Tal vez se estarán preguntando de qué trata todo esto, y lo resumiré de forma corta, para que nadie se aburra, básicamente.
Resulta, pasa y acontece que hace muchos años que viajo en tren, y no solo para ir de compras o para visitar a mi amiga Sabrina, sino para viajar, conocer, descubrir. Y sí, el tren es algo ya usado hace mucho, y no, no pienso que esté caducado, y sí, en el tren ocurren muchas historias.
Y resulta que en uno de mis viajes en tren me fui topando con cartas, algunas escritas, otras habladas de una madre a su hijo, de dos jóvenes que viajaban de la mano y que entre sonrisas y guiños compartían el viaje o en mis propios pensamientos, de pensar cómo será la familia del señor con el gorro lleno de pelo de gato y bufanda a cuadros.
Así que compartiré con ustedes las cartas en el tren que me he encontrado, y que espero que disfruten igual que yo.
Y me despido, pues mi tren sale a las nueve y tres cuartos de hora, y no puedo perdérmelo.
Atte: Josefina Barriedos
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