athanatos Αθά νατος

Las personas cometen errores. Los errores tienen consecuencias. Uno puede lamentarse por sus errores o aprender de ellos y hacerse más fuerte. De las consecuencias de los errores se puede sacar algo bueno. Siempre algo bonito puede salir de haber cometido errores. Se recomienda leer primero Lindos momentos.


Romance Young Adult Romance For over 21 (adults) only. © Todos los derechos reservados

#romance #amor-prohibido #forbidden-love #felicidad #happiness #esperanza #hope #salvación #salvation
0
282 VIEWS
Completed
reading time
AA Share

Prólogo

Notas de autor: El sistema de las elecciones estadounidense no es igual que el utilizado en España, pero yo decidí en su día que, en los Estados Unidos de Norteamérica de mis historias, el sistema electoral sería el mismo que el español. Eso significa que los Estados Unidos de Norteamérica de esta historia no tienen un sufragio indirecto en ningún sentido. No se contempla el voto estratégico, que es el empleado en los Estados Unidos de Norteamérica de la vida real. El ganador no se lleva todo en los universos de mis historias en los que existe Estados Unidos, sino que cada candidato se queda con lo que ha obtenido durante las elecciones. Esta historia sucede en el año 2013, en Maine, en el universo A. Aclaro por si alguien necesita que se lo recuerden que lo que los personajes hacen no tiene por qué ser lo correcto. Conociendo la moral vista en todas las otras historias, excluyendo las dos historias que pertenecen al universo de la mitología griega, el cual se usa como una crítica a los aspectos negativos del universo de la mitología ya nombrada, a la discriminación de cualquier tipo y a los dioses griegos sobre todo, es obvio qué está mal de todo lo que hacen los personajes y qué está bien de lo que ellos hacen en cada historia. Comenzaré a escribir.

Prólogo

Las gotas de agua caían sin parar con toda la fuerza con la que podían hacerlo. Cada gota que se precipitaba hacia el suelo hacía sonar el suelo pedregoso de las aceras de la calle. Una gran mansión se mostraba imponente mientras era empapada por fuera por la húmeda lluvia. Llovía tanto que parecía que el cielo nocturno estaba sollozando por una desgracia que le había sobrevenido. Los pasillos y las salas de la casa se encontraban sumidos en una densa e interminable oscuridad, pero había una sala que tenía luz. Eran sólo las 22:15 y la luz de uno de los diez cuartos de baño de la mansión estaba encendida. La puerta estaba arrimada. Aparentemente, a quien estaba dentro del baño se le había olvidado cerrar bien la puerta. Una lluvia de agua muy caliente caía sobre la piel y el cabello oscuros de la joven que estaba dentro de la mampara de la ducha. La morena cerró la llave del agua enseguida y, habiendo echado jabón en su mano izquierda, se comenzó a pasar las manos por el cuerpo para enjabonarlo entero. Su larga cabellera estaba pegada a su piel debido a lo empapada que se hallaba en aquel instante. Era como si deseara pegarse a aquella oscura piel tanto como fuera posible hacerlo. La sonrisa de la joven morena mientras sus manos regresaban a su cabeza para terminar de enjabonar su cabello, el cual era tan negro como la noche misma, sólo se mantenía en aquellos labios que reflejaban pureza y alegría infinitas. La joven terminó de enjabonar su larga cabellera y se dispuso a abrir nuevamente la llave del agua tarareando la misma canción que había estado tarareando todo el tiempo desde que había entrado en la mampara de la ducha.

Un sonido que evidenciaba que alguien acababa de entrar en el baño interrumpió la acción de la joven de cabellos negros y piel oscura. Ella miró hacia su derecha y su expresión despreocupada y alegre se volvió de vergüenza. Su rostro se comenzó a sonrojar tanto que llegó a hacerlo al cabo de pocos segundos tanto como era posible. Ella se mantuvo como estaba y se propuso seguir con lo suyo mientras aquella figura que la observaba abría la mampara de la ducha. Cuando el agua comenzó a caer por todo su cuerpo, el jabón se fue retirando. Su piel quedó brillosa por el agua al final y su cabello negro volvía a estar pegado a dicha piel, pero ya no era la única en la ducha y su expresión de emoción mezclada con vergüenza decía todo. Ese sonrojo seguiría ahí, pero no habría un deseo de cambiar la situación en ningún momento. La joven de 18 años de edad lo sabía perfectamente.

