Prólogo
El tiempo ha pasado tan rápido, a veces siento que se me viene encima.
Mis nietas juegan en el jardín trasero, desde aquí puedo escuchar sus risas y por primera vez en mucho tiempo, específicamente desde la muerte de mi esposo, siento que estoy volviendo a casa.
La pérdida ha sido dura, y no solo para mí, también lo fue para mi familia. Aunque claro, mientras que sus sonrisas volvían a cobrar vida en sus rostros, mi felicidad se vio opacada por una enorme y penetrante oscuridad. No creo que el tiempo haya sanado mis heridas, creo que solo aprendí a vivir con el vacío que dejó la despedida prematura.
Todo lo que puedo hacer ahora es cumplir con los deseos del hombre que amo, pese a su ausencia. Al principio estuve en contra de sus objetivos, pero ahora entiendo que su motivación sobrevivía gracias al amor que sentía por sus nietas. Yo también las amo, pero ha sido difícil alejarme de todos los años de entrenamiento y rebelarme contra el sistema, el sistema que me crío.
Tengo dos nietas, la valiente y temeraria Lyla, y la dulce y pacífica Katte. Mi querida Katte, ¿Cómo se va a enfrentar un alma como la tuya a un destino tan oscuro? Me niego a creer que un ser de alma tan débil y frágil como Katte tenga como destino enfrentarse a algo así, creo que quizás estoy haciendo lo correcto.
¿Me estoy justificando? No lo sé, no puedo estar completamente segura, de lo único que estoy segura es de mi actual determinación: ocultar y ser guardián de este secreto.
Capítulo I - Katte More
-Lyla, mamá dice que la cena está lista – Katte apareció en el umbral de la casa con un lindo vestido suelto, no podía verle muy bien el rostro pues la visera de la gorra no me lo permitía, pero si podía ver sus pálidas piernas.
-Katte, necesitamos ir de nuevo a la playa. Ya perdiste todo el color de nuevo, tus piernas están gritando por vitamina D.
-Lyla me estoy congelando aquí afuera para decirte que entres a comer – Podía percibir cómo intentaba ocultar la sonrisa que se quería formar en sus labios por hacerse la ofendida – Al menos podrías agradecerme y hacer caso.
-Lo lamento – la verdad no lo lamento – Pero sigo pensando que debemos ir a la playa estas vacaciones.
-Estoy de acuerdo – Ahora sí que estaba sonriendo – Extraño tanto el mar, la playa – se estiró mientras recordaba quién sabe qué - Igual agradéceme, no te hagas la loca.
-Gracias Katte – Revolee mis ojo - Dentro de unos minutos entro, déjame terminar aquí... – Katte no me respondió pero podía ver aún sus piernas, seguía ahí parada. Cuando levanté la vista de la jardinera pude notar la expresión horrorizada de mi hermana, tenía la boca entreabierta y las pupilas extremadamente contraídas, sus ojos más oscuros que nunca y su cuerpo completamente tenso, su cabello caía sobre sus hombros y unos cuantos sobre su cara. Ya no estaba sonriendo y todo el buen ambiente que hubo entre nosotras hace instantes se esfumó - ¿Estás bien? ¿Katte? - Me levanté corriendo hasta llegar a su lado - ¿Katte? ¿Qué es? ¿Qué estás viendo? – Trate de seguir su mirada pero no vi nada, solo árboles. Estaba mirando al fondo, al otro lado de la carretera que quedaba al frente de la casa, y ahí solo había un bosque (es normal, es decir, vivíamos en una ciudad que estaba rodeada por un bosque).
-¿No tienes nada mejor que hacer además de arreglar el jardín? – Volví mi mirada a Katte, pero ella seguía viendo quién sabe qué, aún parecía un poco aturdida, había miedo en su mirada - ¿No ves que es muy grande? Deja al jardinero hacer su trabajo, por algo se le está pagando – Explotó con ira. Ahí se rayó el disco. ¿Katte More de verdad dijo algo como eso? ¿Quién eres y qué le hiciste a mi hermana?
-¿Qué sucede contigo? – La jalé un poco del brazo para que me mirara.
-Nada - Miró al frente de nuevo, al bosque, y su cara se contrajo de una forma extraña - No tardes Lyla, entra ya - Su voz salió entrecortada, aun con la vista fija en el bosque y luego de unos segundos salió disparada dentro de la casa. Últimamente estaba comportándose muy raro. Ya casi no salía de su habitación, tenía grandes ojeras y estaba cada vez más delgada, terminó con su novio e ignora las llamadas de sus amigos, mamá atribuye todo eso a su edad y dice que ella pasó por lo mismo. De cualquier forma desde su cumpleaños 17 ha estado muy rara, apenas han pasado tres meses desde entonces y ya casi parece otra persona.
