_spectraltears_ Máximo Bracamonte

El mundo fue dividido por una guerra ya olvidada por casi todos los seres vivientes. Los dioses destruyeron y dividieron el mundo, solo para poder crear dos nuevos. El Mundo Natural, y el Mundo Caótico. Cuando ambos entren en guerra, Los defensores de Madre Naturaleza, Los Jefes del Bosque, lucharan contra la oscuridad, tal y como lo han hecho y harán por siglos. Pero algo nuevo se aproxima. Los vientos del cambio soplan por la existencia una vez más, y todo está a punto de ser diferente. El aleteo de una sola mariposa, perteneciente a un joven zorro, será lo que marque la diferencia entre la vida y la muerte en esta guerra eterna.


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Una Nueva Familia

El Mundo Natural... Nuestro hogar. Aquél mundo donde la luz y la vida proliferaría, donde la luz resplandeciera en su máxima expresión y el amor nunca muera. Algo bello sin duda, pero ninguna victoria se consigue sin sufrimiento, y el Mundo Natural, ya había tenido suficiente. Milenios atrás, el mundo era uno solo. No había realmente nada en la tierra más que soledad. Se decía que tanto era el silencio que se podían oír el recorrido de las estrellas fugaces, o la colisión lejana de algunos planetas. La nada misma era algo, y ese algo a la vez no era nada, y así fue hasta que los primeros dioses llegaron. Cuatro deidades surgieron del universo. La primera fue Vida, Una deidad cuyo amor no conocía límites, donde sea que su visión se posaba, la vida brotaba a montones como si de un manantial se tratase. La segunda deidad se trataba de Destino, Un dios cuyo poder escapaba incluso a su misma comprensión. El era el tejedor de todo lo que se aproximara. Toda la existencia del universo estaba conectada a él, puesto que todo comienzo tiene un camino que lo dirige hacia final, y Él, era el que los reclamaría. ambas deidades fueron testigos de la aparición de las últimas dos, nacidas de un mismo resplandor. De la turbulencia y el caos de las explosiones en el universo, nació Caos, y de la calma y la hermosura que estas traían, nació Orden. Ambos dioses, hermanos gemelos a pesar de su dualidad, fueron los últimos dioses en nacer por obra del cosmos.


Los cuatro dioses no sabían cual era la razón de su llegada, pero sabían que tenían un propósito en su nueva vida, y pensaban cumplirlo a toda costa. Los 4 primordiales caminaron por la infinidad del universo, buscando un lugar donde comenzar su labor. durante milenios caminaron y caminaron, hasta llegar a uno de los lugares más recónditos del universo, donde solo las estrellas adornaban la oscuridad, y escondido entre ellas, se hallaba un planeta, oscuro y solitario en su totalidad. Los dioses supieron entonces que su búsqueda había llegado a su fin, puesto que lo que buscaban no era la gloria, si no todo lo contrario: Un mundo que a pesar de su pobre y mal aspecto, sea el lugar donde las maravillas de los dioses se originaran. Así fue como el mundo se creó. Vida acarició la superficie del mundo, y de su roce, la vegetación apareció al instante, al igual que vastos terrenos kilométricos se llenaron de agua, para mantener así un equilibrio entre ambas cosas. Destino besó al mundo, y fue así como este comenzó a vivir realmente, comenzando su nueva y larga vida, con la certeza de que en muchos milenios, sus días lleguen a su fin.