—Qué sorpresa, hija mía. No sabía que te duchabas a estas horas. Por cierto, olvidaste cerrar la puerta del baño bien—Dijo sonriendo con un tono cariñoso el varón de aparentemente 21 años que estaba justo detrás de la joven de 18 años.

—Y-Yo olvidé hacerlo. Como sea, el tema es que no deberías estar aquí—Dijo la joven sonriendo aún con una emoción que no era capaz de contener.

—No suenas molesta—Le dijo cariñosamente y con gran calidez el varón de piel oscura y cabellos negros estando tan empapado como ella debido al agua de la ducha—¿Me permitirías saber por qué?

—Me bañabas cuando era pequeña. No sé por qué debería estar molesta por tenerte haciéndome compañía—Respondió emocionada y avergonzada a la vez sin mirar a su padre la joven de ojos inocentes y puros.

—Ya no eres una niña. Deberías saberlo bien. Las reglas son las reglas—Dijo el joven adulto de 44 años de edad sonriendo de forma traviesa—Tal vez debería recordarte lo que sucede cuando rompes las reglas, princesita.

—¿Y qué es lo que sucede, papi?—Le cuestionó la joven de sonrisa pura y cargada de emoción a quien la había engendrado sin mirar los ojos de dicha persona todavía.

Ninguno de los dos se miraba, pero ambos comprendían que el otro no estaba haciendo una broma o algo por el estilo. Ambos sabían que el otro iba muy en serio. Tanto quien sonreía de forma traviesa como su emocionada hija entendían que algo estaba sucediendo.

El corazón de la joven de cabello negro palpitaba a una velocidad cada vez mayor y ella esperaba lo inminente. Si él estaba allí y podía sentir sus brazos desnudos rodeando su cintura delicada y tiernamente, era porque lo que ella deseaba que sucediera iba a hacerlo.

—Las princesitas que rompen las reglas…—Dijo susurrando sensualmente en el oído derecho de la joven de piel oscura el joven de 44 años—Deben ser castigadas.

Habiendo terminado de decir a su oído esas palabras, la joven se estremeció hasta un punto que jamás había creído posible alcanzar. Su plan había salido mejor de lo esperado. Conocía bien a su padre. Sabía que él era muy estricto con las reglas, aunque, irónicamente, estuviera a punto de romperlas. Ella había sabido perfectamente que dejar aquella puerta abierta haría que él pudiera verla por casualidad como ella deseaba ser vista por él. Sabía que él no resistiría la tentación. Los meses habían transcurrido y la joven no era tonta. Ella había hecho todo perfectamente para llegar hasta aquel punto.

—C-Castígame—Respondió la joven con un tono lleno de vergüenza y estremecimiento.

Su sonrisa reflejaba la vergüenza y el estremecimiento y su sonrojo no se había esfumado de su rostro. Sentir los brazos de su padre alrededor de su cintura era tan enloquecedor y tan maravilloso para ella que la joven estaba comenzando a perder el control de su mente y de su cuerpo. Ambos reaccionarían sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo y lo que harían sería lo que ella deseaba hacer.

—¿Por qué haces esto? Estás muy dispuesta a permitir que te castigue. ¿Acaso sientes lo mismo que yo siento, hijita?—Le preguntó con un susurro a su oído derecho y con una voz traviesa y curiosa a la vez el joven de 44 años de edad manteniendo la sensualidad.

Ella se estremeció todavía más por aquellos susurros y sentir algo grande y caliente repentinamente pegado a sus nalgas causó que una parte de su cuerpo comenzara a reaccionar. Ella sentía ese calor tan adictivo y tan maravilloso que le transmitía el cuerpo de la persona más importante para ella y el calor y el tacto de aquella parte de dicha persona y no sería capaz de resistir durante mucho tiempo más. Pronto, muy pronto, sucumbiría.

