Tantos años vividos y aún no pudo descubrir el motivo por el cual permanecía en este enigmático mundo. Había sido testigo de tantos hechos que su mente quería explotar.
Un helado viento penetró en su habitación aquella noche abriendo un viejo cuaderno cuyas amarillas hojas mostraban el paso del tiempo. Aquello le dió una idea.
Tras cerrar la ventana buscó el tintero, llevó el viejo cuaderno a su escritorio y bajo la luz de la lámpara empezó a escribir.
Comenzaría con la historia que más la había impactado, la que su padre le había contado cuando aún era una niña. Se titulaba "El Bosque de los Recuerdos Perdidos" y decía así...
Mirando el vaiven de las hojas al ser movidas por el viento fue consciente de aquel encuentro en el bosque azúl donde los recuerdos van fragmentándose en pequeñas partículas brillantes y se esparcen como luciérnagas que danzan al compás de la música espectral que los acordes del viento van tocando.
Son llevados al árbol de los recuerdos perdidos, allí quedan atrapados hasta que alguien los reclame.
El encuentro con su pasado lo abrumaba pero sabía que debía enfrentarlo si deseaba seguir avanzando. Enfrentarlo cueste lo que le cueste.
La brisa se fue convirtiendo en vendaval que desgarraba sus ropas perforándola hasta rasguñar su propia piel. Cada oscuro recuerdo lo golpeaba como si de un látigo se tratara dejando huellas en su débil cuerpo.
Cuando el último fragmento de su pasado lo golpeó el vendaval volvió a ser una suave brisa, pero el jóven yacía en el suelo malherido, a los pies de un gigantesco árbol. Apenas podía respirar.
Una mano amiga lo ayudó a incorporarse, era otro joven de su misma edad cuyos ropajes resplandecían en un intenso verde. El recién llegado le dijo:
- Ánimo, no todo está perdido
- Ya nada tengo, perdí hasta mis propias fuerzas- respondió el otro joven
- Mira - le señaló un sendero dorado cubierto de bellas flores - Tu futuro te espera, no temas. Te ayudaré a seguirlo. Andando, un paso a la vez - así llegaron al sendero donde el joven recuperó la energía y su alegría - ¿Ves?
- Si, pero ven conmigo. No quiero estar solo -
- No lo estás, mira - a lo lejos vió un grupo de jóvenes reir alegremente. Siguió avanzando hasta alcanzarlos. Cuando llegó lo abrazaron y dijeron:
- Al fin llegas amigo, te hemos estado esperando -
Pero al voltear para darle las gracias a aquel que lo ayudó en sus más difíciles momentos se encontró con un sendero vacío. Había desaparecido.
- ¿Dónde está? - preguntó intrigado
- ¿Quién? -
- Mi amigo, aquel que me ayudó a llegar hasta aquí -
- No vuelvas la vista atrás porque nada encontrarás. Si lo haces solo verás la senda que nunca mas pisarás -
- Pero... -
- Todo lo que fué, en el pasado quedó. Ahora forma parte de tus recuerdos. Ven, vámonos
- ¿A dónde? -
- Hacia el mañana -
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