Cuando los cimientos de su creación estaban hechos, fue ahí cuando las deidades tomaron sus manos, y de un soplido leve, la vida surgió en una nueva forma. Criaturas de una belleza sin igual aparecieron en una cantidad prácticamente imposible de contar. Estos nuevos seres, eran la primer raza del mundo, la gran obra de los dioses. Sus cuerpos flotaban en el aire como si de espíritus se tratasen, su sabiduría era tan ancestral como el mundo en el que vivían, y su corazón tan puro como las aguas que llenaban en su mayoría al mundo. Todo había sido creado con el objetivo de poder hacer de la vida algo majestuoso y amado, donde los dioses miren, y lo único que sientan, fuera orgullo. Así fue pasando el tiempo, y los dioses aumentaron su número conforme sus creaciones evolucionaban en su forma de vida. Lealtad nació del vinculo inquebrantable que los espíritus forjaron entre ellos. Bondad del amor con el que se trataban, Justicia por como compensaban sobre otros el daño que causaban en algunos. Pero incluso en el punto más alto de su gloria, una chispa oscura, una flor de pétalos negros comenzó florecer entre las sombras de los dioses. Caos creía que la dualidad debía ser algo que existiera sin importar lo demás, puesto que la luz no debía existir sin la oscuridad, como Caos no existía sin Orden. La primer gota de oscuridad que cayo sobre las criaturas se convirtió en Venganza, una deidad nacida de la furia. Las criaturas empezaron a cometer actos los unos contra los otros para compensar de alguna forma el daño que causaron en ellos, pero no de una forma diplomática, si no violenta... salvaje. Ya no era Justicia, era algo más, era... Odio. Fue así como la segunda deidad oscura nació. La última deidad, fue una que siempre estuvo entre ellos, invisible a los ojos de los seres vivos, incluso de los mismos dioses, pero que finalmente, tomaba una forma corpórea. La última deidad oscura, fue Muerte, nacida del fin de la vida, causada por la intervención de otro ser, y no por causas naturales.


Los primeros 7 dioses vieron el nacimiento de sus nuevos hermanos, sin saber realmente como sentirse sobre ellos, y si su presencia entre ellos, era algo que fuera bueno. No tenían malas intenciones, no parecían seres oscuros, a diferencia de lo que representaban, pero lo que causaban en el mundo era lo que les preocupaba, en especial a Vida. Antes miraba el mundo, y solo veía luz, vitalidad y hermosura, pero ahora, lo que alguna vez fue blanco se tornaba gris, y eso le preocupaba. Este rumor se extendió sobre los demás dioses, comenzando así un temor oculto que todos esperaban que no evolucionara a algo peor, pero Orden se alzó sobre sus hermanos, y mostró que la intervención de Caos era necesaria en el mundo, y que esta chispa que tornaba el mundo en gris, solo serviría para la evolución de los seres que los 4 primordiales habían forjado hacía milenios atrás. Esto calmó las aguas en las que los dioses navegaban, pero no calmó el corazón de Vida, ni el de Destino. Ambos eran unos de los seres más unidos entre su familia, además de los gemelos. El amor con el que habían creado el mundo ahora los entrelazaba a ambos, y su relación fue algo más que de simple coexistencia, ahora su unión tenía un significado realmente.


Los siglos pasaron, y las ocurrencias de Caos y Orden no hacían más que crecer. Idearon un plan, en el cual, recrearían la idea de Destino y Vida, pero aún superior, más grande, más capaz. Es por eso que un día, todos los dioses fueron reunidos por los gemelos, para que observaran como desde la unión de ambos poderes ancestrales, en el mundo se creaban seres nuevos, caminantes de dos piernas, como lo eran los espíritus que habitaban el planeta por aquél entonces. Las deidades vieron impactadas el como esas nuevas criaturas, estaban hechas a semejanza de los dioses. Eran diferentes las unas a las otras, y lo más importante, tenían libertad de elección. Capacidad de poder creer en lo que ellos consideraban necesario, poder forjar su propio camino, sin necesidad de dioses que los guíen constantemente.


Tal vez fue eso lo que provocó que la guerra entre los dioses comenzara. Lo que causó que Muerte, la diosa misteriosa y oculta, mueva los hilos y caminos que conducirían a su final. Una decisión debía ser tomada: Si el desino de los bautizados "humanos" debía ser la prosperidad y proliferación, o su vida terminaría con la exterminación total de cada uno de ellos. Orden y Caos sintieron esa propuesta como un acto de total traición sobre ellos, sobre lo que habían creado con total emoción y esmero. Por mucho tiempo habían dejado que Vida y Destino guiaran a todos, incluso a los mismos dioses, pero eso se terminaría ese mismo momento. Muchos dioses no pudieron tomar esa respuesta en el momento, puesto que debían considerarlo a solas, en el silencio del cosmos. Si solo hubieran sabido que esa decisión provocaría su fin, tal vez las cosas habrían sido distintas, pero no fue el caso. Orden y Caos iniciaron la búsqueda de aliados, para poder alzarse en contra de los otros dos primordiales.


