Jimin intentaba abrirse paso entre la multitud con todas sus fuerzas, pero habÃa demasiada gente y se movÃan demasiado lento. Gritó desesperado para que se apartaran, pero era inútil, el beat que atronaba sus oÃdos también ahogaba sus alaridos y era evidente que casi todos los presentes estaban ya bajo los efectos de sustancias que habÃan conseguido convertirlos en meros cuerpos sin vida.
Apretó los dientes y siguió avanzando. Daba igual lo que le costara, si hacÃa falta, se abrirÃa paso a golpes. Alzó el móvil con una mano temblorosa y volvió a pulsar el botón de llamada y, mientras apartaba la marabunta a codazos, centró todos sus sentidos en el leve murmullo de los tonos.
Tras minutos de esfuerzo, logró alcanzar la puerta de la discoteca y salió a la calle como una exhalación, pero se detuvo en seco al caer en que no habÃa traÃdo la moto. Iba a todas partes con ella y tenÃa que haber escogido precisamente esa noche para no hacerlo.
Soltó un gruñido de exasperación y, al tiempo que volvÃa a llamar, se dirigió a la calzada para parar el primer taxi que viera libre, pero para cuando habÃa conseguido subirse a uno y farfullarle al conductor su dirección, al otro lado de la lÃnea solo se oyó el buzón de voz. Se llevó las manos a la cabeza, peinándose el pelo con tanta intensidad que podrÃa habérselo arrancado. Su voz trémula aún le retumbaba en la cabeza, martilleándole las sienes:
"— ¿Mini? ¿Mini, estás ah�
— ¿Yoon? ¿Eres tú?"
¿Quién iba a ser si no? Daba igual el tiempo que hubiera pasado y que hubiera borrado su número de la agenda, nadie más le habÃa vuelto a llamar asÃ.
Jimin respiró hondo para intentar tranquilizarse, sin éxito, y las lágrimas empezaron a acumulársele en los ojos de pura rabia cuando, tras segundos de espera, volvió a saltar el buzón de voz. ¿Por qué habÃa sido tan imbécil? ¿Por qué no se habÃa dado cuenta al instante de que algo iba mal?:
"— No te oigo bien, es que estoy en el baño del Vera.
— Ah, claro, es verdad, es viernes... Perdona, no, no te molesto más.
— ¡No, no! No te preocupes, en serio, ¿por qué me has llamado? ¿Pasa algo?
— No pasa nada. Solo... necesitaba oÃr tu voz."
El joven tensó la mandÃbula y empezó a mover el pie en un tic nervioso. Volvió a marcar y esperó. No podÃa darse por vencido.
— ¿No puede ir más deprisa? —le exclamó al taxista.
— Pues no, ¿no ve que estamos en un atasco? —replicó el conductor señalando las hileras de coches que los rodeaban.
El chico entreabrió los labios, siendo consciente por primera vez de la abarrotada calzada y el apabullante estruendo de los cláxones y entonces, las palabras de Yoongi le golpearon de nuevo:
"— Mis padres no están y me sentÃa tan solo...
— ¿Qué? ¿Te han dejado solo?"
Jimin tiró de la manga de su camisa y se limpió las lágrimas con determinación, tomando una decisión.
— Déjelo. Tome —le espetó al taxista soltándole un par de billetes de mala manera y salió del coche para empezar a correr como no lo habÃa hecho en toda su vida.
Las calles estaban atestadas y el joven sorteaba transeúntes como podÃa mientras su cabeza iba a mil revoluciones por segundo, intentando pensar cuál serÃa la ruta más rápida hasta su casa. ¿La veintiuna con la sexta? No, no, esa era una avenida principal, demasiada gente. Alzó el teléfono de nuevo y volvió a llamarle. El sudor empezaba a caerle por la cara y se le metÃa en los ojos, emborronándole la visión, pero siguió corriendo.
"— Yoon, ¿estás bien? ¿Quieres que vaya a tu casa?
— No, no hace falta, tranquilo, pero... ¿puedes quedarte un rato conmigo? Solo... solo hasta que me haga efecto.
— ¿Qué? ¿De qué hablas, Yoon? ¿Te has metido algo?"
Las piernas le temblaban como gelatina, sus pulmones a duras penas conseguÃan coger el aire mÃnimo que necesitaba para seguir respirando y hacÃa varios minutos que sentÃa un pinchazo en el costado que amenazaba con hacerle vomitar, pero siguió corriendo. PodÃa hacerlo, ya solo estaba a un par de manzanas.
"— Yoon, contéstame. ¿Qué te has metido?
— Solo querÃa dejar de sentirme asÃ. No querÃa... Tengo miedo, Mini.
— Yoon, voy, voy a llamar a urgencias, ¿vale? Te llamo ahora otra vez, no te separes del teléfono, por favor. Solo un segundo, ¿vale?"
Idiota, idiota, idiota. ¿Por qué le habÃa colgado? PodrÃa haberle pedido a alguien más que llamara a urgencias. Le habÃa dejado solo y ahora él no cogÃa el teléfono.
"¿Por qué no coges el puto teléfono?", pensó desesperado mientras las lágrimas le caÃan por las mejillas, confundiéndose con las gotas de sudor que resbalaban por su cara.
Dobló la esquina y se adentró en su calle y entonces lo vio: la ambulancia aparcada enfrente de su casa y los paramédicos sacando el cuerpo de alguien en una camilla. Se paró en seco al reconocer el pelo color menta del chico.
— Yoon... —musitó sin aliento, con el pecho subiéndole y bajándole a un ritmo errático y entonces, el corazón dejó de latirle por un segundo.
¿TenÃa los ojos abiertos? No podÃa distinguirlo desde ahÃ. Se tiró de la manga de la camisa para limpiarse el sudor del rostro, pero no sirvió de nada. ¿TenÃa los ojos abiertos sà o no?
Jimin dio dos pasos vacilantes hacia los sanitarios que se apresuraban a meter la camilla en la ambulancia. Por más que quisiera moverse más rápido, sus piernas no le respondÃan, estaba sumido en un trance que lo habÃa petrificado de los pies a la cabeza.
— Sus ojos... —farfulló mientras los paramédicos cerraban las puertas— ¿están abiertos? —musitó ya a dos metros de la ambulancia, pero los sanitarios se dirigÃan a toda prisa al interior del vehÃculo y no habÃan notado su presencia.
— No —murmuró dando un paso más, pero la ambulancia ya estaba arrancando—. Esperen —intentó exclamar, pero de su garganta solo salió un murmullo.
Tragó saliva y apretó los dientes y, de repente, fue como si recuperara el control de su cuerpo y echó a correr justo cuando el vehÃculo empezaba a salir del estacionamiento.
— ¡Esperen! —repitió Jimin en un alarido desgarrado, intentando alcanzarlo con todas sus fuerzas, pero ni él mismo podÃa oÃr sus gritos, ahogados por el volumen de la sirena.
La ambulancia aceleró, bajando la calle a toda velocidad y por mucho que corriese, la distancia entre ellos no hacÃa más que agrandarse y, tras unos segundos en los que creyó que iba a romperse las piernas del esfuerzo, observó impotente cómo se perdÃa en la lejanÃa.
— ¡Yoon!
*****
Canción: 0X1=LOVESONG de TXT
https://www.youtube.com/watch?v=d5bbqKYu51w
Thank you for reading!
We can keep Inkspired for free by displaying Ads to our visitors. Please, support us by whitelisting or deactivating the AdBlocker.
After doing it, please reload the website to continue using Inkspired normally.