansar y un recorrido violento y salvaje con cierta ternura era lo que había, un recorrido que se daba en toda la boca de cada uno de los gemelos rubios. Ellos dejaron de besarse y un hilo de saliva quedó uniendo por un instante sus bocas entreabiertas mientras se miraban con un amor infinito, el cual podría hacer con sus llamas que el Infierno se volviera cenizas. Incluso las cenizas serían consumidas de manera despiadada debido a la presencia de aquellas llamas eternas e imparables.
—Hasta tu saliva es deliciosa, mi bella y perfecta Eve—Le dijo Adam sonriendo como siempre lo hacía y con un sonrojo insuperable.
—La tuya lo es, mi ardiente príncipe. La mía no lo es—Dijo Eve como respuesta mostrando un inmenso estremecimiento contenido.
—La tuya lo es, y mucho más que la mía—Respondió él estremeciéndose tanto como ella.
—No, hermanito, mi saliva no es deliciosa. La tuya lo es, y mucho más que la mía—Dijo Eve como respuesta disponiéndose a lamer los labios de su amado lenta y tiernamente.
Eve hizo lo deseado. Adam, quien estaba completamente perdido en su amada y dulce esposa ya, comenzó a besarla de nuevo en los labios con lengua incluida. Cuando ella sintió eso, correspondió al beso de su amado rubio claro con la misma pasión que él estaba mostrando. Ambos gemelos cerraron los ojos para no salir de ese universo en el que sólo existían ellos y al cual habían ido a parar con sólo mirarse a los ojos fijamente. El aroma del aliento del otro hacía que ambos se sintieran más y más enloquecidos a cada nanosegundo que transcurría. Las caricias mutuas comenzaron a surgir y la locura de amor de ambos cónyuges hacía que no quisieran detenerse. Era imposible dejar de perderse en la otra persona para ellos. En aquel preciso instante, sólo querían quedarse tan pegados el uno al otro como fuera posible, besarse, acariciarse y mirarse a los ojos fijamente hasta quedar completamente saciados. Las estrellas y la luna podrían esperar si la noche llegaba a su fin sin que el firmamento hubiera sido contemplado.
Las sombras estaban muy sorprendidas, pues habían transcurrido cien años desde la última visita de la última persona primigenia. Ante ellos, no estaba uno solo, sino que estaban dos, aunque esos dos fueran uno solo dividido en dos.
—¿Qué se os ofrece?—Preguntó fríamente el Caído con su voz, la cual hacía un leve eco.
Adam e Eve estaban serios y calmados frente al Caído mientras levitaban agarrándose de la mano, como hacían con tanta frecuencia.
—Hemos venido para negociar—Dijeron Adam e Eve al unísono con calma perfecta y con seriedad.
—¿Negociar?—Preguntó incrédulo al inicio y se puso serio después—¿Negociaréis con un espíritu maligno? Estáis locos si pensáis que podemos negociar.
—¿Se siente bien el sufrimiento eterno?—Preguntó Eve preocupada y seria.
—¿Os importa, pedazos de basura con demasiada dependencia emocional?—Preguntó el Caído con odio—No hay gloria para mí por vuestra maldita culpa.
—Me recuerdas a alguien. Esa persona fue salvada. Tú puedes ser salvado también...—Le dijo Eve preocupada y triste en gran manera.
La mano de Adam apretaba la suya. Él la apoyaba, pero él estaba muy triste y muy preocupado también.
—¿Hablas de Selene Katherine Black? Hacer que su vida fuera un infierno ni siquiera fue tarea mía de forma directa. Fue el mundo cruel el que creó a ese monstruo—Dijo serio el Caído y pasó a mostrar un tono de malicia nada más acabar la pregunta.
—Eres un desgraciado, pero uno que da pena...—Dijo Adam con tristeza e indignación.
Eve lo apoyaba con su mano derecha. Le daba fuerza, aunque no la necesitara realmente, ya que era omnipotente. Una sonrisa de calidez y ternura infinitas a la rubia menor fue seguida por otra sonrisa de calidez y ternura infinitas por parte de ella. Adam e Eve se centraron para evitar perderse en esa mirada que, debido a la conexión gemelar, decía tanto tan fácilmente.
Los rubios miraban molestos al Caído y se calmaron en menos de un minuto.
—Escucha. Estamos aquí porque queremos negociar vuestra salvación. Os daremos lo que pidáis a cambio siempre y cuando sea razonable el precio—Explicó Adam serio y calmado.
—Conque... podemos pedir lo que queramos. ¿Lo que sea dentro de un límite?—Respondió el Caído interesado en la oferta.
—Así es. Este mundo debe seguir existiendo y nadie debe morir. No se cumplirán deseos impuestos por ti a tus esclavos, así que nada de tiranía—Explicó Adam serio y con perfecta calma.