Venganza yacía observando desde una estrella el mundo que estaba en juego, pero su tranquilidad se interrumpió cuando los gemelos se acercaron a él para convencerlo de que se una a ambos en sus ideales. Orden intentó que entrara en razón, que vea que las costumbres de Vida y Destino eran antiguas, que la aparición de los humanos podría causar mucho bien, pero que ambos primordiales temían del poder de sus creaciones. Le prometieron que su papel en el mundo sería mayor al que estaba jugando actualmente, pero Venganza solo escuchaba balbuceos, y traición sobre su familia. Dejó la estrella, y se paró frente ellos, para aceptar sus condiciones. Ambos hermanos estaban felices de ver que su forma de pensar era compartida por alguien más, por lo que voltearon agradecidos, dispuestos a dejar aquél lugar, pero Caos empujó a su hermano, y tomó de la muñeca a Venganza. Este había intentado asesinarlos, frenar su camino hacia la pura y total verdad, hacia el mañana que ambos visualizaban. La ira le llenó el corazón, y antes que su hermano pudiera tener palabra alguna sobre aquella situación, ambos dioses comenzaron una lucha titánica sobre los vastos valles del universo. Orden vio como su hermano luchó con su antiguo amigo, como su sangre salía de sus cuerpos y flotaba entre las estrellas creando así nubes de maravillas. Incluso en sus últimos momentos, Venganza no paró de luchar, y eso fue lo que selló su destino. Caos asesinó a su amigo, a su compañero. Por primera vez en la existencia, un dios había muerto, dejando atrás lo que habían sido tiempos de paz. Orden vio como el cuerpo de Venganza desaparecía, dejando atrás únicamente una mariposa de cristal. Las mariposas eran la esencia de cada ser, otorgadas únicamente por Destino en el momento que cada quién nacía. Representaban todo lo que uno poseía: Su vida, su poder, sus creencias... Su destino. Caos tomó aquella mariposa con delicadeza, y la miró con detenimiento, pero sin arrepentirse de lo sucedido. Miró a su hermano, y sin siquiera una palabra, ambos comprendieron que ese era el precio por el futuro que ambos visualizaban.


El tiempo pasó, y uno tras uno, los dioses fueron conociendo sus momentos finales. Orden intentaba hacerles ver que el futuro que prometían era el verdadero camino a seguir, pero los corazones de sus "hermanos", solo contenían el veneno que Vida y Destino habían implantado en ellos, ese miedo a los nuevos comienzos, a un nuevo origen. Cuando sus respuestas se convertían en un "No", Orden bajaba su mirada y retrocedía dirigiéndose hacia la ubicación de otro dios, dejando a Caos, hacer lo que era necesario. En el fondo, Orden odiaba tener que hacer esto. Primero se sentía traicionado, enojado que los trataran de traidores cuando ellos eran los que estaban traicionando a ambos, pero cuando vio morir a Odio, el último que se mantenía con vida de los dioses oscuros, su ultimo suspiro retumbó sobre los planetas, y sobre su corazón. El quería un nuevo mañana, pero ahora no sentía que debía ser sobre los cuerpos de su familia. Había tratado de convencer a Caos que no los asesinara, que solo les capturara para que pudieran ver que eran imparables, pero su corazón solo se guiaba por la violencia y la muerte, incluso llegando a temer por su propia vida.


Cuando ambos hermanos intentaron encontrar a otro de los dioses, solo vieron como Destino y Vida yacían frente a los demás dioses restantes, protegiéndolos de un futuro donde Muerte los reclamaría, la única diosa que estaba desaparecida sin haber dejado rastro alguno. Caos estaba enfurecido, fuera de sí mismo, miró a los dioses restantes, y gritó que esa era su última oportunidad para estar a su lado en el gran mañana, o tendría que matarlos a ellos también. Vida observó a su hermano, llena de tristeza, al ver que tan oscuro su corazón se había tornado, y que seguramente, si fallaban ese día en detenerlo, el mundo que tanto amaba terminaría muy lastimado.


