emma_fdez_ Emma Fernández

La princesa Eleanor es acusada a ir a la hoguera, sus soldados la salvarán de su horrible final. Tendrá que luchar,conseguir aliados, todo para conseguir el trono que le fue ursurpado.


Fantasy Alles öffentlich.

#reino #fantasia #elfos #enanos
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Corría por el pasillo del palacio sin mirar atrás. A su mente venían recuerdos de su hermano Percy, de su padre y de su madre. Se preguntó dónde estaría Ares, y luego se dió cuenta de donde estaba. Pensó en que pasaría si la pillaban, le cortarían una mano o quizás la ejecutasen delante de todo el pueblo. Por fin vió la puerta de salida, la abrió y oyó voces tras de sí. El temor la inundó y salió estrepitosamente. Atrancó la puerta y pasó por el patio del castillo, se dirigió a los túneles que le había enseñado Sebastian. Caminaba bajo la lluvia con las ropas empapadas por esta, le pesaban, pero esto no la detenía. Miraba a los lados por si salía algún guardia. A la derecha vio un montón de madera y un mástil que salía de este. Una hoguera. Se imaginó que sería para ella nuevamente, intentó borrar esa imagen de su cabeza, pero la imagen insistía en quedarse. Aceleró el paso y lo vió, los túneles estaban a pocos metros de ella. Se metió dentro y camino a través de ellos completamente a oscuras. Poco tardó en ver un poco de claridad en tanta oscuridad. Estaba fuera del castillo, y el bosque que lo rodeaba se apoderaba de la oscuridad de la noche. Se adentró en él siguiendo todo recto. ¿Cuánto tardarían en saber los guardias que se habían fugado? Esperaba que tarde. Llegó hasta el claro de un bosque, en él había una casita de madera en la que vivían la cocinera y uno de los soldados del castillo. Llamó a la puerta, acto seguido una niña de cabellos rizosos le se la abrió. Tenía seis años, aunque aparentaba más.
-Pasa, mamá te está esperando. -Le dijo la niña.
Pasó por el umbral de la puerta.
-Eleanor, por los dioses estas congelada. Acércate al fuego y quítate la capa. - Una mujer rolliza de unos cuarenta y pocos le desabrochó la capa. Tenía los cabellos rojos y los ojos marrones. Colgó la capa de Eleanor y le sirvió en un cuenco un poco de sopa. - Tómala, te sentará bien.
Eleanor tomó el cuenco con las dos manos. Alrededor de la hoguera había cinco niños tomándose sus respectivas sopas. Eran tres niños y dos niñas, todos con el cabello rojo.
-Gracias por ayudarme Sara.
-Todo por nuestra reina, mi señora. -Dijo mientras cortaba unos puerros.
-Sabéis que odio que me tratéis con tanta formalidad.
-Y yo que me hables de usted.
Se rieron, hacía semanas que no lo hacía. Se tomó el caldo caliente y pronto notó que el frío desaparecía.
- ¿Dónde está Rufus? -Preguntó mientras miraba a ambos lados.
-Está con Sebastian y Arturo comprobando que no hay nadie en los alrededores. Por cierto, casi se me olvida, han dejado ropa para que te cambies. - Se dió la vuelta. -Si estáis más tiempo así cogeréis una pulmonía.
Se levantó y fue a una pequeña habitación, donde dormía el matrimonio. Sobre la cama había una chaqueta de cuero y unos pantalones ceñidos del mismo tejido de color negro. Solía usar esa ropa cuando Sebastian la enseñaba a usar el arco en el bosque real. Sara le tendió unas botas altas. Se vistió y se encaminó donde estaban los niños. Los niños tenían de nombre números, ya que no tenían tiempo para pensar nombres. Como le dijo un día Rufus: el tiempo que gasto en pensar nombres lo invierto en trabajar, además los números les quedan bien. Rufus era así, tenia que trabajar para mantener a su familia. Cuando apresaron a Eleanor dudo en ayudarla o no. Si le pillaban seria acusado de traición y lo matarían, y quien sabe lo que le harían a su familia. En cambio, si no hacía nada, tendría que aguantar a un rey malvado, que los maltrataría y no quería ese futuro para sus hijos. Al mirar a Eleanor, Rufus veía esperanza, la esperanza de que la joven princesa llegase a ser una buena reina para el reino. Por eso la ayudó a escapar de la muerte. Fue la primera vez que el hombre se planteó las preguntas por qué y cómo.
Cuatro se acercó a ella, la pequeña le cogió de la mano y la llevó ante su hermano Uno. El chico tenia diez años, dentro de tres iría a luchar con su padre por dinero y la mitad de lo que ganase iría para el rey.
-Hola Uno.
El chico la saludó con un movimiento de cabeza.
-Esto es para ti. – le abrió su mano y dejo a la luz una figurita de un cuervo. Era la representación del dios Oxam. Contaba la leyenda que los cuatro dioses se unieron para formar la tierra y nosotros somos sus hijos. Los soldados rezaban al dios del fuego o Ferm. Las madres a la diosa agua o Aquama, los campesinos a la diosa Tiara y todos rezaban al dios Oxam, dios del aire o de la muerte. - Si tiene al dios Oxam de tu parte, no te matarán.
Lo miró a los ojos y le dio un beso en la frente. Se colgó la figurita al cuello. Alguien llamó a la puerta. Miró a Sara y esta le hizo un gesto a todos para que se callasen.
- ¿Quién es? -Preguntó la mujer.
-Por los dioses mujer, abre la puerta, aquí hace un frío horrible.
-Es Rufus.
Eleanor respiró aliviada y la mujer abrió la puerta. Tras ella entraron tres hombres: el primero era Rufus, un hombre de cincuenta años, calvo y fuerte; el segundo era Sebastian, de unos treinta años, alto y de pelo y barba de color azabache y el tercero era Arturo, el líder del grupo, alto y fuerte, de unos cuarenta años, de pelo también negro, pero sin barba.
-Mi señora. -La saludo Arturo. Los otros dos inclinaron la cabeza.
-Mis señores. - Respondió esta.
-Creo que Eleanor esta lista para partir. -dijo Rufus.
-No os equivocáis. - Sonrió.
-Pero, antes de nada. -Sebastian avanzó y le ofreció una espada enfundada en cuero negro.
Eleanor la cogió por el mango y la sacó de la funda, el acero brillo con la luz de la hoguera.
-Pudisteis sacarla del castillo. -dijo Eleanor admirando la espada.
-No fue difícil- Dijo Sebastian encogiéndose de hombros.
Volvió a meterla en la funda. Sara le dio a su esposo una bolsa con comida. Este se despidió de su esposa y sus hijos. Eleanor hizo lo mismo. Sara la cogió del brazo.
-Que no os cojan.
-Si de mi depende no lo harán, os lo juro. - Una lágrima resbaló por su mejilla.
-Id con cuidado, mi reina. El rey pondrá precio a vuestra preciosa cabeza, no se la entregues tan fácilmente.
Asintió y cerró la puerta tras de sí.
Había cuatro caballos, los tres hombres montaban uno cada uno, así que solo quedaba uno negro. Eleanor monto sobre este. Con la espada atada a su cintura se dirigió tras los hombres a todo galope. Si la cogían ahora, no se rendiría fácilmente, se defendería con uñas y dientes como la otra vez. Solo que esta vez, pensó, tenia un poco más de ayuda. Así Eleanor por segunda vez en esta noche se adentró nuevamente en el bosque.

13. März 2020 10:23 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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