Siempre creí que tendría la fuerza para cargar con todo. Desde cargar los problemas de mis antiguos amigos, hasta enfrentar un universo con ellos; pues no, ellos se fueron y me olvidaron pese a mis intentos de arreglarlo y fue solo entonces cuando un peso realmente grande cayó sobre mí y no, no fui capaz de sostenerlo, me cayó encima y me quebró en mil pedazos, dejándome en una insondable miseria. Ese peso, era mi vida.
Con los ojos llorosos pero bien abiertos, comencé a vivir, a sentir el peso de mi vida y se sentía como ácido en las venas. Así fue como entre costuras rotas, huesos, sangre, golpes y un cuello dañado, te vi; devolviéndome la mirada rota a través del reflejo. A ti que encierras contigo lo que está en mi mente… Libérame.
Sal del bucle, deja de arrastrarme contigo, yo no quiero ir a esos lugares que me hacen daño. Libérame, déjame ir, ser libre por primera vez. Hay gente que no volverá porque no te quiere; y la que te quiere no volverá porque ya volvió al polvo de la tierra. Por eso y porque estás muriendo, libérame.
Estás muriendo cada día, te quiebras un poco más cada día, deja ya de danzar con ilusiones, con sueños muertos porque ya no aguantas y te estás muriendo, te estás perdiendo en la locura, esa gente no está ahí; esas palabras que no son las correctas, esas noches de insomnio y días de pesadillas a medio dormir están matándote y si tú te pierdes entonces luego vendré yo y aumentarán los medicamentos, aumentará el miedo y optaremos por marcharnos de aquí y no sabremos si algo mejora. Nos perderemos mil finales por apurar el nuestro ¡Quema! ¡Quémalo todo! No esperes a hundirte en recuerdos viejos y sin valor, quémalo y déjate arder con ellos.
Si nosotras ardemos, quizá renaceremos o quizá nos iremos… pero será en completa libertad.
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