El rechazo rotundo que recibió por parte de su antigua familia, fue razón suficiente para que sus ojos se encendieran con maldad pura, y se lanzara al ataque en contra de ellos. El mundo aún recordaba, luego de milenios, el como la existencia misma tembló en su totalidad por el combate que hubo en el universo ese día. Cada golpe, cada gota de sangre que se derramaba, solo provocaba que la vida comenzara a desvanecerse del planeta que alguna vez todos ayudaron a construir. El pasto desapareció, los ríos, mares y océanos hirvieron y desaparecieron. La tierra se agrietó, y las nubes se transformaron en tormentas brutales. Los dioses que apoyaban a Vida y Destino perecieron ante los dos hermanos, y sus mariposas, amenazadas con caer en control de los gemelos, fueron tomadas por Destino, para salvarlos de un final peor del que habían tenido. Como en sus orígenes, solo cuatro dioses se mantenían parados. Vida y Destino de un lado, Caos y Orden en el otro. Los primordiales, como en su inicio, se encontraban solos, y con un futuro en el borde de un precipicio, donde el lado vencedor, sería el nuevo regente del mundo. Vida miraba a sus hermanos, y las lagrimas corrieron por su rostro. ¿Así sería el final para dos de los que estaban allí presentes?


Destino intentó razonar con ambos, intentar que recuperen el sentido común, pero ya era tarde. Los dioses que alguna vez fueron, no existían más, y en su lugar, dos monstruos fueron los que tomaron sus cuerpos, y sus corazones, tan llenos de vida, ahora estaban vacíos. Caos apretó su puño, y en un rápido ataque mortífero, se acercó a ambos dioses, dispuesto a terminar aquella farsa de una vez por todas. El sonido de como su puño atravesaba el pecho de uno de ellos fue devastador, pero cuando se dio cuenta, sus ojos, llenos de odio, ahora mostraban horror. La sangre que corría por su brazo, el cuerpo que había atravesado... Era el de su hermano Orden. Vida y Destino observaron en un estado catatónico, de horror y miedo. En sus últimos momentos, Orden había visto que esto estaba mal, que sus acciones solo habían destruido lo que alguna vez fue hermoso, y esta, era la única forma de detener la guerra que ellos comenzaron, y la única forma de detener el monstruo, que el mismo ayudó a crear.


Caos tomó en sus brazos a su hermano, sintiendo como las lágrimas le corrían por la cara, a la vez que junto a su gemelo, algo moría en su interior. Suplicaba que se quedara con él, que no lo abandonara. No quería esto, nunca hubiera querido esto, él no sentía nada si no estaba con él, lo necesitaba, lo amaba. Sus gritos desesperados retumbaron por las infinidades del universo, a la vez que llamaba a su hermano ahora muerto. En sus manos, con el tiempo, solo quedó la mariposa que pertenecía a Orden, pero antes que pudiera hacer algo, está voló hacia la mano de Destino, y junto a Vida, corrieron lejos de allí, desapareciendo. Ese día, la guerra terminó, así como la era dorada de los dioses, aquellos que alguna vez, fueron una familia.


El Ojo Celestial se alzaba con grandeza sobre el Mundo Natural. El bosque, hogar de los grandes jefes, traídos a la vida por la gran creadora, Madre Naturaleza, se encontraba en la tan querida paz por la cual todos estos protectores y guardianes luchaban arduamente por mantener, ya sea solucionando problemas internos, como impidiendo el avance y llegada de los Corazones Vacíos. Los vientos de cambio soplaban hace días, y la razón que se mantenía en misterio, fue revelada hacía solo un día, cuando Ciervo reveló ante el pequeño vulpino, Zorro, que era el nuevo jefe con el que había soñado hacía tiempo atrás. Esa noche, el joven no pudo casi dormir, no después de una noticia tan importante y con un peso inmenso. Su vida nunca había sido especial realmente, incluso se podría decir que fue miserable, tanto por el trato que recibió desde cachorro, como por las veces que intentó terminar su vida para dejar de sufrir. Muchas fueron las veces que se preguntaba por qué nunca tenía el valor para morir, porque incluso para liberarse del sufrimiento era un cobarde. Nunca comprendió por qué seguía vivo después de tantos intentos fallidos, porque siempre algo o alguien lo rescataban de sus acciones, pero por primera vez, lo entendía. Su destino le aguardaba algo mayor, algo por lo que realmente vivir. Muchas cosas las comprendió en el tiempo que estuvo despierto. No sabía si por el hecho de haber recibido su mariposa veía las cosas más claras, o si las estrellas tenían una sabiduría que estaban dejando caer sobre él, pero cual sea haya sido la razón, agradecía por fin, tener algo de control sobe su propia vida.