Un manantial reciente causó que quien abrazaba a la joven se sintiera aún más encantado con la situación. Estaba muy claro que esa noche sería su noche. Esa noche, su hija le daría lo que él deseaba que ella le diera. El líquido que el manantial dejaba caer incesantemente recorría las piernas de la joven hasta llegar al suelo de la mampara de la ducha y el agua que caía se mezclaba con dicho líquido. La temperatura de la joven y la temperatura del joven comenzaron a aumentar de una forma exponencial, pero… no todo iba a ser tan sencillo.

—¿Q-Qué es lo que sientes tú por mí, papi?—Preguntó la jovencita de 18 años con vergüenza y estremecimiento conteniendo todos sus ardientes deseos.

Aquellas palabras causaron que el joven pelinegro sonriera con ese cariño especial y único que sólo tenía para su pequeña. Ella fue soltada y girada velozmente por él. Enseguida, la joven detuvo el impulso de taparse los pechos con los brazos tanto como pudiera hacerlo y mostró su rostro extremadamente sonrojado a la persona que la contemplaba como si contemplara una obra de arte esculpida por el más grande de los artistas de toda la historia del hombre.

Los brazos del padre de la joven rodearon su cintura enseguida y ella fue pegada al cuerpo del joven pelinegro tanto como era posible hacerlo. Su ser estaba a punto de explotar y lo haría en cualquier momento, pero debía contenerse. No debía continuar sin saber la respuesta. Ella podía desear mucho aquello, pero no iba a dejar que sucediera algo sin conocer bien la situación. El joven lo sabía y le alegraba que su princesita fuera de aquella forma. Él la amaba tal y como era. No quería que fuera diferente.

—¿Preguntas qué es lo que siento por ti, princesita?—Le preguntó el joven de ojos cálidos y amables a la joven de ojos puros y llenos de luz.

Sus miradas estaban clavadas la una en la otra y nada podría hacer que se desconectaran en aquel instante.

—S-Sí. Quiero saberlo antes de continuar, papi—Dijo sonriendo con ternura y muy estremecida la joven mientras la vergüenza podía notarse en esa sonrisa y en esa mirada que era diferente de la mirada de su padre.

Sin pensarlo dos veces, la joven rodeó la cintura de su padre con una delicadeza y con una ternura infinitas. Ella deseaba sentir esa cintura pegada a la suya por horas. Deseaba perderse en esos ojos y en esos labios que tanto amaba por horas. No era capaz de explicar con palabras todo lo que él le hacía sentir a ella. Sólo sabía que lo sentía y no necesitaba saber algo más.

—Sonya, yo te amo y te amaré siempre. Siempre estaré a tu lado. Yo siempre te he amado, y lo he hecho mucho más de lo que tú jamás podrías llegarte a imaginar. Yo… te amo tanto que no dejaría que nadie te lastimara, ni siquiera yo mismo. Sabes perfectamente para qué tengo dos escopetas ocultas. Mis sentimientos por ti no han cambiado, hija mía. Siempre han sido los mismos. Yo… te amo, pero no como un varón ama a una mujer. Eres y serás por siempre mi princesita, mi hija, mi consentida. Traté de luchar contra mis deseos, pero fue imposible ganar. Al final, perdí. Sé que lo que quiero está mal, pero… no me importa a estas alturas. Sé que… tú vas a ser profanada por mí, pero no sé qué sientes tú por mi persona—Cada grupo de palabras que salía de su boca tenía un efecto diferente. El primer grupo le quitaba a la joven la esperanza de ser amada por su padre como ella lo amaba a él. El segundo grupo causaba que la joven Sonya se sintiera feliz porque, al menos, su padre la deseaba, aunque sus sentimientos no fueran correspondidos. El tercer grupo hacía que la joven se alegrara por el hecho de saber que a su amado padre le importaba lo que ella sentía en aquella situación. Sobre todo, le alegraba mucho saber que él iba a “profanarla” una vez dada la respuesta.

