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Eduardo Saeta


Relato sobre mi relación con Diego Armando Maradona. Texto disparado el día de su muerte. Foto cortesia de: https://www.lacapital.com.ar/ovacion/diego-maradona-la-10-va-ser-siempre-mia-n2587016.html


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#futbol #maradona #diego #cuento
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Por ser argentino

Ha muerto un señor. Hoy ha muerto un señor. Debo ser honesto, no me creía capaz de llorar por él. Pero lo he hecho. Llevo varios días haciéndolo y no me da vergüenza, lo reconozco. No soy de esos que lo vieron alzando la copa, es generacional, tampoco de esos que vieron el gol a los ingleses y el otro frente al mismo rival. Mi relación con él se forja un poco después, no desde su éxito, sino desde su dolor, su lucha, su desarraigo, sus lágrimas, las injusticias en su contra. Quizás allí radica el por qué cuando me dicen patria pienso en él.

Me abrió los ojos, quizás demasiado pronto, me enseñó que en la vida hay buenos y malos, me enseñó que a los buenos los lloran en su lecho de muerte, los otros son ignorados, olvidados, nadie se conmueve con la muerte de los malos. Me enseñó que luchar vale la pena, me enseñó que no hay dolor que pueda robar los sueños, que no hay esfuerzo que no valga la pena.

Me cuentan que él vengó la guerra de Malvinas. Me cuentan que fue poeta, director y pintor. Me cuentan que su acuarela fue el Azteca. Me cuentan, ya no me lo cuentan. Recuerdo que él supo putear a quienes silbaban su himno, mi himno, nuestro himno, nuestra patria y país. Recuerdo que parte de un país adoptivo estuvo de su lado. Recuerdo su mano evitando el saludo del malo de la FIFA, uno de los malos de la FIFA. Lo recuerdo salir de la mano de esa enfermera yanqui, feliz. Recuerdo que le cortaron las piernas, las mismas que a mí, en ese entonces un niño, como tantos otros miles, de once años, que lloraba arrodillado a la cama suplicando que solo sea un mal chiste. Luego me quedaron otros recuerdos, un puñado que me los guardo para mí.

Hoy que lloro a este hombre me pregunto, busco razones de mi llanto, dicen que no se llora por los que se van sino por los que quedan, por lo que nos queda. Es poco, un puñados de esperanzas, un vacío que da miedo y la certeza que difícilmente seamos tan genuinamente felices alguna otra vez. Lloramos quizás por la nostalgia de esa familia que ya no es. Por ese padre que nos llenó de recuerdos del Diego, o ese abuelo que murió feliz solo por él. Por esa madre que no le importaba el fútbol pero entendía que su familia estaba unida y feliz. Porque él fue argentino, argentino argentino.


Dec. 23, 2020, 6:35 p.m. 0 Report Embed Follow story
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The End

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