El día comenzaba. Era uno normal realmente, no tenía nada de especial, pero para Zorro, era su primer día como un jefe, o al menos, su primer día para comenzar a aprender y poder serlo. Ciervo lo despertó con un suave empujón que realizó con su cabeza sobre la suya, causándole gracia el como este rápidamente al verlo se sentó energético y servicial. Había olvidado lo que se sentía tener a un nuevo miembro en la familia. Solo se encontraban ellos dos en la guarida, aquel hermoso lugar que les pertenecía como un hogar, y un refugio del mundo, donde su titulo se desvanecía, y podían volver a ser simplemente animales comunes y corrientes. Cuando ambos jefes se pusieron en marcha a primeras horas de la mañana, Ciervo se alegró de ver a Lobo entrar a la guarida, aliviándose de que al menos uno de todos los jefes que eran, habían recibido el mensaje sobre la llegada del nuevo jefe. Lobo y Zorro se conocían de hacía ya un tiempo, aunque su comienzo haya sido tenso. El jefe albino lo había salvado de su intento, y posiblemente él ultimo, de morir. Su expresión asustada por casi llegar tarde nunca se borraría de la memoria de Zorro. No lo conocía, no era nada para él, más en ese mismo momento, cuando escuchó su voz gruesa e imponente gritarle para detenerle... por fin se sintió querido. Sintió que a alguien le importaba, que alguien le estaba dando una oportunidad de mostrarle lo que tenía para ofrecerle al mundo, y que nadie le había permitido enseñar.


Esa era la perspectiva de Zorro, y el por qué se sentía tan cómodo y a salvo con Lobo, pero este otro, tenía más razones ahora por las que quererlo. Lobo sentía una compañía sincera en su joven y pequeño amigo anaranjado. Podía ser él mismo, y sentirse escuchado por alguien más. Con él, los problemas desaparecían un rato, y podía ser un simple lobo, sin importar los muchísimos años de vida que llevaba. Aún después de todas estas sensaciones que solo él le hacía sentir, tenía mas razones por la que estar con él ahora. Ciervo le dio una misión cuando el invierno estaba en su pico mas alto, cuando le comentó sobre la llegada del nuevo jefe al bosque. Debía guiarlo, enseñarle lo que necesitaba para ser parte de su familia, y mostrarle el camino a seguir en su ahora eterna vida. Era una tarea importante y pesada, pero sabiendo ahora de quien trataba, sabía que no sería difícil de cumplir, puesto que también tendría la ayuda de los demás jefes, o al menos, eso esperaba.


Ciervo comentó que tenía unos asuntos que atender, y que dejaba a ambos solos, para que pudieran hablar tranquilos, y que Lobo pueda iniciar el entrenamiento de Zorro, confiando que el albino sabría que hacer con él. Por un momento pensó en iniciar con algo práctico, como hicieron con él en su momento, pero sabía que no era el estilo de Zorro, ni el suyo. No le enseñaría caminos, ni le haría organizar algún plan de diplomacia para resolver asuntos entre razas, Lobo pensaba contarle historias de los jefes. explicarle quienes eran, de donde venían, y a quienes veneraban incluso ellos. Las verdades que contenían ocultas para el bien de todos, y los peligros que los acechaban a todos. Lobo sabía que el mundo entero conocía quienes eran realmente, y cual era su papel, pero le explicaría lo que significaba ser uno, lo que tenía un animal que tener para proteger a todos y cada uno de los seres que vivían bajo este lado del mundo, separado por el Puente del Destino.


—¿¡Entonces es cierto?! ¿Los dioses existen realmente? ¿Cómo son? —Comentaba Zorro mientras cada vez se acercaba más a Lobo.


—Bueno, eso es lo que creemos por los fragmentos que ha encontrado Oso — dijo riéndose al ver que solo se había quedado concentrado en una parte de las tantas cosas que venía relatando. —Nos comentó que estuvieron en una época cercana o incluso más antigua que la de los Antiguos, y que su aspecto es similar al de los Corazones Vacíos, pero no mucho más que eso. Pocas veces Oso ha tenido visiones de aquellos tiempos, y cuando las ha tenido, no es algo que le produzca mucha felicidad siendo sincero.


