I
Iñigo Montero


En una tierra donde antaño los seres mágicos y razas con capacidad de canalizar su poder vivían en armonía, la magia se restringió tras la Gran Guerra Mágica para el uso exclusivo de la academia mediante un poderoso hechizo. 14 años más tarde una joven descubrirá que tiene el don de crear y canalizar su magia a través de la música.


Fantasy Episch Nicht für Kinder unter 13 Jahren. © Iñigo Montero

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El despertar del poder de Lyd

Estaban saliendo los primeros rayos de luz desde el este cuando una joven se adentró en silencio por la ventana de un colegio. Suspiró de alivio al ver que regresó a tiempo para que nadie la hubiese echado en falta. Cerró la ventara y al girarse se lo encontró de frente, era Gaido Síorai, su mejor amigo.

- Has vuelto a ir de paseo por la noche… Algún día te descubrirán y recuerda lo que te dijo la última vez el director Veileder “como te vuelva a descubrir huyendo de tus tareas y saltándote las reglas no me dejarás más opción que llamar a los guardias de la ciudad para darte una lección y usarte como advertencia ante tus compañeros” – dijo Gaido imitando la grave y ronca voz del director.

- Tranquilo, si no se lo cuentas no tiene modo de descubrirlo. Además, prácticamente he logrado reunir el dinero para marcharme de una vez de este horrible lugar.

Lyd Endring era una joven que apareció en las puertas del colegio siendo un bebé. Ya habían pasado muchos años desde entonces y no tenía ninguna intención de cumplir su decimocuarto cumpleaños en ese lugar. Era una joven alta para su edad, tenía el cuerpo atlético, su pelo era azulado de manera natural y lo llevaba corto y sus ojos eran grandes y morados como si de amatistas se tratasen. Su carácter tendía a ser bastante rebelde y le gustaba vivir aventuras. La mayor parte del tiempo que se pasaba fuera por las noches era para colarse en diferentes locales del pueblo y así poder escuchar música, ya que el hecho de no tener oportunidad para estudiarla no le impediría disfrutar de ella, aunque solamente fuese escuchándola.

Por otra parte, estaba Gaido Síorai el mejor amigo de Lyd, se podría decir que eran como hermanos puesto que habían crecido juntos en el colegio, habiendo compartido habitación durante años. Gaido era de la misma quinta que Lyd. Era de estatura baja y complexión delgaducha. Su pelo era negro y lo llevaba largo, tan largo que le sobrepasaba los hombros y le llegaba hasta media espalda. Sus ojos eran amarillentos, lo cual era poco común. Al igual que a Lyd le gustaban las aventuras, pero se solía asustar enseguida cuando se encontraban en alguna situación de peligro.

Hoy era un buen día, ya que los nobles de la academia iban presentarse en la plaza del pueblo para hacer una demostración de magia. Este poder estaba restringido solo para las familias humanas más poderosas. A todos los demás se les bloqueó el poder de la magia mediante un poderoso hechizo tras la Gran Guerra Mágica que hubo hace catorce años, cuando Lyd y Gaido nacieron.

Se prepararon y bajaron al comedor para desayunar junto a sus compañeros. Mientras estaban cogiendo sus raciones para sentarse en la mesa, que consistían en un vaso de leche y un trozo pequeño de pan, el director apareció de repente sujetándo Lyd con fuerza del brazo y arrastrándola hasta una esquina del comedor. Veileder era ya un hombre de avanzada edad, era grande y musculoso. Su cara tenía unos rasgos muy acentuados y su voz era grave y ronca.

- Cuidado con lo que hagas hoy, puesto que la Academia es peligrosa y me temo que no serán tan indulgentes como yo si te ven hacer algo raro – le dijo Veileder.

- Si señor, usted sabe que yo no haría nada que os enfureciese a vos o a la Academia – dijo Lyd con ironía y haciéndole una reverencia como seña de burla.

- Esto no es ninguna broma, eres tú la que siempre se está metiendo en problemas y la que se juega el pellejo. Solamente… hazme caso por una vez… es por tu bien – le susurró al oído Veileder con un tono más amable.

Lyd se fue donde su amigo a desayunar, pero no dejaba de pensar que el director nunca la había tratado así, como si ella le importase o significase algo para él. Por otra parte, era un día especial y sería estresante para él tener que controlar a todos sus alumnos por las calles de la ciudad. Quizás estaría nervioso y la hablase así solamente queriendo ser más amable y así conseguir que se portase mejor.

- ¿Que quería el director? – le preguntó Gaido nada más llegar.

