Abre los ojos. Despierta.
Los tienes abiertos pero no sabes si realmente lo están. Todo está oscuro y profundo, aunque no lo puedas ver sabes que el lugar es profundo. Casi escuchas el eco de tus propios latidos como un suave rumor, como un pequeño tambor que marca un ruin compas.
Tum tum... Tum tum... Tum Tum...
Acércate un poco más, más hacia la oscuridad. Observa bien y dime que es lo que ves. ¿Qué es lo que hay más haya de esa profunda oscuridad...? ¿Los ves? ¿Ves los árboles?
Si, ahí están. Como sombras de un largo y agobiante atardecer. Las ramas se mueven al ritmo de el viento y de la pérfida cadencia de tu corazón. Ahora poco a poco vez la luz de la luna que ilumina débilmente entre las ramas de los árboles. Los rayos de luz caen como lluvia, empapando el suelo lleno se hojas secas y raíces torcidas. Te llega el gélido frío que cala tu interior junto con el rumor del viento, ambos provocan que la piel se te ponga de gallina. El bosque ahora tiene un aspecto espectral con la oscuridad y la azulada y pálida luz de la luna que cae a dispar por todas partes y el frío que no muestra piedad.
Miras a todos lados. Giras sobre tus descalzos pies y ves que a donde sea que mires todo es igual, árboles, luz pálida y viento frío. Estas rodeado por este fantasmal bosque sin comprender como llegaste hasta aquí.
Bien pues ahora que estas aquí y no puedes volver, escuchar mi voz con atención. Escucha la voz que llega de todas partes, escúchame como si mi voz llegara desde las ramas de los árboles, con susurros que vienen de todos lados y de ninguno a la vez. Escúchame, escucha mi voz como ligeros suspiros seguidos de ecos. Escucha con atención... Ella está aquí, perdida.
Tienes que encontrarla antes de que seas muy tarde. Encuentra a la chica... Mientras puedas.
¿Qué chica?
Es aquella joven que conoces bien, mírala perdida y apunto de romper en llanto. Es esa chica a la que quieres tanto. Esta ahí sola junto a un árbol gigante, acurrucada y temblando mientras intenta resistir el frío y el miedo. ¿Cuánto tiempo resistirá?
Te necesita y tu la necesitas a ella. Ahora ya no lo dudes y ve tras ella. Ve, adentrarte en la oscuridad y confía en tu instinto, sigue a tus ojos y no dudes o puedes terminar perdido al igual que ella. Así que sigue y no mires atrás.
...
¿Cuánto tiempo llevas caminando? Un par de segundo tal vez. ¿O ya serán horas? ¿Días? ¿Meses? ¿Años? ¿O una eternidad tal vez? No lo sabes pero sientes que no puedes más. Tienes la boca seca y los ojos te lagrimean por las fuertes ventiscas qué te han azotado la cara. Las piernas te tiemblan a cada paso y los pies ya ni siquiera los sientes. Ya casi ni si quiera puedes seguir y te preguntas ¿Por qué sigo caminando? ¿Qué buscaba? Y por pensar en aquello no viste aquella raíz sumamente grande y salida del suelo. Tu pie derecho la pasa sin problema, pero el izquierdo se enreda con la raíz, se gira de una manera dolorosa y caes. Tu mentón choca contra el suelo lleno de hojas, las cuales suavizan un poco el golpe pero no lo suficiente. Un poco de sangre brota de tu barbilla y sientes como se te hincha el tobillo izquierdo. Te incorporas poco a poco y te sientas en el suelo a sobarte el lastimado tobillo.