—Wow... P-Por cierto... ¿Todos aquí tienen poderes verdad? dones que les dio la mismísima Madre Naturaleza no es así? ¿Cómo funcionan? ¿Qué se siente? —Decía a la vez que su cola se movía energéticamente. Zorro intentaba ser lo más educado y respetuoso que podía, pero la emoción de conocer y saber tantas cosas como estas, sobre los jefes, era algo que no tenía comparación.


—Así es, pequeño. Cada jefe tiene un don único y especial, y está en nuestra responsabilidad usarlo para proteger a todo nuestro mundo, y aquellos que viven en él. Todos usamos nuestros dones para hacer el bien, y tenemos prohibido utilizarlos para el mal. Si usamos la magia de Madre Naturaleza desde el odio, o para alguna intención oscura, el daño que causemos será reflejado en nosotros. No lo sabemos con certeza, pero... Creemos que incluso podrías llegar a morir si asesinas a alguien con tu don, o le provocas algo nacido desde lo más profundo y oscuro de tu corazón.


—¿E-Enserio...? ¡Pero, son jefes! ¿se supone que no pueden morir, no es así?


—Somos tan mortales como cualquier otro animal. Sí, el tiempo no nos afecta, ni las enfermedades, o heridas provocadas naturalmente. Podría tirarme de un risco y partirme los huesos en tantos pedazos que quedaría irreconocible, pero con unas horas, estaría tal como me ves. Nada en el Mundo Natural puede matarnos, ¿Pero lo que reside del otro lado del Puente del Destino?... —Un suspiro salió de su boca y quedó en silencio unos segundos. Realmente el hablar de eso causaba daño a todos los jefes, no importaba el tiempo que haya pasado —Hemos perdido familia por los Corazones Vacíos, Zorro... Un ataque de ellos es lo peor a lo que podrías enfrentarte, y espero que cuando debas hacerlo, sea en muchos, muchos años en el futuro, porque siempre regresan por más sangre... siempre.


Zorro sintió un escalofrío en todo su lomo. ¿Si los jefes, que habían peleado contra los Corazones Vacíos, sentían ese temor en lo profundo cada vez que debían defender su mundo, como iba a hacer él para realizar las mismas hazañas? Tenía miedo de todo, el mundo le enseño a sentir miedo por todo lo que le rodeaba, incluso de sí mismo, de temer que nunca sea suficiente para nada o nadie. Lobo reaccionó de sus pensamientos y observo a Zorro, notando como un nuevo ataque de crisis empezaba a tomar control sobre él, al ver su respiración agitarse y la mirada perdida y asustada. Rápidamente sintió culpa por haberle hecho sentir así, por lo que sus patas lo pusieron en alto, y le dio un lamida en la frente, causando que reaccione y escape del ciclo de miedo que sus pensamientos le provocaban.


—Acompáñame, hay algo que quiero que veas. —Y dicho eso, comenzó a caminar hacia una zona desconocida para el más joven, pero que se encontraba en la guarida.


Zorro se apresuró a seguirlo cerca, poniéndose a su lado, sin saber exactamente a donde se dirigían. En uno de los tantos lugares que la guarida ofrecía, se podía apreciar una especie de subida natural, que escalaba toda una colina, la cual Lobo sin dudarlo empezó a subir, haciendo que el vulpino le acompañe también, maravillado por los Antiguos de tantos tipos y tamaños que adornaban los costados del camino. Al subir a la cima, una vista total e inmensa de todo el bosque invadió los ojos de Zorro, enseñándole una de las vistas más hermosas que haya tenido en toda su vida.


—Este es nuestro hogar Zorro... Uno al que debes amar, y proteger a toda costa. La oscuridad querrá adueñarse de todo esto, y destruirlo, pero aquí estaremos todos para evitar eso, y tú también. Serás un gran jefe, y nos tendrás a todos a tu lado, a tu nueva familia, para luchar con lo que sea que se aproxime a nuestro bosque, y mantener la luz de la naturaleza encendida, para siempre.






May 22, 2022, 4:15 p.m. 0 Report Embed Follow story
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