- Nada lo de siempre, advertencias y amenazas para que me comporte adecuadamente durante actuación de la Academia – le contestó con cara de aburrimiento omitiéndole la parte en la que Veileder la habló con preocupación.

Terminaron de desayunar, y ya por fin era la hora de ir a la plaza para ver el espectáculo. Salieron todos del colegio y se pusieron en marcha a la plaza. Llevaban la mitad del camino realizado cuando Gaido empujó a Lyd a un callejón haciéndole una seña para que se escondiese. Dejaron que todos se alejasen un poco y entonces su amigo le hizo una seña con la mano para que le siguiera.

- Qué demonios te ocurre Gaido, ¿No ves que hoy el señor Veileder ya me ha advertido sin motivo alguno? – dijo Lyd un tanto alterada.

- No te preocupes, estaremos de vuelta antes de que se den cuenta. Además, ¿No eres tú a la que siempre le gusta romper las reglas y salir de aventuras? – la contestó logrando crear cierta intriga en su amiga.

- Y a todo esto ¿A dónde me estas llevando? – preguntó en un tono más curioso.

- Es una sorpresa que te quiero dar, un regalo de cumpleaños y de despedida, ya que dentro de unos días te vas y ya no estarás en tu decimocuarto cumpleaños.

Siguieron andando unos pocos metros más por los callejones hasta que llegaron a la parte trasera de una tienda. Lyd se quedó sorprendida, ese lugar lo conocía, era la tienda de música del pueblo, pero, ¿Qué es lo que hacían allí?

Gaido tocó la puerta trasera mientras le miraba sonriente a Lyd. Entonces se escucharon unos pasos acercándose del interior de la tienda y un fauno abrió la puerta. Al principio se extrañó de verlo, pero, era bien sabido que los faunos eran grandes músicos, especialmente con la flauta. Éste miró a los lados para asegurase que no había nadie más y les hizo un gesto para que entrasen.

- ¿Has conseguido arreglar lo que te traje? – preguntó Gaido.

El fauno asintió con la cabeza y le entregó una funda. Gaido saco de la funda lo que parecía ser una batuta fabricada en metal y se la entregó a Lyd. Al sujetar la batuta con las dos manos la observó de cerca y pudo distinguir que tenía unas extrañas runas o letras escritas en algún idioma que no conocía. Empuñó la batuta y en ese mismo instante, cuando la batuta tocó la palma de su mano, un extraño aura dorado la rodeó. Era tan fuerte que tanto Gaido como el fauno apenas conseguían tenerse en pie. Rápidamente en cuanto Lyd recobró la conciencia soltó la batuta. Fue una situación extraña la que habían presenciado, pero lo más impactante fue la marca apareció en su palma. Gaido se agachó y recogió la batuta y acto seguido la guardo en su funda.

- No…no…no sé ni quienes sois, qué es lo que ha ocurrido ni…ni lo que habéis hecho, pe..pero dadme el dinero que me debéis y ma..ma..marchaos de aquí antes de que me arrepienta – les sugirió el fauno tartamudeando y sorprendido todavía con toda esa situación.

Gaido sacó del cinturón un pequeño saco con dinero y le entregó unas cuantas monedas. Nada más coger lo suyo éste los echó de su tienda, cerrando la puerta con pestillo tras ellos.

Lyd y su amigo se quedaron en la calle mirándose sorprendidos por toda esa situación.

- ¿Que ha sido lo que ha ocurrido ahí dentro? ¿Qué es la marca que tengo en la palma? – Le preguntó Lyd un tanto asustada a su amigo.

- No lo sé Lyd, pero va a ser mejor que no se lo digamos a nadie hasta descubrir el significado del símbolo y de estar seguros de lo ocurrido – le contestó con voz nerviosa – por cierto, toma esta venda para ocultar la marca de tu palma.

- Gracias Gaido. Por ahora, prefiero que guardes tú esa extraña batuta – dijo Lyd mientras se vendaba la mano – Volvamos antes de que alguien note nuestra ausencia.

Empezaron el viaje de vuelta deshaciendo el camino previamente realizado. Enseguida alcanzaron a sus compañeros y tras unos minutos llegaron a la plaza.

- Sentaos en las gradas y comportaos de manera decente, hoy vamos a estar ante la Academia y no querríamos que sucediese nada inoportuno – dijo Veileder mientras hacía un gesto a sus alumnos para que se fuesen a sentar – En cuanto a vosotros… seguidme y no os quejéis, ya que estaréis en primera fila junto a mi para asegurarme de que no hacéis nada inapropiado.