—Sólo volviendo a nacer podemos cambiar, gemelitos cariñositos. Si nos hacéis buenos con un pensamiento, iréis contra nuestro libre albedrío. Sois puros, así que no haríais eso—Dijo el Caído fríamente—Quiero... ¡que vosotros renazcáis con nosotros!
Las dos mitades del reflejo se mostraron muy sorprendidas por la petición y decidieron ignorar las burlas del Caído y sus esclavos espirituales.
—Conque no sabíais lo que yo iba a querer—Dijo entre risas muy estridentes el Caído.
Era tan divertido ver a los seres más poderosos de la existencia mostrando que no lo sabían todo pudiendo saberlo todo. Era ese el mejor chiste de la existencia entera. Ellos eran casi Dios y no lo aprovechaban.
El Caído se puso serio y miró con "expresión de triunfo" a los gemelos White.
Ellos lo miraban seriamente y con cierta preocupación y con cierto temor por las palabras que habían salido de su "boca".
—Es en serio, gemelitos cariñositos. Yo quiero renacer con los malditos hombres en el mundo que os hizo sufrir a vosotros, y deseo que todo sea más difícil para los gemelos también. Fue difícil con ellos por el tema de la defensa hecha para la traición, y eso fue culpa de mi maldito hermano—Dijo con odio en las partes en donde mencionaba al Invicto y al hombre el Caído y con seriedad en las demás—Si tengo que renacer y, posiblemente, ser bueno para siempre, quiero que vayáis todos a vivir una vida dura y sintáis dolor. Veré si los demás quieren lo mismo que yo.
—Parece que harás una asamblea con todos. Hablaremos contigo cuando hayáis terminado de hablar. Ten en cuenta que habrá límites. Tú no deberás excederte. Si tratas de hacerlo, no te concederemos tu deseo—Dijo Adam serio, preocupado, asustado y calmado mirando fijamente al Caído con énfasis en el "Deberás".
—Sólo recordad que los sentimientos, las emociones, la fisiología más básica, la vida y las parejas ya formadas o por formarse deben ser intocables. El hombre sigue siendo hombre y sigue siendo libre. Nada de eliminar el libre albedrío y los sentimientos ya formados, salvo que tengan que ver con la... conexión gemelar... El único sentimiento intocable sin importar que tenga que ver con la conexión gemelar es el amor, el amor de cualquier tipo. Las personas deben conservar su fuerte apego sin las características negativas de la conexión gemelar, la cual… ya no existirá…—Explicó Eve seria, preocupada, triste y calmada cambiando todo por tristeza, temor y calma al final.
Ella agachó la cabeza y, ante la mirada preocupada, asustada y triste de Adam, una triste princesa mostraba que necesitaba ánimos.
—Eve, todo irá bien—Dijo Adam sonriendo cálida y tiernamente para animarla.
—Adam...—Susurró Eve triste y con menos temor mirando fijamente los ojos de su amado esposo con los suyos.
—Patético—Dijo el Caído e hizo el sonido de simular estar vomitando.
Las dos mitades del reflejo del espejo seguían estando completamente centradas en lo suyo.
El Caído se reunió con los suyos y comenzó a alternar mirando a unos primero y luego a otros.
—¡¿Qué queréis pedir a esos dos?!—Preguntó interesado el malvado espíritu.
—¡Quiero verlos sufrir, llorar y sangrar por dejarnos apresados en nuestro universo!—Exclamó una sombra furiosa.
—¡Yo quiero lo mismo. Quiero verlos sufrir! ¡Que lloren sangre!—Gritó con furia y rencor otra sombra con una voz masculina que era más aguda que la voz grave de la sombra anterior.
—¡¿Alguien quiere algo diferente?!—Exclamó curioso y con gran entusiasmo el Caído.
—¡Que sufran!—Exclamó otra sombra, una de voz rasposa.
—¡Muerte física, sangre y destrucción!—Exclamó otra sombra con odio.
—¡¿Con o sin conexión?!—Preguntó el Caído más entusiasmado con dos rubios consternados a sus espaldas que se daban fuerza mutuamente.
—¡Sin ella. Que sean como todos. Que se puedan traicionar y matar como hermanos no gemelos, y así llorarán y sufrirán como todos los demás!—Exclamó un grupo de cincuenta sombras por lo menos.
Todos los espíritus malignos estaban de acuerdo.
Unos pocos minutos después, el Caído se giró y miró a los gemelos White con una "sonrisa maliciosa en los labios".
—Ya sabéis lo que queremos. Si nos queréis vivos y salvos, cumplidlo—Dijo maliciosamente el Caído.