Katte es una chica muy hermosa, tiene el aspecto de un ángel, todos lo dicen, siempre fue admirada por los chicos y envidiada por las mujeres, aun así casi todo el mundo la quería, tenía un carácter risueño y dulce, sus lindos ojos color ámbar irradiaban tranquilidad y era realmente amable con todo el mundo.
Tardé unos minutos asimilando lo ocurrido antes de entrar.
*****
-¿Katte? - Toqué la puerta de su habitación. Durante la cena estuvo muy rara, no dejaba de mirar por la ventana, no terminaban de recoger la mesa cuando ella salió corriendo a su habitación - Oye creo que Karen y yo iremos hoy a ver una película ¿Quieres venir? - Nada. Estaba dispuesta a irme pero justo que doy un paso hacia atrás escuché un murmullo - ¡Vamos Katte no me ignores! ¡Sé que estás ahí! ¡Te puedo escuchar! – Toqué la puerta nuevamente con los nudillos pero esta vez con más fuerza.
Ya no se escuchaba nada, esperé ahí parada un tiempo y justo cuando me dispuse a irme nuevamente volví a escucharlo, pero esta vez se oían varias voces. Katte no estaba sola ahí adentro. No entendía qué decían así que pegué mi oído a la puerta, el frío de la madera me hizo estremecer.
Escuché unos cuantos pasos dentro y cómo movían algunas cosas. No lograba entender lo que decían, era como si el viento soplara palabras entre esas cuatro paredes. Yo normalmente no era de esas personas que espían a sus hermanos mayores pero había algo en esas voces, algo que me aterraba, aun así no podía moverme. Del bordillo de la puerta salía una brisa fría y podía sentir cómo el aire se colaba por mis huesos...
-No dejes que me lleven - Una voz entrecortada a mi espalda. Grité y perdí el equilibrio. Katte estaba parada a unos cuantos metros de mí observando, más blanca de lo normal y con una expresión espeluznante, sus ojos abiertos de par en par y su boca parecía una fina línea. Antes de que pudiera decir nada sentí cómo el pomo de la puerta se movía, con el susto había saltado hacia atrás y me lo había enterrado en un costado. Ignoré el agudo dolor y me aparté lentamente - No permitas que me lleven - Volvió a repetir. No contesté, estaba muy ocupada mirando cómo el pomo de la puerta se movía, intentando girar. Mis manos temblaban y el frío me congelaba.
-¿Chicas? ¿Qué están haciendo? - Las dos giramos encontrando a papá en los últimos peldaños de la escalera, paró en seco cuando vio nuestros rostros, supongo que ahora el mío estaba tan pálido como el de Katte.
-Creo que hay alguien en la habitación de Katte - Susurré con la voz entrecortada. Mi padre arrugó su frente, su rostro se veía cada vez más viejo, las canas habían empezado a aparecer en su castaño cabello, pero en él aún se podía ver un hombre fuerte y sano. Se paró delante de nosotras de forma protectora, interponiéndose entre lo que fuera que estuviera en el cuarto de Katte y nosotras dos, agarró una lámpara que estaba cerca de una de las esquinas del corredor y abrió la puerta... pero ahí no había nada.
*****
En la mañana siguiente ni papá ni Katte volvieron a comentar lo sucedido, mi madre dijo algo sobre tuberías rotas y posibles sonidos inexplicables que no eran más que falta de mantenimiento. Yo aun me sentía algo extraña, anoche Katte durmió en mi habitación y no precisamente porque ella me lo haya pedido.
-En una casa tan grande y vieja como esta es normal que estas cosas pasen - Dijo mi madre - Mañana debemos llamar al técnico para unas cuantas revisiones.
No volví a tocar el tema y decidí que sería mejor creer en las palabras de Kendra (por mi bienestar psicológico), a pesar de no ser siempre la más indicada al momento de dar un consejo, era una madre bastante responsable con nuestro cuidado y sabíamos cuánto nos amaba, nos lo repetía cada vez que podía. Kendra era una mujer atractiva, sus atributos físicos como su cabello negro, sus ojos pardos y su esbelta figura eran reforzados con la confianza de ser una litigante (abogada hasta la última célula de su cuerpo), mamá amaba su trabajo al igual que papá.