—P-Papi, yo… desde los diecisiete años, he deseado que t-Tú fueras quien me hiciera el amor. No sé por qué. No sé cómo sucedió. Lo que sé es que… no me arrepentiré de nada. Tú eres el amor de mi vida y, desde que mis sentimientos hacia ti cambiaron, yo no te amo como una hija ama a su padre, sino como una mujer ama a un varón. Sé que tú no sientes lo mismo. Me encantaría que lo sintieras, pero… me conformaré con lo que puedo conseguir. Tú me deseas y me mimas aún. Puedo pedirte lo que sea, excepto que me ames como yo te amo a ti, y tú me lo darás. Nunca me has negado nada que fuera bueno para mí. No me negarás nada de lo que te pida si se trata de ser como mi pareja. Yo siento que estoy haciendo lo correcto. Sé que, al entregarte todo a ti, hago lo correcto. Aunque pienses que estamos mal por querer lo que queremos, no me negarás lo que te pida. Papi, quiero que sepas que deseo pasar toda la vida contigo. Si vamos a vivir para siempre, aunque no sepamos por qué lo podemos hacer, quiero vivir contigo eternamente. Quiero… pertenecer a quien me ha dado todo desde la muerte de mamá. No te apartes de mí. Si lo haces, mi vida perderá todo el sentido—La respuesta de la sonriente joven de ojos puros y resplandecientes causó que el joven de 44 años, quien tenía mucha más experiencia que ella en la vida, sonriera reconociendo que ella en verdad expresaba amor, aunque ese amor estuviera mezclado con algo más y aunque fuera un amor prohibido, un amor sucio y depravado.

—Si esos son tus sentimientos, tengo claro lo que quieres y cómo lo quieres, mi pequeña. Siempre te compré una golosina cuando fue apropiado hacerlo y pude. Ahora haré lo mismo, pero no lo haré con una golosina, sino que te daré la atención que deseas que te dé—Dijo sonriendo con esa calidez tan especial y tan única y con ese cariño tan intenso el joven de cabello negro sin soltar a su hija.

Esta se estremeció hasta un punto mucho más elevado al escuchar esas palabras y no pudo evitar acercar velozmente sus labios a los de aquel que estaba empapándose con ella bajo la manguera colgada de la ducha. El varón de 44 años sólo dejó que su dulce y maravillosa hija capturara sus labios de forma torpe e inexperta. Era tierno que su princesita lo besara en los labios de aquella forma tan dulce y tierna que mostraba lo mucho que lo deseaba mimar y llenar de felicidad. El joven de 44 años comenzó a atrapar de una forma nada torpe los labios de su querida princesita mientras esta sólo comenzaba a dejarse llevar. Fue entonces cuando la mirada pura e inocente de la morena comenzó a llenarse de un fuego que le costaba mucho controlar. El fuego de su amor la estaba dominando hasta el punto de hacer que su mente sólo pensara en lo que más deseaba de forma cada vez más intensa. Cuanto más se besaban los dos, más se perdía la joven en las sensaciones que su padre, un veterano en lo referente al amor, podía causarle. La mirada enloquecida de la joven Sonya causaba que su padre se sintiera cada vez más deseoso de devorar sus labios mientras entraba en ella, pero debía ser paciente. Ella jamás había tenido una experiencia así y debía hacer de su primera experiencia una experiencia maravillosa. Cuanto más devoraba el joven de 44 años los labios de su hija, más sentía esta que deseaba cerrar los ojos y perderse en esos ojos que tanto amaba. Sonya decidió cerrar los ojos y quedarse en ese universo donde sólo quien la había engendrado y ella existían. El joven de 44 años hizo lo mismo de inmediato y las caricias a la espalda comenzaron por ambos lados, aunque la joven fuera un poco más baja que su progenitor masculino y padre. Las caricias dulces y delicadas de la joven eran ardientes y eso sólo enloquecía más y más a quien le dedicaba caricias que eran casi tan dulces y delicadas como las suyas.