—Iremos a contárselo a todos, desgraciados... Ellos aceptarán, pues nosotros vinimos en nombre de todos y, por ende, estamos hablando por todos—Dijo Adam triste al inicio y tratando de no "llorar" porque Eve lo necesitaba y debían cumplir su deber como los salvadores.
—Reiniciad la existencia y poned humor a todo si queréis, pero nada de dar a los gemelos ventajas. Renaced siendo lo que os dé la real gana, pero no tengáis una conexión especial—Dijo frío y serio el Caído haciendo énfasis en "Conexión especial".
—De acuerdo...—Dijeron al unísono Adam e Eve con seriedad, temor, calma y mucha tristeza.
Habían transcurrido cinco horas desde aquel instante y los gemelos White estaban en la zona en la que, una vez, había estado el parque favorito de ambos, aquel lugar en el que habían deseado algo "prohibido", aquel lugar en el que habían luchado por tener una relación romántica en secreto y aquel lugar en el que habían tenido su primer beso apasionado sin tener que esconder algo después de irse de casa. Ellos estaban allí de nuevo. Siempre el mismo lugar. Siempre la misma parte. Era una pradera verde y muy colorida, así que se sentaron en el suelo, uno al lado del otro y tan pegados como era posible. La cálida luz del sol iluminaba sus cuerpos completamente desnudos y eran las 14:00.
—Adam, promete que me amarás tanto como ahora lo haces y que estaremos siempre juntos...—Dijo Eve con gran tristeza y "derramando lágrimas" de repente.
—Te prometo que, cuando nuestro amor haya despertado, lucharé por estar contigo hasta el final, aunque el mundo entero diga que está mal ese amor y aunque papá y mamá nos miren mal—Respondió Adam sonriendo cálida y tiernamente mientras trataba de impedir que lo dominara la tristeza.
—Prometo lo mismo, Adam. Seas o no uno conmigo literalmente, siempre seremos uno solo—Dijo Eve sintiéndose mejor, lo cual hizo sentir mejor a Adam.
—Eve, hemos pasado por tanto juntos. Un día, recordaré nuestro primer beso original, ese beso que inició todo, ese beso que llevó a enfrentarnos a papá y mamá para poder ser libres. Yo te juro por ti que jamás de los jamases y nunca de los nuncas dejaré de amarte como lo hago ahora, incluso si ese amor está dormido. Yo viviré amándote románticamente por toda la eternidad y jamás pensaré en otra mujer como pienso en ti—Dijo Adam acariciando delicada y tiernamente las mejillas de Eve con sus manos mientras clavaba en esa mirada que tan demente lo volvía con sólo entrar en contacto con la suya su mirada.
Adam estaba perdiéndose en esos ojos mientras trataba de mantener un ambiente alegre, ya que la tristeza no debía volver en los últimos momentos de ambos gemelos.
Eve acariciaba las mejillas de Adam también con sus manos de una manera increíblemente gentil, tan gentil como la del rubio mayor.
—Adam, te juro que jamás pensaré en otro como pienso en ti y que te amaré sin importar que tú y yo no recordemos esta vida. Estamos hechos para estar juntos como amantes, y así será durante toda la eternidad y en cada vida. Si me reencarnara mil veces, en cada una de esas mil vidas, te amaría solamente a ti—Dijo Eve como respuesta a Adam sonriendo cálida y tiernamente con una mirada de calidez y ternura infinitas que eran para la persona que hacía que su dueña se sintiera completa.
—Cállate y bésame—Dijo Adam sonriendo a su amada mientras sentía la felicidad del momento, logrando que la tristeza no estuviera presente.
Ambos rubios se dieron de inmediato un beso tierno, dulce y salvaje, tan salvaje que todos los besos que se habían dado no eran salvajes en comparación con aquel que estaban dándose en aquel instante. Eve fue la primera en introducir su lengua en la boca de Adam y este sonrió en medio del beso y comenzó a invadir la boca de su amada esposa con su lengua juguetona y ardiente, esa lengua cariñosa y fiel que tanto amaba la boca de la rubia menor y que combatía contra la lengua de ella cada día de cada mes de cada año. Las dos mitades del reflejo cerraron los ojos y se dejaron llevar completamente por esa sed de amor que sentían. Deseaban el amor de la otra persona tanto que estaban enloqueciendo cada vez más y más. A cada nanosegundo que transcurría, ellos se volvían más y más dementes debido a la ternura, el amor y la pasión que sentían en su corazón inmortal, un corazón formado por dos corazones que eran dos mitades de lo mismo, así como ellos eran dos mitades del mismo ser. Cerraron sus ojos habiéndose dejado llevar hasta ese cosmos en el que sólo ambos existían, ese cosmos en el que las sombras no estaban para poner fin a su felicidad eterna y perfecta. Las caricias comenzaron y Adam colocó salvaje y velozmente con gentileza a Eve bajo su cuerpo para poder devorarle la boca entera y los labios mientras acariciaba sus caderas, su cintura y su vientre gentilmente y con una intensidad que era cada vez mayor. A medida que avanzaban los nanosegundos, ambos gemelos comenzaban a perderse en su deseo romántico, el cual era incontrolable para ellos, ya que estaban dejándose controlar completamente por este, como lo habían hecho en su vida anterior.
