rock_inunderland Rock InUnderland

Durante la Segunda Guerra Mundial, un paracaidista americano rescata a un niño francés abandonado en una ruinosa aldea con la promesa de llevarlo a una ciudad en zona libre. En el trayecto, la compasión que nace en el soldado se convierte en un poderoso sentimiento que lo atormenta el resto de su vida. ° Romance ° Guerra ° Acción ° Historia breve ° No explícito °


LGBT+ Nur für über 18-Jährige.

#drama #258 #385
14
4.9k ABRUFE
Abgeschlossen
Lesezeit
AA Teilen

CAÍDA


—¡Miller! ¡Despierta, Miller! ¡Hay que irnos! —Lo oyó entre sueños. Enfrente vio a un soldado americano con el equipo puesto, que le soltaba los ganchos del paracaídas atado de un árbol— ¿Estás bien, Miller? —preguntó el paracaidista cuando al fin pudo liberarlo.


—¿Qué? Sí, estoy bien —aseguró, poniendo en orden sus sesos. El paracaídas se atoró a lo largo del árbol y él quedó sentado casi al pie—. ¿Dónde estamos, Williams?


—¡Ni idea, joder! —Escupió el hombre mientras le ayudaba a incorporarse— Estamos lejos del objetivo, eso es seguro, ¡qué mierda! —Se enderezó al punto y sostuvo al frente el subfusil— ¡Debemos irnos ahora, Miller! ¡Mueve el culo! —Miller se levantó trabajosamente, se acomodó el equipo y armó la ametralladora, miró alrededor y recordó lo sucedido, “Fue una caída difícil”, se dijo.


—¿Qué le pasó al avión? —inquirió al comenzar la andanza entre los pastizales; Williams extrajo un cigarrillo, empujando con las piernas parte de la indumentaria que llevaba.


—El maldito se cayó —reveló, prendió un cerillo frotándolo contra su casco—, pero la mayoría pudimos saltar. ¿No te acuerdas, Miller?


—Un poco —balbuceó; atardecía pero los paisajes verdes y amarillos se reconocían entre la luz en declive—. ¿Estaremos lejos de Poitiers?


—No parece, Miller —Sacudió la cabeza y le ofreció un cigarrillo nuevo, Miller sonrió y lo alcanzó pero lo guardó en uno de sus bolsillos—, alejémonos de este lugar tan expuesto y en cuanto hallemos un refugio revisaremos el mapa —Miller asintió, se revisó entre los bolsillos y tomó la brújula, notó que iban al sur-sureste—. ¿O qué crees?


Apenas cuestionó, Williams se agazapó entre los largos pastizales, casi en el mismo segundo, Miller lo emuló; el primero hizo unas señas con los dedos y del otro lado se escuchó una voz en el mismo idioma que gritó “¡Aerotransportada!”, entonces salieron de sus escondites y vieron otros cuatro con el mismo uniforme.


—¡Hijo de puta! —vociferó Williams— Casi te meto una bala en la cabeza.


—¡Como si tuvieras puntería, bastardo! —Le sonrió uno de los cuatro y se dieron la mano— Williams, ¿dónde caíste? —inquirió y saludó también a Miller.


—En un jodido techo, Brown, casi me rompo las piernas. —Mientras estos dialogaban, Miller miró de nuevo su brújula.


—Larguémonos de aquí —indicó otro más atrás, un cabo—, este campo es peligroso. —Así anduvieron en fila separados los cinco por varios pasos, mirando a ambos lados. Miller tenía más claros sus recuerdos antes y durante el forzado salto; conocía a Williams y Brown antes de caer en esas zonas, pero no a los otros dos.


—¿Qué le pasó al avión? —preguntó uno de los desconocidos.


—Se desplomó en el aire, ¡boom! —bromeó el cabo Smith alzando una mano, iba en medio— Los trozos cayeron sobre la ciudad de Poitiers, también casi todos los miembros de nuestro batallón.


—¿Y qué jodidos hacemos aquí nosotros, en medio de la nada? —inquirió Williams, un tipo alto y tosco.


—No nos favoreció el viento —murmuró el otro desconocido. Miller iba al final de la fila, no podía ver las caras de ellos, solo sabía que enfrente de él iba Williams—. Pero calculo que estamos cerca del objetivo, no obstante, tendremos que pasar la noche por aquí.


Sentenció. Tras un par de horas de camino, avistaron una aldea hecha trizas, las paredes de las casas estaban derrumbadas, los caminos cubiertos de escombros y ceniza, las maderas reducidas por el fuego, con el ambiente impregnado de pudrición y sangre seca. Al adentrarse entre las ruinas avanzaron con discreción, pues estaba oscuro y no sabían si había enemigos en esa zona “ocupada”.