Lyd y Gaido se miraron, suspiraron y siguieron al director hasta su sitio. Poco después, los alumnos de la Academia llegaron, seguidos de su profesor. Eran una casi una veintena y la verdad es que imponían. Todos vestían con el traje oficial de la Academia que consistía en un pantalón negro, una camisa gris y una chaqueta negra con capucha. Para las chicas era lo mismo, salvo que tenían la opción de cambiar los pantalones por una falda. Tanto los pantalones, las faldas y la chaqueta tenían detalles en rojo y además en el hombro de ésta última prenda estaba el símbolo de la Academia. A medida que los alumnos se especializasen en algún tipo de magia o subiesen de rango, cambiarían el traje o el color de éste.

El profesor de estos alumnos llegó tras ellos. Andaba despacio y se ayudaba de un bastón, además llevaba una larga túnica por encima que ocultaba su cuerpo y cara, como tratase de ocultarse. Nada más llegar a la plaza se dirigió donde Veileder.

- Buenos días director, has traído a muchos sirvientes esta vez. Además, veo que has elegido a dos como mascotas personales jajajaja – dijo mientras miraba con curiosidad a Lyd y Gaido.

- Igualmente, muchas gracias por invitarnos mi Lord, estamos impacientes por ver lo que habéis preparado para la demostración – contesto Veileder intentando disimular su rabia e ira.

- No os defraudaremos, es más, esta vez hemos preparado una sorpresa para vosotros… y estoy seguro de que os será muy… práctico – dijo con una mueca que no le gustó nada a Veileder – Ahora si me disculpáis, mis alumnos me están esperando para terminar de prepararse.

El director inclinó la cabeza en señal de adiós mientras el profesor de la academia se alejó levantando la mano. Los dos jóvenes se quedaron asombrados de como ese hombre los había tratado. Fue ahora cuando Lyd empezó a comprender el porqué de la preocupación del director a la mañana.

- ¿Quién es ese hombre? – preguntó Lyd.

- Su nombre es Lord Død, es uno de los miembros más poderosos de la Academia, siendo uno de los pocos líderes de la élite. – les empezó a contar el director – No os dejéis engañar por su apariencia de anciano, puesto que es un nigromante y tiene la capacidad de cambiar de apariencia y cuerpo. Durante la Gran Guerra Mágica fue uno de los líderes más temidos de la Academia, ya que no se cortaba ni un pelo al buscar nuevas maneras de torturar y hacer sufrir a los prisioneros mientras los mantenía vivos y conscientes. Por otra parte, es un guerrero nato y en el campo de batalla podía acabar con grupos de enemigos sin esfuerzo alguno.

- Pues por muy peligroso que sea no me ha gustado como nos ha tratado, como si para el no fuésemos más que alimañas insignificantes, faltándonos al respeto.

- Tranquila Lyd, es un hombre despiadado y este no es el mejor momento para meterse en problemas – le respondió Gaido haciendo alusión al problemilla de la tienda.

- Haz caso a tu amigo, aunque los dos hayáis salido ilesos de muchos problemas esta vez no sería así. Al final te terminarías arrepintiendo de plantarle cara.

Parecía que Veileder sabía bien de lo que hablaba así que Lyd decidió tranquilizarse.

Pasado un tiempo, los alumnos de la academia salieron a la plaza para realizar la demostración. Se pusieron todos en círculo y a la mitad salió Lord Død.

- Bienvenidos a todos, hoy vamos a realizar una actuación que consistirá en combates de uno contra uno. Mis alumnos utilizarán diferentes tipos de hechizos para atacar y defenderse. Más tarde, para el final de la actuación hemos preparado una actividad especial para vosotros que esperemos sea de vuestro agrado. Sin más dilación, demos paso al espectáculo.

Poco a poco los académicos salieron a combatir de dos en dos. La verdad es que el espectáculo era increíble, algunos controlaban los elementos, otros jugaban con la mente, otros usaban potenciadores físicos para aumentar su velocidad y fuerza… había de todo. Los combates se terminaban cuando alguno conseguía alcanzar a su contrincante con algún hechizo.

Pasaron un par de horas hasta que los combates concluyeron. Fue entonces cuando Lord Død volvió a dirigirse al público.

- Ahora tras los combates, habréis podido observar que uno de mis alumnos no ha combatido, eso porque hoy se va a graduar y pasará a ser mi ayudante personal. Pero para poder hacerlo primero debe cumplir con su cometido, y aquí es donde viene la sorpresa, donde alguien de vosotros participará.