Ambos tuvieron que tomar aire y separaron sus labios durante el tiempo suficiente para respirar, pero la joven sonrojada volvió a unir sus labios con los de su amado padre enseguida y se perdió en ellos como si de una droga que no quería dejar de disfrutar se tratara. La locura del deseo romántico comenzó a apoderarse más y más de la joven y un deseo puramente sexual era lo que estaba dominando a su padre, quien notaba que el deseo de su hija en el aspecto sexual comenzaba a manifestarse, ya que la joven era una bomba llena de emociones que ni ella misma era capaz de controlar, emociones que él pensaba sacar de la forma más intensa posible. Quería que aquella bomba que le sonreía siempre con tanta sinceridad y con tanta dulzura explotara y quería ser alcanzado por la explosión. Además, deseaba ver feliz a su princesita y, si debía causarle sensaciones indescriptibles para lograrlo, lo haría. Estaba mal, pero… se sentía bien.

Cuando los labios de ambos jóvenes se separaron, la respiración agitada de la joven era igualada por la respiración agitada del joven que tenía ojos diferentes de los suyos. Los ojos verdes que tanto había llenado de felicidad siempre miraban sus ojos amarillos como el rayo y era incapaz de resistirse a esa mirada enloquecedora y única. El joven de ojos amarillos le sonrió con cariño y calidez especiales a su pequeña y esta no se sonrojó más porque hacerlo no era posible. Las caricias se habían detenido ya y ambos sólo se miraban con los labios a pocos centímetros de distancia.

—Papá, por favor. Hazlo ya. No lo aguanto más. Tu princesita quiere tu amor. Atiéndela y hazle sentir cuánto la amas. Mímala—Dijo Sonya suplicando con su mirada que su padre la tomara de la misma forma en la que había deseado que lo hiciera durante casi dos años.

Aquella mirada suplicante llena de aparente amor romántico, ternura y ardiente deseo hacía que él se sintiera más prendido a cada instante y la ternura que le causaba su pequeña hacía que fuera más tentadora para él. Lo había vencido la tentación de tomarla, y lo vencería la tentación de hacerlo lo más pronto posible. Debía ser paciente, pero podía permitirse darle lo que ella quería a su ritmo.

—Está bien, pequeña—Dijo conteniéndose para no entrar en ella con toda su fuerza en aquel instante y mostrando mucha calidez el joven de 44 años—Pero no aquí.

Su amor paternal no había desaparecido. Estaba mezclado con un fuego consumidor que amenazaba con destruir todo a su paso en aquel mismo instante.

—E-Entonces, llévame a la cama—Le dijo la joven inmensamente estremecida y tan avergonzada que tuvo que mirar hacia su derecha para que él no viera más su sonrojado rostro.

El joven de 44 años, incapaz de aceptar que su princesita ya no lo mirara más, la obligó a mirarlo fijamente a los ojos sosteniendo su mentón con la mano derecha delicada y tiernamente.

—¿Quieres que te trate como a una niña?—Preguntó con mucho cariño y con una voz ronca el joven de ojos amarillos como el rayo.

Una sonrisa traviesa apareció en sus labios al instante y el corazón de la joven, el cual estaba latiendo tan velozmente como podía hacerlo, comenzó a sentirse más “enamorado” en aquel instante.

—S-Sí. Llévame a mi cama, como cuando era una niña, y quédate conmigo hasta que me duerma—Dijo muy sonrojada y muy enternecida la joven con un estremecimiento inmenso en sus ojos y en su voz.

—Entonces, tendré que hacer lo que dice mi princesita—Respondió con aprecio y con esa sonrisa traviesa el joven de ojos amarillos y cabello negro.

