Prólogo
La horrible y oscura catacumbas lograban crear un aterrador ambiente para los pobres tres hombres quienes caminaban a paso lento dentro de este lugar olvidado por los dioses.
Las ruinas que eran visibles y las columnas enormes que se alzaban en la gran cueva hacían ver pequeño al grupo que poco a poco llegaba al medio de la desolación en donde un gran círculo con extrañas figuras se hacía presente.
—¿Este es el lugar? —Uno de ellos preguntó.
—Sí, eso dicen las escrituras. ¡No te alejes mucho necesito tú antorcha! —Él exclamó, acercándose gruñendo a la única forma de luz proveniente del lugar.
—No me gusta esto este lugar me da escalofríos—. Otro dijo, quien caminaba a paso lento mirando las ruinas detenidamente.
—¿Qué son estos símbolos?
—Sí, ¿Qué son esos símbolos? Jamás había visto estos símbolos antes, no parecen ser de un idioma que reconozca.
—No lo sé, debe de ser parte de un antiguo reino caído. La gran soledad está llena de ellos, la guerra de los corrompidos no ayudo en nada para la historia de este lugar—. El líder dijo mientras seguía mirando el viejo pergamino en sus manos.
—¿Estas son ruinas de enanos? Conozco los símbolos en las paredes, pero no en los pilares—. El carroñero hablo.
—Según tengo entendido, el reino de Anzelatem se esparcía por todo el mundo subterráneo. Este debió de ser uno de sus puestos de exploración en el sur de este continente. ¿Pero qué hacen estos pilares aquí? —Él preguntó a su líder quien parecía ignorarlo ya que no quitaba su vista del viejo pedazo de papel. Como si estuviera tratando de descifrar lo que el pergamino quería decirle.
—Hay cinco continentes, cinco.
—Cuatro, no porque uno haya sido divido en dos por los titanes cambia el hecho de que es uno.
—¿Desde cuándo sabes tanto de historia?
—Me gusta leer.
—Un carroñero que sabe leer. Este es el fin del mundo.
—¡Cállate!
—¡Silencio ustedes dos! —El líder grito guardando su pergamino en su bolso.
—¿De dónde sacaste esa cosa de todos modos? Dijiste que esto sería un trabajo fácil, pero esto no me está gustando para nada. Mejor vayámonos está claro que la persona quien te dio esa cosa solo te vio la cara—. Uno de ellos le suplicó al jefe ya que esta cueva estaba lo hacía más nervioso al pasar el tiempo.
—Estoy de acuerdo jefe, no me gusta este lugar—. Ambos miraron al líder quien parecía estar pensando algo similar, mirando a la cueva con una expresión de decepción.
—Sabía que no debía de escuchar a esa bruja en Forteria. Este lugar está vacío y gastamos más oro en el barco para llegar este lugar, sin encontrar nada que valga la pena—. Él dijo enojado pateando el suelo furiosamente.
—¡Pura pérdida de tiempo y oro! —Él escupió al suelo gruñendo.
Unas de las rocas que el hombre pateo golpeo uno de los pilares que rápidamente empezó a quebrarse como si se fuera construido del material más frágil del mundo.
Lo que quedó era una gran estatua dorada en forma de una extraña criatura con cuernos largos extendiendo sus manos a la nada.
—¡Mira! —Él exclamó en sorpresa, mientras mantenía una gran sonrisa.
—¡Al parecer si hay algo en este lugar después de todo! —Eso logró atraer grandes carcajadas por parte de los otros dos.
—¡Venga hagan lo mismo con los otros pilares! —Él ordenó mientras limpiaba la gran estatua dorada—. ¡Pero con cuidado!
Una vez terminaron los carroñeros solo podían ver las estatuas con ojos brillantes.
—¡Mira el tamaño de estas cosas! —Uno de ellos la tocaba como si fuera un sueño hecho realidad.
—¿Cuánto crees que nos darán por esto?
—Lo suficiente como para retirarnos de por vida eso te lo aseguro. Al parecer esa bruja decía la verdad, mi vida iba a cambiar por siempre—. El líder dijo con una gran sonrisa.
—¿Por qué una bruja te dijo eso?
—Son brujas, están locas. Déjalas decir lo que quieran—. El hombre miró a las estatuas muy curiosamente.
—¿Son Demorgius? Se parecen mucho a esas criaturas.
—¿Qué importa? Solo mira cuanto oro estamos hablando, esa bruja nos cambió la vida—. Él soltó unas carcajadas.
Mientras los hombres seguían limpiando las grandes estatuas de oro y empezaron a notar el extraño líquido verde que caía de ellas.
