Aún era de madrugada cuando llegaron y me despertaron con sus soflamas. ¡Ya están aquí los apóstoles de la endogamia! girando la noria y sin saber cómo se muele el trigo.
Tanto dan por culo, que a buen seguro a más de uno le han salido almorranas. Lejos de sufrirlas en silencio las comparten con el respetable.
Y es que todo el mundo sabe, que de buen cristiano es el evangelizar al impío, aunque a este le importe un pepino y no lo haya pedido.
Ahí van en manada haciendo piña, buscando riña. Como si el consuelo del tonto fuese razón de peso, y empecinados en el exceso, se dejan besar por Judas.
Poco plácido y caliente que estoy yo en la cama como para que me importen un bledo ni medio sus tonterías.
Me doy media vuelta, no sea que la otra oreja sienta celos o se enfríe. Que de tonto no tengo un pelo, ni me chupo el dedo después de haberlo metido en la mierda.
Así les habló el profeta. "Levantad cercas y plantad banderas".
París bien vale una misa, pero esta camisa les viene grande, lo mismo que el burro, que ni anda ni los lleva a ninguna parte.
No me habréis de encontrar en el corral, buscadme en la era retozando con la molinera.
Ella no es guapa, ella no es fea, ella no tiene dinero, como tampoco este perro pedigrí ni dueño.
Ahora he de marchar en compañía del Cierzo. Así, con viento fresco, sin más emolumento por mis servicios que el quicio de la puerta en las narices.
Y al que busque dueño no le han de faltar pretendientes. Más a mi poco me importa en dónde me entierren.
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