Después de soltarse y separarse ambos jóvenes, la pelinegra cerró la llave del agua y cada uno de los jóvenes se secó usando una toalla diferente. Como el joven pelinegro había podido ver “por casualidad” a su hija desnuda en otras ocasiones durante un buen rato, no se había sonrojado al verla desnuda aquella noche. Él era un veterano, pero no dejaba de ser un simple ser humano. Una vez secos los dos, la sonrojada joven fue tomada por los brazos de su padre y llevada hasta su habitación, cuya puerta estaba arrimada. La joven Sonya parecía un tomate demasiado maduro fusionado con un morrón demasiado maduro. Él la estaba llevando en brazos hasta su habitación para mimarla y atenderla hasta que se durmiera. No podía sentirse más feliz en aquel instante. Su estremecimiento no paraba de crecer más y más.

—(¡Seré suya! ¡Seré suya! ¡Seré suya!)—Pensó la joven pelinegra inmensamente enloquecida por causa de su amado, quien la enloquecía más cargándola como si fuera una delicada princesita, la princesita de papá.

Nada más dejar delicadamente sobre la cama a la jovencita pelinegra, el joven pelinegro la apresó entre la cama y su cuerpo y comenzó a recorrer delicada y tiernamente sus caderas y su cintura con caricias que eran dulces, tiernas y cada vez más intensas. La joven decidió dejarse llevar y comenzó a imitar a quien la había engendrado mientras le comenzaba a besar los labios con una ternura y con una pasión inmensas. El joven pelinegro correspondió al beso y ambos cerraron los ojos.

—(Mi princesita, serás mía esta noche. Está mal, pero sabe bien. Es lo que quieres, así que no soy quién para negártelo a estas alturas, sobre todo siendo un hipócrita)—Pensó el joven de ojos amarillos perdiéndose en esos labios que le agradaban cada vez más.

El deseo de besarlos hasta desgastarlos crecía en su interior y su locura ardiente no dejaba de crecer. Las marcas que pretendía dejar a su hijita con cada caricia, siendo cada una de las caricias tan intensa, tardarían en ser borradas por el paso del tiempo. No iba a dejar nada de su pequeña sin marcar.

Por otro lado, la joven sentía que quería consumir los labios de su amado padre hasta enloquecer completamente por sus besos y caricias. Quería ser marcada por él y marcarlo hasta más no poder y quería que él hiciera con ella lo que deseara, ya que él era su dueño, su amo y su señor. Él era el propietario de su cuerpo y podía hacer con este lo que quisiera mientras no la pusiera en peligro, no la humillara y no fuera brusco con ella.

—(Papi, p-Papi. Tómame aquí y ahora. Domina mi ser. Soy tu niña y debes mimarme y atenderme hasta que me duerma. ¡Hazlo, papi!)—Pensó la joven de ojos verdes bosque perdiéndose completamente en las sensaciones que su protector y cuidador le estaba causando.

Fue la jovencita la que tuvo el atrevimiento de introducir la lengua en la boca del joven para comenzar a saborearla como una demente que sólo quería consumir más y más de aquella droga. Sus pensamientos se volvían más y más ardientes y románticos y su corazón no dejaba de palpitar con toda la fuerza posible y a toda la velocidad posible. Sentía que se le iba a salir del pecho por palpitar así durante tanto tiempo. El sorprendido joven se dejó llevar por su traviesa hija, la cual parecía querer todavía más. No bastaba lo que estaba recibiendo.

—(Como quieras, mi princesita. Si quieres que vaya en serio, lo haré, pero seré gentil. Me contendré y te haré experimentar el Cielo que visitas durante la primera vez. ¡Vamos allá!)—Pensó el joven de ojos amarillos imitando a su hija.

Al sentir la lengua de su padre en su boca y el inicio de la batalla de lenguas, Sonya comenzó a sentirse cada vez más perdida en un tornado de fuego compuesto por emociones que no le permitía salir de su interior. Era tan mágico todo que no quería detenerse. Quería seguir experimentando aquello y lo iba a seguir haciendo.

Ya no había vuelta atrás. Ambos estaban seguros de que deseaban continuar. Nada volvería a ser igual, absolutamente nada.