—(¡Adam, Adam! ¡Juro que… cuando nos encontremos… viviré pegada a ti! ¡Te adoro y eres mío y sólo mío!)—Pensó Eve en aquel instante acariciando a su amado como este la acariciaba a ella y acariciando su espalda también.
—(¡Eve, Eve! ¡No importa si te olvido ahora, ya que… tú y yo nos reencontraremos y “volveremos a amarnos” de esta manera! ¡Mi bella Eve, te protegeré en la siguiente vida como lo hice en la anterior! ¡Te adoro y eres solamente mía!)—Pensaba Adam al mismo tiempo que Eve sintiendo que su corazón latía tan velozmente y con tanta fuerza que podría estallar en cualquier momento por todas las emociones que él estaba sintiendo, y no sólo por las propias, sino también por las ajenas.
Ambos se habían comenzado a acariciar al mismo tiempo y más sonrojados no podían estar.
Sería la última vez que ambos podrían sentirse el uno al otro emocionalmente. Sería la última vez que podrían besarse en los labios y saborear la boca del otro sintiendo cada una de sus emociones como si fueran propias. Con un pensamiento fue suficiente para que todas las sensaciones físicas agradables que se estaban causando mutuamente fueran percibidas por ambos de forma simultánea. Estaban enloqueciendo y no querían parar, ya que, en diez minutos, todo terminaría, y eso incluiría su existencia actual, acabando así su relación actual.
—(Es increíble lo maravilloso que se siente… ¡percibir cada caricia mía a su piel y cada beso que le doy! ¡Mi lengua batalla fieramente contra la suya y es increíble sentir el calor de dos personas siendo una sola! Eve y yo… jamás fuimos dos. Siempre fuimos uno solo. Tuvimos que vivir como uno solo y “moriremos” como uno solo para volver a ser uno solo en otra vida. ¡Eve, te adoro y no me arrepiento de nada!)—Pensó Adam tan feliz y tan extasiado que era imposible para él pensar en lo malo.
—(Es increíble que tú y yo… podamos sentirnos así. ¡Amado mío, mi vida, mi Adam, estoy enloqueciendo más y más y no podría vivir sin ti! Amado mío, yo… ¡quiero seguir sintiendo cómo me acaricias y me besas mientras siento el calor de dos cuerpos, las caricias de cuatro manos y las sensaciones provocadas por un beso tan apasionado como el mío y por uno tan apasionado como el tuyo! ¡Adam, aunque “muramos”, volveré a ti y te amaré como en esta vida! ¡Te adoro, Adam, y no me arrepiento de nada!)—Pensaba Eve tan feliz y tan extasiada que era imposible para ella pensar en lo que estaba sucediendo y en lo que iba a suceder.
Cuando llegó el momento, todos los hombres primigenios comenzaron a volverse energía de color blanco puro al mismo tiempo en un período de tiempo de diez segundos. Adam e Eve estaban sintiendo cómo las sensaciones físicas desaparecían completamente en menos de un nanosegundo y cómo empezaban a dejar de sentir la temperatura y las texturas. Fue entonces cuando se volvieron pura energía espiritual y se unieron en un solo espíritu, un espíritu hecho para volar automáticamente hacia la fuente generadora de espíritus y fusionarse con el resto de espíritus antes de pasar a pertenecer a la energía sin conciencia de la fuente. Dicha fuente haría que los espíritus absorbidos por ella cayeran en un letargo temporal, en medio del cual no soñarían nada, del que despertarían nada más entrar en una célula viva tras la fecundación de un óvulo. Sería ahí cuando los amantes idénticos se volverían a encontrar.
La fuente absorbió a todos los espíritus, incluyendo a los malignos, y todos cayeron de inmediato en menos de un nanosegundo en un profundo letargo del cual no despertarían en mucho tiempo. La fuente generadora de espíritus comenzó a transformar todo lo que la rodeaba en energía espiritual blanca pura y, cuando terminó de absorber todo el cosmos, comenzó a transformar el otro cosmos en energía espiritual. Una vez absorbido todo, la fuente liberó una onda expansiva como la lanzada por el Invicto la primera vez y así comenzó la nueva creación del cosmos, un cosmos nuevo, en el cual algunos factores serían diferentes.
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