Luego de desayunar salimos camino a la preparatoria, Katte como siempre se sentó junto a mí en el autobús pero esta vez ninguna de las dos habló, ninguna de las dos quiso comentar nada, pues sabíamos que aunque nuestros padres no creían posible lo ocurrido anoche, para nosotras dos fue muy real.
La preparatoria siempre tuvo un aspecto bastante sombrío, quizás porque siempre había neblina cerca, el clima era bastante frío y húmedo. Recuerdo como hace años Katte se esforzaba diariamente preparando impecablemente su cabello, luchando contra todo pronóstico del tiempo, hasta que al final, decidió dejarlo caer liso y largo sobre sus hombros. Nunca dejó de verse bien, el color de su cabello era un lindo castaño claro, prácticamente rubio.
-¡Lyla! - Karen (mi mejor amiga), se acercaba a paso rápido entre la multitud de los pasillos hasta alcanzarnos, se veía agitada con su cabello oscuro alborotado y su piel trigueña sonrosada, se notaba que tuvo que luchar con los grupos de estudiantes para llegar hasta nosotras - ¿Escucharon las noticias?
-No ¿Qué sucedió? - Katte se movía nerviosa a mi lado, si apenas respondió el saludo de Karen. Yo me dispuse a arreglar el cabello de mi mejor amiga con los dedos.
-Chicas debo irme - Katte saludó a lo lejos a su ex novio Brandon y luego caminó en su dirección.
-¿Ellos no habían terminado? – La lucecita de la curiosidad iluminó los ojos de mi amiga (que por cierto tenía un extraño complejo detectivesco).
-Hasta donde yo sé lo habían hecho – Vi como un sorprendido Brandon abrazaba a una muy sospechosa Katte – ahora no estoy tan segura...
-Ly, volviendo al tema - Karen había retomado el fulgor de hace un momento - Los noticieros de la ciudad están que explotan, en un lugar como éste no se acostumbra que pasen cosas así.
-¿Tendré que sacarte la información con una cuchara? – Pregunté cansada de la larga introducción.
-Hubo un accidente, bueno nadie sabe realmente si lo fue o no - Hizo una pausa pensando en lo que iba a decir a continuación - Encontraron a una pareja de ancianos en su coche ayer por la noche, los dos estaban muertos.
-¿Tanto escándalo por un accidente de coche? - Pregunté levantando la vista en dirección al pasillo, pronto comenzaría mi primera clase del día y la profesora de matemáticas odiaba drásticamente la impuntualidad.
-No fue un accidente de coche – Karen me lanzó una mirada de reproche, ya sabía a dónde quería llegar con ella "deberías saberlo, está en todos los noticieros", pero bueno, yo no veía noticias tan temprano en la mañana.
-¿Fue por causas naturales entonces? - Traté de adivinar - Dices que era una pareja de ancianos ¿No?
-Alguien los torturó, Lyla - Me giré hacia ella, algo sorprendida y confundida - Los encontraron en su auto, la tapicería estaba llena de sangre y tripas, los asientos estaban hechos jirones, les faltaban algunos órganos y su piel estaba hecha tiras - Un extraño escalofrío recorrió mi cuerpo.
-Pudo haber sido un animal - Estábamos rodeados de árboles, bosques. Hectáreas y hectáreas de bosque rodeaban la ciudad.
-Eso es lo que intenta averiguar la policía - Karen y yo nos encaminamos al salón de clases, tenía un nudo en el estómago y ganas de vomitar, no era como si nunca antes hubiera muerto una persona en la ciudad, de hecho los accidentes eran muy comunes con este clima, pero de alguna forma esto me hizo temblar.
-Hola preciosa ¿Cómo estás? - Ryan Lesbuth se sentó junto a mí en clases - Creí que nunca ibas a llegar, no has respondido mis mensajes - Habíamos empezado a salir hace dos años, en el instituto lo describirían como alguien excéntrico, y tenían razón.
-No he tenido tiempo... - Contesté sin pensarlo mucho. Ryan siempre ha sido un tipo misterioso, hubo varios rumores sobre él desde que entró en el colegio, algunas chicas de primero decían que era un vampiro, otras apostaban por el asesino en serie (aunque no habían desapariciones en las noticias) y otras... bueno... Otras estaban perdidamente enamoradas de él, el típico cliché de chico misterioso, a ellas les encantaba.
Cuando empecé a salir con él no era tan popular, pasó a estar en boca de todos luego de rechazar a Jessica Linares, una de las cabecillas de un grupo de chicos bastante populares dentro del instituto. Pero, ¿Qué esperaba esa chica? Era mi novio y ella lo sabía.
