Una pretérita leyenda cuenta el relato de un pintor muy afamado que ofreció su alma al rey del Inframundo solo por tener la gloria que tanto añoraba desde infante. Las personas lo designaban como 'el pintor del diablo' o 'el fruto del diablo', a ese joven de tez canela y ojos almendrados, de cabellos color menta y cuerpo envidiado.
Ese joven virtuoso se encomendaba en pintar a los siete príncipes infernales, a cada pecado capital que se le exhibiese por las noches. Sus faenas habían sido el centro de afinidad de numerosos museos y galerías de arte, exceptuado a la galería más transcendental de Italia. Vante, lo único que aspiraba era eso; que sus sublimes obras fueran presentadas en Galleria Nazionale d'Arte Moderna, no exigía más que solo eso. Pero la dificultad era que, cuando le citaron para que las exhibiera, le solicitaron una nueva pintura. ¿El problema? El pintor ya no hallaba que formar en el virginal lienzo, puesto a que cada príncipe infernal había estado allí, excluyendo a...
Sí, al príncipe y diablo de la lujuria y sensualidad.
La cosa era que el pecaminoso demonio nunca se dejaba ver, la única forma de hacerlo siendo una invocación, un ritual —para nada— sencillo que le ayudaría a obtener a semejante obra de arte frente a él. Asimismo, el alma del hombre no valía nada para el ente, porque Asmodeo no quería eso de él, no, él solo aceptará dejarse pintar si ese hombre asume su precio: dejarse llevar por sus propios instintos para sumergirse en lo que en verdad la lujuria y el placer es, que sienta en carne propia lo que quiere expresar al público, para que sea el único humano en la faz de la tierra que pueda decir que pudo tocar al pecado más descarriado por los hombres.
❝Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.❞
1 Juan 2:16
Thank you for reading!
Los tiempos verbales y el punto de vista del personaje principal están mezclados, por lo que si está narrado en tercera persona, debe mantenerse de esa forma. La preposición correcta es: "a cumplir su propósito"; no, "para cumplir". Algunos verbos que suponen ser en presente están con tilde, por lo que se leen en el futuro. Recomendaría una revisión de estos pequeños errores.
We can keep Inkspired for free by displaying Ads to our visitors. Please, support us by whitelisting or deactivating the AdBlocker.
After doing it, please reload the website to continue using Inkspired normally.