—¿Qué es esto? –Uno de ellos dijo mientras notaba que, de las manos de la estatua en forma de demonio, un extraño líquido verde caía como cascada.
Cuando el aventurero carroñero lo toco, sintió un dolor correr por su mano.
—¡¿Qué te pasa?! —El líder le gritó.
—¡Me está quemando! —Exclamó dando un alarido mientras trataba de limpiar el extraño líquido en su mano.
El otro pobre hombre empezó a vomitar fuertemente mientras trataba de limpiarse. La sustancia viscosa parecía cubrirlo lentamente y no importaba cuantas veces tallara ese horrible líquido verde, no se iba.
Los gritos horripilantes de ellos fueron silenciados por los pasos pesados que se acercaban de las partes más profundas de la cueva.
—Despierten mis hijos, de la oscuridad creceremos, otra vez—. La voz áspera y escalofriante lograba crear un poderoso eco en las ruinas. El cabecilla de los carroñeros, quien solo podía ver en pavor mientras sus dos acompañantes estaban sufriendo en dolor y delirios, moría de miedo.
—¡¿Quién está ahí?! —El líder chilló mientras se alejaba de las estatuas, quienes parecían haberse convertido en fuentes, ya que el líquido espeso corría como pequeñas cataratas.
—¡Aléjate de mí! —Él exclamó mientras en su pánico se tropezó torpemente, de unas de las piedras que el pateo momentos atrás.
Sus manos y su cuerpo se empaparon de la extraña sustancia. Con un dolor horrible surgió de su cuerpo, como si se estuviera quemando desde su interior a exterior, él gritó.
Como si se estuviera quemando sin fuego. Gritaba en dolor y se percató que sus compañeros estaban completamente tiesos en el suelo. El líquido verde los estaba envolviendo lentamente, como si tuviera vida propia.
—Arriba mis criaturas, arriba. Sientan el verdadero poder olvidado de los dioses—. La figura era horripilante, piel desgarrada y ojos de un color sobrenatural. Como si el mismo líquido verde saliera de sus ojos y una monstruosa cara que no dejaba duda alguna que alguna vez fue otra criatura.
Dientes afilados y amarillentos con largos cuernos sin filo alguno. Como si fueran sido corrosivos por el pasar del tiempo junto con un largo cabello rojo. La criatura caminaba poco a poco, mostrando la dificultad en la que se encontraba, siendo que su tamaño era sobrenatural y su cuerpo estaba descompuesto.
En su dolor él pobre hombre vio con temor, a sus dos compañeros levantarse muy lentamente. Miro como el líquido verde estaba despedazando sus rostros lentamente y empezaron a gruñir como bestias sin control.
—No hay que temer del cambio, la evolución. Serás parte de un algo más grande. Algo más puro y los mismos dioses sentirán envidia de ti—. La criatura se inclinó y en un gesto gentil tocó la frente del moribundo carroñero.
—Muy pronto terminare lo que mis hermanos y hermanas empezaron. Muy pronto tomare las llaves para abrir las cadenas de los cielos. Para tomar mi lugar como el único dios de este mundo, para purificar este mundo de las mentiras de los antiguos.
Las estatuas empezaron a vibrar fuertemente y las paredes de las ruinas empezaron a tirar los escombros que cubrían los alrededores de este mítico lugar. Este monstruo se levantó y caminó al gran mural en donde una gran pintura se hacía presente lentamente.
—Este mundo será solo para nosotros, cumpliré mi promesa mi amor. Traeré a los dioses a sus rodillas y los haré pagar por lo que te hicieron, y cuando destruya los cielos y arrase con todo lo que ellos crearon. Seremos libres para crear un mundo justo como lo habíamos soñado. Solo espera por mí.
La criatura tocaba gentilmente el mural en donde una bella mujer lo miraba con bellos ojos esmeraldas, un tono más bello y gentil que cualquier gema. Un verde brillante como una estrella que vibraba sola.
Más pilares y más estatuas empezaron a surgir, el líquido verde corría por las paredes y por todos lados. Y más criaturas salían de las profundidades, en números en los cientos.
Un enemigo claro de los dioses había sido despertado, con un destino en sus manos y un mundo en su camino.
—Te haré pagar por lo que hiciste, te haré sufrir por su muerte y todo lo que has hecho—. La criatura dijo mirando fieramente a la figura de un dragón blanco detrás de su amada.
Y el mundo sufrirá, por esta criatura o por los dioses que la enfurecieron.
Vielen Dank für das Lesen!
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