Y los sueños rotos gritaban atrapados bajo montañas de expectativas y caminos equivocados. Se ahogaban en su propia laguna de fantasía, flotaban por las noches en nuestras mentes cansadas y vacías. Íbamos a ser grandes, íbamos a cambiar el mundo ¿En qué punto fue que nos dejamos enredar en la misma rutina a la que tanto le temíamos? Juramos que íbamos a marcar la diferencia. Pero la vida tenía golpes duros que enseñarnos. Se llamaba crecer. Se llamaba realidad.
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