Dos horas después, habiendo descargado todo lo que le había quedado en el interior de aquella cariñosa, traviesa y juguetona vagina, el joven de ojos amarillos salió con la respiración muy agitada de su sonrojada y enternecida hija, quien se sentía tan llena de alegría y de amor que no cabía en sí de gozo. La joven pelinegra estaba tumbada de costado en el lado izquierdo de la cama y el joven estaba tumbado de costado en el lado derecho. La cama era para una sola persona, pero estar tan cerca el uno del otro era algo agradable y maravilloso para ambos. El joven sonrió con cariño paternal y con mucha calidez a su hija y ella sólo se mantuvo sonrojada mientras se aferraba al cuerpo de su padre como si no existiera un mañana.

Ambos se tomaron un par de minutos para recuperar el aliento. Sus cuerpos sudados, la sangre que había en la cama y el semen que se escurría de la vagina de la joven pelinegra evidenciaban que la línea había sido cruzada. Todo había cambiado para siempre.

—Te amo mucho, papi. G-Gracias por tomar lo que te pertenecía con tanta gentileza. Si hubieras sido un poco bruto, no lo habría disfrutado tanto. Papi, te seré sincera. Yo… planeé que me tomaras esta noche. Necesitaba llamar tu atención, así que me dejé la puerta del cuarto de baño arrimada a propósito para que llegaras, me vieras y te sintieras tentado de tomarme. Además de eso, la puerta de mi habitación estaba arrimada para no causarte problemas cuando me estuvieras cargando en tus brazos—Explicó la jovencita de mirada tierna y llena de vergüenza mientras su respiración estaba algo agitada aún.

—Me imaginaba que todo había sido planeado. Tú eres tan inteligente que podrías engañar a todas las personas de una cafetería grande fácilmente si quisieras. ¿Por qué mi princesita me lo quería confesar?—Dijo el pelinegro cariñosamente al inicio y curioso y confundido al final—Yo iba a darme cuenta solo.

—No quería que estos labios mentirosos siguieran sucios por las mentiras, así que decidí confesar yo misma mis pecados, papi. Te respeto demasiado como para estar sucia ante ti—Dijo sonriente la joven pelinegra justo antes de acariciar la mejilla derecha de su padre con la palma de su mano izquierda tierna y delicadamente con todo el amor que sentía por él.

Tan grande era su amor que el padre de la joven se sentía enternecido y feliz por tener una hija que lo amaba tanto. Ella era maravillosa sin duda. Los labios de la joven capturaron repentinamente los labios del joven pelinegro y sus ojos se clavaron en los de él enseguida. La joven cerró los ojos estando ya perdida en los ojos de su amado padre y este cerró los ojos enseguida con el propósito de dejarse llevar. Unos segundos después, ambos jóvenes volvieron a separar sus labios por falta de aire y por tener suficiente de aquella droga adictiva que eran esos besos tan cargados de deseo y pasión. El beso no debía ser más largo.

—Papi, castígame por haberte engañado durante tanto tiempo—Dijo sonriendo con ternura y muy sonrojada la joven mientras sentía que estaba completa en aquel instante.

—De acuerdo, pequeña. Te voy a castigar por haber sido mala. Tu condena deberá durar mucho tiempo, pero seré piadoso y te dejaré escogerla—Dijo sonriente el joven pelinegro de piel morena mostrando a su hija todo el cariño que le tenía.

Se imaginaba el tipo de condena que su hija escogería y por eso había dictado su sentencia. La joven se sintió increíblemente feliz y se comenzó a poner muy nerviosa. Su padre lo notó y se mantuvo expectante, ya que sabía que la joven Sonya iba a pedir algo muy especial.

—P-Papi, me has dado tu amor esta noche, pero… hay algo que no has hecho y me encantaría que lo hicieras. Te lo pediré yo misma, a-Aunque me cueste mucho hacerlo. P-Papi, yo… no me conformaré con que satisfagas tus deseos sexuales conmigo y satisfagas todos mis deseos sexuales y románticos. Quiero que tú… ¡s-Seas mi novio!—Dijo más avergonzada que nunca la joven mientras miraba los ojos de la persona más importante para ella con un amor sin límites.