Cuando lo conocí era un chico común que tenía una rara fascinación por los caballos, caí perdidamente enamorada de él en mi segundo año de secundaria, todo producto del tiempo que pasamos juntos en el "club de lectura" de Karen. Realmente no leíamos, Karen lo creó para hacer de Cupido entre nosotros.
Como Ryan es mayor que nosotras por un año, tuvo que ingeniárselas para seducir a uno de sus amigos, así consiguió que lo arrastraran al club. Supongo que esta ha sido una de esas pocas veces en las que Karen acierta en algo con respecto al amor. En fin, Ryan con los años ha ido madurando y debo admitir que se ha vuelto un hombre muy atractivo, y no me está cegando el amor cuando digo estas palabras. Aunque no fue mi primer amor, nunca había amado a nadie como lo amo a él (tampoco es como si hubiera vivido muchos años hasta el momento).
-Me partes el corazón - Dijo mientras ponía una de sus manos sobre su pecho con dramatismo.
-Lo lamento Ryan - Dije esta vez prestando más atención a mis palabras. Lo abracé cuidando que no estuviera la profesora cerca y luego revolví su cabello - De verdad, anoche fue... - Sus ojos se posaron en algo a mis espaldas y su mirada se apagó, su cuerpo se tensó a mi lado y poco a poco como si estuviera haciendo un gran esfuerzo volvió su atención a mí, giré en redondo pero lo único que había era un librero.
-¿Donde estuviste anoche? - Me miró a los ojos, sus ojos más oscuros de lo normal.
-En mi casa... – Me agarró un poco fuera de base la pregunta.
-¿Cómo está tu hermana? - Mi expresión denotaba confusión - Es que la vi por el pasillo y me pareció que estaba muy pálida, creí que estaba enferma.
-Oh no... - Traté de recobrar el sentido de todo, intentando darle un hilo a nuestra conversación - Ella está bien...
-Debo irme preciosa - Se volvió sin siquiera mirarme - Te llamaré luego - Y así como llegó se fue, justo antes de que entrara la profesora. Ven, ahí está, misterioso y excéntrico.
*****
Estoy esperando a Katte desde hace dos horas en la salida del colegio, todos los estudiantes ya se habían ido y estaba comenzando a oscurecer. Empezaba a ponerme nerviosa, no era un buen momento para recordar la muerte de esos dos ancianos ni tampoco los murmullos en la habitación de Katte, tampoco ayuda el hecho de que Ryan actuara tan raro.
La verdad al principio creí que se trataba de Brandon y que simplemente se habían tomado un tiempo para alguna reconciliación amorosa, pero un mensaje de Katte pidiéndome que no la dejara sola camino a casa hizo que me retractara. Comencé a llamarla nuevamente, ya había intentado al menos unas siete veces.
-¿Lyla? - La voz de Katte me tranquilizó un poco - Estoy en los campos adyacentes, voy hacia la entrada del instituto. Espérame.
-¿Qué haces en...? - y me cortó la llamada. Estaba cansada, tenía hambre, además ¿Para qué voy a mentir? También estoy asustada. No estaba dispuesta a esperar, y mucho menos después de que me colgara el teléfono así. Comencé a andar en dirección al campo (era una zona lisa pero llena de césped que daba paso a la primera hilera de árboles que dirigían al bosque), tardé un buen rato antes de dar con ella. Sí, tenía cierta curiosidad de saber qué estaba haciendo mi hermana, pero como siempre, me sorprendo con el resultado que menos espero. Katte estaba parada en mitad del campo hablando con dos personas. La acompañaba un chico alto y una chica de cabello azul, era difícil no distinguirlos, eran bastante exóticos, y aunque tenían el uniforme del colegio nunca los había visto antes en mi vida - ¿Katte? - Todos se girados hacia mí, parecían sorprendidos, como si realmente no se les hubiera ocurrido que iba a llegar hasta allí.
-Lyla – Katte me miró por el rabillo del ojo - Te pedí que me esperaras en la entrada del instituto.
-Me cansé de esperar - Mi paciencia se estaba agotando y mi humor estaba cada vez peor. La indiferencia de Katte al decirme eso, como si estorbara, hizo que terminara de enfurecer – Así que me voy, solo vengo a notificarlo.
-Espera... - Katte se dio cuenta de que metió la pata.
-Nosotros debemos irnos también - Dijo la chica interrumpiendo y dando una mirada significativa a mi hermana - Nos veremos pronto - Y luego de eso con una sincronización perfecta los dos se dieron la vuelta y comenzaron a caminar hacia el instituto. No pasó mucho tiempo para que los perdiera de vista, sus piernas eran muy largas, un paso de ellos eran como tres de los míos.
