maripino María del Pino Gil Rodríguez

Un joven se lleva un desagradable disgusto al ver a una joven con unos labios muy llamativos pintados en su mascarilla. Nunca imaginarías lo que le pasó...


Short Story All public.

#MASCARILLA #covid #coronavirus
Short tale
1
2.8k VIEWS
In progress
reading time
AA Share

LA MASCARILLA

La noche en la discoteca comenzó como cada noche. Todo el mundo bailando y cantando al son de la música, desbordados de alcohol. Todo el mundo llevaba la boca cubierta con una mascarilla, puesto que era obligatoria. El virus se había apoderado de la sociedad. Ahora la moda era la mascarilla con el diseño más llamativo: una tenía unos labios pintados, otro tenía el bigote de un gato, a otro le escurría la sangre de los colmillos como si fuera Drácula, etc. En el centro de la pista, una mujer vestida con minifalda negra de cuero, blusa escotada negra, también de cuero, con una melena rizada que era el doble de su cabeza, se movía de manera sensual, lentamente, cautivando las miradas de todos los jóvenes. Esa mujer parecía de película. De repente, empezó a entusiasmarse y el baile se fue haciendo más movido. La mayoría de los chicos se fijaban en sus gigantescos labios y el colorete recargado que tenía su mascarilla de diseño. “El diseño parecía exagerado”, decían algunas jovencitas.” “¿No te parece extraña?…”

La pista se fue haciendo más corta según se iba llenando de público. Un joven atrevido que estaba bastante borracho, les dijo a sus amigos que le gustaba mucho aquella mujer, y que había decidido quitarle la mascarilla porque quería darle un beso en los labios. Sus amigos se burlaron de él y le dijeron cobarde. El muchacho se armó de valor y caminó hacia ella, aunque se fue cayendo sobre la gente, puesto que su cuerpo iba cargado de alcohol. Al llegar allí, se colocó frente a la fémina, y con la lengua algo trabada por la borrachera, le dijo mirándola a los ojos: “señorita, seguro que usted tiene los labios más hermosos del planeta y quiero verlos”. Según terminó la frase, alargó la mano y empezó a tirar de la mascarilla, pero por más que tiraba y tiraba, aquel trozo de tela no se separaba de su cara. Entonces empleó sus dos manos para arrancársela, pero fue inútil. La mujer empezó a gritar y la multitud se alejó de ellos. El joven no se lo podía creer, no había forma de arrancarle la mascarilla, así que sin pensárselo dos veces, le estampó un beso en sus gigantescos labios carnosos. La impresión fue tan grande al sentir aquellos labios sobre los suyos, y descubrir que no era una mascarilla. Entonces, si no era una mascarilla, “sería botox”, pensó. Algo malo pasó rápidamente por su cabeza, “¿Y si no es una mujer?

El borracho se mareó de tal forma que empezó a vomitar en la pista pensando que no había besado a una mujer, y precisamente él que iba dándosela de macho. La chica, al ver su reacción, quiso darle una lección, y se acercó a él a pasos agigantados, lo tomó entre sus brazos y le dio un beso largo con sus grandes labios carnosos.

A los dos días, la discoteca estaba, de nuevo, repleta de gente bailando con mascarillas de diseño. El joven miraba la pista con recelo. Una mascarilla era de corazones, otra con la bandera de su país, otra con helados, con limones…

Lentamente, se acercó a él una impresionante mujer que llevaba puesta una mascarilla con unos labios rojos muy bonitos, finos, sensuales. Ella llevaba el pelo totalmente planchado, y tenía un vestido blanco resaltando su feminidad. Lo invitó a una copa, y él al ver que había ligado con una mujer increíble, se levantó orgulloso delante de sus amigos, y les dijo que se iba con su novia a la barra. La chica sonrió al oír el comentario que él había hecho. Se contoneó hasta la barra y pidió dos cervezas. Él no se lo podía creer, estaba ligando con semejante belleza. Se pusieron frente a frente antes de quitarse las mascarillas. Se miraron a los ojos unos segundos y se acercaron como intentando darse un beso. Él se retiró su mascarilla y tomó un sorbo de cerveza. Ella se acercó a él y cuando estaba a dos centímetros frente a su cara, retiró su mascarilla dejando a la vista sus impresionantes labios cargados de botox. Cuando el joven fijó la vista en ellos, sus ojos crecieron como dos platillos volantes a punto de salir volando, y dando un grito, tiró la cerveza y salió corriendo hacia la pista. Ella, que le había gustado el beso de la otra vez, corrió detrás de él, pensando que era un juego, y así pasaron parte de la noche jugando al gato y al ratón.

Los días pasaron, y el joven sentado en la plaza de su barrio, veía pasar a la gente con la mascarilla: unas eran las quirúrgicas, otras negras de deporte, otras de diseños, pero cada vez que veía una con unos labios pintados se le aceleraba el corazón, y se preparaba para correr.

Aug. 18, 2020, 8:53 a.m. 0 Report Embed Follow story
0
To be continued...

Meet the author

María del Pino Gil Rodríguez María del Pino Gil Rodríguez, nacida en Gran Canaria. Estudié Técnico de empresas y actividades turísticas (TEAT), luego estudié oposiciones para la Administración Local y aquí es dónde trabajo. Siempre he sido apasionada de los libros, y me encanta crear historias que hagan soñar a la gente. El Realismo mágico parece que siempre se ha estado cruzando en mi camino y así lo reflejo en la mayoría de las cosas que escribo.

Comment something

Post!
No comments yet. Be the first to say something!
~