Sonrió como una boba enamorada contemplando su rostro y esperando su respuesta y él no pudo evitar enternecerse por lo que ella estaba mostrándole. Ese rostro tan puro y bello estaba mostrando amor, amor genuino, un amor por el que ella sería capaz de dar la vida. Tal vez sí estaba enamorada de él, aunque estuviera mal estarlo. Creería que ella lo amaba como decía que lo amaba. Su mirada y su sonrisa reflejaban ese sentimiento tan puro y maravilloso que era el amor romántico. Lo más enternecedor era que quería ser su novia.

—Sonya, eres mi princesita y, si ese debe ser tu castigo, así será. Yo te condeno a ser mi novia desde este instante—Dijo el joven mostrando esa sonrisa cálida y llena de cariño que sólo su hija había llegado a recibir.

Ni siquiera su esposa había recibido una sonrisa así, ya que había dejado para ella una sonrisa mucho más especial.

La radiante expresión de la adulta joven causó que su padre la mirara con más ternura aún. Su pequeña siempre había sido un sol radiante que había iluminado sus días, como su madre. Cada una lo había llenado de luz a su manera. Ambas habían mostrado esa sonrisa radiante que él no podía resistir, esa sonrisa que lo derretía. Al parecer, Sonya había heredado muchos rasgos de la personalidad de su madre.

—¡Sí!—Exclamó extremadamente estremecida la joven de ojos verdes disponiéndose a besar los labios de su padre de nuevo, lo cual hizo enseguida—(¡Soy la novia de papá! ¡Soy su novia, su única novia!)—Pensó Sonya sintiendo que su ser enloquecía a causa de la felicidad que sentía a cada nanosegundo que transcurría más y más.

El joven correspondió al apasionado y dulce beso de su hija y las lenguas de ambos comenzaron a batallar de nuevo mientras sus ojos se cerraban y sus manos se acariciaban durante unos cuantos instantes más en la cintura, en las caderas y en la espalda. Ambos se querían perder en el sabor y en el calor del otro y tanto su respiración como su aliento chocaban entre sí y se mezclaban. Ambos podían oler el aliento del otro y sentían su respiración en su rostro. Era imposible para la joven ser más feliz. Su padre la estaba mimando de una manera maravillosa durante aquella noche y eran novios. Ella no podía pedir más. El joven de ojos amarillos, en cambio, sentía una gran felicidad por ver tan feliz a su adorada hijita y sentía que deseaba mantenerla feliz a toda costa. Además, era maravilloso poder tener a su pequeña Sonya como había deseado hacerlo desde hacía casi dos años. Teniendo él 43 años, había empezado a mirar a su hija con otros ojos. Ella lo había terminado notando y se había esforzado para hacer que él sucumbiera a sus deseos. En lugar de estar molesto con su hija por haber usado su inteligencia y su astucia para llevarlo al lado oscuro, estaba feliz por lo que ella había hecho. Ambos serían uno solo en más de una ocasión.

Si Sonya fuera consciente de todo lo que él había imaginado con ella, enloquecería en aquel instante. Si el joven conociera todas las fantasías que su hija había tenido con él, se sentiría enloquecido en aquel instante.

—(Papá es mío. ¡Él será mío para siempre!)—Pensó más feliz y decidida que nunca a conservar lo que le pertenecía la joven pelinegra sin dejar de mimar a su amado y sin dejar de ser mimada por él.

—(Hijita, prometí hacerte feliz siempre y lo cumpliré. Tus caprichos los cumpliré, como lo hice siempre. Voy a consentirte, aunque me digas que quieres algo muy sucio, ya que yo… soy quien debe hacerte feliz. Eres mía. Nunca lo olvides. Recuérdalo siempre)—Pensó más feliz y más decidido que nunca a proteger a quien amaba de forma no romántica mientras era mimado por dicha persona y la mimaba.

March 17, 2021, 6:56 p.m. 0 Report Embed Follow story
0
Read next chapter Capítulo 1

Comment something

Post!
No comments yet. Be the first to say something!
~

Are you enjoying the reading?

Hey! There are still 7 chapters left on this story.
To continue reading, please sign up or log in. For free!