Luego de un rondín, concluyeron que todo yacía abandonado, debió ser una pequeña aldea cuyos moradores la vaciaron al ser atacada. Escogieron para descansar un cuarto más o menos erguido, rápidamente los hombres se acomodaron y Miller por fin se quitó el casco para tallarse la cara.


Desde su lugar, Miller vio el apellido Wilson en el uniforme de uno de los desconocidos, fue el primero en dormirse; el cabo se llamaba Smith, fue quien se le sentó por un lado a Williams mientras le obsequiaba un cigarrillo y se ofreció a hacer guardia primero. Miller buscó una piedra a modo para apoyar la cabeza y dormirse.


En el crepúsculo, Brown le habló a Miller, le dijo que era su turno de custodiar y se acomodó donde quedó el espacio. Miller se desperezó y sacó el cigarro que Williams le dio en el camino, se sentó cerca de la única entrada, de ahí veía los caminos atestados de material inservible, también podía contemplar las estrellas francesas, que no lucían tan diferentes de las de América, “Al final, todos estamos bajo el mismo cielo”, pensó.


Apenas acabó su cigarro, sintió unos ojos encima, revisó desde su lugar si alguno de sus compañeros despertó pero todos pernoctaban; le preocupó estar en la mira de algún enemigo, así que quitó el seguro de su ametralladora y aguzó los ojos en el paisaje, los muros caídos y las pilas de piedra y madera.


Entre las sombras de una otrora residencia, vio asomarse una pequeña figura, ventilaba debajo de un pantaloncillo corto unas piernas muy delgadas, una camisa enorme le cubría el resto del cuerpo, pero no distinguía bien la cara porque usaba un gorro, “No es un soldado”, concluyó de inmediato, tampoco le vio armas, pero a trescientos metros era difícil estar seguro. Esa persona alzó la mano a la altura de su hombro y batió los dedos; “¿Qué diablos…?”, dijo para sí mismo, “¿Me saluda?”. Pasaron algunos minutos después de que el extraño bajó el brazo, “Es como si esperara mi respuesta”, dedujo Miller, y de pronto, la persona avanzó unos cuantos pasos, pegándose a los muros y escombros; conforme se acercaba, vislumbró que se trataba de un niño, calculó que tendría diez o doce años. Miller se cercioró todavía de que alrededor no hubiera alguna otra persona, pero no fue así.


El jovencito se quedó a unos veinte metros de distancia y se levantó el gorro, también tenía las manos desnudas, Miller supo enseguida que era local. El americano le hizo una señal para que se acercara y el chico se encorvó, luego casi a gatas llegó a un par de metros de donde Miller se apostó.


—Hey, ¿qué haces? —preguntó el americano, pero el niño callaba— ¿Cómo te llamas? —El francés solo ladeó la cabeza— ¿Dónde están tus padres? ¿No hablas inglés? —cuestionó casi retórico.


—Poco. —murmuró el niño, luego mencionó algo que Miller no entendió pero supo que era francés por los tonos de su voz.


—¿Estás solo? —ahondó observando a los alrededores. El niño se sentó tímidamente junto a él y habló entre dientes, en su idioma, hizo señas hacia el sur y al cielo, parecía que le contaba su historia, pero Miller no razonaba nada— Lo siento, niño, no hablo francés. —añadió con una sonrisa.


—Jules —Se presentó el niño, parecía contento al charlar y se recorrió sobre el polvo para sentarse más cerca—, Jules Soucy.


—¿Qué? —Miller sonreía sin comprenderlo. El niño se colocó el gorro y puso su mano en el pecho propio.


—Yo soy Jules Soucy. —Miller interpretó el mal inglés del chico.


—¿Te llamas Jules Soucy? —El niño sonrió asintiendo.


—Soy Miller —Lo imitó, le mostró el bordado de su apellido en el uniforme—, Richard Miller.


—Richard Miller.


Después de eso, el pequeño siguió hablando sin que Miller entendiera una sola palabra.

10. April 2020 03:48 2 Bericht Einbetten Follow einer Story
8
Lesen Sie das nächste Kapitel MUERTE

Kommentiere etwas

Post!
Po Paulina olivares
Mmm me gusta ,
September 12, 2022, 09:46
Jean Carlos Martinez Jean Carlos Martinez
Buen comienzo
May 16, 2020, 18:32
~

Hast Du Spaß beim Lesen?

Hey! Es gibt noch 10 Übrige Kapitel dieser Story.
Um weiterzulesen, registriere dich bitte oder logge dich ein. Gratis!