Me he pasado toda mi vida leyendo historias de amor, novelas clásicas, literatura inglesa, ficción y más ficción. A veces pensaba que estaba leyendo lo que quizás en algún momento podría encontrar, cuando de niña me convirtiera en adolescente y tuviera mi primer amor de colegio, pero la puta realidad me golpeaba en la cara una y otra vez, discúlpame si creías que venías a leer otro cuento de hadas, pues no, ya cumplí 18 y sigo atascada en la inmunda realidad.
Nada es tan tóxico como la relación de el Sr. Darcy y Elizabeth en Orgullo y prejuicio, pues Jane Austen si que supo salirse de lo controversial en su época; además a pesar de lo renegados que eran si que estaban locos el uno por el otro; tampoco hay nada parecido al amor de telenovelas que al final siempre triunfa, la verdad es que envidio cada lectura que le he dado a todas esas historias de amor, algunas trágicas otras no, pero había una chispa que le daba cabida al fuego en esas relaciones, y precisamente eso es lo que hace que todavía tenga esperanzas de encontrar en mi vida la chispa que le de sentido a mi existir, necesito ese fuego que me recuerde que estoy viva.
Por eso decidí dejar mi marginado pueblo e ir a la universidad a estudiar Litetatura Inglesa, opté por ir a Seattle, me aprobaron la beca que había solicitado en la SU ( Seattle University) y estoy agradecida por ello.
Salvo mi madre y yo no hay más nada que agregar, bueno si que lo hay, pues mi padre decidió dejar a mi madre por su amante cuando tenía diez, mamá se dedicó a trabajar y guardar las apariencias, pero es solo una fachada, está mas amargada que la sábila. Lo único que le reprocho al calentón de mi padre es no buscarme, dado que no tengo ni tendré la culpa de sus asuntos maritales con mi mamá, además, ni que yo fuera la culpable de que no supieran revolcarse a gusto esos dos. No sé ni que hago pensando en ese perro faldero, pero a veces no puedo evitarlo, miro a mi madre y la veo conducir haciendo esos gestos con su nariź que tanto detesto, parece un ratón oliendo comida.
Al pensar en eso se me escapa una breve risa casi en un susurro pero mi madre es tán robótica que me escuchó, se gira hacia mi y me pregunta:
—¿Qué te causa tanta gracia, si se puede saber? —dice en un tono tan monótono que me dan ganas de vomitar—.
—Nada. —respondo sin voltear a verla siquiera, y doy gracias a Dios que no insiste en saberlo todo como siempre; hecha el coche a andar otra vez y seguimos camino a la SU para por fin conocer la residencia donde estaré viviendo a partir de ahora.
Pero lo que nunca habría podido imaginar era lo que me esperaba, una vez comenzara mi vida universitaria. Un huracán estaba formándose a la espera de mi llegada para arrasar con todo lo convencional y ordinario de mi patética vida.
Vielen Dank für das Lesen!
Como comenté anteriormente, me atrapó desde que leí la reseña de Jane Austen, porque quien lee ese tipo de literatura es una persona culta, ergo: un buen o posible buen eacritor/ra.
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