El viento vuelve a soplar, frío y lúgubre como las demás veces, pero esta vez hay algo diferente. ¿Lo notaste? ¿Lo escuchaste? El viento sopla de nuevo, moviendo tu cabello y las hojas tanto de los árboles como las del suelo y entonces vuelve a sonar... Es ella, ¿la escuchas? ¿Su voz? Si... Miras a todos lados pero no distingues de donde viene, pero sin duda es ella. Escucha bien, te está llamando por tu nombre... Con la voz entrecortada por el llanto. Está pidiendo qué la ayudes, que la encuentres y entonces escuchas su llanto y sus suspiros de miedo de nuevo. El sonido es profundo, como si estuvieras en una cueva, viene de entre los árboles, de entre las hojas, las ramas y las sombras. Te llama por tu nombre seguido de llantos y gimoteos una y otra vez.
El dolor se te olvida y te levantas casi de un brinco. Miras a todos lados pero sigues sin distinguir la dirección de su voz, pero sus lamentos son cada vez más fuertes y dolorosos. Mientras buscas el origen de sus sollozos todo gira a tu al rededor como un torbellino de sombras. Entonces corres, corres entre los árboles. Las ramas te golpean el rostro al igual que el viento pero lo ignoras. Sientes las piedras en tus pies pero igualmente decides no hacerle caso a pesar de que tus pies comienzan a sangrar.
Sigues sin parar, sigues sin descansar por este bosque de sombras y vientos aullantes... Sigues su voz fuerte y delicada. La escuchas llorar, te llenas de temor e impotencia por no poder salvarla, ella sufre por ti, tu le hiciste esto.
Estas tan lastimado, por fuera y por dentro, que sientes que se te escapa el alma, se van tus fuerzas y tu todo en tu mente está borroso. No distingues lo real de lo falso. No recuerdas ya ni quien eres, de donde venias, ni siquiera recuerdas si...
Y te detienes en seco, el viento te mueve el cabello nuevamente y entonces te das cuenta que ya no escuchas los lamentos, solo el viento entre las enredadas ramas de los árboles. Y entonces lo entiendes, la verdad llega a ti como si una ola te golpeara el rostro y te despabilara de una profunda ensoñación.
Estas perdido en el bosque, completamente solo... Siempre lo estuviste. La chica nunca existió, nunca estuvo ahí. Corrías hacia la nada, y por fin llegaste.
¿O siempre estuviste aquí?
El viento vuelve a traer su voz. Es la chica qué nunca existió, riéndose de ti. Al inicio fue una risita, pero ahora son carcajadas. Se burla de ti.
Sabes que estás perdido y débil. Comienzas a dejar de escuchar. Solo el impío sonido de tu corazón (Tum tum... Tum tum... Tum tum...) es lo qué puedes percibir. El frío ya no penetra en tu interior y ya no sientes los brazos ni los pies. Es como si tu cerebro se hubiera desconectado del resto de tu cuerpo.
Ahora estas tirado en el suelo y poco a poco todas las silueta se vuelven una única y absoluta sombra que lo oscurece todo. Estas perdido en este bosque... Es siempre lo mismo, una y otra vez. ¿Cuántas veces haz buscado a la misma chica? ¿Cuántas veces te pediste? Ahora lo recuerdas. Esta no es la primera vez que ocurre esto, cada noche regresabas a este bosque a buscar a la inexistente chica. ¿Cuántas veces haz estado aquí...? Bueno, no importa, estas es la última. Este es tu último vistazo a este bosque de sombras.
...
Y entonces...
El sol sale en el horizonte. Ilumina los árboles pintados de naranja y otros tantos que están desnudos. El sol ilumina y entibia la verde hierba del suelo y la brisa en esta suelta destellos. La luz del sol ilumina las aceras y las bancas, ilumina los juegos y todo lo que se encuentra en el parque.
Una mujer trota por el parque a la vez que pasea a su perro. Respira el frio aire matinal mientras corre despreocupada. Su perro, un joven San Bernardo, olfatea algo en el aire un olor asqueroso, y corre hacia la fuente del hedor. La mujer nota que algo ha llamado la atención de su perro y lo sigue. El perro se pierde de vista detrás de un árbol y comienza a ladrar. La mujer corre hasta ahí, mira lo que hay detrás del árbol al que ladra su perro y se horroriza al ver tu cadáver en descomposición, sentado en el suelo y recargado contra el árbol.
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