-¿Quiénes son ellos? - Katte comenzó a caminar de regreso y no volteó a mirarme para responder.
-Son estudiantes de intercambio, les estaba mostrando las instalaciones del plantel - Todo ese cuento tenía sentido pues primero que nada la amable y bondadosa Katte siempre se ofrecía para cosas así, y segundo, para esta época del año siempre llegaban unos cuantos estudiantes del exterior. Pero había algo que no me convencía.
-Eso explica los uniformes pero... ¿Debías mostrarles incluso los bosques de alrededor?
-Sí, Lyla - Esta vez me miró molesta - Debía mostrárselos.
No se dijo nada más durante todo el camino. Cuando llegamos a casa mamá estaba organizando unos documentos de trabajo. Papá y ella eran unos importantes abogados de la región, solían viajar constantemente a la capital, nunca había presenciado un caso de ellos pero las personas dicen que son brillantes.
La familia de papá es dueña de varias empresas que se dedican al papeleo pesado (política, estadística, economía, leyes, entre otras) alrededor del país y del exterior, son personas bastante influyentes. Norman (es decir, papá) ayuda con el área legal de las empresas, a demás, él es heredero de la mitad de todo, mis abuelos solo tuvieron dos hijos, él y mi tía Liliana. Los padres de mi madre son dueños de varias empresas dentro del país aunque algo más comerciales (bancos, constructoras, centros comerciales, distribuidoras, concesionarias de automóviles, supermercados, y muchas más empresas), pero desde que mi abuelo murió, la abuela delegó toda la gerencia sobre mamá al ser la única heredera. Mis padres se esforzaban al máximo para estar al menos tres días de la semana en casa.
-Chicas este fin de semana se quedarán con la abuela – Mamá ni siquiera levantó la vista de los documentos mientras hablaba - Su padre y yo debemos viajar, y la abuela está esperando que ustedes la visiten desde hace tiempo.
-No quiero ir a donde la abuela - Detuve abruptamente mi caminata al comedor donde el ama de llaves debía estar sirviendo la cena. Katte nunca había hecho algo que contraríe a nuestros padres - No iré, tengo planes - Mi madre que había quedado igual de sorprendida que yo se recuperó rápido, como toda buena abogada.
-Pero Katte, tú eres quien más adora a la abuela - gracias por lo que me toca - no lo entiendo - Mi madre la miró extrañada - Toda tu vida has amado ir a visitarla.
-Sí pero esta vez no - Katte apretó los puños y trató de dar la vuelta para dejar hablando sola a mamá. Estuve a punto de irme de espalda. Sé que muchos creerán que no es para tanto, pero Katte nunca, nunca en su vida había hecho o dicho algo así. Las dos sabíamos muy bien que el dejar hablando solo a uno de nuestros padres era una falta de respeto. Que no se note que nuestra crianza fue estricta.
-Pues lo lamento, cambia tus planes para otro día – Tomó a Katte del brazo antes de que diera un solo paso e hizo que se volteara. Mi madre debía estar más sorprendida que yo ya que ni siquiera la reprendió por su comportamiento, aun así disfrazó sus sentimientos e impuso el orden – Prepararás tus maletas porque este fin de semana, las dos - Hizo especial énfasis en las dos últimas palabras - se quedaran donde la abuela.
Katte incapaz de decir que no a una orden tan directa, se dio la vuelta y subió de dos en dos los peldaños de las escaleras, pude escuchar cuando entraba a su habitación y cerraba la puerta de un golpe, esta era la segunda vez que casi me voy de espalda.
-Sospecho que quizás no tenga mucha hambre - Solté sarcásticamente en voz baja. Kendra volteó a mirarme. Me sorprende que no haya ido detrás de Katte para notificarle que haría sola los oficios de toda la casa por haber tirado así la puerta (como me hizo una vez a mí, en mi caso contribuyó el viento y no fue después de una discusión entre nosotras).
-¿Sabes qué le sucede? - Preguntó mirándome a los ojos. Por un momento sentí pena por mi madre, ella realmente nos amaba y se sentía culpable. Mi hermana nunca se había comportado así, mamá creía que ahora actuaba de esta forma porque ella no nos dedicaba suficiente tiempo para criarnos. Lo cual es estúpido, admiro el simple hecho de que mamá sea capaz de tener el tiempo de hablar conmigo en este preciso momento.
-Solo sé lo mismo que tú, mamá - Tras un largo repaso se dio por vencida y aceptó mi declaración.
Vielen Dank für das Lesen!
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