Al escuchar eso la gente del público empezó a ponerse nerviosa.

- Hoy ha llegado a mis oídos que una de vosotros sabe usar la magia y que no se lo ha comunicado a la Academia. Esta es la regla más importante que debéis cumplir las alimañas como vosotras y eso se castiga con la muerte – empezó a decir en un tono más enfadado y amenazante.

Nada más oír esas palabras Lyd le miró a su amigo intuyendo que lo ocurrido esa mañana había sido el despertar de su magia. Acto seguido Lord Død levantó la mano y señaló en su dirección. En ese momento sintió el verdadero terror por primera vez en su vida. Sentía tanto miedo tanta ansiedad que quería huir, y empezó a levantarse poco a poco. Nada más ver eso, Gaido la sujetó de la mano y le hizo un gesto de negación con la cabeza para que se mantuviese sentada.

Mientras tanto, Lord Død usó su poder nigromántico para atraer a la maga al centro de la plaza. Ese fue el momento en el que Lyd escucho a una joven gritar tras ella “No por favor yo no sé de qué estáis hablando, ¡yo no he hecho nada!” y se dio cuenta de que la Academia no la buscaba a ella sino a una compañera del colegio. Al ver eso sintió un gran alivio por haberse salvado pero la tensión que sentía su cuerpo seguía ahí.

- Esta joven al no cumplir con las reglas la sentencio a muerte, y el encargado de cumplir con ese cometido será mi nuevo ayudante Bøddel. Para ello usará su primer conjuro de nigromante – dijo mientras le miraba con una mirada de superioridad a Veileder – puedes proceder mi querido ayudante.

Acto seguido el joven aprendiz puso de rodillas a la joven y extendió la mano en su cara. Al principio no ocurrió nada, pero a los pocos segundos la sentenciada empezó a gritar de dolor mientras le empezaba a salir sangre por los ojos, nariz, orejas y boca. La pobre se llevaba las manos a la cabeza, se arañaba la cara gritando de agonía.

- ¡Yo no he hecho nada! ¡Ayudaaameeeee! ¡Paraad estooo! ¡Aaaaaaah! – Suplicaba sin cesar.

De pronto se escuchó algo reventar, eran los ojos de la joven y al instante se quedó tirada en el suelo y toda la plaza se quedó en silenció. El cuerpo yacía en el suelo tirado con un charco de sangre alrededor de la cabeza.

- Espero que el acto final haya estado a la altura de vuestras expectativas. Bøddel ya se ha graduado y pasará a ser mi ayudante. Ahora que la actuación ha concluido podéis marcharos.

Todos los jóvenes fueron tras su director de vuelta al orfanato. El camino de vuelta fue horrible todo el mundo iba en silencio y de vez en cuando se escuchaba a algún compañero llorar. Nada más llegar Veileder dio el resto del día libre a todos y los mandó a sus habitaciones para que descansasen y se relajaran.

Lyd y Gaido llegaron a su habitación, cerraron la puerta y lo siguiente que hicieron fue abrazarse.

- Pensé que te perdería – dijo Gaido rompiéndose a llorar.

- Lo sé, todavía me tiemblan las piernas del miedo que he sentido, nunca me había asustado tanto. Ahora entiendo porque Veileder me ha advertido de que no hiciese nada indecente.

- ¿Qué vas a hacer ahora? Ya hemos visto de primera mano de lo que es capaz la Academia y de lo que te harían si descubriesen lo ocurrido en la tienda.

- Durante el camino de vuelta he estado reflexionando sobre eso y he decidido que lo mejor será adelantar mis planes y marcharme hoy a la noche. Nada más cenar me escabulliré para recoger un par de cosas para el viaje y luego volveré a buscar mi mochila y a despedirme de ti.

- Está bien, me parece que será lo mejor. Cuando llegue el momento de que te marches te devolveré la batuta, así quizá tengas alguna oportunidad de descubrir cómo funciona.

Gaido decidió ir a dar una vuelta para despejarse de todo lo ocurrido. Además, sabiendo que esa noche sería la última en la que vería a su amiga necesitaba estar solo para poder asimilarlo.

Por otra parte, una vez aclarado lo que ocurriría esa noche y como llevaría a cabo su huida, Lyd aprovechó para descansar y recuperar fuerzas antes de la cena. Eso lo agradecería más adelante puesto que, aunque todavía no lo supiera, esa noche necesitaría todas sus fuerzas y toda la ayuda posible para poder huir de la ciudad de Draíotch.

4. März 2020 22:48 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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